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Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ₂₉

"Peor, es un delta" fue lo último que escuché decir a Jungkook antes de salir de la habitación a toda prisa.

Sabía que un remolino de emociones abrazaban al alfa, demasiados imprevistos en la última semana, de seguro su cortisol estaría por las nubes, dejándolo en alerta a cada segundo que pasaba.

Me levanté de la cama de un salto, no quería quedarme al margen, quería ponerme al día con todo lo que sucedía en esta manada y ayudarlo en todo lo que estuviese en mi mano.

Lavé mi cara rápidamente y me vestí de la forma más cómoda que encontré, mallas, sudadera holgada y una relajada trenza que conseguía recoger mi cabello, dejando pequeños mechones sueltos por mi cara.

Me encaminé decidida a buscar a Jin, necesitaba saber de su estado, el de Namjoon y sobre todos los preparativos de la Plana mayor.

Sabía de qué trataba aquello, era una especie de reunión de manadas, en las que se discutía sobre los conflictos que había entre ellas, se llegaban a acuerdos de paz o incluso se realizaban pactos para llevar a cabo una guerra.

Se solía realizar cada año en una manada, solo los altos cargos, es decir los alfas, betas y sus respectivas omegas eran invitados. En aquellos momentos maldecía no saber más acerca de aquellas reuniones, jamás había asistido a ninguna, pues era obvio que una gamma no pintaba nada allí, pero incluso cuando aquella reunión tuvo lugar en la manada Sang, mi padre no permitió que nadie me viera, dejándome encerrada como cada día en mi habitación, avergonzado de mi condición.

Atravesé los pasillos rauda, chocando con un tierno omega de cabellos rojizos.

–¿A dónde vas tan rápido? –pregunté viendo como pequeñas gotitas de sudor bajaban por la frente de Tae, de seguro llevaría toda la mañana corriendo de un lado a otro liado con los preparativos.

–Al ala de los omegas y para tu suerte querida, soy el encargado de buscar un despampanante modelito para ti y para mí, solo tengo dos días si contamos con hoy –comentó apresurado sin detener su paso mientras yo lo seguía.

Aquellas palabras causaron un pellizco en mi estómago, nunca había asistido a nada parecido, y mucho menos como la protagonista, pues la "omega" del alfa de los Jeon era yo.

–Tae, necesito que me pongas al día de todo –supliqué sintiéndome de lo más perdida–. ¿Cómo está Jin?

Taehyung se tensó ante mi pregunta.

–Está ajetreado, esta mañana nos ha venido toda la información de golpe, hace dos días falleció el alfa de los Min, quién guardaba respeto a Jungkook, una sucesión ahora es un problema –relató encaminándose hacia el ala de los omegas.

La forma en la que había esquivado la pregunta acerca de Jin no me dejó tranquila, por lo que me aseguraría en primera persona de ir a verlo.

–Jungkook me ha dicho que el sucesor es un delta, ¿Cómo es posible que un delta llegue al frente de una manada? Suena tan contradictorio.

"Tú eres la gamma de un alfa que puede que mida más de cuatro metros, mientras nosotras tenemos el tamaño de un perro, más contradictorio que eso..." comentó mi loba haciendo que me replanteará todo lo que una vez di por cierto.

Cosas más raras se habían visto, y no era yo precisamente la más indicada para hablar.

–No creas que es tan complicado, los Park se fusionaron con los Min hace siglos, aunque sea Min quien gobierne ante los ojos del resto, algo me dice que Park lo tendrá bien sujeto –comentó abriendo la puerta del ala de los omegas.

Hacía tiempo que no visitaba aquel lugar.

–¿Los conoces? –inquirí, algo en mi interior me decía que debía estar alerta la noche de la plana mayor.

Demasiados lobos desconocidos para mí, sin contar con la posibilidad de que la manada Sang se presentara a la fiesta, pensamiento que me hacía estremecer de pies a cabeza, pues no sabía que podía suceder si me encontraba con mi padre de nuevo. Solo rezaba para que Jungkook no permitiera tal cosa y que negara la entrada a todo ser relacionado con los Sang.

–No, pero se cuentan historias sobre ellos, se dice que el alfa Park es absolutamente impresionante, de una fiereza indomable y es de los pocos alfas que posee el color rojo en sus ojos, dicen que da bastante miedo, que es serio y reservado, Katia me dijo que no se le conoce ninguna omega relacionada, así que está soltero, es por eso que ahora como ves –apuntó a su alrededor–, se encuentran todas las omegas en busca que un conjunto que logré impresionar a Park Jimin –pronunció aquello último con emoción.

Aquella fiesta era un mar de oportunidades, amorosas a la par de bélicas.

–¿Y qué hay del delta? Nunca había escuchado hablar de él.

Se me erizó la piel al pensar la cantidad de lobos con condiciones defectuosas como la mía que podían existir, haciendo que un sentimiento de pena me recorriera el cuerpo ¿Habrían corrido la misma suerte que yo?

– ___ es un delta, ¿crees que su padre quería que todo el mundo supiera que el único sucesor de los Min posee esa condición? No es algo que se grita a los 4 vientos, es una condición defectuosa y un peligro para todos los que le rodean. Imagina que se le cruza un cable en día de la Plana Mayor y le da por matar a diestro y siniestro, sé a ciencia cierta que Jungkook lo mataría en un abrir y cerrar de ojos, y eso nos llevaría a una guerra contra una manada bastante poderosa. Es algo bastante complicado que hay que tratar con mucho tacto. Min Yoongi es como una bomba, como te equivoques de cable, boom.

Una parte de mi se compadece de ese tal Min Yoongi, aunque fuera una bomba de relojería, aquel lobo era probablemente lo más parecido a un igual que había escuchado nunca, pues jamás había oído hablar de seres defectuosos salvo de mi misma.

–¿Crees que mi padre vendrá? –dejé que aquella duda saliera de mis labios, necesitaba al menos un ápice de tranquilidad en lo que a la fiesta respectaba.

–___, cariño, estamos hablando de Jungkook, si ya se llevaban mal antes de que tu aparecieras, imagínate ahora después de atacar nuestra manada y estar al tanto de tu parentesco con él, si ese viejo se atreve a posar alguna de sus tristes y malolientes pezuñas en uno de nuestros territorios tu alfa le arrancara la vida de un zarpazo, y de eso puedes estar segura –escupió con orgullo.

Me asombraba la manera en la que Taehyung hablaba de mi padre, solo había escuchado a mis pensamientos hablar así de él.

Sonreí ante sus palabras, a veces se me olvidaba que el hecho de tener a Jungkook a mi lado proporcionaba una seguridad que me haría casi rozar la vida eterna.

–Bueno basta de cháchara –dio una palmada cortando la conversación–. Vamos a lo importante, ya tengo tu vestido, no preguntes de donde lo he sacado por que he gastado el cupo de favores que puedo deber para conseguirlo, pero puedo adelantarte que, sin duda, ha valido la pena –dejó que la emoción iluminara su rostro–, mira.

Cogió mi brazo con el fin de llevarme al lugar donde mi vestido se encontraba, una sala vestidor, en la que todas las paredes estaban cubiertas por hermosos vestidos y espectaculares trajes. Era el gran vestidor de los omegas, donde los olores y colores pastelosos reinaban.

Sonreí al ver la emoción del omega, rezando en mi interior porque no señalara uno de esos pomposos vestidos rosas y lo proclamara como mío.

La sonrisa poco a poco se fue esfumando de mi rostro cuando efectivamente sacó un vestido rosa ajustado a la cintura acompañado de una falda más pomposa de lo que las palabras podrían describirlo.

–¿A que es espectacular? –preguntó con tanta exaltación, que me fue imposible decepcionar.

Tragué saliva con dureza intentando forzar una sonrisa.

–Súper –respondí escueta rezando por que no se notara lo poco que pegaba ese vestido conmigo.

Taehyung se carcajeó de mi respuesta, llevando la mano a su estómago.

–Admiro tu intención de hacerme sentir bien, pero puedes decirme la verdad, este vestido va menos contigo que tus ganas por obedecer las normas de Jungkook.

Sentí el alivio inundarme de la cabeza a los pies.

–Te voy a matar, por un momento pensaba que me querías vestir de bella durmiente.

–Me insultas –fingió ofensa–, ahora si, mira.

Tae sacó un forro perchado, que guardaba el vestido que pensaba ponerme, deslizó la cremallera lentamente, haciendo que mi expectación aumentara cada vez más, sacando al fin un elegante vestido negro que hizo que mi mandíbula callera al suelo.

–Puede que lo consideres algo extravagante para ti, o incluso revelador, pero calla, lo he elegido con estos pequeños volantes alrededor para que no se marque tanto tu figura y te sientas más cómoda –relato señalando pequeños volantes negros que cubrían buena parte del vestido–, el escote de la espalda y el de delante no son negociables, eres una loba elegante, sexy y con un vestido negro como tu alma que pienso que le robe más de un suspiro a todos los integrantes de la plana mayor, no vas a destacar por tu condición, vas a destacar por lo bella que vas a ir.

Taehyung había depositado demasiada confianza en mí, el vestido sin duda era precioso, con una tela demasiado transparente para mi gusto, pero sin duda precioso. Lo que me hacía dudar terriblemente hasta temblar era saber si realmente le quedaría bien a mi cuerpo.

–Tae, espera a que me lo pruebe y luego sacamos conclusiones de si soy sexy o no –le robé el vestido de las manos con el fin de probármelo.

El corazón palpitaba desenfrenado de camino al probador, probablemente me daba más miedo el vestido debido a mis complejos, que la presencia de un rabioso alfa a mi alrededor.

Me escondí tras las puertas del probador, despojándome de mis ropajes con rapidez, enfundándome en aquel vestido sin pensarlo mucho más, pues si no, sabía que aquellos estúpidos complejos no me dejarían siquiera probarlo.

Me sorprendí al abrochar la cremallera, el vestido caía perfectamente sobre mi cuerpo, algo ajustado en mi cintura con el objetivo de dar forma a mi silueta. La tela era algo transparente, pero aquellos pequeños volantes conseguían cubrir las zonas sensibles de mi cuerpo, dejándome ver ante el espejo a una chica elegante, delgada y sexy que jamás pensé ver.

Giré sobre mi misma para observar la parte de atrás, aquel vestido tenía un escote en la espalda, dejando al descubierto gran parte de ella, aportando, junto a la abertura de uno de los laterales para dejar salir a mi pierna, el toque sexy que hacía que este vestido fuera despampanante.

Sonreí satisfecha ante el espejo, no imaginaba la reacción de Jungkook al verme.

Salí del probador, con la cabeza alta y un leve sonrojo en mis mejillas, pues a pesar de no ser un vestido descarado, no estaba acostumbrada a mostrar mi piel tan solo cubierta por unos pequeños tirantes.

Taehyung chillo al verme.

–Sabía que debajo de esa gamma gruñona había una reina, un auténtico diamante en bruto esperando a ser tallado por moi.


El día pasó rápido, ayudé a Tae con su atuendo, un precioso traje negro, el cual llevaría sin camisa debajo, dando ese toque sexy y descarado que caracterizaba al ardiente omega. Si Hoseok no había caído a sus pies ya, estaba segura de que aquella noche lo haría.

Caminaba por los pasillos pensativa, en busca de Jin, necesitaba hablar con él, saber si se encontraba bien.

Decidí ir a su habitación, tocando suavemente con mi nudillos la puerta de esta, esperando que en algún momento fuera abierta por él.

El aroma a cítricos me inundó avisando de que efectivamente la puerta fuera abierta.

Cuando pude ver al beta tras ella, un impulso se adueñó de mi cuerpo, abrazándome al suyo al instante, había estado tan preocupada por él y su alfa, que todos aquellos sentimientos se vieron reflejados en aquel abrazo que nunca pensé que saldría de mi.

–Estaba preocupada por ti –susurré contra su pecho, apartándome enseguida por la vergüenza.

Ser cariñosa no era una de mis características.

–¿Cómo estás? –formulé dudosa aun en el marco de la puerta.

–Pasa y te cuento anda –sonrió haciéndose a un lado, permitiéndome el paso, sentándose en la cama.

–Siento todo lo que ha pasado –me disculpé de antemano tomando asiento junto a él.

–Podemos darnos con un canto en los dientes, podría haber sido peor –sonrió sin que esta llegara a sus ojos, intentando animarme–. ¿Cómo está él? –hizo referencia a Jungkook, sorprendiéndome, pues pensaba que el alfa sería lo último que querría mencionar.

Dudé antes de hablar, pues no sabía si exponer a Jungkook, pero teniendo en cuenta de que Jin conocía a Jungkook incluso mejor que él mismo, aquella posibilidad de exponerlo se esfumaba.

–Destrozado, lo encontré en su despacho nadando en un mar de lágrimas, siendo consciente de que sus actos no habían sido lo más correctos, pero según él es lo que hay que hacer.

Jin asintió antes mis palabras, imaginando y entendiendo la situación sin tener que explicar mucho más.

–Es un paso, quizás algún día se de cuenta de que esas dichosas reglas serán quien acaben con él y la poca cordura que aún conserva –sentenció con voz cansada, estaba segura de que él, al igual que todos, no había dado a basto aquel día.

Aquellas palabras me hicieron fruncir el ceño.

–¿Qué tan grave fue lo que hizo su padre? –inquirí curiosa–. Jungkook no paraba de repetir que se había esforzado mucho para no ser como él y que al final no era precisamente lo que estaba consiguiendo.

El beta suspiró antes de hablar.

–Nuestro padre fue muy duro con él, Jungkook no tuvo una infancia fácil gracias a papá, y digamos que su adolescencia y todo lo que ocurrió tras su presentación no hizo que las cosas en la vida de Jungkook mejoraran. Digamos que el único pedacito de paz que conozco en la vida del alfa eres tú –confesó colocando un sentimiento de tristeza en mi interior.

No comprendía cómo un alma tan pura como la de Jungkook, tan buena, había podido ser corrompida de aquella manera, instalando un aura negra que lo seguía allá por donde pisara, condenando cada uno de sus actos.

–¿Qué fue de él? De vuestro padre.

No había oído hablar mucho del padre de Jungkook en todo el tiempo que llevaba en esta manada, de hecho me atrevería a decir que era la primera vez que alguien lo mencionaba.

–Eso tendrá que ser Jungkook quién te lo cuente, viendo los pensamientos que hasta ahora te ha confiado, no dudo que tarde mucho en contarte todos y cada uno de los detalles que conforman su pasado y que por consiguiente, afectan de una forma indeleble en su presente.

–¿Cuál fue el castigo de Namjoon? –cambié de tema, sabiendo que la única persona que podía responder a todas mis preguntas era Jungkook.

–No volver a sentirme jamás bajo sus manos, arrancó la piel que las cubría y las vio arder al rojo vivo para asegurarse de ello –relató dejando que una lágrima deslizara por su mejilla, sorprendiéndome con horror.

No podía imaginar el dolor que ambos habían sentido ante aquel cruel castigo, mostrando que el aura negra que envolvía a Jungkook era aún más oscura de lo que yo pensaba.

Aquel era el monstruo del que todos hablaban, el cual yo aún no había conocido.


Estaba nerviosa, no veía a Jungkook desde que se fue aquella mañana casi con la puerta del armario en la mano. No había podido hablar con él, pero Jin me aseguró que los Sang no eran bienvenidos aquí, y que ellos lo sabían.

Me miré otra vez terminando de poner el rímel que tupía mis pestañas, haciendo que mis ojos se vieran como nunca antes.

El día anterior Tae y yo habíamos elegido todos los complementos, y me había enseñado a maquillarme, cosa que no había hecho nunca pues si en mi anterior manada apenas me permitían un minuto de agua fría para asearme, pretender que mi padre me comprara al menos una misera gota de maquillaje era algo impensable.

El omega me aconsejo que una leve línea con sombra difuminada, un poco de rubor, gloss y rímel bastarían para resaltar la belleza natural que según él yo ya poseía.

Quise largarme a llorar cuando mi loba y yo nos miramos al espejo, era la primera vez que me veía realmente bonita.

"Estás increíble" susurró mi loba tan sorprendida y emocionada como yo.

Dejé que mis pies se amoldaran un poco más a los tacones negros de Saint Laurent que Tae había elegido para mi, antes de dar una vuelta sobre mi misma frente al espejo, no podía dejar de observarme, me sentía hipnotizada por mi propio reflejo.

La puerta de la habitación fue abierta de golpe dejándome ver a un Jin trajeado y angustiado.

–¿Se puede saber que.... –interrumpió su regañina para observarme–. Wow, Jungkook se va a desmayar cuando te vea –sonrió caminando hacia mi apresurado –. Ya están casi todos abajo esperando, el alfa no para de preguntar por ti.

–Lo siento, es que me he metido el rímel en el ojo unas 4 veces –me disculpe, aquel condenado rímel escocía más de lo que yo pensaba.

–Pues ha merecido la pena porque estas espectacular, pero tenemos que irnos ya –insistió cogiéndome del brazo.

Caminamos por los pasillos con rapidez deteniendo nuestro paso ante las puertas del gran salón.

Mi corazón latía desbocado y mi boca estaba más seca de lo que me gustaría. Limpié en mi vestido el incipiente sudor de mis manos antes de ponerme recta, sacando pecho, lista para enfrentarme a las cientos de miradas que me atravesarían tras aquellas puertas.

–¿Lista? –preguntó Jin agarrando los pomos de ambas puertas.

–No, pero abre ya –pedí, la espera me carcomía de pies a cabeza.

Cuando el beta abrió la puerta entré al salón con decisión, topándome con la mirada de todos los allí presentes, no recordaba haber estado en una habitación con tanta gente.

La vergüenza se apoderó de mi, encendiendo mi rostro, me sentía como si me hubieran apuntado a la cara con 4.000 estufas.

Aun así no me detuve, puede que mi cuerpo ansiaba toparse con alguien, o que mis ojos se detuvieran en algún lugar donde dos esferas doradas consiguieran llamar mi atención, o que simplemente mi olfato se dejará guiar por el intenso aroma a chocolate que tanto necesitaba oler en este momento, pero que no conseguía captar.

Busqué y busqué entre la multitud con todos mis sentidos de gamma hasta que encontré.

Aquella dorada mirada, posado en una esquina del gran salón, detuve mi paso al verlo, dejando que la tranquilidad me inundara.

Al fin había dado con Jungkook, sorprendiéndome a mi misma por aquella necesidad imperiosa de tenerlo cerca.

Me quedé quieta bajo su mirada, casi petrificada, como si los únicos músculos que tuvieran permiso para moverse ante sus ojos fueran exclusivamente los de mi caja torácica.

Dejó la esquina en la que se posaba de lado, caminando hacia mí, despacio, dejándome admirarlo. Vestía un elegante traje negro, sin corbata, con un par de botones desabrochados dando un toque desenfadado al look, junto con su pelo, peinado con fiador, o más bien despeinado a posta, haciendo que callera ligeramente por su frente.

Tragué saliva ante aquella imagen, Jungkook se veía aterradoramente espectacular.

Sentía a mi loba aullar, haciéndome sonrojar pues a pesar de nuestras diferencias, aquella noche no podía estar más de acuerdo con ella.

Jungkook cerró el espacio que nos separaba, posando sus manos en mi cintura, haciendo que nuestros cuerpos se atrajeran casi de una forma magnética.

Sentí su pétreo torso tras la fina tela de mi vestido, erizando mi piel.

Nuestras miradas se habían quedado atrapadas la una en la otra, bajo un cerrojo del que sospechaba que había tirado la llave.

Jungkook se inclinó levemente posando sus labios cerca de mi oído.

–Lobita –llamó con tono ronco, acompañado de un deje desesperado–, te has convertido en la dueña de mis latidos –mordió ligeramente mi cuello causando que mis ojos se cerraran con fuerza–, y mis sentidos –susurró agarrándome con fuerza.

No sabía cómo sería el transcurso de aquella fiesta, pero sí estaba segura de cómo terminaría.

La ecuación incluía a Jeon Jungkook y a mi en una cama, de la cual se obtenía placer como único resultado.

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Feliz viernes Sinners 💜💜💜

Como ya saben intentaré actualizar todos los viernes, de todas maneras el día antes de cada actualización subiré en pequeño adelanto a Instagram en forma de vídeo, como he hecho en estos últimos dos capítulos.

Aquí les dejo mi insta por si me quieren regalar un pedacito de felicidad siguiéndome 🥰🥰: @park_joonie_97_

Muchas gracias por leer 💜💜💜

Love u Sinners ❤️❤️❤️

Pd: los protagonistas de Taxia (Yoonmin) harán su aparición en el próximo capítulo, siento que les va a gustar

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