Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ₁₉
[Situación en el tiempo: Jk y ___ durmiendo juntos tras el entrenamiento]
Un fuerte dolor consiguió despertarme, este comenzaba en mi vientre irradiándose por el resto de mi cuerpo hasta llegar a la yema de cada uno de mis dedos.
Me removí adolorida sobre las sábanas, sintiendo cómo la humedad se había apoderado de mis pantalones, haciéndome abrir mis ojos con temor, jamás pensé que esto me sucedería ahora y mucho menos en compañía.
Mi celo hacía presencia aquella misma mañana de invierno, después de meses sin aparecer, ni siquiera había dado señales de vida y se presentaba ahora, en el momento menos indicado. El celo de Jungkook estaba a la vuela de la esquina, por lo que su lobo estaba algo más revoltoso de lo habitual, si a esto le sumabas mi celo creaban una ecuación en la que desastre era el único resultado posible.
Intenté moverme, salir de la cama para quitarme la pegajosa ropa que en ese mismo instante portaba, no recordaba haber lubricado tanto en mi último celo, de echo ni siquiera lubricaba y ahora me encontraba tumbada sobre un charco de lubricante natural con un olor de lo más intenso a melocotón.
Mis intentos por salir de la cama se vieron chafados por los desnudos brazos de Jungkook, el cual comenzaba a hacerme prisionera de un fuerte y posesivo agarre.
El agobio se instaló en mi cuerpo cuando escuché su agitada respiración, acompañada de pequeños gruñidos, todo esto mientras me pegaba cada vez más a su cuerpo, dejándome sentir su completa anatomía, incluida aquella endurecida a la par que enorme protuberancia que chocaba con la cara posterior de mis húmedos muslos.
No sabía muy bien lo que debía hacer, el pánico se había apoderado de mi y el dolor que sentía en toda mi extensión no ayudaba en absoluto, pues cada parte de mi cuerpo que era tocada por Jungkook dejaba de doler sorpresivamente, cómo si Jungkook fuera mi antídoto, todo remedio para mi insufrible dolor.
Aquella era una de las características principales de los celos, aquel sentimiento de intenso dolor que es aliviado bajo el tacto de tu acompañante, en parte a eso se debía la promiscuidad de un celo, cuanto mayor dolor mayor será la desesperación por ser tocado.
El alfa poco a poco movía mi cuerpo hacia él, dándome la vuelta, rozando mi pecho con su fornido torso, posicionándome bajo su cuerpo, clavando los codos en el colchón, pasando sus manos bajo mi espalda.
Mantenía sus ojos cerrados, con el ceño fruncido, respirando con fuerza, de la misma manera que lo hacía un toro antes de embestir.
Supuse que se había despertado, o más bien que el intenso olor de mi celo lo había hecho.
Tragué con fuerza observando su rostro antes de presenciar cómo Jungkook abría los ojos a escasos centímetros de mi cara, dejándome apreciar aquel color dorado de lo más intenso.
Miraba mis ojos fijamente, cómo si quisiera meterse en ellos, aunque dada la situación y su estado sospechaba que el alfa quería meterse en más de un sitio, sentía que sus ambiciones iban más allá de mis ojos.
Intenté moverme, apartarlo de mi, crear una situación segura en la que mi integridad física no se viera comprometida, pero como era de esperar, la fuerza de una gamma no se comparaba a la de un alfa y mucho menos un alfa como Jungkook.
Gruñó con fuerza a notar mis intenciones, apretando su agarre a mi alrededor, acercándome aún más a él, consiguiendo que nuestras narices rozaran.
Sus advertencias y actos surtieron efecto en mi pues me quede quieta, admirando cómo su ceño seguía fruncido, cómo sus cejas se arrugaban dando como resultado un rostro de facciones marcadas a la par que atractivas.
Sentía agobio, algo de desesperación, pero el miedo no llegaba a apoderarse de mi cuerpo, quizá era esa parte lobuna de mi que quería que aquel excitado alfa hiciera conmigo lo que tanto deseaba hacer, lo que sus grandes y rasgados ojos pedían a gritos cada vez que estos tomaban un color dorado.
Dejó de mirar mis ojos con aquella intensidad, bajando su rosto a la par que su mirada, teniendo la osadía de posar sus labios sobre mi piel, consiguiendo que el alivio y satisfacción me inundara, todo ello consecuencia del celo.
Posó sus esponjosos labios en mi barbilla, presionando ligeramente antes de bajar, dejándome disfrutar de aquel leve tacto que poco a poco se deslizaba por mi garganta, cómo un agradable cosquilleo, tomando una ligera desviación en dirección a mi cuello, donde dejando atrás su delicadeza , hundió sus incisivos, mordiendo mi cuello superficialmente mientras gruñía con fuerza.
Sentir cómo sus dientes se hundían en mi piel ligeramente, pues no lo hizo lo suficientemente fuerte como para producir una marca, me hizo arquear mi espalda, llevando mis manos a su cuello, enterrando mis dedos en su cabello a la vez que un suspiro inesperado se escapó de mis labios.
Lejos de sentir dolor por aquella mordida, el hecho de que fuera propinada en mi fuente de aroma me hizo sentir placer, satisfacción e incluso un deje de felicidad al notar que alguien se sentía tremendamente atraído por mi aroma, en lugar de sentir asco y repulsión por mi y por lo que era.
Moví mi cuerpo bajo su extensión, buscando el roce, más contacto, algo que aliviara el dolor que sentía, el cual se iba haciendo más intenso con cada minuto que pasaba.
Jungkook sintió mis movimientos, colaborando en mi alivio, abriéndose camino entre mis piernas, separándolas y guiando cada una alrededor de su cintura, dejándome sentirlo por completo aunque hubiera aun ropa de por medio.
En aquel momento la palabra consecuencias no existía en mi cerebro, el celo y mi loba interior se habían apoderado de todo dejando de lado la parte racional de mi mente.
El alfa bajó sus húmedos besos, llegando a mis clavículas, dejando pequeños mordiscos necesitados en cada centímetro de mi sensible piel que sus labios se atrevían a rozar.
Ambos lo suficientemente sumergidos en el pozo de la necesidad y la lujuria como para poner fin a nuestros actos.
No fue hasta entonces cuando comencé a escuchar los golpes en la puerta, tenía la sensación de que aquel sonido había aparecido hace ya algunos minutos, pero me encontraba tan absorta que ni cuenta me había dado.
En breves, sin siquiera sobresaltar a Jungkook, la puerta fue abierta de golpe, permitiendo el paso de alfas, betas y omegas en la habitación.
No se molestaron en saludar o disculparse por haber interrumpido al alfa de la manada, en su lugar Namjoon y Hoseok cogieron con fuerza a Jungkook, consiguiendo separarlo de mi, mientras Jin, Rudy y Taehyung se encargaban de cogerme a mi, sacándome de la cama y arrastrándome hacia el baño, haciendo que perdiera de vista a Jungkook, el cual se encontraba de lo más entretenido luchando por librarse del fuerte agarre al que Namjoon y Hoseok lo tenían sometido.
Cerraron la puerta del baño, mientras Rudy tiraba de mi brazo en dirección a la bañera, me metió en ella con algo de esfuerzo y sin siquiera esperar a que el agua se calentara dejó que esta cayera sobre mi, cogiendo el mango de la fuente de agua y colocándolo sobre mi cabeza.
No pude evitar sobresaltarme al sentir el agua helada sobre mi piel, la cual se encontraba ardiendo, haciendo que el contraste de temperatura fuera aún más notable, consiguiendo que un temblor se instalara hasta en lo más profundo de mis huesos.
Taehyung me miraba sorprendido, con los ojos más abiertos de lo normal, sin apartarlos de mi, por otro lado Jin miraba a Rudy, como si no aprobara del todo el trato que me estaba dando.
Cuando Rudy consideró que ya era suficiente el agua que me estaba echando encima, cerró la llave del agua, haciendo que esta cesara su flujo.
Mi ropa se encontraba empapada, más de lo que estaba antes de que me metieran en la bañera, esta era increíblemente pesada y fría, algo que no ayudaba a aliviar mi sensación de estar cogelándome.
Abracé mi cuerpo, intentando proporcionarme algo de calor, a la vez que cerraba mis ojos con fuerza, el dolor que sentía en mi cuerpo, a causa del celo, aumentaba cada vez más.
Miré a los presentes, encontrándome con tres rostros que observaban con detenimiento cada uno de los movimientos que hacía.
— Estoy en celo —aclaré abrazando mi vientre con mayor fuerza, por si quedaba alguna duda del por qué de mi estado.
— Tranquila, yo y el resto de la manada ya nos hemos dado cuenta, tu olor llega hasta a el ala de los alfas —comentó Rudy con un deje de enojo en su voz.
Escondí mi rostro entre mis piernas al escuchar sus palabras, si el olor de mi celo había llegado hasta el bosque y toda la manada se había percatado de ello eso solo podía significar una cosa, que mi condición de gamma había dejado de ser un secreto.
Sentí mis ojos húmedos y mi cuerpo temblar, no solo por frío, el miedo se había unido también al festival de tembleques, haciéndome sentir increíblemente mareada y adolorida, cada vez más.
Sentí mis oídos taponados, como si mi cabeza se hubiera aislado del resto del mundo, y un fuerte dolor en la zona fuera necesario para conseguir ese aislamiento.
No fui capaz de escuchar lo que decían, solo podía oír un murmullo de fondo acompañado de un portazo final.
Levanté mi rostro, preguntándome si habría tenido la gran suerte de que me dejaran a solas, topándome con la presencia de Tae el cual mantenía aquella sorprendida expresión.
— Eras tú —susurró cómo si aún no pudiera creérselo.
Lo miré sin poder evitar que las lágrimas abandonaran mis ojos, todo el esfuerzo que había hecho hasta ahora para que mi identidad y condición no fuera descubiertas se habían ido a la mismísima mierda.
— Tu eras la niña de la que todo el mundo hablaba, la vergüenza de un padre, la vergüenza de un alfa, tu eres la hija de Sang, la pequeña gamma que iba a su despacho y después era sacada rastras —dijo todo aquello sorprendido, con un pequeño brillo en sus ojos—. Sabía que había algo raro en ti, algo especial, pero no esperé que fuera tanto.
Seguí mirándolo sin decir nada, consideraba a Tae un amigo, que supiera que le había estado mintiendo todo este tiempo me hacía sentir mal, falsa e increíblemente mentirosa, comprendería que quisiera dejar de hablar conmigo, de hecho lo que me sorprendería sería seguir viva después de mi celo como para que pudiera hablarme.
— ¿No vas a decir nada? —formuló cruzándose de brazos ante mi.
— Lo siento —hablé con sinceridad, sentía haberles mentido, pero sin duda lo que más sentía era el miedo y el dolor de saber que todo aquello se acabaría, todo lo bueno que me había pasado en los últimos meses se reduciría a cenizas, todo por la misma razón de siempre, el motivo por el que la desgracia y dolor me perseguían, mi condición de gamma.
— ¿Por qué? —preguntó confundido.
— Por mentirte, por mentiros a todos.
— ¿Por mentir? ¿y qué pensabas? ¿presentarte ante la manada de los Jeon como la hija gamma de los Sang? Suena demasiado suicida, aunque meterte en la cama con uno de los principales enemigos de tu padre tampoco es que sea un paseo por el bosque —habló con una pequeña sonrisa, haciéndome fruncir mi ceño sin entender.
— ¿No estás enfadado conmigo? —pregunté extrañada a la par que esperanzada.
— ¿Enfadarme contigo por que uses tu instinto de supervivencia aunque sea una sola vez en tu vida? No ___, no estoy enfadado contigo. Yo también he vivido en la manada Sang, sé lo que es que la gente sienta asco con tan solo mirarte, puedo imaginar las calamidades que habrás tenido que soportar durante tu estancia allí, los insultos, desprecios y abusos que habrás sentido día tras día sin descanso. No estoy enfadado contigo ___, solo puedo sentir felicidad por ti.
Tae no estaba enfadado conmigo, algo que no creía que fuera capaz de suceder, puede que las personas al final no acaban siendo cómo uno mismo piensa, puede que estas guarden en su interior algo más de bondad de la que nosotros imaginamos.
Todo aquello se sentía cómo el pequeño rayito de sol que se cuela entre las nubes en los días de tormenta, pero aún así no era suficiente, que se sintiera feliz por mi me parecía demasiado irónico teniendo en cuenta mi posición actual.
— Te sientes feliz por alguien a quien van a ejecutar dentro de escasos días, si no es que Jungkook acaba con mi vida antes, o ¿acaso piensas que mi cuerpo será capaz de soportar que un alfa como él me anude? no entiendo a que se debe tu felicidad —confesé con amargura.
— Estoy feliz por ti, porque has conseguido salir de allí y sin siquiera quererlo, sin siquiera buscarlo has encontrado a alguien que te quiere, que te respeta e intenta protegerte de todo lo que sucede a tu alrededor, incluso intenta protegerte de él mismo.
— Cuando sepa lo que soy me castigara, o acaso no sabes cómo son de sagradas las reglas para él, le he desobedecido, no hablé de mis celos con Rudy, no tomé ningún supresor pues no me hacen efecto y también le he mentido, he mentido al alfa de la manada Tae. La última vez me marcó solo por salir fuera sin permiso ¿qué crees que me hará ahora? —recordé con lágrimas en los ojos—. No querrá saber nada más de mi, se sentirá engañado y utilizado —dije esto último ahogando un sollozo, no quería que esto terminara, quería volver atrás y quedarme allí para siempre, quería volver al día en el que Jungkook y yo conversamos por primera vez, quería charlar con él, hacerme la ofendida al escuchar sus reglas mientras comía un filete cocinado por el alfa.
— ___ estás en tu celo, tus hormonas están revolucionadas, no pienses en eso ahora, ya tendrás tiempo de hablarlo con él cuando termine tu celo —intentó tranquilizar—. Te traeré ropa seca para que te cambies —informó antes de desaparecer del cuarto de baño, dejándome allí, ahogada en pena y lágrimas.
Volvió a los pocos segundos con una sudadera de Jungkook y una muda limpia.
— Te esperaré fuera, avísame cuando termines —dejó la ropa en el filo de la bañera en la que me encontraba antes de irse.
Me levanté con dificultad, estrujando la ropa que portaba con el objetivo de que perdiera agua y así se hiciera menos pesada.
Me despojé de mi mojada vestimenta, dejando mi cuerpo desnudo a la merced del frío ambiente, parecía que la frialdad se instalaba en la atmósfera cada vez que Jungkook desaparecía.
Sequé toda mi extensión con la primera toalla que encontré, antes de enfundarme la sudadera de Jungkook, la cual se encontraba impregnada de un increíble olor a chocolate que me fue imposible no aspirar y disfrutar.
Coloqué el resto de prendas que Tae me había traído, saliendo al fin del baño, sujetándome de las paredes para no caer, el omega al ver el estado en el que me encontraba no dudó en correr hacia mi y prestarme su ayuda cogiéndome en brazos, cargándome hacia la cama donde me depositó con sumo cuidado.
El tacto de las sábanas con olor a chocolate me reconfortaban ligeramente, pero no hacían que mi dolor disminuyera.
— Descansa, dormir te ayudará a que las horas del celo se pasen más rápido —aconsejó Taehyung dejando un beso en mi frente—. Si necesitas cualquier cosa no dudes en avisarme —se ofreció regalándome una de sus cuadradas y tiernas sonrisas antes de marcharse.
Hice caso a sus consejos, pareciéndome la mejor opción, cerré mis ojos intentando no pensar, tan solo visualizar un espacio neutro en el que no ocurría nada, concentrarme en los sonidos de mi alrededor con el propósito de dirigir toda mi atención en ellos y no en los pensamientos que evitaba tener.
Finalmente, intentando ignorar el dolor que poco a poco se apoderaba de mi conseguí quedarme dormida, dejando que mi subconsciente volara y me sumergiera en un mundo tan maravilloso cómo era el de los sueños.
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Desperté a causa del dolor que atacaba mi cuerpo, se sentía cómo si centenares de cuchillos se estuvieran clavando en mi piel, dificultando hasta mi movimiento, pues cada vez que me abrazaba a mi misma buscando confort parecía que otro puñal se introducía en mi cuerpo.
No recordaba haber sentido un dolor así en mi vida, era tan desgarrador, tan desesperante que nada podía calmarlo.
Comencé a sollozar con fuerza, sintiendo cómo la almohada se empapaba poco a poco de sufridas lágrimas.
Cerraba los ojos, respirando con fuerza pensando en cómo podría sentirme mejor, cómo podía aliviar aquel insufrible dolor, me sorprendí bastante a mi misma cuando la única imagen que aparecía en mi mente era la de Jungkook.
Estaba segura de que si Jungkook estuviera aquí todos mis males acabarían, me recogería en sus brazos y me protegería de toda malignidad.
Me fue imposible no comenzar a llamarlo, al principio eran pequeños susurros pero conforme pasaba el tiempo y mi malestar aumentaba, el tono de mi voz también lo hacía, llegando al punto de sentir mi garganta arder por estar gritando su nombre con instintiva necesidad.
Cesé mis gritos cuando vi que la puerta de la habitación se abría, esperanzada porque fuera el alfa alcé mi cabeza, encontrándome con un omega de lo más preocupado.
Taehyung se dirigía hacia mi con una bolsa en sus manos.
— ¿Cómo te encuentras? —preguntó lo obvio mientras me miraba con pena.
— No lo soporto —confesé volviendo a mi posición inicial.
— ___ ya sé que duele pero debes dejar de llamar a Jungkook así.
— Lo necesito —sollocé.
— Sabes que él no puede venir, lo han encerrado en el ala de los alfas, no puede salir de allí, tus llantos solo complican más la cosas ___.
Su noticia solo había conseguido que el malestar aumentara en mi, llamando con más fuerza a Jungkook, olvidando por completo todas y cada una de las palabras de Tae.
El omega suspiró resignado, sacando una aguja de la bolsa que portaba en sus manos.
— Esto te hará sentir mejor —aseguró introduciendo aquel líquido en mi cuerpo a través de la aguja—. Es un relajante muscular, en breves dejarás de sentir tu cuerpo y podrás descansar —informó guardando aquella jeringa de nuevo en la bolsa.
Quise creer aquello, pero no podía, si los supresores no surtían efecto en mi un relajante muscular dudaba mucho que lo hiciera.
Esperé junto a Tae, el cual intentaba relajarme frotando mi espalda con cariño, tal y como lo hacía una madre, sabía que él estaba poniendo de su parte para que mi mejora llegara, pero esta, lamentablemente no llegó.
Los minutos pasaban y yo seguía igual de dolorida, igual de cansada y con la misma necesidad de tener a Jungkook a mi lado.
— No funciona —informé sorbiendo mi nariz.
— Pensé que funcionaría —comentó apenado—. Llamaré a Jin, a lo mejor el encuentra remedio para tu dolor.
— El único remedio es Jungkook.
Tae negó con la cabeza abandonando la habitación, apareciendo a los pocos minutos con la compañía de Jin.
El beta se acercó a mí con rapidez, colocando un termómetro en mi boca.
— ¿Tus celos siempre son así? —preguntó mientras esperaba a que el termómetro hiciera su trabajo.
Negué con mi cabeza en respuesta, guardándome la poca energía que me quedaba para poder llamar a Jungkook.
Después de unos minutos Jin retiró el termómetro de mi boca, observando lo que este marcaba.
— 33°C —informó con sorpresa observando mi rostro—. Rozas la hipotermia.
— Jungkook —susurré con la poca fuerza que me quedaba.
— Estas demasiado débil, necesitas un alfa que te de calor —intervino Tae asombrado también por mi temperatura y estado.
El habitáculo se sumió en un largo silencio, parecía que todos se hallaban buscando la manera de hacerme sentir mejor.
Jin me miró con suma seriedad antes de comenzar a hablar, rompiendo aquel largo silencio.
— Te traeré a Jungkook —aseguró antes de desaparecer de la habitación.
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Se vienen cositas en los caps de esta semana 🌚
Aquí les dejo el video que he hecho para esta semana 7u7
[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]
Sin nada más que añadir una servidora se despide.
Gracias por leer 💜💜💜
Love u Sinner ❤❤❤
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