4
Reescrito.
Yoongi miraba fijamente las baldosas blancas del suelo del hospital mientras mordía sus uñas. Desde que había recibido aquella noticia no había podido dejar de temblar y su corazón palpitaba con fuerza amenazando con salir de su pecho.
Tenía el estómago revuelto y un amargo sabor en su boca, estaba angustiado. Saber qué Jimin se encontraba mal y no poder hacer absolutamente nada, lo angustiaba. Los chicos no se habían movido de su lado y se mantenían totalmente atentos, en especial Jungkook, quien había tenido una crisis nerviosa luego de que el doctor dijera la palabra "amnesia".
Hoseok llegó de nuevo a la sala de espera portando una bandeja con cafés entregando uno a cada uno. Yoongi tomó el pequeño vaso y lo sostuvo en su mano, observándolo sin expresión alguna. Su sistema se había apagado desde que Jimin había caído por las escaleras, ahora solo respiraba por inercia, luchando con las voces en su mente y haciendo todo lo posible por creer qué todo estaría bien.
—Yoongi, deberías ir a descansar. Nosotros nos quedaremos. —Taehyung habló en dirección al pelinegro y este negó con la cabeza sin apartar la vista del vaso de café.
—No voy a moverme de aquí, si hay alguna noticia acerca de Jimin quiero ser el primero en saberlo. —Los chicos suspiraron resignados y Yoongi se sentó en una silla dándole un trago a su café.
Estaba a punto de amanecer y no había pegado un ojo en toda la noche, la ansiedad lo estaba carcomiendo vivo al ver enfermeras y doctores pasar de aquí para allá sin decir si quiera una palabra, o al menos dirigirle una mirada.
El doctor que estaba encargado de Jimin se acercó a ellos manteniendo una hoja en su mano.
—Tengo los resultados de los exámenes. Efectivamente Jimin está en un estado de coma debido a la lesión cerebral que sufrió gracias al golpe en su cabeza. Ya le estamos dando tratamiento, por ahora solo podemos esperar a que despierte para poder realizar otros estudios.
— ¿Y cuándo va a despertar? —preguntó Jungkook mirando al médico.
—Eso es lo que no sabemos, el estado de coma puede durar semanas, meses, incluso años. Lo que, si sé, es que para que Jimin despierte necesita su ayuda, si Jimin no encuentra ningún motivo para despertar, no lo hará. Así que deben hablarle y ayudarle poco a poco a despierte.
— ¿Podemos pasar a verle? —pidió esta vez Hoseok.
—Sí, pero solo uno a la vez —dijo el médico e indicó que lo siguieran.
—Yo primero. —Yoongi comenzó a caminar detrás del médico y los chicos asintieron.
Atravesó un largo pasillo junto al médico y al final pararon frente a una puerta blanca con el número 27 grabado sobre esta, el doctor le hizo una seña al pelinegro indicándole que podía entrar.
La mano de Yoongi tembló cuando la posó sobre el pomo de la puerta y lo giró lentamente empujando la puerta para entrar a la habitación. El aire acondicionado estaba encendido, olía a alcohol y medicamentos como era costumbre en esos lugares. Cerró la puerta detrás de él y se dio la vuelta suspirando al ver a Jimin reposando sobre una cama. El castaño tenía una venda alrededor de su cabeza y una bata blanca. Yoongi se acercó sentándose en una silla a su lado, la respiración de Jimin era irregular, pero lucía calmado, con los ojos completamente cerrados y una mascarilla de oxígeno cubriéndole nariz y boca. Tomó la mano del menor entre la suya apretándola y acercándola a sus labios para dejar un suave beso.
Yoongi se sintió tranquilo luego de tanto tiempo esperando para ver al castaño. El sentimiento de culpa se instaló una vez más en su pecho y suspiró antes de hablar.
—Creo qué te debo una disculpa... Sí tal vez no me hubiese acostado con Jeonghan nada de esto hubiese pasado —Yoongi relamió sus labios antes de continuar—. No sé si estás escuchándome, pero el médico dijo que debíamos hablarte si queríamos que despertaras. Hm, me siento culpable, mocoso... Y creo que hubiese preferido armaras un escándalo y me golpearas en lugar de que te pasara esta mierda —suspiró acariciando la pequeña y fría mano de Jimin—. Me he acostumbrado a tú presencia, Jimin... Mierda, me has ablandado, yo no debería estar diciendo estás cosas, soy un jodido asesino sin sentimientos. Me has cambiado totalmente, me has hecho sonreír y sentir este calor extraño en mi pecho de nuevo, y creo que te debo las gracias por eso
La mano de Jimin se movió levemente respondiendo a las caricias de Yoongi y este sonrió.
—Nunca creí que llegaría a tener estos sentimientos por alguien, mucho menos por ti, la primera vez que te vi me gustaste mucho, pero solo planeaba cogerte en mil posiciones diferentes y luego sacarte de mi vida como si nada. Pero mira donde estoy, y mira cómo me estoy sintiendo, te has apoderado de mí, Jimin, mi plan era poseerte, pero tú... tú has acabado conmigo... y no puedo estar jodidamente mejor con eso.
Yoongi miraba fijamente a Jimin, sus finas pestañas decorando esos hermosos ojos, los ojos favoritos de Yoongi en todo el mundo, siempre serían esos. Estiró su otra mano y acarició su cabello suave, deseando que pudiera despertar para poder verlo, para escuchar su risa y poder besar sus labios. ¿Cómo había pasado esto? ¿Desde cuándo su sueño era escuchar la risa de una persona? Cuando antes estaba acostumbrado a destruirlas.
El mayor se paró inclinándose un poco para besar su frente antes de salir de la habitación. Los chicos se encontraban afuera, esperando por su turno para ver al pequeño, el siguiente en entrar fue Jungkook quien se tambaleó un poco al levantarse y luego caminó hasta la puerta de la habitación.
— ¿Cómo se ve? —preguntó Hoseok una vez Yoongi se sentó a su lado.
—Parece estar profundamente dormido. —Yoongi tomó la bolsa de papel que el pelirrojo le tendía y la abrió observando un sándwich junto a un jugo de naranja.
—Leí que mientras más tarde en despertar, peor serán las secuelas.
—Qué alentador, caballo. —El pelinegro rodó los ojos y dio un mordisco al sándwich.
El pelirrojo rio. —Lo siento. Por cierto, recuerda qué tienes una misión esta noche.
Yoongi suspiró y asintió con pesadez, sabiendo que no podría pasarlo por alto, aunque quisiera.
La mañana y la tarde se pasó rápido. Taehyung y Jungkook habían ido a casa a bañarse, comer y luego volvieron.
Ahora era el turno de Yoongi y Hoseok quienes se levantaron para salir del hospital y caminar hasta al estacionamiento. Se subieron a la camioneta y arrancaron hacia la mansión.
Yoongi condujo hasta el lugar qué Namjoon le había indicado, que era una ascienda poco alejada de la ciudad, tuvo que pasar por un camino de tierra repleto de árboles hasta llegar al final en donde se encontraba un gran portón y algunos hombres cuidando, paró un momento frente a este para identificarse.
—Sono Min Yoongi, sto cercando Don Donadío. [Soy Min Yoongi, estoy buscando a Don Donadío] —El hombre murmuró algunas palabras en el auricular que mantenía y luego asintió abriendo el portón para que Yoongi pudiese pasar.
El pelinegro condujo hasta la entrada de la gran mansión y aparcó justo al frente de la puerta de entrada, en el camino de piedra que rodeaba el jardín. Un hombre alto y trajeado salió de la casa para recibir al chico y Yoongi bajó de la camioneta bajo la atenta mirada de todos los guardias que tenían allí.
—Min Yoongi —habló el chico extendiendo su mano ante el hombre para presentarse.
—Roberto Donadío. Hai quello che ho ordinato? [¿Tienes lo que pedí?] —preguntó el hombre quitando las gafas de sol que cubrían sus ojos.
—Chiaro. [Claro] —Yoongi se dirigió a la parte de atrás de la camioneta y abrió las puertas del maletero dejando ver la gran variedad de armas que había.
El hombre se acercó y Yoongi se hizo a un lado para que el hombre pudiese ver mejor. —Sono le edizioni speciali? [¿Son estás ediciones especiales?]
—Solo il meglio del meglio. [Solo lo mejor de lo mejor] —El hombre asintió en acuerdo y llamó a sus hombres para que bajaran las armas al mismo tiempo que sacaba una bolsa con billetes para entregársela al pelinegro.
—Pagherò Il resto con un trasferimento. [Pagaré el resto con una transferencia] —Yoongi tomó la bolsa y la arrojó dentro de la camioneta cerrando las puertas.
—D'accordo, è un piacere lavorare con voi. [Muy bien, es un placer trabajar con usted.] —Yoongi estrechó su mano con la del hombre subiendo a la camioneta nuevamente y arrancando para salir del lugar.
Ya había caído la noche, condujo sin prisa hasta estar de vuelta en la carretera, a esa hora la única luz en la autopista era la que emitían las farolas de la camioneta. Todo parecía tranquilo, tan tranquilo que Yoongi se extrañó.
La camioneta se deslizaba con serenidad sobre el asfalto hasta que unas segundas luces se hicieron presentes, su vista giró observando dos camionetas desconocidas detrás de él y enseguida tomó su teléfono marcando el número de Namjoon.
— ¿¡Acaso quieres me maten?! ¡Siempre me envías con los enemigos! —vociferó apenas Namjoon contestó mientras veía por el espejo retrovisor y pateaba el acelerador con la intensión de perder a los desconocidos.
— ¿Enemigos? Deben ser infiltrados. ¿Dónde estás? —preguntó el mayor del otro lado del auricular.
—Saliendo de la mansión del viejo. —Yoongi pisó fuerte el acelerador escuchando como los desconocidos hacían lo mismo, golpeó el volante y maldijo entre dientes.
—Enviaré a los chicos allí, no te dejes atrapar, deben ser los hombres de Junmyeon.
— ¡Tú jodido hermano me está hartando! —escupió Yoongi con rabia.
Yoongi lanzó el móvil al asiento de copiloto y pisó el acelerador a fondo aferrando sus manos con fuerza al volante. Observó como las camionetas trataban de pasar por su lado y giró bruscamente hacia los lados para impedir el paso. Las llantas de la camioneta chillaron debido al movimiento y tuvo que apretar el volante con fuerza para no perder el control del vehículo.
Escuchó como las balas chocaban contra los vidrios blindados de la camioneta y gruñó molesto buscando su arma debajo del asiento. Rebuscó un poco hasta sacar un fusil ak-103 y enseguida pateó el acelerador para acelerar más.
Golpeó la palanca de cambios con brusquedad y observo detrás de él las camionetas acercarse. El sudor resbaló por su frente y fijo su vista al frente, en la oscura carretera. Pensó en una manera de perder a los tipos, pues su paciencia comenzaba a agotarse.
Dio un volantazo girando bruscamente la camioneta a modo de que esta quedara de frente a los enemigos y aceleró. Los contrarios condujeron en reversa sin entender lo que trataba de hacer el chico. Yoongi afianzó su agarre al arma y tomó la manilla de la puerta. Pateó el acelerador y abrió la puerta tan rápido como pudo lanzándose fuera de la camioneta.
Rodó por el asfalto sin soltar el arma y observó la camioneta sin piloto dirigirse directamente a los desconocidos. La camioneta impactó contra uno de los vehículos contrarios haciendo que frenaran. Los hombres bajaron achicando sus ojos tratando de ver. Yoongi tomó el arma y destrabó el seguro apuntando directamente al tanque de la gasolina de la camioneta, y disparó.
— ¡Boom! —gritó el pelinegro observando como la camioneta explotaba al instante y seguidamente las dos camionetas enemigas. Observó como volaron los restos incluyendo los cuerpos y sonrió viendo las llamas.
Se levantó sacudiendo sus pantalones y viendo los raspones en sus brazos sin tomarle importancia. Un flameante Ferrari rojo llegó a toda velocidad, aparcando cerca de él y enseguida Hoseok bajó viendo a Yoongi horrorizado.
— ¡Hiciste todo esto en menos de quince minutos! ¡Estás loco, Min! —El pelirrojo examinó a Yoongi de pies a cabeza.
—Soy lo máximo. —Yoongi sonrió con autosuficiencia y caminó hasta el lado de copiloto del auto.
— ¿De casualidad eres humano? —Hoseok mantenía una expresión estupefacta en su rostro que causaba demasiada risa a Yoongi.
—Sí, y tú eres un caballo —respondió Yoongi cerrando la puerta al mismo tiempo que Hoseok arrancaba el auto.
El pelinegro lanzó el arma a la parte trasera del auto y tronó sus dedos observando a Hoseok.
—Un día de estos harás que muera de un infarto.
—No exageres caballo, eran un par de personas. —Yoongi trató de aligerar la situación.
— ¡Había seis personas en cada vehículo! ¡Seis! —Hoseok trataba de asimilar el hecho de que Yoongi fuera capaz de hacer tales cosas.
—Uh, definitivamente soy lo máximo. —Yoongi sonrió y guiñó un ojo al pelirrojo.
Y estos sucesos eran los que lograban volver a Yoongi un poco más loco. Era este el verdadero Min Yoongi, el que mataba docenas de personas sin pensarlo y con solo un movimiento, el que se enorgullecía de sus malos actos y amaba tener sus manos manchadas de sangre ajena.
Este era el verdadero Min Yoongi, el que antes de conocer a Jimin, solo encontraba placer en arrancar sucias almas de frágiles cuerpos.
Me has cambiado, Jimin... Ahora el tono rojo del infierno no es sangre.
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