2
Reescrito.
Jimin caminaba arrastrando sus pasos por el rústico suelo de cemento de aquel edificio. Llevaba un revolver en su mano izquierda y en la derecha el pie del hombre que arrastraba por el suelo, totalmente inconsciente.
—Aquí esta —anunció dejando el tipo desconocido frente a Hoseok.
— ¿Lo mataste? —El pelirrojo se puso en cuclillas examinando el cuerpo y Jimin negó con la cabeza.
—Sólo está inconsciente. ¿Puedo irme? —Hoseok asintió. Él se despidió antes de caminar pesadamente hasta la salida lugar.
El aire frío del exterior le golpeó haciéndolo temblar, por lo que instintivamente se abrazó a sí mismo. Al salir pudo visualizar a Jungkook apoyado sobre el auto fumando un cigarrillo y mirando entre las sombras de la noche, el castaño le dedicó una sonrisa apenas se percató de su presencia y rodeó el auto para subir por el lado del piloto, Jimin copió su acción subiéndose en el lado de copiloto en silencio.
Luego de cerrar la puerta y que Jungkook arrancara el auto pudo sentir su mirada pesada fija en él, lo cual le hizo sentir un poco irritado, y es que estaba un poco más explosivo últimamente debido a ciertas razones.
—Te vuelves bastante callado cuando Yoongi no está. —El castaño habló rompiendo el silencio y Jimin miró a otro lado para que no viera la expresión de su rostro. — ¿Lo extrañas? Apenas han pasado dos días.
—Dos días son más que suficientes —respondió seco.
Aún mantenía su vista fija en las calles y en las gotas de lluvia que comenzaban a deslizarse por la ventanilla, convirtiéndose poco a poco en una lluvia torrencial.
—Entiendo, solo faltan dos días más. —Jungkook le sonrió y él correspondió el gesto asintiendo tiernamente con la cabeza.
—Cierto. Puedo aguantar dos días más —asintió y se agachó debajo del asiento buscando algunas armas y municiones.
—Aquí es tú próximo punto clave, recuerda, el menos sospechoso es el más sospechoso. —Jungkook habló aparcando el auto y él asintió una vez más guardando las armas en la cinturilla de su pantalón antes de abrir la puerta para bajar del auto.
Corrió hasta la entrada del lugar tratando de escapar de la lluvia que azotaba con fuerza su cuerpo y luego de cruzar la calle entró al bar retirando con sus manos las gotas de agua que habían salpicado su cara.
El lugar lucía en cierto punto acogedor, las luces eran tenues y tenía aspecto de ser una cabaña del bosque a pesar de que estaba en el centro de la ciudad, todo era de madera, por lo tanto, olía a pino y tabaco. Caminó hasta la pequeña barra de madera y se sentó acomodando el cuello de su chaqueta. Luego de un par de minutos se giró sobre su asiento y recorrió cada centímetro del lugar, prestando atención a cada rincón y a cada persona que se encontraba allí.
No sabía a quién estaba buscando exactamente, Namjoon solo dijo "Cuando lo veas, sabrás quien es." Y aunque pensó que sería fácil, aún no encontraba a nadie que le incitara al menos un poco de desconfianza. Sus ojos se paseaban tranquilos por la estancia, mientras acariciaba una botella de cerveza en su mano la cual no planeaba beber y solo la sostenía para dar más naturalidad a la situación.
Un hombre rubio y de aspecto extranjero llamó su atención entre los presentes, y rápidamente enfocó toda su atención en él. Observó cómo apostaba y lanzaba billetes al centro de la mesa donde jugaban póker al mismo tiempo que bebía las cervezas de un solo trago, una tras otra.
Examinó y analizó los movimientos del hombre durante varios minutos, sin apartar su vista de él ni un segundo. Habían pasado casi un par de horas, pero él solo esperaba el momento correcto, tenía que ser paciente.
Cuando comenzaba a frustrarse se percató de como el hombre decía algo hacia sus compañeros de juego y luego se levantaba para salir hacia el patio trasero. Rápidamente Jimin se puso de pie y siguió al hombre acomodando mejor el arma en la cinturilla de su pantalón a modo de que no pudiese verse a simple vista.
La lluvia había cesado al parecer, dejando en su lugar una leve llovizna apenas perceptible, por otro lado, el frío era casi insoportable y volvía el aire bastante espeso, el hecho de que su ropa estuviese húmeda tampoco ayudaba mucho y probablemente más tarde atraparía un resfriado descomunal.
Abrió la segunda puerta que también daba al patio trasero y luego de salir al lugar el frío le atacó como miles de dagas clavándose en su cuerpo, se pegó a la puerta en silencio mientras agudizaba su oído para entender la conversación que el hombre estaba teniendo a través de su teléfono celular. Este hablaba un idioma extranjero qué no podía entender, por lo tanto, todo se volvía más confuso.
Si de algo estaba seguro es de que ese era el tipo que estaba buscando. Contuvo la respiración cuando el hombre trató de abrir la puerta, pero está no cedió haciéndole fruncir el ceño, el tipo jaló la puerta con fuerza gruñendo, pero esta parecía que había sido cerrada con llave desde el otro lado. La puerta en la que estaba recostado se abrió con fuerza mandándole al suelo y al momento se incorporó girándose para ver a la persona que acababa de entrar.
El hombre al que había estado siguiendo se giró viéndonos a ambos y su expresión se volvió una de alarma total. El chico que acaba de entrar no perdió su oportunidad y enseguida se abalanzó sobre él golpeando su cabeza con la cacha de su arma, el mayor cayó de bruces al suelo totalmente inconsciente y Jimin abrí la boca en forma de sorpresa, debatiéndose entre salir del lugar o averiguar quién era este chico.
Era un muchacho poco más alto qué Jimin, pero lucía incluso menor, su cabello era castaño casi grisáceo y tenía rasgos extranjeros por lo cual no sabría decir cuál era su nacionalidad exactamente. Una vez que el chico se percató de que el hombre estuviera inconsciente se acercó a él.
— ¿Qué estabas esperando, Jimin? —preguntó en tono de reclamo. Sus ojos se abrieron con sorpresa al percatarse de que había dicho su nombre. ¿Acaso me conocía?
— ¿Quién eres? —cuestionó con el ceño fruncido al chico frente a él.
—Vernon Chwe —dijo extendiendo su mano a modo de presentación y Jimin la tomó enseguida recordando que Hoseok y Namjoon le habían hablado acerca de ese niño.
— ¡Oh! Mucho gusto, no sabía que eras tú, y pues veo que no es necesario que me presente. —Vernon sonrió amablemente soltando su mano para acercarse a él tipo en el suelo.
—Hoseok me dijo que viniera a ver como estaba todo, lamento haberme adelantado a hacer tú trabajo. —Jimin se encogió de hombros observando como el castaño texteaba cosas en su celular.
—No hay problema. ¿Ya está afuera? —indagó refiriéndose a Hoseok, el contrario asintió.
Caminó algunos pasos hasta la puerta que daba a la calle y la dejó abierta para luego acercarse a Vernon y juntos cargar al hombre inconsciente hasta el auto del pelirrojo. Hoseok bajó enseguida para ayudarlos a meter al tipo en la cajuela luego Vernon se subió a la parte de atrás y Jimin de copiloto, después Hoseok arrancó directo a quién sabe dónde.
—Por fin tuvieron la oportunidad de conocerse —habló Hoseok divertido mientras desplazaba su vista de Jimin al chico castaño en los asientos traseros.
—Sí, es muy sonriente, justo como me dijiste Hobi. —Vernon no tenía pinta de ser parte de una mafia, pero si algo había aprendido era que, las apariencias engañan, y mucho.
Jimin se paseaba por los pasillos de la gran mansión a la que acaban de mudarse. Todos se encontraban transportando cajas de aquí para allá mientras el castaño sólo se encontraba observando todo con fascinación.
— ¿Te gusta? —La voz del Namjoon lo sacó de sus pensamientos y enseguida asintió con una gran sonrisa— ¿Has hablado con Seokjin?
El corazón de Jimin se encogió al recordar al mayor y bajó la vista al suelo mientras negaba con la cabeza. —Él no ha querido hablar conmigo.
Desde el día en que Jimin había vuelto con Hoseok a Corea, el mayor se había alejado totalmente de Jimin, reprochándole el hecho de que lo había engañado, y diciéndole lo decepcionado que estaba de él. "¿En qué momento caíste tan bajo, Jiminnie?" Las palabras del mayor habían sido como un golpe a su corazón el día en que lo vio nuevamente junto a Yoongi. Le había dicho que se alejaría, porque no quería ver la manera en que se autodestruiría al estar junto a Yoongi. "¿Acaso no ves qué te está matando? Y tú Yoongi. ¿Eres tan egoísta?" El menor se había sentido culpable en el momento en el que las palabras salían con dolor, revueltas con las lágrimas de su hyung, no sabía si había hecho lo correcto, al principio creía que el mayor lo perdonaría y que volvería, haciendo que todo estuviera igual que antes.
Pero se había equivocado... Habían pasado ya tres meses y Seokjin no había querido ni siquiera verlo. Su indiferencia le rasgaba el alma, después de todo, era su hyung, quien siempre lo había apoyado y había estado a su lado como su padre, y ahora lo había decepcionado tanto como para alejarlo de él.
La mano de Namjoon se posó en su hombro, sacándolo de sus pensamientos.
—No te preocupes, Jimin, Seokjin te perdonará, no te cuestiones a ti mismo —El mayor le sonrió mientras hablaba—. Hiciste lo que tú corazón dictaba, y eso siempre está bien, por más que parezca incorrecto.
Jimin le sonrió tristemente a Namjoon. El moreno se había convertido en algo como un hermano mayor esos últimos meses, quizá no hablaba mucho pero siempre decía las palabras exactas para hacerlo sentir mejor y sobre todo sabía que se preocupaba por él.
—Te ves más animado. ¿Es debido a que Yoongi regresa hoy? —Jimin asintió frenéticamente al recordar aquello y salto en su lugar.
—La verdad sí, extrañaba mucho a mi hyung. —El castaño sonrió en grande y Namjoon revolvió su cabello divertido.
—Estoy seguro de que él también te extraña. —El moreno se alejó cuando uno de los chicos que subían las cajas lo llamó, se despidió con un gesto de cabeza y luego el menor corrió de nuevo por los pasillos parándose frente a su nueva habitación.
Debido a que esta mansión era aún más grande ahora tendría un cuarto para él sólo, y no sabía si la idea le agradaba del todo. Su cuarto estaba separado de el de Yoongi por otra habitación que era la de Jungkook, y a pesar de que eso no era casi nada, no estaba seguro de poder dormir lejos del pelinegro. Por otro lado, se convenció de que Yoongi necesitaba su privacidad, y no quería estar encima de su hyung todo el tiempo, de otra manera, pensaba que Yoongi terminaría aburriéndose de él.
Y ese era un miedo que estaba constantemente en su cabeza. Sabía que nada era para siempre y que tarde o temprano el destino los separaría, por más que Jimin tratase de evitarlo. El pensamiento era asfixiante, y es que cada vez que se imaginaba lejos del mayor todos los sentimientos que tuvo al ser alejado de él por culpa de su difunto "padre", lo atormentaban y casi podía sentir de nuevo esa soledad amarga envolverlo, el vacío infinito en su pecho y esa ansiedad insoportable qué no le dejaba dormir. Había entendido que estaba obsesionado con Yoongi, pero eso no quería decir que no lo amase, al contrario, lo amaba tanto que dependía de él.
Yoongi se había adueñado de su vida, de su alma, lo había vuelto miserable y lo había amoldado a su manera para que solo pudiera ser feliz estando a su lado.
Jimin probablemente estuvo a punto de obtener la llave del cielo en algún momento, pero decidió dejarlo, y fundirse con Yoongi en el infierno, convirtiéndose en su demonio personal y entregándose a él sin peros ni condiciones.
Jimin había visto los ojos de Yoongi, tan oscuros que lo absorbieron por completo.
Yoongi robó el alma de Jimin, y Jimin robó los ojos de Yoongi, perteneciéndose para siempre el uno al otro.
Sus ojos brillaron al ver desde el segundo piso como Yoongi ingresaba a al salón dejando sus maletas en el suelo. Corrió escaleras abajo y Yoongi sonrió al verlo luego de aquella semana sin su presencia. Jimin se tiró sobre él envolviendo sus piernas alrededor de su cadera y el pelinegro lo sostuvo abrazándolo con fuerza.
— ¡Hyung! —chilló Jimin bajando sus pies al suelo sin dejar de abrazarlo.
— ¿Me extrañaste, pequeño? —Jimin asintió con un puchero y Yoongi besó sus labios con dulzura transmitiéndole miles de sentimientos—. También te extrañé. Y tengo una sorpresa para esta noche.
La sonrisa lasciva qué escapó de los labios de Yoongi hizo que los ojos de Jimin brillaran con anticipación. — ¿No puede ser ahora?
El pelinegro rio y negó con la cabeza. —No te desesperes, Jiminnie.
—Ya sabes que no compartiremos habitación... ¿Cierto? —El ceño de Yoongi se frunció en respuesta a sus palabras—. Me dieron una habitación para mí solo.
— ¿Y eso qué? No debes dormir ahí sí no quieres. —El mayor se vio molesto.
—Quiero darte tu espacio, hyung.
—Tú estás en mi puto espacio, y no quiero que deje de ser así.
Jimin sonrió complacido ante esas palabras y asintió dulcemente sintiendo las caricias del mayor en su mejilla. —No quiero que te aburras de mí.
—Eso es probablemente imposible.
El menor cerró los ojos y abrazó a Yoongi con fuerza sintiéndose tranquilo, el pelinegro hizo círculos en su espalda mandándole corrientes eléctricas y Jimin se sorprendió ante lo mucho que su cuerpo reaccionaba a esos simples roces.
Jimin acompañó a Yoongi a comer algo mientras el mayor le contaba lo que había hecho en su misión y Jimin le contó lo mucho que había avanzado en su entrenamiento junto a todo lo que había hecho durante su ausencia. La pareja se veía adorable, justo como un matrimonio feliz, Yoongi comía mientras veía la manera en que Jimin hablaba con entusiasmo, soltando pequeñas risitas y haciendo gestos con sus manos mientras explicaba algo. Yoongi se perdía en el rostro angelical de Jimin, en su expresión inocente y en su risa infantil, sintiendo como esa luz crecía en su interior, esa luz que era provocada por la calidez del menor, la manera en que su presencia lo relajaba y lo hacía sentir tranquilo. Sin duda no se aburriría nunca de la pequeña bolita de amor que tenía a su lado.
Yoongi aún no podría decir con exactitud qué sentía hacia el castaño, pero claramente estaba más allá de los sentimientos que habían existido en él alguna vez, era una sensación totalmente nueva y diferente, que lo hacía sentir asustado, pero al mismo tiempo quería sentir aquello para siempre.
Las horas habían pasado con rapidez mientras hablaban con los chicos al mismo tiempo que terminaban de organizar todo en la mansión. Ya estaba entrando la noche y con esto la emoción de Jimin por descubrir lo que el mayor tenía planeado para ambos.
Se encontraba sentado en la sala de estar del segundo piso frente a la puerta de la habitación del mayor, quien había entrado hacia algunos minutos para "terminar algunas cosas" su corazón palpitaba fuerte debido a los nervios y mantenía sus piernas cruzadas para evitar caminar hacia la habitación y descubrir de una vez por todas lo que planeaba su hyung.
Luego de largos minutos el mayor abrió la puerta saliendo de la habitación con una sonrisa lasciva qué despertó su deseo. Se levantó con sus piernas temblorosas cuando el mayor le indicó que podían entrar, la luz de la habitación estaba apagada, por lo tanto, no pudo ver nada hasta entrar completamente al lugar, Yoongi cerró la puerta detrás de él y su ceño se frunció mientras paseaba su vista por el lugar que se encontraba iluminado únicamente por la luz que emitían las tenues velas esparcidas por el lugar, en el centro había una mesa semicircular con un mazo de cartas sobre ella y algunas velas más.
Jimin tembló con anticipación al ver la fusta de cuero sobre la cama, tragó saliva y se volteó para ver a Yoongi esperando que le explicara.
— ¿Qué haremos? —preguntó Jimin con ese tono inocente que tanto volvía loco al pelinegro.
—Jugaremos Blackjack —El ceño de Jimin se frunció aún más y devolvió su vista a la mesilla—. Lo interesante son las apuestas.
— ¿Qué apostaremos? —indagó relamiendo sus labios.
Yoongi se paró detrás de la mesa semicircular y apoyó los codos en la misma mirando a Jimin intensamente.
—Azotes. —Jimin sintió la ola de calor recorrer su cuerpo de solo imaginar la situación.
—De acuerdo. —La voz de Jimin sonó pastosa debido a la excitación y al instante Yoongi comenzó a barajar el mazo de cartas.
—Quítate la ropa —ordenó Yoongi y Jimin asintió lentamente mientras obedecía la orden.
Mantuvo su mirada fija en Jimin observando como el menor se deshacía de cada una de sus prendas con lentitud, dejando a la vista su tersa y blanca piel. Jimin se sintió desmayar ante la mirada profunda que le dedicaba el mayor y una vez estuvo completamente desnudo se posó frente a él en la mesa.
— ¿Cuál es tu apuesta inicial, Jimin? —preguntó el pelinegro.
El mencionado lo pensó un momento antes de responder. —Cinco.
El mayor asintió y terminó de barajar las cartas depositando dos cartas frente a Jimin y una frente a él. El castaño suspiró antes de tomar de tomar las cartas y examinarlas, dejó una carta sobre la mesa y pidió otra a Yoongi, este se la entregó y barajó nuevamente tomando una y poniéndola de su lado.
Se miraban fijamente a los ojos mientras cambiaban unas cartas por otras. Yoongi barajaba las cartas con destreza, deslizando sus finos y largos dedos por la mesa y arrastrando las cartas hasta el lado de Jimin o al suyo.
Las cartas iban de aquí para allá y poco a poco comenzaron a desaparecer.
— ¿Qué deseas ahora? —cuestionó Yoongi antes de repartir la última mano.
—Doblemos la apuesta. —Jimin habló con seguridad y una sonrisa socarrona asomando entre sus labios.
—Yo digo que el triple. —El pelinegro le sonrió con lascivia, sus ojos chispeantes fijos en el cuerpo desnudo del menor. Jimin lo pensó unos segundos y al final asintió en dirección al mayor. Entonces serían diez por su parte, más el triple de Yoongi, serían treinta. Tragó grueso y rezó por su culo.
Yoongi deslizó una carta hacía Jimin y luego tomó otra poniéndola de su lado. Hizo una seña a Jimin esperando que el menor revelara sus cartas.
Jimin le sonrió con autosuficiencia y se dio su tiempo para girar las cartas dándose como ganador. Yoongi fijó su mirada en las cartas del menor y una sonrisa escapó al observar un As y un nueve de picas.
—Creo que gané, hyung. —Yoongi rio y reveló sus cartas, haciendo que la sonrisa de Jimin se borrara al instante.
—Blackjack, Jiminnie. —Jimin observó con la boca abierta el As y la reina de diamantes en las cartas de su hyung y maldijo en un susurro.
Jimin tragó saliva cuando Yoongi tomó la fusta de la cama y la acarició entre sus dedos. Caminó hasta la cama y recostó su pecho sobre el colchón dejando su culo al aire. Su entrada quedó a la vista de Yoongi quien sintió como la erección comenzaba a doler dentro de sus pantalones.
—Aun perdiendo estás ganando, Jiminnie. Sé cuánto te gusta esto—dijo con voz ronca. Jimin tembló sintiendo como rozaba la fusta en una de sus nalgas.
Dio un pequeño salto cuando sintió el objeto impactarse de forma brusca contra su nalga, dejándole un ardor demasiado placentero. Yoongi sonrió antes de volver a azotar con fuerza los glúteos de Jimin mientras contaba en voz alta, sacándole un gemido entrecortado al menor.
—Ah... —jadeó cuando volvió a azotarlo—. Duele.
—Debes ser fuerte, pequeño —volvió a azotar haciendo que lloriqueara.
Jimin sentía sus nalgas arder debido a cada azote que Yoongi dejaba, uno más fuerte que el anterior, por un momento pensó que no soportaría, el ardor era tanto que comenzaba a sentirse mareado y no podía hacer más que apretar las sábanas entre sus manos y retorcerse. Pequeñas gotas de sangre comenzaban a hacerse presentes saliendo a través de la piel rota de sus nalgas y chilló fuerte cuando Yoongi le dio el azote número treinta. El mayor lo miraba cómo si de una obra de se tratara, con la piel de los muslos roja, hinchada y rota en ciertas zonas.
—No creí que aguantarías —jadeó Yoongi mientras observaba al pequeño empuñando las sábanas en sus manos con los ojos cerrados con fuerza y pequeñas lágrimas resbalando fuera de estos. Se acercó y sobó sus nalgas besando estás y lamiendo las gotas de sangre que resbalaban por su piel.
Jimin se estremeció al sentir la lengua de Yoongi rozar la parte interna de sus glúteos.
—Y-Yoongi... —gimió al sentir como el mayor deslizaba su lengua sobre su entrada.
Yoongi separó las nalgas de Jimin introduciendo su lengua en su agujero y penetrándolo con esta. Jimin se retorció debido al placer tan abrumador que eso le causaba, se sentía húmedo y provocaba un sonido sucio que le encantaba. El pelinegro escupió un poco y luego metió un dedo en su interior, moviéndolo de adentro hacia afuera con lentitud.
—Mgh... —Jimin gimió cuando sintió otro dedo introducirse dentro de él, golpeando su punto dulce directamente.
Yoongi se separó de Jimin y este jadeó ante la falta de contacto restregándose contra el colchón. El pelinegro sonrió al ver a Jimin tan desperado y lloriqueando ante la frustración. Se quitó la ropa y antes de que reaccionara Jimin se levantó empujándolo a la cama, haciendo que cayera de espaldas al colchón. El menor se trepó sobre la cama hasta su polla y la tomó con una mano metiéndola en su boca.
—Jesús... —jadeó Yoongi echando su cabeza hacía atrás al sentir la húmeda y caliente boca de Jimin envolver su masculinidad por completo.
Jimin movió su cabeza de arriba abajo y Yoongi se apoyó sobre sus codos elevándose para ver al menor, su mano se dirigió su cabello acariciándolo mientras este succionaba la punta de su miembro como si fuera un chupete.
—Tu boca es una bendición —gruñó—... Sigue así, joder.
La luz de las velas creaba un ambiente mucho más erótico, haciendo que el reflejo de Jimin fuera totalmente erótico, Yoongi se sentía ebrio de solo ver al menor envolviendo todo su falo mientras lo miraba con inocencia antes de volver a tragarlo. Esa inocencia que lo hacía pecar y que tanto lo volvía loco.
Jimin lamió el glande sin apartar sus ojos del mayor. Se atragantó cuando Yoongi empujó su cabeza y alzó sus caderas haciéndolo tomarlo por completo.
—Ven aquí —susurró atrayéndolo hacía él.
Jimin subió hasta sus labios y lo besó con insistencia, la lengua del mayor se introdujo en su cavidad saboreando su propio líquido preseminal. Jimin gimió contra su boca cuando sus miembros se rozaron juntos. Se posó sobre él a horcajadas y alineó su miembro en su entrada, deslizándose hacia abajo, sintiendo como era llenado por la dureza de Yoongi.
—Eso es lo que querías. ¿No?
—Yoongi... —gimió.
—Salta sobre mi polla bebé —ordenó entre jadeos.
Jimin se sostuvo de las piernas de Yoongi y comenzó a saltar de arriba abajo, Yoongi clavó sus manos en sus caderas ayudándole a moverse. Sus cuerpos estaban sudorosos y la habitación estaba inundada de sus gemidos y el golpe de las nalgas de Jimin contra la pelvis de Yoongi.
El pelinegro agarró las nalgas de Jimin y este posó sus manos en su pecho para darse estabilidad cuando el pelinegro clavó sus tobillos en la cama comenzando a embestirlo furiosamente. Jimin lloriqueó y mordió su labio inferior sintiéndose extasiado debido a lo bien que se sentía el mayor golpeando dentro de él, sentía como su próstata era acariciada y como pronto se correría sobre el mayor.
—Jimin —llamó Yoongi entre gemidos sintiendo cómo era cada vez más apretado por el hermoso culo del menor. Su polla resbala con facilidad dentro y fuera de su agujero creando una fricción exquisita que lo tenía al borde del abismo.
Jimin siguió moviendo sus caderas cuando la mano de Yoongi se cerró sobre su miembro masturbándolo con fuerza.
—H-Hyung... —sintió como la esencia tibia de Yoongi lo llenaba, y enseguida se corrió en la mano del mayor.
Yoongi lamió su mano y Jimin se dejó caer sobre su pecho respirando pesadamente.
El pelinegro sentía el latir desenfrenado del corazón de Jimin contra su pecho, sintiéndolo tan cálido y vivo. Nunca se aburriría de Jimin, de lo bien que se sentía estar dentro de él, de su aroma, de su cuerpo, de esos ojos brillantes; Yoongi nunca podría alejarse de Jimin, Yoongi había nacido para estar con Jimin.
Para fundirse con él y arrastrarse juntos a la misma locura. Jimin y Yoongi habían roto todo balance entre lo bueno y lo malo.
Y Dios, ojalá los perdonen, porque a pesar de todos sus pecados... No estaban para nada arrepentidos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro