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6

Reescrito.


Jimin estaba sentado en su cama mirando al suelo sin expresión alguna mientras esperaba a Seokjin.

Había salido del hospital hace un par de días y ahora se encontraban en un lugar totalmente desconocido para él, era una gran mansión, al parecer era el lugar donde vivía Namjoon, el pelinegro desconocido, el chico sonriente de cabello rojo, y el novio de Jungkook.

Según lo que había explicado el doctor estaba sufriendo una pérdida de memoria temporal y poco a poco iría recordando las cosas. El caos en su cabeza era demasiado abrumador para él, por lo tanto, se había limitado a encerrarse en aquella habitación, que supuestamente era suya, y solo había intercambiado palabras con Seokjin o Jungkook.

No lograba entender del todo qué hacía Jungkook allí, pues lo único que recordaba de él era que se sentaba a su lado en clases y siempre llegaba lleno de moretones, pero al parecer, ahora eran cercanos. El pelinegro, qué por lo que había oído se llamaba Yoongi, había tratado de acercarse a él varias veces, pero su persona lo rechazaba incluso involuntariamente, el chico no le daba buena espina y por alguna razón sentía que era mejor estar lejos de él. Todos le habían dicho que él era algo así como su "pareja" pero se había negado rotundamente a creerlo.

De vez en cuando Yoongi entraba a la habitación a preguntar cómo se sentía, si tenía hambre, si había tomado sus medicinas y todas esas cosas. Jimin tenía un espacio en blanco en su mente, ni siquiera podía saber con claridad qué era lo último que recordaba y eso era frustrante. Había preguntado por Jackson, pero no había obtenido respuesta alguna al igual que por su padre. El ambiente se volvía tenso al mencionar a su progenitor y lograban confundirlo aún más.

El doctor había dicho claramente que no podía recibir informaciones demasiado fuertes y que debía mantenerse relajado, sin forzarse a recordar nada. Se sentía incómodo estando en aquel lugar rodeado de extraños, y todo el día rogaba al cielo poder recordar todo lo antes posible.

La puerta se abrió con suavidad y se volteó enseguida esperando ver a su hyung, pero se sorprendió mucho al ver que se trataba del pelinegro. El mayor entró cerrando la puerta detrás de él y caminó hasta sentarse en la orilla de la cama un poco alejado de Jimin.

El menor tembló y se encogió en su lugar observando al pelinegro con cautela. La verdad no entendía porque le asustaba, era bastante bonito, con ojos gatunos, su cabello oscuro lo hacía parecer aún más blanco, era delgado y parecía un muñeco de porcelana debido a sus finas facciones.

—Hola, Jimin —habló bajito tratando de no espantar al menor.

—H-Hola hyung... —El menor evitó hacer contacto visual bajando su vista a su regazo.

— ¿Cómo te sientes? —La voz de Yoongi era gruesa e imponente, le ponía los pelos de punta y le hacía temblar.

Jimin asintió lentamente con la cabeza mientras jugaba con sus dedos. —B-Bien...

El mayor suspiró con pesar y escondió su rostro entre sus manos claramente frustrado. Estaba incluso peor que cuando Jimin estaba en coma, sentía que se volvería loco teniendo al menor tan cerca y a la vez sintiéndolo tan lejos. La idea de drogarlo se había pasado varias veces por su cabeza, pero la había descartado rápidamente, no podría hacer eso en ese momento, ahora las cosas entre ellos habían cambiado. Tenía que entrelazar sus manos para evitar tocar al pequeño, y es que lucía tan hermoso que se le hacía casi imposible.

Había querido besarlo desde que se despertó, y el hecho de que el menor no lo recordase fue como un balde de agua fría. El doctor había dicho qué necesitaban tener paciencia y ayudarle poco a poco a recordar las cosas.

"Una buena cogida es lo que le hace falta para recordar." Pensó Yoongi haciendo que riera de sí mismo.

Jimin lo observaba por el rabillo del ojo, sintiéndose intranquilo ante su presencia, pero al mismo tiempo sin querer que se fuera, todas sus emociones eran contradictorias y eso solo lo confundía más. La voz del mayor lo obligó a alzar la cabeza y fue sorprendido por sus palabras.

—Déjame besarte. —Yoongi lo miró fijamente, esperando por una respuesta.

—Y-yo... eh... —Las mejillas de Jimin enrojecieron y miró hacia otro lado.

—Por favor, te prometo qué si no te gusta o te sientes incómodo, pararé —suplicó con la mirada. Jimin mantenía una lucha mental debatiéndose qué responder, porque por más que quisiera decir que no, su curiosidad iba ganando.

Tenía dos lados, uno qué le decía que se alejase y saliese corriendo. Y el otro que le decía qué lo hiciera, que incluso los disfrutaría más de lo que quería.

Jimin miró fijamente a Yoongi, incitándole con la mirada, el pelinegro se acercó un poco más a él y se inclinó hasta sus labios despacio, tratando de no espantarlo, el corazón de Jimin latió frenéticamente, y Yoongi paró a unos milímetros de sus labios, sus respiraciones se mezclaban, se sentía ansioso y miraba fijamente al mayor que mantenía los ojos cerrados, Jimin copió su acción cerrando los ojos y corto la distancia, posando sus labios sobre los del pelinegro. Yoongi suspiró aliviado y pasó una mano detrás de su nuca para acercarlo más a él. Sus labios se movieron en sincronía, y Jimin se sorprendió debido a la cálida sensación que lo envolvía. Empuñó sus manos en los costados de la camisa de Yoongi y abrió su boca dándole paso a su lengua; Jimin amaba la manera en que los labios del pelinegro acariciaban los suyos, y la manera en que sus lenguas se enredaban en sincronía.

Yoongi mordió un poco sus labios antes de separarse mirándolo fijamente sin apartar su mano de su cuello. Jimin lo miró a los ojos y luego recorrió todo su rostro, Yoongi se sorprendió cuando este estiró una de sus manos para acariciar sus facciones, pasando sus dedos por su mejilla y por sus labios.

—Mi cerebro no lo recuerda, pero mi corazón sí, Hyung. —Yoongi sintió un poco de alivio al escuchar las palabras del menor y apoyó su frente sobre la contraria, acariciando su cabello castaño.

— ¿Te gustaría que te ayude a recordar? —Los ojos del mayor se oscurecieron y Jimin tembló, dudando en qué responder.

El mayor le provocaba mil sensaciones desconocidas, pero también despertaba un profundo deseo y una curiosidad que lo volvía loco. Relamió sus labios y tembló asustado sin saber que responder, hasta que asintió lentamente.

Yoongi sonrió con lascivia y se levantó hacia la puerta cerrándola con seguro. Tomó el vaso de agua en la mesilla y se lo tendió al menor quien lo tomó nervioso viendo como rebuscaba dentro de los bolsillos de sus jeans. Sacó una pequeña pastilla morada y se la tendió al menor quien la miró con el ceño fruncido.

— ¿Qué es esto? —preguntó tomándola entre sus dedos.

—Un objeto mágico que nos ayudó mucho la primera vez, yo lo llamo la pastilla de la felicidad. —Yoongi miró incitante al pequeño y este examinó el pequeño comprimido unos segundos—. Confía en mí.

Miró a Yoongi y luego a su mano, metiendo la pastilla en su boca y tragándola con ayuda del agua. Yoongi sonrió triunfante y se alejó unos pasos de la cama viendo fijamente al pequeño.

—Avísame cuando te sientas listo —habló el mayor luego de unos cuantos segundos.

— ¿Listo para qu...? ¡Nhg! —Un gemido interrumpió sus palabras cuando sintió la erección crecer dentro de sus pantalones.

Yoongi miró al cielo. —Lo siento, Dios. Pero la abstinencia me estaba volviendo loco. —El mayor susurró y luego se acercó con pasos lentos hasta el menor que tenía la vista fija en el bulto de sus pantalones.

El pelinegro se sentó a su lado y lo miró con los ojos brillantes, el menor respiro jadeante, y miró a Yoongi suplicante.

—No haré nada que no me pidas, pequeño —dijo el mayor con lascivia.

—H-Hyung... T-tóqueme... —Jimin tenía las mejillas encendidas y se sorprendió así mismo cuando las palabras salieron de su boca casi de manera involuntaria.

Yoongi se acercó más a Jimin tumbándolo sobre la cama y acariciando el bulto entre sus piernas por encima de la tela de sus pantalones. Jimin mordió su labio inferior al ver la manera en que el mayor lo miraba. Dios, estaba seguro de que esa mirada sería capaz de llevarlo al mismo infierno.

El pelinegro desabrochó los pantalones del menor y los bajó dejando a la vista sus blancas piernas. Se acercó nuevamente sintiendo como su propio miembro comenzaba a despertar. Metió su mano dentro del bóxer del contrario y acarició su dureza sacándole agudos gemidos. Jimin se retorció, sintiendo qué no era suficiente. El menor se sentó en la cama y tiró a Yoongi en la misma subiéndose a horcajadas sobre él sacándole la camiseta con prisa.

—Con calma, pequeño. —Yoongi habló con la diversión bailando en su voz.

—Mi calma se fue al carajo gracias a su pastillita de mierda. —Yoongi le dio una bofetada a Jimin castigándolo por sus malas palabras y este gimió.

—Esa boca sucia. —Yoongi tomó su mandíbula entre sus manos y lo acercó para besarlo de forma desordenada, chupando su lengua mientras Jimin movía sus caderas para crear fricción.

Jimin besó el pecho del mayor, lamiendo y succionando para dejar marcas sobre la piel nívea, desabrochó sus pantalones para luego alzar los brazos mientras el mayor le sacaba la camisa. Yoongi se sentó con el chico aún en su regazo y lamió sus pezones haciendo que gimiera y bajara su mano apretando su erección, el pelinegro gruñó y mordió sus clavículas, luego siguió su cuello dejando a la par un camino de besos húmedos, sintiendo como si su suave piel se derritiera en su boca.

Jimin se estaba volviendo loco al sentir las manos del mayor recorrer su cuerpo, y lo tumbó nuevamente sobre la cama para sacarle la ropa interior y luego hacer lo mismo con la suya.

—Mierda... —Ambos gimieron al sentir sus miembros desnudos acariciarse.

Yoongi tomó ambos miembros con su mano masturbándolos juntos haciendo qué Jimin echara la cabeza hacia atrás jadeaba con la boca abierta. Observó a Yoongi mientras mordía su labio, paró un poco para escupir en su mano y luego volvió a mover su mano sobre sus erecciones, el menor tenía las pupilas dilatas a causa de la droga y su cuerpo temblaba en anticipación sin dejar de ver como la mano de Yoongi subía y bajaba con frenesí.

Pegó su pecho al del mayor cuando sintió sus dedos rozar su entrada, y enseguida introdujo dos dedos en su interior, Jimin movió sus caderas al compás de los dedos del mayor y besó sus labios una vez más rozando sus lenguas, los dedos de Yoongi tocaban su punto dulce haciéndolo temblar y cuando sintió que no podría más debido al placer el mayor sacó sus dedos para remplazarlos con su polla. Jimin jadeó y se restregó contra su miembro que se alineaba en su entrada, apoyó sus manos sobre el pecho del mayor y se elevó para luego dejarse caer, llenándose con la hombría de Yoongi.

Ambos gimieron y Yoongi tomó las caderas de Jimin ayudándole a moverse, el menor montó a Yoongi con desesperación, lloriqueando debido a la sensación tan placentera que le causaba el miembro del mayor. El pelinegro lo miraba fijamente, saltando sobre sí como si su vida dependiera de ellos, rasguñando su pecho y gimiendo sin control, él podría correrse con esa simple imagen.

— ¡Ngh! ¡H-Hyung... ¡Sí! —chilló. Yoongi tomó las caderas de Jimin y le dio la vuelta dejándolo debajo suya.

Salió de su interior y luego volvió a entrar de golpe, penetrando al menor con frenesí, Jimin se removía debajo de él, arqueando su espalda sintiendo su miembro a punto de estallar, el calor que la droga le provocaba era abrazador, estaba extasiado y no quería nada más que estar rodeado de Yoongi en todos lados. Pasó una mano sobre sus hombros y lo atrajo para besar su boca, un beso sucio y desesperado en el que la saliva resbalaba fuera de las comisuras de sus labios.

—Ah... Siempre te sientes tan bien, pequeño —gimió el pelinegro contra sus labios—. Estás tan caliente.

—H-Hyung... —jadeó—. Fóllame más duro.

Yoongi aceleró el movimiento de sus caderas golpeando duro en su interior. — ¿Quieres correrte? ¿Sí?

Su mano se envolvió en la dura erección de Jimin y comenzó a masturbarlo mientras lo penetraba con rudeza. Jimin lloriqueó desesperado moviendo sus caderas contra las del mayor desesperado por conseguir su orgasmo, Yoongi tiró de su cabello corriéndose con fuerza en su interior. El mayor siguió masturbándolo y salió de él para bajar hasta su miembro. Jimin cerró los ojos cuando sintió la caliente boca envolver su miembro, llevó su mano al cabello de Yoongi sintiendo como este chupaba su miembro con insistencia, Yoongi lamió toda su extensión, chupó la punta, y luego lamió sus testículos sin dejar de mover su mano de arriba abajo con insistencia, Jimin rodó los ojos a la parte trasera de su cabeza apretando halando el cabello del contrario cuando sintió su miembro ser succionado completamente, Yoongi ahuecó sus mejillas, y eso fue más que suficiente para que se corriera duro en su boca casi gritando su nombre, Yoongi tragó todo bajo la atenta mirada de Jimin, quien sentía que podía correrse mil veces más solo con esa imagen.

— ¿Recordaste algo? —preguntó el pelinegro mientras limpiaba las comisuras de sus labios mirando a Jimin con esos oscuros ojos felinos.

—La verdad no. Pero si me lo va a hacer así cada vez, no me molestaría que fuese mi novio. —Jimin jadeaba y dejó que Yoongi se acostara a su lado envolviéndolo con sus brazos.

No recordaba nada que tuviese que ver con el pelinegro, pero sin duda había un lazo fuerte qué los unía, no estaba seguro del porqué, pero se dejaría llevar por el instinto. El miedo que sintió en un primer momento se iba deshaciendo poco a poco, dejando a en su lugar un cálido sentimiento.

Por otro lado, Yoongi no podía estar más feliz. Él sabía que el castaño lo recordaría, mientras tanto tendría paciencia, y seguiría experimentado todas esas nuevas sensaciones junto al menor. Yoongi recordó el pasado, dándose de cuenta de lo mucho que habían cambiado las cosas. Ahora disfrutaba de su calor, amaba oír su risa y ver sus oscuros y brillantes ojos.

Jimin no lo había sacado del infierno, Jimin se había quedado junto a él allí abajo, fundiéndose juntos y volviéndose uno mismo.

El color rojo del infierno ya no es sangre, es amor, todo el amor que Jimin había le había dado desde que llegó a su vida.

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