Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ₂₀
Kim Seokjin
— Te traeré a Jungkook —aseguré antes de salir de la habitación.
Corrí por los pasillos tanto como mis piernas podían, ___ no estaba bien, estaba pálida, sus labios se hallaban secos y agrietados, sus ojos se veían cansados, cómo si un cuerpo tan pequeño como el suyo no pudiera gestionar tanto dolor, a todo esto se añadía su temperatura, se hallaba helada, cómo si su organismo estuviera manifestando de todas las formas posibles lo mucho que necesitaba a su alfa.
En cuestión de minutos ya me encontraba frente a la gran puerta que diferenciaba el ala de los alfas del resto de la fortaleza, aporreé dicha puerta, pues al no ser un alfa no tenía la llave que la abría. Un atractivo alfa con olor a café me abrió la puerta.
Namjoon se veía cansado, sujetar al alfa de la manada para que no se comiera a su loba debía ser una labor de lo más ardua.
— ¿Cómo esta? —pregunté haciendo referencia a nuestro alfa.
— Cabreado, parece que se va a morir cada vez que la escucha gritar —comentó mientras ambos caminábamos por los pasillos camino a la habitación especial de Jungkook, aquella que nos protegía durante sus días de celo.
Ni si quiera hacía falta entrar para escuchar los gruñidos del alfa, pues estos ya se escuchaban desde la puerta.
Namjoon y yo observamos la puerta durante unos segundos antes de mirarnos, no me gustaba esta situación, cada vez que Jungkook se ponía así a todos se nos cogía un pellizco en el estómago.
El alfa con olor a café que tanto me gustaba agarró mi mano, dando un ligero apretón a esta.
— Estoy aquí, ahora y siempre —susurró en mi oído antes de depositar un tierno beso en mi mejilla.
— Ahora y siempre —repetí sus palabras en un leve susurro, más para mi que para él.
Armándome de valor entré en la habitación, topándome con un panorama un tanto desagradable para mi.
Jungkook se encontraba encadenado, semi desnudo y empapado.
Unas gruesas cadenas sujetaban su cuerpo tirando de sus muñecas hacia arriba, pero no lo suficiente cómo para conseguir levantarlo del suelo.
Mantenía su cabeza hacia abajo, mirando el suelo, dejándome ver como gotitas de agua helada caían por su mojado cabello, habían estado echando cubos de agua helada sobre él intentando así relajarlo, fallando estrepitosamente en ello.
Hice el amago de acercarme a él, escuchando de lejos cómo una adolorida y desesperada ___ gritaba desgarradamente el nombre del alfa.
Jungkook, al igual que todos los presentes en aquella habitación, escuchó los alaridos de su pequeña lobita, reaccionando al instante.
Levantó su rostro mostrando sus dorados ojos, emitiendo un gruñido de lo más ronco, haciéndonos estremecer a todos, tiraba de sus cadenas intentando liberarse de su agarre, lastimando sus muñecas, dejándonos ver a todos como la sangre comenzaba a deslizarse por sus brazos, si seguía así estaba seguro de que sería capaz de arrancarse las manos de cuajo con tal de ir a consolar a su loba.
Decidí intervenir, ver a mi hermano así de desesperado me dolía, ver como sus ojos se encontraban, además de dorados, con pequeños hilos rojos, como si el esfuerzo e impotencia de no poder hacer nada hubiera sido capaz de reventar los capilares que se encontraban en sus ojos, dejándolos más colorados que de costumbre.
Cogí uno de los taser que se encontraba en aquella habitación, que por cierto era de lo más equipada.
Me acerqué a él pegando aquel palo a su abdomen, dejando que descargas eléctricas de alto voltaje recorrieran su cuerpo, cesando así su gruñido, consiguiendo que dejara de tirar de las cadenas.
La electricidad con alto voltaje conseguía traer a Jungkook de vuelta, aunque fuera necesario experimentar un dolor tan alto como el de miles de electrones atravesando toda tu extensión.
Posé mi mano en la nuca de Jungkook, subiéndola ligeramente para poder agarrarlo de su cabello y tirar de el hacía atrás, con el objetivo de que volviera a levantar su cabeza.
— Te necesita —dije algo que él ya sabía—. Necesita a Jungkook no a su lobo —aclaré—. Compórtate como un alfa que sabe dominar a su lobo, cálmate y entonces podrás ir a por ella, mientras no.
— Su olor... —no le dejé terminar aquella frase, volviendo a pegar el palo taser a su abdomen, provocando una quemadura por electrocución en él.
Jungkoook gimió de dolor, cerrando sus ojos.
Cogí su mandíbula con fuerza, alzando su cara de nuevo consiguiendo que me mirara a lo ojos.
— ¿Quieres que se repita Jungkook? ¿quieres que se apague? —pregunté con rudeza viendo cómo los ojos de mi hermano se cristalizaban.
— No —susurró volviendo en si, dejando que algunas lágrimas se escaparan de sus ojos, deslizándose por sus mejillas.
Odiaba jugar con su dolor, convertir al lobo feroz en un tierno cachorrito en cuestión de segundos, pero era la única forma de conseguir que se calmara, que dejara atrás a su lobo y volviera a ser Jungkook.
No podía dejarlo en la habitación de ___ así, perdería el control y acabaría matándola, a ella y al resto de lobos de la manada por haberlo dejado entrar en su habitación sabiendo que no estaba preparado, sabiendo que ocurriría una desgracia.
— Te es imposible controlarte con su olor —afirmé ganándome un asentimiento por su parte—. Creo que tengo la solución para que dejes de olerla, quizá si no percibes su aroma puedas controlarte delante de ella y darle lo que ella y su loba necesitan en este momento —comenté.
Hacía tiempo que trabajaba en ello, crear algún producto, algo que fuera capaz de hacer que un alfa dejara de oler.
Finalmente tras darle demasiadas vueltas hallé la solución, no podía hacer que un alfa eliminara su sentido del olfato, pero si podía darle a oler algo fuerte, mucho más fuerte que los olores que lo encendían, lo suficiente como para camuflar al resto de forma que un solo olor fuera perceptible para él, el olor a menta, fuerte, fresca, era capaz de despejar tu nariz de mocos en los resfriados, estaba seguro de que la menta en estado puro ocultaría el olor a meloso melocotón que estaba enloqueciendo a mi hermano.
Con aquel pensamiento en mente salí del ala de los alfas, corriendo rápido y veloz hacia mi habitación donde se encontraba el mejunje que me había molestado en preparar días atrás.
Tras un par de minutos volví al ala de los alfas con aquel mentolado botecito en mis manos.
— Espero que esto funcione —hablé antes de abrir el bote, dejando que todos olieran aquel intenso aroma a menta.
Metí mi dedo índice en el frasco, cogiendo un poco y llevándolo a la nariz de Jungkook, aplicando sobre ella una fina capa, a continuación metí con algo de asco mis dedos en sus orificios nasales, debía asegurarme de que Jungkook oliera exclusivamente la menta.
Una vez extendido el mentolado contenido en la nariz de Jungkook, cerré el bote, sujetándolo con mi mano, sabía que le haría falta más tarde.
— ¿Puedes olerla? —pregunté esperanzado.
— No —contestó con ojos llorosos, no sabía si era a causa de la menta o por las palabras que le había dedicado anteriormente.
— ¿Crees que serás capaz de comportarte como un alfa si suelto las cadenas que te mantienen prisionero?
— Si —aseguró con un movimiento de cabeza.
— Namjoon quítale las cadenas —pedí a el alfa con olor a café, esperando que Jungkook cumpliera su palabra.
El alto alfa se acercó a Jungkook, abriendo los grilletes con la llave que portaba, apartando las cadenas que lo sujetaban, dejándolo, finalmente, libre.
Jungkook no habló, en su lugar nos ignoró a todos abandonando la habitación, era lógico, había algo o más bien alguien que requería su presencia con suma urgencia.
Corrí tras el apresurado alfa por los pasillos de la fortaleza, me esforcé por seguir su ritmo, consiguiendo que ambos alcanzáramos su habitación en cuestión de segundos.
Jungkook paró en seco ante la puerta, recuperándose de la pequeña carrera que acababa de realizar, oportunidad perfecta para poder alcanzarlo.
— Jungkook —lo llamé—. Olvidas algo —informé señalando el bote que portaba en mis manos—. Cuando sientas el más mínimo aroma, por pequeño que sea vuelve a echarte eso en la nariz —aconsejé dejando el bote en sus manos.
Antes de que se metiera en la habitación lo abracé con fuerza, sabía que estaba siendo duro con mi hermanito, en mi defensa alegaré que la ocasión lo requería.
— Si no quieres que se vuelva a repetir haz las cosas diferentes, si quieres que las cosas cambien el primero que debes cambiar eres tu Jungkook —susurré en su oído.
— Lo estoy intentando —sollozó en mi hombro.
El inconveniente de haber tenido que hacerse cargo de una gran manada a tan temprana edad, de haber tenido que madurar de golpe, es que a veces, Jungkook, a pesar de ser el alfa más grande y fuerte que había visto en mi vida, seguía siendo aquel pequeño cachorro sin presentar de 16 años que no sabía que debía hacer.
— Lo sé, todos lo sabemos —contesté frotando su espalda—. Ahora sécate esas lágrimas y entra ahí dentro a atender a tu loba, estaré aquí en todo momento y entraré si creo que ella corre peligro —aclaré separándome de él, viendo cómo frotaba sus ojos con las palmas de sus manos y sacudía su cabeza, dejando atrás al cachorrito llorón para dar paso al alfa.
Aquello sería un arduo trabajo, esperaba poder diferenciar los gemidos de placer y de dolor.
— Si le hago daño me llevarás al sótano de los alfas y me colgaras hasta que mis brazos dejen de formar parte de mi cuerpo —pidió como el que pide una golosina en una tienda.
— Jungkook —intenté negarme, aquel era un castigo demasiado arriesgado para el alfa de una manada.
— Me colgarás —gruñó dando a entender que no había otra alternativa, que no daría su brazo a torcer.
— Te colgaré —asentí ganándome la aprobación de Jungkook, el cual ya había desaparecido dentro de la habitación con el olor a melocotón más intenso y meloso que había olido jamás.
.
.
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Sang ___
Los temblores me comían cuando escuché la puerta de la habitación abrirse, hacía bastante rato que Jin se había ido, según él, en busca de Jungkook.
No pude respirar tranquila hasta que olí aquel aroma chocolateado irrumpir en la habitación.
De espaldas a la puerta y cubierta de mantas podía escuchar sus pasos, cómo cada vez se acercaba un poco más a la cama.
Una vez noté su presencia detrás de mi, destapó mi cuerpo para introducirse posteriormente en la cama, junto a mi.
No dudó en darme la vuelta, dejándome frente a él.
Pasó uno de sus desnudos brazos bajo mi cuerpo, trayéndome hacia su pecho, mientras posaba su otra mano sobre mis piernas.
Abrí mis ojos pudiendo observar su desnudo pecho, su cabello mojado y sus penetrantes ojos dorados.
Ambos apreciamos nuestros rostros, lo demacrados que nos veíamos simplemente por la ausencia del otro.
— Has llorado —dijo al mirar mis húmedas mejillas.
Asentí en respuesta sorbiendo mi nariz como una niña pequeña.
El alfa me acercó aún más a su cuerpo, consiguiendo que mis temblores cesaran, besó con delicadeza mis mejillas, cómo si quisiera borrar cualquier rastro de lágrimas que quedaran en ellas.
No me equivocaba al pensar que Jungkook era el remedio para todos mis males, con su mera presencia era capaz de arrebatar todo atisbo de dolor que amenazaba con hospedarse en mi cuerpo.
Era increíble como con cada beso era capaz de conseguir que mi malestar se esfumara casi por completo.
— ¿Cómo te sientes? —preguntó a centímetros de mi rostro.
— Mejor —contesté con voz adormilada, me sentía como un cocainomano que acababa de recibir su dosis tras varias horas de un sufrido síndrome de abstinencia.
— ¿Dónde te duele? —formuló rozando mis labios con los suyos.
— En todo el cuerpo —respondí acompañado de una mueca de dolor.
Jungkook asintió ante mi respuesta dando un ligero apretón a una de mis piernas donde posaba su mano.
— Dime lo que necesitas y lo haré —susurró con voz ronca sobre mi oído mientras subía su mano, rozando con ella la piel que cubrían mis caderas, hasta llegar al elástico de mi ropa interior y detenerse ahí.
Suspiré al sentir como comenzaba a repartir húmedos besos por mi mandíbula.
No sabía que pretendía que le dijera, sus besos me relajaban, sus caricias disminuían el dolor que sentía, parecía que él sabía perfectamente lo que tenía que hacer para que me sintiera bien, pero sin embargo quería que yo lo dijera.
— Haz lo que quieras, confío en ti —alcancé a decir entre suspiros.
Jungkook me miró asombrado, como si no se esperara aquella contestación de mi parte.
— ¿Lo que yo quiera? —titubeó confundido.
Asentí cerrando mis ojos, apoyando mi cabeza sobre él.
— Si sobrepaso los límites pégame —pidió con seriedad.
Asentí solamente para que se quedara tranquilo, pues no pensaba pegarle, más que nada porque una torta mía sería como una leve caricia para él.
Se quedó parado unos instantes, cómo si estuviera debatiendo en su interior si lo que estaba por hacer sería demasiado para mi, parecía que no tenía en cuenta mi estado, mi celo se había llevado mi timidez sustituyéndola por una gran desesperación por ser tocada.
El alfa decidió, finalmente, cuáles serían sus actos, subiendo lentamente su mano desde mi cadera hasta mi cintura, diría casi que me tocaba con miedo.
— ¿Qué llevas debajo? —preguntó agarrando mi cintura.
En estos momentos las únicas prendas que llevaba puestas eran una sudadera de Jungkook y unas simples bragas.
— Nada —susurré escuchando como su respiración se hacía más pesada.
El alfa no dudó en subir ligeramente sus manos por debajo de la sudadera, rozando uno de mis pecho con sus dedos, comprobando, que, efectivamente, no había nada debajo de mi sudadera.
Me hizo gracia ver cómo apartó su mano con velocidad, sorprendido.
Pude escucharlo tragar saliva con dificultad.
En estos momento parecía que quien se encontraba a mi lado era Jungkook en lugar de su lobo, se comportaba con timidez y temor, nada que ver con el Jungkook del entrenamiento.
"Saca a su lobo" ordenó mi loba desde la oscuridad, no era yo la única que se estaba retorciendo de dolor por el celo.
Nunca pensé que estaría de acuerdo con mi loba en algo como aquello.
Sin pensármelo dos veces cogí el borde de la sudadera que portaba, tirando de ella hacía arriba, dejando mi torso desnudo ante los ojos del alfa.
Mostrar mi desnuda piel fue suficiente para que el Jungkook tímido abandonara la habitación.
El alfa admiró mi desnudez, centímetro a centímetro, mostrando como sus ojos cada vez intensificaban aún más su color.
Jungkook decidió colocarse sobre mi, abriendo mis más que húmedas piernas, colocándose entre ellas.
Me tomé unos segundos para contemplarlo, su pelo húmedo y alborotado caía sobre su frente, su torso desnudo y trabajado subía y bajaba a causa de su respiración; sus brazos, con los que se apoyaba sobre la cama, mostraban unas marcadas venas, las cuales bombeaban sangre sin cesar; sus piernas flexionadas, marcando así más sus muslos y por último aquellos bóxer negros que llevaba, los cuales guardaban en su interior una gran prominencia que lejos de causarme miedo, como siempre, ahora hacía que la curiosidad creciera en mi.
No sabía lo que Jungkook haría, tampoco estaba preocupada por ello, lo único que sabía era que estaba ansiosa, fuera lo que fuera.
Jungkook se inclinó hacia delante, con un claro objetivo, besar mis labios.
Jugueteo con ellos todo lo que él quiso, regalando pequeños mordiscos, pequeñas lamidas, dejándolos hinchados. No fue hasta entonces cuando se decidió a profundizar aquellos besos, dejar las lamidas superficiales de lado para introducir su avivada lengua en mi boca.
Se sentía bien besarlo, demasiado bien diría yo. No entendía cómo algo que comienza en la boca podía ocasionar que mi intimidad se revolucionara, es decir, sin siquiera tocar aquella zona era capaz de hacer que se humedeciera.
A pesar de que parecía que Jungkook nunca se cansaba de besarme, decidió abandonar mis labios, pasando por mi barbilla hasta llegar a mi cuello, donde rehusó detenerse, supuse que para evitar tentaciones pues allí se hallaba mi fuente de olor.
Bajó sus húmedos labios por mi esternón, llegando a mi escote donde besó con suavidad, aquellos besos, a pesar de no ser repartidos por zonas extremadamente sensibles, conseguían que pequeños pellizcos se instalaran en mi intimidad.
Ya a penas sentía dolor, pero esa necesidad por ser tocada aun residía en mi.
Me removí inquieta cuando Jungkook comenzó a bajar sus besos hasta llegar a mi vientre, no pude evitar encogerlo al sentir como pasaba su candente lengua por él, se sentía demasiado cosquilloso, pero no tanto como para reír, demasiado placentero, pero no tanto como para gemir.
Posó sus manos en mis caderas, haciendo que las yemas de sus dedos casi tocaran mi trasero, apretó levemente, tirando de mi piel, dejándome sentir el calor que las palmas de sus manos desprendían.
Sentir como la lengua del alfa de la manada jugaba con mi región hipogástrica, casi llegando al pubis, era de lo más delirante, pues mi vientre se encogía y volvía relajar de forma involuntaria, al igual que mi intimidad.
Entre mi corazón, mi vientre y la húmeda zona anterior a mi matriz me sentía como un ser palpitante y quejicoso, pues a pesar de que no eran gemidos completos lo que salían de mi boca, los suspiros cargados de excitación estaban por doquier.
Me estremecí por completo cuando noté las manos de Jungkook colándose por los laterales de mis bragas, tirando de estas hacia abajo.
Me encontraba realmente empapada cosa que, a pesar de no sentir casi vergüenza a causa de mi celo, me hacía sentir ligeramente incómoda pues yo solía ser más bien una loba de secano y ahora parecía de clima tropical húmedo con lluvias torrenciales.
Jungkook deslizó mi ropa interior de forma pausada, dejándome sentir el elástico de las mismas rozar con mis piernas hasta desaparecer de ellas.
Me encontraba completamente desnuda ante el gran alfa de la manada de los Jeon, con la respiración agitada y la piel erizada a pesar de sentir calor.
El alfa observó mi cuerpo, deteniéndose en mi intimidad, mirándola con suma curiosidad, no me atreví a preguntar, pero a juzgar por su expresión de asombro parecía que una servidora era la primera loba que veía completamente desnuda.
Intenté reincorporarme al ver que no movía un solo músculo, provocando una reacción en él que no esperaba.
Alzó su dorada vista, clavándola en mis ojos, posando su mano en mi estómago, sin llegar a empujar, pero emitiendo un gruñido que me indicaba que me quería tumbada en la cama.
Deslizó su mano por mi vientre, sin apartar su mirada de mis ojos, desviando su recorrido hacia uno de mis muslos.
Que Jungkook acariciara mis muslos suavemente con las yemas de sus dedos provocaba pequeños escalofríos que recorrían todo mi cuerpo.
No aparté mi vista de él, al igual que él tampoco abandonaba la mía, mirándome fijamente.
Vi cómo bajaba lentamente su rostro hacia mi intimidad, como abría su boca despacio cada vez que se encontraba más próximo a mi entrada.
No podía creer que deslizaría su lengua por aquella zona, pero así lo hizo, con toda la parsimonia del mundo pasó aquel órgano musculoso carente de hueso entre mis húmedos pliegues, haciéndome imposible mantener su mirada, pues ahora me encontraba con los ojos cerrados y la cabeza hacia atrás, disfrutando de algo que hace pocos días me habría parecido asqueroso.
Si me sentía húmeda hacia ya unos minutos en este instante me encontraba empapando el colchón, no entendía cómo era capaz pero mi intimidad no cesaba su flujo y este aumentaba con cada caricia de Jungkook a mi cuerpo.
El alfa llevó sus manos a mis caderas, sujetándolas con fuerza, haciéndome saber que no tendría escapatoria, que él se daría su gran festín pues se le veía demasiado dispuesto a comerme.
Relamió sus labios antes de volver al ataque, abriendo su boca, besando mi intimidad, lamiéndola de vez en cuando.
Posó su lengua en el frenillo de mi clítoris, un poco más arriba de la uretra, deslizó su lengua hacia arriba, ejerciendo una ligera presión delirante, llegando hasta mi clítoris, incluso levantando el capuchón que lo cubría.
Arrugué las sábanas entre mis manos, mordiendo mis labios para no gemir desesperada.
Miré a Jungkook sorprendida mientras él parecía analizar mis expresiones, sin que el dorado abandonara nunca sus ojos.
Repitió aquella acción, una, dos, tres, infinitas veces hasta tenerme gritando bajo su boca, sabía que aquel punto proporcionaba placer y era por eso que no lo soltaba.
Cambió sus movimientos, está vez mordiendo ligeramente haciéndome explotar.
Sentía como todo mi cuerpo se revolucionaba, como mi corazón bombeaba sangre a gran velocidad, como una pequeña gota de sudor se deslizaba por mi escote y como mi intimidad palpitaba descontrolada a la vez que más lubricante salía por ella, como siguiera así terminaría deshidratándome.
A Jungkook no pareció importarle mucho que hubiera alcanzado el clímax, pues sin moverse de su sitio seguía saboreando cada una de las esquinas de mi intimidad con olor a melocotón.
Aquello no ayudaba a que me relajara, a que mi cuerpo se calmara, en su lugar más lubricante abandonaba mi cuerpo, parecía que mi intimidad se estaba preparando para algo en lo que yo no estaba preparada.
Jungkook separó su rostro de mi entrada, dejándome ver lo brillante y húmeda que se veía su boca.
Abandonó con sus manos mis caderas, acercándolas a la ya no tan prohibida zona.
Hundió su dedo índice entre mis pliegues, como si fuera un niño pequeño jugando con algo nuevo, probándolo todo, curioseando en cada instante.
Deslizó su dedo de arriba a abajo e hizo el amago de introducir aquella falange en mi.
— No —me negué cerrando mis piernas de golpe sintiéndome sorprendida de mis propios actos.
Había limites que, por muy en celo que estuviera, no se podían traspasar.
A veces el cuerpo sana, cicatriza sin dejar rastro de la herida, mientras que la mente, por mucho tiempo que pase, no olvida, en su lugar alberga cicatrices perpetuas y heridas que aun no logran cerrar.
Jungkook gruño en respuesta intentando abrir mis piernas.
— No —gruñimos mi loba y yo con fuerza, parecía que el celo nos había unido algo más que de costumbre.
El alfa cambió su expresión dejando su ceño fruncido atrás para mostrarme un puchero de lo más tierno.
Avanzó por encima mía, hasta llegar a mi cuello, donde se disculpó dejando pequeñas lamidas acompañadas de un lastimoso gimoteo, parecía un cachorrito disculpándose por ser regañado.
Acepté su tierna disculpa abrazándolo, consiguiendo que él también lo hiciera, pegando su cuerpo al mío.
No me había dado cuenta de que la única que estaba siendo atendida era yo, mientras Jungkook había estado manteniendo aquella erección desde que puso un pie en la habitación.
Dejó un par de cariñosos besos más en mi cuello antes de subir a mi labios, dando pequeños toques en ellos, besos rápidos y castos que me hacían sonreír tontamente.
Me dio un último beso antes de reincorporarse, pasar uno de sus brazos bajo mis piernas y otro por mi espalda, alzando mi húmedo cuerpo.
Me sorprendió que Jungkook se levantara de la cama conmigo en sus brazos, sin decir nada.
— ¿Dónde me llevas? —pregunté dejando descansar mi cabeza sobre su pecho.
— A una entretenida sesión de baño lobita —respondió pegando sus labios a mi cabeza con cariño.
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✨Aclaraciones del capítulo 20✨
1. El motivo por el que rayis no ve las heridas que Jungkook se ha hecho en su habitación especial (cuando estaba encadenado y eso) es porque Jk cicatriza muy rápido y pues las heridas ya estaban cerradas cuando llegó a la habitación.
2. El tema del olor y el ungüento que Jin tenía preparado lo he sacado de mi experiencia con los caballos, en épocas de romerías, ferias o cualquier concentración de caballos es normal aplicar vaporub (es como una crema mentolada que se usa para que se te despeje la nariz durante el resfriado) sobre el hocico del caballo entero para que no sea capaz de oler a las yeguas y así ir más con más tranquilidad y seguridad de que tu caballo no se va a poner a montar a diestro y siniestro.
Esto es algo que he adaptado al omegaverse, es completamente de mi autoría y no me gustaría verlo en otras novelas de omegaverse porque para algo me he exprimido el cerebro pensándolo yo, así que si lo veis en otra novela por favor comentarlo.
3. Jk no puede oler a rayita así que por eso no la parte en dos basicamente, la estimulación olfativa sobrepasa con creces en importancia a la estimulación visual.
✨ Fin de las aclaraciones✨
Gracias por leer💜💜💜
Love u Sinners ❤❤❤
Pd: espero que estén pasando una buena cuarentena.
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