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Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ₁₀

— Voy a sellarte —sentenció Jungkook haciendo que todo mi mundo se derrumbara.

Lo miré enmudecida, preferiría que me arrancara la piel a tiras.

Una lágrima se deslizó por mi mejilla, a penas recordaba la última vez que había llorado frente a alguien.

Jungkook no se movió de su sitio, podía ver la aflicción en su rostro.

Negué con mi cabeza, dejando que mis rodillas se flexionaran y que por consiguiente dejaran mi cuerpo en el suelo, cubrí mi rostro con mis manos, no quería que me viera llorando, como la patética gamma que era.

Noté las pisadas de Jungkook a mi lado, lo escuché suspirar con fuerza antes de levantarme del suelo y estrecharme entre sus brazos.

¿Acaso estaba consolándome? Era como si tu madre te diera un chanclazo y después te diera un besito en la mejilla.

En vez de empujarlo, decirle que no pensaba dejar que me sellara, en vez de chillar mil y una borderías, en lugar de todo eso, me quedé callada, escondiendo mi húmedo rostro en su cuello, haciendo de mi cuerpo una pequeña bolita indefensa, al fin y al cabo era una gamma, por mucho que intentara cambiar aquello la debilidad siempre conseguía aflorar por mis poros.

— Prometo no desobedecer más, hablaré con Rudy sobre mis celos, no saldré fuera sin permiso, te dejaré dormir conmigo todas las noches y no volveré a ser borde y desagradable —enumeré todas y cada una de las cosas que estaba dispuesta a hacer con tal de que no me sellara.

Jungkook me miró con pena a la vez que negaba con su cabeza.

— Eso era lo que debías haber hecho antes, ya es tarde.

— Por favor —supliqué aferrándome a su camiseta—. Por favor —lloriqueé.

— Ya lo he decidido ___ —frotó con su mano mi espalda, intentando reconfortarme—. Ve a la habitación y espera a que llegue Rudy, ella te explicará todo, te bañará y te dará la ropa que necesitas.

— No —negué mientras dejaba que mis lágrimas fueran derramadas—. Por favor Jungkook.

— No lo hagas más difícil —pidió a la vez que levantaba mi cuerpo para cargarme.

Rodeé su cintura con mis débiles piernas, no me hizo falta ejercer demasiada fuerza para agarrarme a él, con el simple agarre que mantenía colocando su mano en mi espalda era suficiente.

Cerré los ojos con fuerza mientras volvía a acurrucarme en su cuello, encontrando en su cuerpo refugio, calor y protección.

Era terriblemente paradójico que me sintiera tan bien a su lado cuando iba a ser él mismo quien me hundiría en la mismísima miseria durante meses.

En pocos minutos alcanzamos su habitación, donde me dejó sentada en la cama.

— Espera aquí a Rudy, no seas mala con ella ¿vale? —pidió intentando soltarse de mi agarre.

Me aferré aún más a él, subiéndome encima, cual lapa pegada a su concha.

— Por favor —supliqué de nuevo.

Jungkook suspiró con pesadez, sentándose en la cama conmigo encima, quedando a horcajadas sobre él.

En otro momento y en otra situación me hubiera sentido nerviosa e incómoda, ahora solo quería que olvidara todo y me perdonara.

— ___ —llamó mi atención, haciéndome alzar mi cabeza para encararlo—. Debes quedarte aquí y esperar a Rudy —indicó con suma paciencia.

— Cenaré todas las noches contigo —sugerí con esperanza.

Esperanza que perdí al verlo negar con su cabeza.

— Debes entender que las normas están para algo, aún no te he dicho nada ni te he castigado por el tema de los supresores, no puedo dejar que te sigas saltando todas las normas que tantos años me ha costado que sean respetadas —explicó con suavidad—. ¿Entiendes por qué debo castigarte?

Asentí en respuesta sorbiendo mi nariz.

— ¿No puedes elegir otro castigo? —intenté librarme del sello.

— No.

— Por favor —ya había perdido la cuenta de cuantas veces le había suplicado.

— Lobita ya está decidido —sentenció—. Ruby te lo explicará todo, obedece lo que te diga ¿vale? Debes estar lista para cuando yo vuelva.

— ¿A dónde vas tú?

Por primera vez Jungkook rompió el contacto visual que manteníamos.

— Cosas de alfas —respondió intentando restarle importancia.

Cogió mi cuerpo dejándolo a un lado de la cama, levantándose.

— Pórtate bien —pidió por última vez antes de dejarme completamente sola.

Quería llorar con más fuerza, chillar hasta quedarme ronca.

Un sello era demasiado importante para mí, un ritual sagrado en el que el alfa sella a su omega, Jungkook me impregnaría con su aroma a chocolate, anulando mi propio aroma para el resto de la población excepto para él.

Me sellaría como suya, dejando que todo el mundo se percatara del olor a chocolate puro ante mi presencia.

Pero aquello no era lo peor de aquel ancestral ritual, lo peor era como se llevaba a cabo y la duración de este.

Estaría meses oliendo a Jungkook, cosa que me hacía sentir rabia, impotencia y ganas de salir corriendo.

Yo no estaba echa para esto, era una gamma no una omega, no quería tener a un alfa, no quería que alguien me proclamara como suya ante todos, lo único que quería era vivir tranquila, sin nadie a mi alrededor.

Con respecto a el procedimiento, no estaba segura de lo que Jungkook haría, es decir, sabía como se impregnaba a alguien con tu aroma, pero había infinidad de formas de hacerlo.

Absorta en mi pensamientos me sobresalté cuando vi a Rudy entrar por la puerta con una bolsa.

Me echó un vistazo antes de negar con su cabeza con cansancio e introducirse en el baño.

— Entra —ordenó asomando su cabeza por la puerta del baño.

No tenía pellejo ni para contestarle por ser tan seca conmigo.

Entré en el baño con la misma velocidad de un caracol, encontrándome a Rudy llenando la bañera de agua.

— Desnúdate —pidió mientras comenzaba a sacar cientos de esponjas y potingues.

— Prefiero bañarme con ropa —respondí titiritando del frío que recientemente había comenzado a sentir.

— No te he preguntado que prefieres, te he dicho que te quites la ropa, tengo que frotarte con la esponjita hasta desgastarse la piel y créeme que no me hace ni chispa de gracia tener que servirte a ti —habló con desagrado, al parecer no era la única disgustada aquí.

"Pórtate bien" recordé las palabras de Jungkook.

No quería llorar delante de ella, no me caía bien, me parecía una seca amargada que la había tomado conmigo desde el día que llegué.

Pero en ese instante la debilidad me atacó y el orgullo se fue a la mierda, dejando que lágrimas comenzaran a rodar por mis mejillas de nuevo.

Obedecí derrotada comenzando a quitar mi ropa, evitando su mirada a toda costa.

— Toma —me tendió una cuchilla—. ¿Podrás depilarte tu sola o tendré que hacerlo yo? —preguntó molesta—. Y no hagas tonterías con ella, no es un juguete —advirtió.

Cogí la cuchilla, no sin antes quedar completamente desnuda ante ella.

Abracé mi cuerpo, cubriéndome con mis manos, si antes tenía frío ahora mismo no sentía ni la mitad de mi cuerpo.

— Tienes que estar completamente depilada —aclaró—. El agua está lista —informó indicando que me metiera en ella.

El agua se hallaba caliente, pero no lo suficiente como para quemar mi piel, haciendo que quisiera ocultarme en ella con rapidez.

Su temperatura conseguía proporcionarme algo del calor que ahora mismo necesitaba.

— Jungkook me dijo que me lo explicarías todo —comenté entre temblores.

— El sello es un ritual ancestral practicado por los alfas desde que el mundo fue creado, el omega será impregnado con su aroma mostrando al resto el enlace que ambos comparten —cogió una esponja mojándola en el agua caliente, añadiéndole jabón sin aroma para comenzar a pasarlo por mis brazos—. El alfa deberá esparcer su semilla por el torso de su omega, impregnándola así con su olor —aquello me hizo sollozar mientras Rudy cogía mi otro brazo.

No quería hacer esto, lo consideraba demasiado aterrador y humillante.

Rudy observaba como me ahogaba entre mis propios sollozos, a juzgar por su mirada, al parecer había conseguido ablandar ligeramente su duro corazón.

— Oye —comenzó a hablar, esta vez sin malhumor en su voz—. Ya sabes que no eres santa de mi devoción, que no te soporto y que no sé que te ha visto para estar así contigo —dijo directa, sus palabras no me afectaron en lo más mínimo, tampoco había dicho algo que yo ya no supiera—.  Pero debes relajarte, todos esos llantos no te van a ayudar y mucho menos a él.

— No puedo evitar querer llorar —me justifiqué secando mi rostros con las manos mojadas, un gesto bastante inútil por mi parte.

— Lo sé, pero no sirve de nada —pronunció suave, dejándome escuchar un pequeño suspiro de cansancio al final—. Él no es como tú piensas.

— ¿Y tú qué sabes qué es lo que pienso de él? —contesté a la defensiva.

— Piensas que va a venir aquí y te va a toquetear como si fueras una muñeca, que se aprovechara de la situación para metertela hasta el fondo ¿me equivoco? —alzó una ceja acentuando aquella pregunta.

Su pronóstico no había resultado del todo erróneo.

— No.

— Lo juzgas demasiado por su condición —acusó—. Si te esforzaras en conocerlo, en saber qué es lo que pasa por su cabeza en cada instante del día, te aseguro que serías la primera en defenderlo cada vez que llegara una omega a juzgarlo tan solo porque es el alfa.

Muy a mi pesar Rudy tenía razón, me había pasado juzgándolo desde que llegué tan solo por ser un alfa.

Sabía lo que se sentía cuando te juzgaban tan solo por tu condición, era lo que me había tocado vivir desde el día de mi presentación.

Al parecer estaba destinada a sentirme mal por cada una de las cosas que decía o hacía, había llegado a la conclusión de que era incapaz de hacer algo bien, algo que dejara de molestar a los de mi alrededor, incluso fingiendo ser una omega era un ser incordioso, puede que lo que estuviera mal en mi no fuera mi condición defectuosa, sino la manera en la que trataba a el resto y me trataba a mí misma.

El silencio reinó en el baño, Rudy frotaba mi piel con rudeza mientras yo me hallaba absorta observando los azulejos que vestían el habitáculo.

Cogí la cuchilla que Rudy me había tendido con anterioridad, comenzando a pasarla por cada esquina de mi cuerpo.

Para que el sello se lleve a cabo es necesario que la omega carezca de barreras sobre su piel, era por eso que no podía poseer vellos ni suciedad.

Dejé caer la cuchilla al suelo cuando terminé, no tenía ganas de hablar, así que me ahorré decir que ya había terminado.

Rudy me tendió una de las esponjas con el propósito de que frotara aquellas zonas en las que no pensaba dejarla frotar.

Pasé la húmeda esponja por mi piel, era tan extraño enjabonar tu cuerpo con un jabón carente de olor.

Una vez terminado el baño más largo que alguna vez había tomado, Rudy me envolvió en una enorme toalla, eliminando cualquier gota traviesa que se paseara por mi cuerpo.

Cepilló mi cabello con más delicadeza de la que pensé, dejando mi pelo más suave que de costumbre.

Pocos minutos después desapareció de la habitación, para aparecer de nuevo con un conjunto de ropa interior blanca, era de lo más simple y sencillo.

El sujetador carecía de aro o forro, era una simple tela fina que cubría lo necesario, al igual que las braguitas con las que hacía juego.

— Vístete —dijo entregando aquel conjunto en mis manos junto a una bata de seda blanca con la cual poder cubrirme—. Te espero fuera —indicó marchándose, dejándome intimidad para poder colocar dichas prendas.

Puse sobre mi cuerpo aquel conjunto, sorprendiéndome al ver que eran de mi talla.

Cubrí mi cuerpo con la bata de seda antes de suspirar entrecortadamente al mirar mi reflejo en el espejo.

Sin querer pensar más en ello salí del baño, viendo como Rudy terminaba de preparar las sábanas de la cama.

— Hace frío fuera —dijo empujándome dentro de la cama y tapándome con las sábanas, esa manía de arropar mi cuerpo parecía que venía de familia—. Encendería la calefacción pero Jungkook es demasiado caluroso.

Asentí en respuesta refugiándome entre las sábanas.

Ambas percibimos un intenso aroma a chocolate, indicándonos que Jungkook estaba al llegar.

No pude evitar sentirme terriblemente nerviosa y asustada.

Mi loba, a pesar de lo mucho que le gustaba Jungkook se hallaba hecha una pequeña bolita de pelo en mi interior, ambas con temor.

Jungkook apareció por la puerta, ceño fruncido, puños apretados, no venía muy contento.

Prácticamente con un movimiento de cabeza echó a su hermana de la habitación, dejándonos a ambos a solas.

Cerró la puerta tras su hermana, apoyándose en esta, dejando escapar un sonoro suspiro de sus labios.

Caminó hasta los pies de la cama, donde se sentó con los codos apoyados en sus rodillas.

Comenzó a juguetear con sus manos sin decir nada, creando un ambiente de lo más tenso.

Mordía el interior de sus mofletes con nerviosismo, clavando su mirada en el suelo.

Todo aquello me hacía sentir de lo más incómoda, fue por eso por lo que decidí romper el silencio.

— Hola —saludé captando su completa atención.

¿Enserio? ¿Le acabas de decir hola?

Debía verme de lo más patética, temblando como un cachorrito, estrangulando las sábanas entre mis manos y diciendo un cordial "hola" al alfa que en breves me sellaría.

— Hola —contestó de vuelta mirándome de soslayo—. Rudy te ha explicado todo ¿verdad? —preguntó volviendo a morder sus mofletes, causando que hoyuelos de lo más tiernos aparecieran en él.

— Si —susurré.

— ¿Tienes alguna duda?

Parecía estar a punto de morir de nervios, no dejaba de moverse.

— ¿Por qué estas tan nervioso? —pregunté descolocándolo.

Mi pregunta le hizo llevar su mano a la nuca y rascar como si fuera un tic.

Pensé que me contestaría pero no lo hizo, en lugar de eso se levantó de la cama, caminando hacia su armario, del cual sacó un caja.

Cargó con dicha caja hasta la cama, dejándola en la mesita de noche que se encontraba a mi lado.

Al abrirla me dejó ver lo que había en su interior, cinturones y jeringuillas.

Un pellizco se instaló en mi estómago haciéndome sudar más de lo normal.

Tapé mi boca asustada y asombrada ¿qué es lo que pensaba hacerme?

Jungkook al ver mis expresiones no tardó en hablar.

— Tranquila, no son para ti —aclaró buscando entre las jeringuillas.

— ¿Qué es eso? —pregunté temblorosa.

— Son los sedantes que utilizo durante mi celo y esto —señaló el cinturón—. Si es para ti, por seguridad —aclaró.

— ¿Me vas a amarrar a la cama?

— No ¿puedes destaparte? —formuló señalando las mantas que me cubrían.

Dudosa retiré las sábanas dejando mis desnudas piernas a la luz, ganándome al instante la mirada de Jungkook, que lejos de ser pudorosa se hallaba más que dorada.

— Estoy nervioso porque tengo miedo —confesó de repente levantando mis piernas, pasando el cinturón por debajo de ellas, no sin antes comprobar la resistencia de dicho cinturón—. Y odio tener miedo.

— Yo también tengo miedo —decidí confesarme yo también, a pesar de que sabía que ese dato no era ningún secreto.

— Se supone que soy un alfa y estoy aquí temblando como una omega —se lamentó negando con su cabeza, apretando el cinturón que unían mis piernas por los muslos.

— ¿De qué tienes miedo? —pregunté sin entender.

Se suponía que la que iba a ser sellada era yo, no él.

— No quiero que me veas y tampoco quiero perder el control delante tuya, aún no has sacado tu verdadero aroma y ya tengo los ojos dorados —mordió sus labios apenado—. ¿Y tú? ¿de qué tienes miedo? ¿de mi? —me miró con ojos de cachorrito, no podía creer que este mismo alfa sería el que me sellara.

— Es extraño, no te tengo miedo a ti, pero esto me da miedo —hablé haciendo referencia al sello.

Jungkook no me daba miedo, pero el sello si.

Cuando terminó de asegurar el cinturón rozó con uno de sus dedos mi muslo desnudo, haciéndome temblar terriblemente, no quería que me tocara, no de esa manera.

— No me excita verte temblar —dijo apartando su mano al ver mi reacción.

Dirigió estas de nuevo a la caja sacando una jeringuilla.

— ¿Vas a ponértela?

— Si —asintió quitando su camiseta por primera vez ante mi presencia, dejándome apreciar lo bien formado que estaba su cuerpo.

Madre mía del amor hermoso y cristo que baje, hasta mi loba que estaba echa una bolita asomó su cabeza para poder observar.

— No quiero mentirte —comenzó a hablar mientras se inyectaba aquel sedante—. Mi lobo es un tanto especial, es demasiado sensible a todos los estímulos de mi alrededor —explicó mientras oía como su voz cada vez se iba apagando más y más—. Un olor, una imagen, una palabra, un recuerdo, todo eso hace que me sea difícil controlarlo —llevó sus manos al cinturón que sujetaba sus pantalones negros—. Pero no significa que no lo haga, no dejo salir a mi lobo desde hace ya mucho —desabrochó el botón de sus pantalones, deslizando a su vez la bragueta—. No mires —pidió haciéndome dar cuenta de que estaba observando sus pantalones.

Cubrí mi rostro con mis manos algo abochornada, que te pillaran mirándole el paquete a un alfa era demasiado vergonzoso.

Sentí como Jungkook se introducía en el interior de la cama, cómo tiraba de las sábana para cubrirse él también.

— Ya puedes abrirlos —informó dándome permiso para abrir los ojos y encontrármelo a mi lado, con las manos sobre su regazo.

El silencio volvió a reinar en la habitación, dejando así que la incomodidad reinara.

— Esto es demasiado violento e incómodo —rompió Jungkook aquel silencio—. Estas demasiado tensa y para nada receptiva, tengo la sensación de que si me acerco lo único que recibiré será rechazo por tu parte —dejó que percibiera su adormilada voz—. Ven —pidió tirando levemente de mi brazo.

Acerqué mi cuerpo al suyo dejando que nuestros muslos desnudos rozaran.

— ¿Qué piensas del sello? —comenzó a juguetear con sus manos.

— Que es asqueroso, no quiero que me restriegues tu semen por el cuerpo, no es agradable —dije de la forma más directa que encontré.

— Lo entiendo, a mi tampoco me gustaría que un alfa eyaculara sobre mi, pero yo no me he saltado las normas, tu si —habló con comprensión antes de restregarme mi error.

— No volveré a hacerlo —dije con suma sinceridad.

— ¿Hasta dónde estas dispuestas a llegar hoy? —cambió de tema.

— No estoy dispuesta a nada Jungkook.

— Entonces no hagas nada, solo quédate quieta —contestó simple.

— ¿No quieres que haga nada?

— No —negó con obviedad—. Mi metabolismo es increíblemente rápido, el efecto del sedante no dura demasiado, cuanto antes empecemos antes terminamos —informó haciéndome pensar en cómo sería Jungkook realmente excitado y sin el efecto de los sedantes—. ¿Me dejas olerte? —peguntó con prudencia.

Que extraño sonaba cada vez que decía eso, parecía propio de un psicópata.

Dejé que mi aroma de gamma hiciera su aparición en la habitación, haciendo que Jungkook, esta vez sin siquiera molestarse en preguntar, me cogiera en brazos y me sentara sobre su regazo.

Llevó su nariz a mi cuello, donde aspiró mi aroma a melocotón.

Colocó una de sus manos sobre mi muslo desnudo, sobresaltándome.

Esta vez no quitó su mano, sino que la dejó ahí, sin moverla, estática.

Posó un pequeño beso en mi cuello, haciendo que me removiera nerviosa sobre él.

— Lobita —me llamó—. Tienes una boca para algo, te pasas el día contestándome, no te quedes tan callada ahora, tus silencios son realmente terroríficos —ronroneó con la voz ronca y adormilada sobre mi cuello.

Aquellas acciones incluso me hacían sentir ternura.

— Sé que quieres decir algo —insistió besando mi cuello de nuevo.

No dije nada, por primera vez en mi vida no quería decir algo, quería quedarme callada y que todo pasara lo más rápido posible para poder olvidarlo.

Jungkook gruñó, apoyando su frente contra mi cuello, dejándome sentir como su mano se movía bajo las sábanas.

Se masturbaría para poder eyacular sobre mi, acto considerado por su parte, pero no dejaba de parecerme inquietante.

— Olvídate de donde estamos —pidió siguiendo con aquel vaivén—. Olvídate de lo que estoy haciendo, olvídate del sello, de todo y de todos, solo piensa en cosas bonitas, en algo que te haga sentir feliz, cómoda y tranquila.

Quise llorar cuando el único recuerdo de tranquilidad que vino a mi mente fue cómo Jungkook me estrechaba en sus brazos hace a penas un día, cómo en la parte trasera de aquel coche me hizo sentir más tranquilidad de la que había sentido en toda mi vida.

— ¿Tienes ese recuerdo? —formuló acariciando mi cuello con su nariz a la vez que aspiraba mi aroma.

— Si —asentí con los ojos cerrados.

— Bien, ahora recuerda todos los pequeños detalles de ese recuerdo, el olor, la temperatura, el sonido, sumérgete en ese recuerdo y siéntete de la misma forma que lo hacías en él.

Obedecí ante su petición, escuchando la música de fondo que Hoseok había puesto en el coche, los pequeños suspiros de un Tae más que dormido, la voz de Jungkook llamándome lobita con sumo cariño.

— Eso es lobita —susurró mientras cogía mi cuerpo con el propósito de colocarlo sobre la cama.

Se colocó sobre mi, poniendo cada una de sus piernas a cada lado de mis caderas.

Cogió mis manos, entrelazándola con las suyas, alzándolas sobre mi cabeza.

Volvió a pegar su rostro a mi cuello, besándolo con suma delicadeza.

Sentía como poco a poco iba dejando castos besos por mi cuello, hasta llegar a mi mandíbula, la cual delineó con sus blanditos labios.

Cada vez conseguía subir más con cada beso, llegando a mi mejilla en apenas unos minutos.

Me regaló un tierno beso de esquimal, rozando mi nariz con la suya, haciéndome reír, contagiándole mi risa.

— ¿Te gustan los besos de esquimal? —preguntó haciéndome abrir los ojos, topándome con unos brillantes ojos dorados y una pequeña sonrisa de lo más adorable.

Asentí en respuesta aún con una sonrisa, provocando que Jungkook volviera a frotar su nariz con la mía.

— ¿Y en los labios? —formuló haciendo que inconscientemente humedeciera con mi lengua los anteriormente nombrados, llamando la atención de Jungkook.

El alfa giró ligeramente su cabeza mientras miraba mis labios, relamiendo los suyos.

Sentir sus tiernos labios sobre los míos despertó a mi loba, dejándome disfrutar de aquel pequeño choque de labios, tanto ella como yo.

Acababa de dejar que Jungkook me besara, increíble pero cierto.

Deslizó sus besos desde mis labios a mi barbilla, continuando por mi garganta y por último deteniéndose en la que era mi fuente principal de segregación de feromonas, mi cuello.

Me sorprendí ligeramente cuando regaló a mi piel un suave mordisco, aunque creo que en ese momento no fue la mordida lo que más me sorprendió, sino las reacciones que mi cuerpo comenzaba a experimentar.

Mi intimidad comenzaba a sentirse como en mis épocas de celo, haciéndome sentir incómoda.

La lamida que Jungkook propinó a mi cuello no ayudó a disipar ese sentimiento, avivando el fuego de una manera única.

— Puedo oler tu lubricante desde aquí —gruñó con una voz de lo más escalofriante, mordiéndome de nuevo.

El siguiente suceso me hizo temer por mi integridad física, mental y por mi vida.

Llevó sus manos al cinturón que mantenía mis piernas cerradas y mi intimidad segura de cualquier intrusión.

Lo abrió como si de una bolsa de patatas fritas se tratase ¿qué clase de cinturón de seguridad era ese?

— No, no, no, no, no —grité con pánico intentando mantener mis piernas cerradas, acción de lo más inútil por mi parte.

Sujetó mis piernas con fuerza, abriéndolas y colocando su cuerpo entre ellas.

Pegó su cuerpo al mío mientras gruñía, dejándome helada, nunca lo había sentido con tanto detalle.

La dureza que acababa de colocar entre mis piernas me había dejado petrificada, su tamaño era colosal, rozaba con ambas caras interna de mis muslos debido a su grosor, haciéndome temblar, la física y yo coincidíamos en que era imposible dejarse penetrar por Jungkook sin morir desgarrada o desangrada en el intento.

Lo más sorprendente de todos sus actos fue cuando comenzó a moverse, rozando mi intimidad, dejándome sentir sensaciones jamás vividas, eran unos cosquilleos extraños, molestos, incómodos, pero sin dejar de ser adictivos, querías sentirlos una y otra vez a pesar de lo raro que era.

Jungkook siguió moviéndose, sin dejar de mordisquear mi cuello.

Empleaba tanta fuerza para moverse, dejando que todo su falo se deslizara por encima de mi intimidad, creando una fricción de ropa interior de lo más delirante, provocando que el cabecero de la cama se moviera incesantemente, chocando una y otra vez contra la pared, a estas alturas más de media manada estaría al tanto de lo que estaba sucediendo en esta habitación.

Jungkook agarró una de mis caderas, con el fin de crear mayor fricción.

Apretaba tan fuerte que se me hizo imposible no emitir un gemido de dolor, llamando su atención, ganándome lamidas y besitos por todo mi rostro en modo de disculpa.

Despejó mi cadera, posando su mano en la cama, desgarrando en mismísimo colchón mientras gruñía.

A pesar de que no quería hacerlo, me fue imposible no emitir sonido alguno ante sus acciones.

Suspirando con fuerza cada vez que Jungkook rozaba puntos de lo más sensibles.

Demasiada agitación, pensaba que me ahogaría por mi propia agitada respiración.

Agarré su cuello en busca de confort, abrazándolo. Jungkook pasó su mano por mi espalda, levantándola escasos centímetros de la cama, evitando que yo hiciera el más mínimo esfuerzo.

Completamente sujeta por él, pegada a su suduroso cuerpo, creí morir cuando mi cuerpo reaccionó por completo ante tanto estímulo.

Gemí su nombre buscando consuelo en él, quien no dejaba de moverse mientras gruñía una y otra vez.

Sentía como mi lubricante natural se escurría por mis piernas al alcanzar el clímax.

Todos aquellos gruñidos fueron sustituidos por un gemido masculino, siendo acallado por un beso en mis labios, todo esto acompañado de el calor que comencé a sentir sobre la piel que cubría mi vientre.

El intenso olor a chocolate que jamás había olido se adueñó de mis fosas nasales dejándome adormilada.

Escuchaba a Jungkook gemir mientras aquel líquido caliente y viscoso se escurría sobre mi piel, impregnándola de su olor.

El alfa parecía no poder moverse, estático, esperando entre gemidos a que su nudo bajara su hinchazón y su eyaculación terminara.

Deshizo el nudo que mantenía mi bata de seda atada, dejando que su semilla abarcara mucho más terreno.

Sentí cómo mi sujetador de tela se humedecía, cómo también mis braguitas lo hacían, era increíble como aun seguía descargándose sobre mi, parecía no tener fin.

Minuto a minuto pasaba el tiempo, mientras Jungkook llenaba mis mejillas y cuello de cariñosos besos.

No podía creer que al fin había terminado de eyacular después de al menos diez minutos, la cama se hallaba prácticamente inundada de semen, a la par que mi cuerpo.

Jungkook siguió sin mover su cuerpo, esperando que su hinchazón bajara.

Me sorprendió tanto que nunca dejara de besar mi piel con sumo cariño, me hacía sentir bien, como si alguien al final de todo me quisiera aunque fuera tan solo un poco.

Supe que la hinchazón de su miembro había pasado cuando dejó que ambos cuerpo cayeran desplomados sobre la cama.

Ahora parecía ser Jungkook él que estaba apunto de ahogarse con su propia respiración.

Me miró con sus ojos dorados, observando mi rostro con detenimiento, mis expresiones y reacciones.

Al ver que le regalaba una minúscula sonrisa decidió devolvermela acompañada de un roce de ambas narices, terminando aquel aparente terrible castigo con un tierno beso de esquimal.

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El sello es algo así como cuando los perros orinan en las esquinas para marcar territorio, lo he llevado al terreno omegaverse y le he añadido un poco de contenido +18 🔥


Gracias por leer💜💜💜

Love u Sinners❤❤❤

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