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15

Yoongi se levantó totalmente sobresaltado mirando a su lado al instante en que abrió los ojos, su corazón se disparó cuando observó el lugar vacío, a excepción del mechón de cabello morado que reposaba sobre la almohada.

Un grotesco gruñido emanó de los labios del pelinegro al momento en que jalaba su propio cabello con fuerza, su mente se nublo y no supo qué hacer, tomó su celular y marcó el número de Hoseok tan rápido como pudo, el miedo se había instalado en su pecho y la desesperación lo estaba llevando al borde del colapso.

—Se lo han llevado. ¡MALDITA SEA, HOSEOK! ¡SE LO LLEVÓ! —Yoongi gritó con furia en el momento en que Hoseok atendió.

¿Qué? P-pero... ¿Cómo? ¿No estaba contigo? —El pelirrojo se escuchó sobresaltado, como si se estuviese levantando de golpe.

— ¡Me quedé dormido! ¡SE LO LLEVARON EN MI PUTA PRESENCIA!

Calma, Yoongi, lo encontraremos, sabemos que Jeonghan es quien se lo llevó. —Se escuchó como Hoseok abría una puerta y murmullos comenzaban a oírse.

— ¡Necesito encontrarlo ahora mismo, Hoseok! ¡Se agotó mi paciencia con ese maldito niño! ¡Si le toca al menos un cabello le cortaré la garganta!

Ven al edificio, buscaremos la manera de dar con él. —Se escucharon los gritos desesperados de Jungkook al otro lado de la línea y Yoongi suspiró.

Se puso una camiseta y tomó su chaqueta saliendo de la habitación tan rápido como pudo, ignorando la voz de la recepcionista a sus espaldas.

Cada segundo que pasaba solo lograba alterarlo más, la idea de saber que su pequeño estaba en manos de Jeonghan lo haría enloquecer, necesitaba encontrarlo, necesitaba protegerlo, se lo prometió, le prometió que no dejaría que nada le pasase, tenía que cumplirlo.

En otro lugar.

El pequeño castaño despertó sintiendo que sus ojos pesaban demasiado y su cabeza dolía como el infierno. Abrió los ojos lentamente, percatándose de que la habitación en la que encontraba era totalmente desconocida.

Al instante entró en pánico, sin saber dónde se encontraba o como había llegado allí, de repente recordó al mayor y sintió la necesidad de gritar.

La habitación en la que se encontraba era totalmente blanca, tanto las paredes como el piso, sus muñecas estaban rodeadas de gruesas cadenas fijadas a una parte en el suelo detrás de él, el lugar se encontraba totalmente vacío a excepción del cristal a unos metros en la pared frente a él.

Del otro lado del cristal pudo observar la sonrisa de Jeonghan y eso sólo logró confundirlo más, el chico lo observaba divertido, como si estuviese observando a algún animal del zoológico y así era como Jimin justo ahora al estar encerrado allí.

— ¡Maldito loco! —Jimin se levantó con brusquedad, haciendo que las cadenas lo frenarán enseguida lastimando sus muñecas.

Jeonghan rio y desapareció de la vista de Jimin, segundos después la puerta del lugar —la cuál era de acero y estaba bien reforzada— se abrió dejando ver al pelimorado nuevamente.

—Llevo toda la mañana esperando a que despertaras. ¿Cómo te sientes? — Aquella sonrisa escalofriante no abandonaba los labios del pelimorado y esto solo hacía que Jimin estuviese cada vez más nervioso.

— ¿Para qué me trajiste aquí?

Jeonghan abrió la boca fingiendo sorpresa. — ¿No sabes nada?

—Déjate de juegos, idiota. Mira que no estaré toda la vida aquí. —Jimin lo miró con odio y Jeonghan rio.

—Yo que tú no estaría tan seguro de eso... No planeo dejarte salir vivo de aquí, y no solo yo, mi amigo tampoco. —Jimin frunció el ceño y cuando iba a preguntar a quien se refería la puerta se abrió dejando ver a una persona totalmente desconocida para el castaño.

— ¿Este es el mocoso marica? —preguntó el hombre que acaba de entrar, quien lucía totalmente aterrador e intimidante.

—Sí, este es. —Jeonghan cambió su semblante al instante, hablando de manera más masculina y sería, Jimin quiso reírse en su cara.

El hombre se paseó alrededor de Jimin quien se encontraba de rodillas en el suelo, la mirada del hombre era de desprecio total y Jimin estaba cada vez más confundido.

—No sabes el asco que me dan las personas como tú —El hombre escupió las palabras con rabia—. Maldito enfermo.

Jimin frunció el ceño sin entender.

— ¿Qué caraj...? —Un golpe fue directo a la mejilla de Jimin por parte del hombre desconocido.

—Me dijeron que eres un masoquista. ¿Es eso cierto, marica? —Jimin miró a Jeonghan con los ojos inyectados de sangre— ¡Responde! ¡¿Aparte de marica eres sordo?!

Jimin captó todo al instante y su estómago se revolvió al ver al hombre quien había despertado tantos malos recuerdos.

Ese tipo solo era un homofóbico.

— ¿Qué pasa? ¿Tienes deseos reprimidos con algún homosexual, idiota? —Jimin habló con sorna, dedicándole una sonrisa burlona al hombre.

Una patada fue atestada a su costado seguido de un golpe en su cara, y luego otro, y otro, y así hasta que la sangre había manchado ya todo su rostro.

Trató de levantarse, pero al instante una patada fue directo a su espalda mandándolo al suelo nuevamente. Jimin observó a Jeonghan quien reía como si estuviese viendo algún programa de comedia.

— ¿P-Porque dejas que los demás hagan lo que tú quieres hacer? —Jimin escupió la sangre que se acumulaba en su boca y observó al pelimorado con desprecio.

—Tendré mucho tiempo para hacer todo lo que quiera contigo.

—R-Reza... para que Y-Yoongi no te encuentre. —Una risa amarga brotó de los labios de Jeonghan.

El chico se dio la vuelta y salió del lugar seguido del hombre, quien no se fue sin antes atestar otra fuerte patada en el costado de Jimin.

El menor gimió de dolor y las lágrimas escaparon de sus ojos apenas la puerta se cerró, dejándolo solo en aquella habitación y sobre aquel duro y frío suelo.

Jimin estaba roto, física y emocionalmente. Se sentía humillado y vulnerable, estaba rezando internamente porque aquello no durará demasiado, sabía que Yoongi lo encontraría, pero solo esperaba que no fuese demasiado tarde cuando lo hiciera.

El pelinegro estaba parado detrás de Hoseok quien tecleaba cosas en el computador frente a él. La paciencia y todo el auto control de Yoongi colgaban de un hilo, y estaba luchando con fuerza para no comenzar a destrozar todo lo que hubiese a su paso.

Todos estaban en la sala esperando alguna información por parte del pelirrojo, pero ya habían pasado un par de horas y aún no podían averiguar si quiera si se encontraba en la misma ciudad.

Los minutos pasaban lentos y la ansiedad de Yoongi crecía rápido, sintiendo como hasta respirar se hacía cada vez más difícil, cerrando los ojos con fuerza cada que las imágenes de Jimin sufriendo llegaban a su mente.

—Es increíble, lo han borrado del mapa. La última ubicación que captó el collar que le diste es la vez que estuvieron en el hotel y el nombre de Jeonghan no aparece en ningún lado. —Hoseok habló mirando la información en el computador.

— ¿Entonces que haremos? —preguntó Jungkook, encontrándose casi tan preocupado como Yoongi.

—Jeonghan dijo que estaba aliado con alguien, debemos saber quién es ese alguien. —Yoongi habló apretando la carta que el pelimorado había enviado en su mano.

—No puede ser así como así, el querrá que tú vayas por él, solo que aún no te ha dado la señal. —Edán habló por primera vez y Yoongi lo pensó.

—Tienes razón, pero no puedo quedarme quieto hasta que él quiera que vaya y solo me entregue el cadáver de Jimin. —El pelinegro bufó exasperado y se dejó caer en el sofá junto a Seokjin, quien solo miraba al suelo en shock sin saber que decir o hacer.

Yoongi sentía como si estuviese en una bomba de tiempo a punto de explotar, con el mal presentimiento estallando dentro de su pecho y las ganas de salir corriendo para buscar a Jimin, pero sin saber por dónde empezar.

Jimin estaba recostado en el suelo, no tenía idea de qué hora era, pero a medida que el tiempo pasaba solo estaba sintiéndose peor, tenía hambre y sed, eso sin contar el insoportable dolor de su cuerpo.

La puerta se abrió y Jimin tembló al ver al hombre de antes entrar acompañado por un par de chicas. Jimin se arrastró instintivamente por el suelo alejándose del hombre quien le sonrió con burla.

—Comenzaremos a tratar tu enfermedad, marica. —Jimin frunció el ceño y el tipo asintió en dirección a las chicas.

El castaño se sintió aún más confundido cuando las chicas se acercaron a él y se inclinaron a su altura. Una era rubia y la otra morena, bastante lindas para ser sinceros.

—Eres muy lindo. —La rubia ronroneo y acarició una de las mejillas de Jimin.

La morena se posó a su lado acariciando su cabello, y en el momento en que las chicas comenzaron a toquetearlo, Jimin captó lo que estaba sucediendo.

La morena se acercó a los labios de Jimin y estuvo a punto de besarlo de no ser porque el chico se apartó casi al instante. La rubia acarició su pecho tratando de colar su mano debajo de su camisa haciendo que sintiera escalofríos.

Se sintió asqueado por la manera en que las chicas rozaban su entrepierna y susurraban en su oído, no podía sentirse más humillado con la situación y observó al tipo de manera severa.

—Basta —Jimin habló con dureza haciendo que las chicas lo mirasen confundidas—. Esto es una estupidez. No va a funcionar.

— ¿No sientes nada? —El hombre se mostró sorprendido y Jimin quiso reír.

— Aparte de asco, no. Sin ofender, chicas.

—Tendrán que ser más drásticas, chicas —habló el tipo y enseguida las chicas comenzaron a sacarse los ajustados vestidos que llevaban.

Jimin rodó los ojos y río al ver a las chicas en ropa interior.

— ¿De verdad no entiendes que esto no me hará sentir nada? Soy. Gay. G-a-y —Jimin habló pausadamente y el tipo hizo una mueca de asco—. A mi muéstrame tú pene para sentir algo.

Trató de bromear ganándose una bofetada por parte del hombre.

— ¡Eres un jodido enfermo! ¡Personas como tú no deberían existir! —El hombre salió de la habitación al instante indicándole a las chicas que lo siguiesen, estás recogieron sus vestidos del suelo y miraron a Jimin antes de salir.

—Lo sentimos. —Se disculparon antes de salir y luego de que salieran la puerta se cerró una vez más.

Jimin se recostó en la pared a sus espaldas, jadeando debido al dolor de su cuerpo.

Estuvo a punto de caer dormido cuando la puerta se abrió una vez más, y esta vez entró Jeonghan seguido de un par de tipos desconocidos.

—Comenzaremos a jugar, Jiminnie. —El pelimorado y los hombres caminaron a él, quitando las cadenas de la pared para luego arrastrarlo hasta el centro de la habitación.

Unas cadenas aún más gruesas caían del techo y unieron estas a las de sus muñecas para luego alejarse hasta la puerta.

Jeonghan se acercó sacando una pequeña navaja de su bolsillo.

— ¿Q-Qué es lo que planeas hacer? —La voz de Jimin tembló debido al nerviosismo y se odio por eso.

—Primero que nada, debes saber pequeño Jiminnie... Qué ahora solo eres un animal, un asqueroso animal encerrado, yo que tú iría implorando piedad, porque esto se convertirá en el infierno para ti.

El pelimorado se acercó a Jimin y rozó la navaja con su mejilla. —Tan asquerosamente perfecto...

Jimin jadeó cuando Jeonghan hizo una pequeña cortadura en su mejilla. El pelimorado sacó un látigo de su otro bolsillo y Jimin tembló, no precisamente de placer.

El látigo chocó con fuerza contra una de las piernas de Jimin quien retrocedió enseguida sintiendo como la zona del golpe le ardía al instante.

—De pie mocoso, al menos intenta escapar —ordenó. El látigo impacto una vez más, está vez con su brazo haciéndolo jadear debido al dolor.

Jeonghan río, azotando a Jimin sin piedad, el pequeño se levantó del suelo, alejándose lo más que las pesadas cadenas le permitían, Jeonghan corría detrás de él, azotándole con fuerza cada vez que lo alcanzaba.

Las lágrimas resbalaron por los ojos de Jimin al sentir todo su cuerpo arder debido a los golpes, la sangre ya se notaba en algunas partes a través de su camisa y Jimin chillaba cada vez que el material tocaba su piel, rasgándola en las partes más sensibles. Su respiración era ahogada, estaba sudando, rogando mentalmente porque aquello fuese sólo una pesadilla y que parase rápido.

No podía tratar de huir más, estaba demasiado débil, demasiado exhausto. Cayó al suelo de bruces y se estremeció cuando Jeonghan azotó su espalda dos veces seguidas.

—B-Basta...

Apenas y podía hablar, los sollozos mezclándose con sus palabras, y sintiéndose tan débil que le daba vergüenza. Jamás en su vida llegó si quiera a imaginar que Jeonghan lo vería en aquel estado.

El pelimorado aló el cabello de Jimin con brusquedad haciendo que se sentara.

—B-Basta Jeonghan... —Jimin miró al chico, que lo observaba inexpresivo.

—Tú me quitaste a la persona que amo, y eso, duele más que esto. Así que aguanta, Jiminnie, lo peor está por venir.

Jeonghan lanzó al chico al suelo con brusquedad. La mejilla de Jimin impacto con fuerza contra la superficie y gimió de dolor.

—Y-Yoongi... ¿D-Donde estás...? —El susurro fue apenas audible.

El látigo impacto tan fuerte contra su espalda que hizo que se retorciera, sintió como la piel de su espalda se abría y las gotas de sangre resbalaban, escuchó la puerta cerrarse y se encogió en su lugar sollozando débilmente.

El alma de Jimin se rasgaba y apenas había pasado un día, no podía estar seguro de aguantar demasiado tiempo allí, el dolor de su cuerpo era insoportable, el hambre, la sed, pero por sobre todo, la soledad, la falta que su hyung le estaba haciendo en este momento iba a matarlo.

Las luces de la habitación se apagaron dejándolo a oscuras en la habitación y observó a Jeonghan saludarle con la mano del otro lado del cristal antes de darse la vuelta y desaparecer de su vista.

El frío junto al ardor de su piel era su única compañía en ese momento, ese amargo sabor en su boca y ese sentimiento de miseria que comenzaba a envolverlo poco a poco...

Y apenas había pasado un día, esperaba al menos llegar vivo a la semana.

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