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013

Deslicé suavemente mis dedos por la
ventana, haciendo una línea invisible, los copos de nieve hoy caían en cantidad, tal vez en otro momento me hubiera detenido por eso, pero no, no lo iba a hacer, hoy era mi día con Soobin, y nada me iba a detener.

Mi labio inferior titireteaba, sentía mi
nariz doler debido al frío, de seguro estaba roja. Miré un momento dado mi celular, en éste habían muchos mensajes sin leer, de seguro de mi madre y de mi padre. Más no le presté atención y lo volví a guardar en los bolsillos de mi sobretodo.

Escuché como la puerta del baño se abrió, di la vuelta, esperé a que Soobin saliera, éste mostró sus ojos, apenas se veían, ¡Pero yo quería ver como le quedó la ropa! Con mis manos hice un gesto vago para que viniera a mí. Lo pensó por un momento, y luego de un rato, salió de su escondite dejándome ver aquella ropa que le había comprado.

Solté un suspiro, ¿Por que se le veía tan
lindo esa ropa? ¿O era yo que lo veía lindo hasta con pijama?.

Desde la forma que me sonríes, hasta la forma en que luces, me atrapas.

Sentí sus brazos rodear mi cintura,
solté una risa, sentía cosquillas en mi
estómago. Coloqué mis brazos encima de sus hombros, y dejé que Soobin rozara nuestras narices en un gesto de cariño.

-¿Nos vamos? - Pregunté y Soobin
asintió con toda seguridad, era ahora o
nunca -.

Pero antes dejó un beso en mis labios que me dejó sin aire: - Ahora sí.

Me quedé embobado viéndolo mientras él me arrastró hacia afuera de la habitación. Sentía mis mejillas arder, más agradecía infinitamente que Soobin no miró para atrás.

Corrimos por los pasillo como dos niños
acabando de hacer una travesura, cuando en realidad sí, nos estábamos escapando, sin importar las advertencias de las enfermeras de que Soobin no podía salir, más, vamos, ¿Quién le gusta permanecer tanto tiempo encerrado? Al menos yo no, no lo soporto.

Las puertas automáticas de la salida se
abrieron, y salí yo primero, mas Soobin
observó hacia afuera, hacía el mundo,
así que extendí mi mano brindándole
seguridad, y éste aceptó para luego salir despacio.

Los copos de nieve empezaron a caer
encima nuestro, solté una risa, mientras Soobin observaba con cuidado como cada copo caía en su rostro y en su ropa. Quise quitar ese copo de nieve que cayó en su nariz, pero en el intento, éste se desvaneció, escuché una carcajada de Soobin, lo miré con el ceño fruncido algo confundido.

-Se siente tan bien esto. - Siguió sonriendo, y sin querer, su risa ya me había contagiado - ¿A dónde iremos?.

-Cualquier lugar está bien, si tú me acompañas.

Soobin me sonrió, con ese tipo de
sonrisas que sabes que son cómplices de algo, y eso me encantó. Salimos tomados de mano y nos mantuvimos todo el resto del camino así, con sonrisas inocentes, miradas avergonzadas, y una que otras palabras por medio, pero de lo contrario, estuvimos casi todo el rato callados, y no, no se sintió incómodo, se sentía bien, esa sensación de no es necesario palabras pues atraves de miradas ya están comunicando lo que quieren que el otro sepa.

En momentos como esos, cuando las lágrimas llenan tus ojos, toma mi mano con fuerza.

-Cuando te sientes triste, ¿A dónde te
gustaría ir? - Soobin pareció tener
un poco de sorpresa por aquello pero luego sonrió y hecho su cabeza para atrás haciendo un gesto vago de estar pensando, hasta que volvió a mirarme - La playa. - Lo miré confundido entre risas.

-¿La playa?.

-Cuando me sentía triste, solía irme con mamá a la playa. - Asentí por aquella confesión -- Creo que si algún día llego a desaparecer, podrían encontrarme en la playa, caminando por la orilla, dejando que mis pies se mojen, mirando el atardecer, como la fría brisa acaricia mi rostro, un lugar tranquilo y sereno para mí.

Lo miré atónito por la forma tan bella en que describe ese lugar favorito, que para muchos seguro no es nada, es sólo un simple lugar, pero que para él, y a partir de ahora, para mí, iba ser también mi lugar favorito.

-Llegamos. - Avisé al ver todas las luces amarillas arriba de nosotros -.

Soobin miró a nuestro alrededor con sus ojos brillando, y con una tierna sonrisa pintando en sus lindos labios. Y eso era suficiente para mí, el verlo sonreír por algo tan simple, me hacía feliz, me hacía dar cuenta que no necesitábamos algo material ni muy caro para ser felices, pues el simple hecho de ser aceptados, eso era suficiente.

-Es tan hermoso. - Asentí lentamente, mis ojos no se despegaban de esa linda sonrisa -.

Soobin me tomó por la cintura y me
acercó a él, solté una risa, ese cosquilleo me invadió de nuevo, y más el sentir nuestras narices rozarse, nuestros labios acariciándonos suavemente como si nos pidiéramos permiso para hacer a continuación lo que los dos hemos anhelado desde hace un tiempo. Un beso.

Quiero recordar que la vida es un sueño en mi corazón siempre guardaré un lugar.
Por si te llego a encontrar al despertar.

Besarnos de verdad, con ese cariño y amor tan genuino que no ibas a encontrar en quien sea, con esas caricias en nuestras manos mientras la nieve seguía cayendo, cómo si hubiéramos pasado toda nuestra vida buscándonos el uno al otro. Dos almas tan necesitadas de cariño y amor, que cuando al fin tiene algún tipo de acercamiento a esa palabra, se aferran como si su vida dependiera de ello, cuando sí, en realidad depende de ello.

Para esa linda pareja que se besaban
como si no hubiera mañana, ellos decían que eran sus deseos volviendose realidad, cuando en realidad los estaban torturando, tal vez por algo que hicieron en su vida pasada, o tal vez por qué ellos no tuvieron suerte como los demás.

Pero no les importaba nada, ni las
advertencias de los demás, ni que se
estaban haciendo daño el uno al otro al sus labios tocarse, ¿Por que? Porque ellos se amaban, y no iban a dejar a nadie que ellos desaprovecharan ese momento.

Pero sólo tal vez, Huening Kai y Choi
Soobin esperaban en un futuro, que todo valiera la pena y no se arrepintieran de nada.

-Te amo. - Y fueron suficientes esas
palabras para que Kai quisiera llorar -.

¿Desde hace cuánto él no escuchaba esas dos simples, pero valiosas palabras?.

Yo también te amo. Quiso decir Kai, pero no, nada salió de su boca.

Pero el destino es cruel, o así muchos lo creen, pues habían decido por ellos que no podían estar juntos por más que el amor fuera genuino y bonito, por más que los dos se correspondan, pues cuando dos personas se aman, no se puede, porque nada en ésta vida es así de fácil, y todo tiene un precio, así éste te lo cobre de una manera muy dolorosa.

Y esa expresión de amor que tenía Soobin, poco a poco se fue transformando en una dolorosa, y Kai no lograba entender que pasaba, sólo hasta que vio como el chico empezó a botar sangre por su nariz.

Kai entró en pánico sin saber que hacer, más al ver como Soobin ya no
solamente botaba sangre por su nariz, si no por su boca, lo tomó para posicionarlo en su espalda, miró a su alrededor, ¿Por qué nadie hacía nada? ¿Por qué sólo las personas tienen la costumbre de mirar con lástima a otra?.

Corrió al hospital al escuchar a Soobin llorar en su espalda debido al dolor, sentía su camisa empaparse de sangre.

-Nin- NingNing. - Y escuchar su
nombre ahogado en un hipo, lo hacía
llorar, más no quería que lo escuchara - Tengo miedo.

Kai soltó un gemido ahogado al escuchar eso, no, él no quería que Soobin sintiera miedo, él estaba ahí.

-No tengas miedo, yo estoy aquí. -
Kai siguió corriendo todo lo que sus piernas le daban, pero también con un cuidado de no tropezar -.

-Nin-NingNing, t-te amo.

Y ahora, es hora de marcharse y convertirse en polvo.

Quería gritar, gritar todo lo que su corazón le pedía, todo lo que había callado por miedo o vergüenza. Mas lo único que salió fue: -Espera un poquito más, ya casi llegamos.

Su corazón había sido lanzado al fuego al el mismo decir eso.

-No me dejes. - Pidió el menor al ver su mayor dormirse en su espalda -.

Escuchó un grito ahogado por el dolor.

Soobin sentía su pecho doler, su respiración faltaba, y su llanto hacía mucho más dificultoso respirar, pero nada dolía más que ver a Kai llorar por él, llorar porque por culpa del, Kai no sabía la verdad, Kai no sabía que no importaba donde lo llevara, o qué le hicieran, el ya no podía seguir quedándose en este mundo.

Era doloroso, él amaba al mundo, pero el mundo no lo amaba a él.

El aceptaba al mundo así como era, pero el mundo no lo aceptaba a él.

Kai lo primero que hizo al llegar a la puerta del hospital, gritó, gritó con todas sus fuerzas por ayuda, queriendo que ésta vez, alguien lo ayudara.

Las enfermeras que cuidaban a Soobin
lo miraron con sentimiento y lo tomaron y rápidamente para subirlo a una camilla, el doctor llegó rápido y le inyectó algo que Kai no sabía exactamente qué era.

-Información del paciente. - Solicitó el doctor -.

Kai se mantenía en el suelo, entre
lágrimas, sollozos y sangre, más dirigió su mirada a aquella enfermera que miró a Soobin con pena al ella saber la verdad.

-Choi Soobin, 26 años, paciente con fibrosis quística estado terminal.

Y aquello había sido suficiente para
romperlo en mil pedacitos. ¿Por qué? Porque los pacientes de fibrosis quística, no tenían cura, y menos si estaban en estado terminal.

Tanto que decirte
Y más que nada adiós
Pero sé que no me puedes escuchar más.

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