Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ₃₀
La resiliencia no es un rebote, una cura total ni un regreso a un estado anterior sin heridas. Es la apertura hacia un nuevo crecimiento, una nueva etapa de la vida en la cual la cicatriz de la herida no desaparece, pero si se integra a esta nueva vida en otro nivel de profundidad.
Stefan Vanistendael
–Lobita –llamó con tono ronco, acompañado de un deje desesperado–, te has convertido en la dueña de mis latidos –mordió ligeramente mi cuello causando que mis ojos se cerraran con ímpetu–, y mis sentidos –susurró agarrándome con fuerza.
Sentía como sus manos ardían tras la tela de mi vestido.
No podía decir nada, mis palabras se las había llevado la intensa necesidad de sentirlo a mi lado.
–Lamento mi ausencia estos últimos días, necesitaba tiempo para organizar mi mente y la manada –se disculpó moviendo sus dedos alrededor de mi cintura, regalando ligeros apretones a mi piel.
No fui capaz de apartar la vista de aquellos faros dorados, que me apuntaban directamente, anunciando que después de todo este tiempo en alta mar al fin había llegado a tierra, a casa.
Asentí en respuesta antes de dedicarle una sonrisa, sentía que en ese momento podría perdonarle incluso los crímenes más atroces.
–Aún es algo temprano, la manada Kim ya está aquí pero los Min aún no han hecho su aparición, si te soy sincero me preocupa –confesó Jungkook sacándome de mi burbuja de luz y color.
Se notaba a leguas lo preocupado que lo tenía aquel asunto, su inquietud, la desaparición de aquellos días y el estado de alerta en el que se encontraba cada miembro de la manada.
–¿Qué te preocupa? –inquirí, en los últimos días, la necesidad de saber acerca de las preocupaciones y sentimientos de Jungkook me habían abordado.
Quería ayudarlo, comprenderlo, sanarlo y, por muy contradictorio que pareciera pues él es un alfa y yo una insignificante gamma, quería protegerlo de todos los males que lo acechaban.
–Min Yoongi es una mente inestable, necesito su ayuda o su abstención, pero lo que más martillea mi mente es pensar que pueda aliarse con los Sang –pronunció desviando su mirada a mis labios.
Dudaba por la última opción, no conocía de nada a Min Yoongi, pero si conocía a alguien de sobra era a mi padre, y verlo llegar a un acuerdo con un delta se me hacía demasiado remoto.
Mi padre aborrecía las condiciones defectuosas, sé que no acabó con mi vida en primera instancia porque tenía la esperanza de poder sacar algo de provecho de mí, que acabaría sorprendiéndolo, pero el tiempo fue pasando y mi inutilidad cada día salió más a la luz, decepcionando y asqueándolo cada día más.
A día de hoy me hacía gracia todo aquello, pues al final, si viera mi posición actual estaba segura de que se caería de culo, y no tendría más remedio que tragarse todas y cada una de las palabras que me había dedicado en mis últimos 18 años.
–¿Para qué necesitas su ayuda?
¿Qué tendría Min Yoongi que Jungkook necesitara tanto como para depender de él?
–Para acabar lo que inició Sang –dejó que la seriedad bañará su rostro, haciéndome recordar el fatídico día en el que mi padre decidió atacar nuestra manada en ausencia de alfas–. Una guerra –pronunció helando mi sangre.
Una guerra era sinónimo de muerte, destrucción, dolor y sufrimiento. Requería fuerza, alfas, asesinos, pero también valentía y fiereza.
Todo aquello me aterraba, demasiadas variables de las cuales la mayoría eran mortales, se me encogió el corazón al pensar ¿qué pasaría si Jungkook perdía la vida durante aquella batalla? No había conocido nada bonito durante mi estancia en el mundo hasta la llegada del alfa, no sabía cómo se vería una vida sin su presencia, sin su calor.
–¿Vas a matarlo? –susurré en un hilo de voz temiendo por Jungkook y todos los alfas y betas de esta manada implicados en lo que podría llamarse la mayor matanza de la historia de los licántropos.
–Solo si tú me das permiso –pronunció abandonando mi cintura, quitando los mechones de pelo que cubrían mi pecho, despejándolo.
Miles de imágenes de Jungkook despedazando a mi padre vinieron a mi mente, acompañado de todas las veces que él me había causado dolor, todas las veces que había dejado que la soledad me comiera, que el resto se burlara, que me escupieran insultos, todo aquello había conseguido que la palabra benevolencia no se hallara en mi vocabulario cuando se trataba de él.
–No –respondí tajante–. No quiero que le hagan nada, ni tú ni ningún alfa de esta manada.
–¿Por qué? –formuló dejando que la confusión se adueñara de su ser.
–Porque quiero ser yo quién acabe con él –habló mi loba, tomando el control de mis labios, sorprendiendo a Jungkook de sobremanera, y en parte también a mi pues mal temperamento poseía pero mi cuerpo no estaba dotado para la violencia.
–¿Quieres matarlo? –formuló incrédulo–. Lobita tu no eres una asesina, y no pienso dejar que te manches las manos de sangre, y mucho menos que arriesgues tu vida por alguien que no la merece –gruñó estupefacto.
–Merezco ser yo quien acabe con su vida al igual que el hizo de la mía un infierno, no te lo estaba preguntando Jungkook, de hecho eres tú quien me pregunta a mi, y mi respuesta es no, no te doy permiso para matarlo por que o lo mato yo o no lo va a tocar nadie hasta que te entre en la cabeza de que debo ser yo quien lo hunda en las brasas del infierno de donde nunca debió salir –gruñó mi loba con fiereza.
No era la primera vez que enfrentaba a Jungkook, pero si era la primera vez que mi loba se alzaba con fuerza sin pensar siquiera que la palabra no era una opción de respuesta.
–Jungkook, ya están aquí –anunció Namjoon acercándose al alfa con prudencia, estábamos tan enfrascados en nuestra conversación que no nos habíamos percatado de su presencia.
–Ya discutiremos esto en otro momento –aseguró antes de encaminarse con Namjoon a recibir a los nuevos invitados.
La curiosidad inundó mi cuerpo, reencarnado en una especie de pinza que aprisionaba la boca de mi estómago.
¿Estaría Min Yoongi tan desequilibrado como decían?
La puerta del gran salón se abrió de par en par dejando ver a cuatro personas tras ellas, un delta, un alfa y dos betas en ausencia de omegas.
Un fuerte olor a gasolina nos golpeó a todos los presentes en el momento que aquellos 4 hombres hicieron aparición.
Fruncí mi nariz ante un olor tan fuerte, se notaba a leguas que un delta había entrado en la sala, aquello me hacía preguntarme si mi olor llamaba tanto la atención como la de aquel delta lo hacía.
El salón cayó en un silencio sepulcral, en el que solo se escuchaban los pasos del delta y sus acompañantes.
Jungkook se aproximó a ellos con decisión, cabeza alta, erguido, mostrando lo grande que era, no dejando que la intimidación le rozara los poros si quiera.
–Lamento la pérdida del Alfa Min –pronunció Jungkook aquel pésame, bajando su cabeza y llevando su mano al pecho mostrando lo mucho que lo sentía, mostrando así su respeto.
El alfa agachó su cabeza en respuesta, dando a entender su agradecimiento y que aquel respeto era mutuo, sin embargo el delta no movió ni un músculo, parecía centrado en Jungkook, como si estuviera intentando descifrarlo en una sola mirada.
"A la cola guapo" susurró mi loba cortando la tensión que se palpaba en el ambiente.
El delta tenía el pelo ligeramente largo peinado hacia atrás con elegancia, en su rostro lucía una cicatriz que iniciaba desde su ceja hasta el final de su mejilla, dando ese toque duro y feroz a su rostro que indicaba que no era un lobo que se anduviera con tonterías, al igual que Jungkook.
—¿Dónde está? Quiero verla –pidió el delta mostrando aquella grave voz al mundo, colando un estremecimiento en mi extensión.
–¿A quién? –formuló Jungkook sin entender.
–A la Gamma que tienes escondida –comentó antes de aspirar por su nariz con fuerza, haciendo que sus fosas nasales se abrieran notablemente–. Puedo olerla desde aquí –añadió consiguiendo que Jungkook gruñera en respuesta.
El agobio me carcomió desde las puntas de mis pies hasta el último pelo de mi cabeza, se refería a mi, y a mi loba. No sabía que quería, pero sabía que Jungkook no dejaría que aquel delta me rozara una sola célula muerta del cuerpo.
–Antes de que te pongas a rugir como un celoso posesivo, ella no me interesa en absoluto, digamos que me van más los alfas gruñones –dejó caer con un leve brillo verde en sus ojos–. Solo quiero ver, al fin, a un defectuoso como yo –comentó por último con una sonrisa ladina.
No hicieron falta más palabras para mi, pues al igual que él, la curiosidad me llamaba a verlo, a saber de él, pues lo comprendía, comprendía todo por lo que había pasado y todo el rechazo que había recibido aún siquiera conocerlo de nada.
Di un paso al frente, dejándome ver, y armándome de toda la valentía que poseía me acerqué a ellos, quedando al lado y ligeramente detrás de Jungkook.
Miré a Min a los ojos, dejando que el color gris que portaba en ellos le dejara más que claro que la persona a la que buscaba era yo.
–¿Cuál es tu nombre? –formuló nada más verme, aun con los ojos verdes.
Dudé unos segundos antes de responder, pues no sabía lo que el resto del mundo conocía, o si mi padre o las demás manadas estaban al tanto de que yo era la "omega" de Jungkook.
–Sang ___ –confesé esperando que aquello no causara revuelo.
Mi apellido pareció fascinar al delta, quien empezó a gritar y reír como loco haciendo que de forma instintiva me echara hacía atrás.
El alfa de su derecha lo miraba irritado, como si no pudiera soportar esa risa ni un segundo más.
–Así que tu eres el Karma de papi Sang –habló como pudo secando sus lágrimas– ¿Te escapaste o te desterraron?
–Me desterraron –me sinceré recordando ese día como si fuese ayer, cuando corrí por mi vida entre árboles en busca de un matorral en el que esconderme de los alfas de mi padre.
–Me estas diciendo que te desterraron y tu en vez de morirte en el bosque te metes en la manada enemiga de tu padre, seduces al gran alfa, siendo un puto melocotón andante, y te lías con él –dijo todo aquello intentando contener la sonrisa que no podía ocultar de sus labios.
Visto de esa manera parecía que fuese una super espía, una loba despampanante de múltiples habilidades la que había conseguido todo aquello, sin embargo la realidad era muy distinta.
–Bueno es...–no me dejó terminar.
–Te acabas de convertir en probablemente la única loba que respeto y admiro –hizo una reverencia antes de dirigirse a Jungkook, sorprendiéndome pues nunca me habían alabado delante de tanta gente–. Sé que quieres algo y me importa una mierda quién o qué tan fuerte e invencible seas, la única razón por la que tu y yo vamos a mantener una conversación es porque además de asesinar a todos los deltas que te encuentras a tu paso, has sido capaz de aceptar a una gamma en tu manada y mantenerla de una una pieza –gruñó.
Alfa y delta mantuvieron la mirada fija el uno en el otro, Jungkook no había emitido sonido alguno tras el pésame rechazado.
Se podía notar la tensión en la sala, Jungkook me dijo alguna vez que él elimina lo que no sirve, las palabras de Yoongi me confirmaron que todo lo que el alfa decía era cierto. Jungkook no toleraba a los deltas pues los consideraba un peligro y así era.
–Bueno señores ¿Qué tal si pasamos a la sala de reuniones? Tenemos mucho de lo que hablar –interrumpió Namjoon intentando apaciguar el ambiente.
Alfa y delta seguían sin quitarse el ojo de encima hasta que Jungkook tomó la iniciativa echándose a un lado, permitiendo el paso a Min Yoongi quien comenzó su paso no sin antes echar una mirada amenazadora a Jungkook.
Entendía que se comportara así, si Jungkook se dedicara a matar a cualquier gamma que se cruzara por su camino, nuestra relación sería muy diferente.
Anduve detrás de ellos, no sabía si estaba invitada a aquella reunión, pero teniendo en cuenta que hablarían de cómo matar a la que un día fue mi manada quería estar presente.
Jungkook giró su cabeza percatándose de que seguía sus pasos, pensé que al verme me echaría, pero en su lugar detuvo su marcha, esperando que lo alcanzara para poder pasar uno de sus brazos por mi cintura y atraerme hacia él.
–No te separes de mí, por favor –pidió acercando su rostro a mi oído.
Asentí en respuesta regalando una leve sonrisa.
–No me va a hacer nada.
–Lobita, cuando entremos en esa habitación no tendremos nada por seguro –dejó ver la preocupación en su rostro.
Volví a asentir, pues no era momento para llevar la contraria y lo cierto era que yo tampoco conocía a Min yoongi.
Nos adentramos en la sala, alfas, betas, el delta y yo. Esta poseía una gran mesa, decorada con grandes sillas a su alrededor.
Todos los presentes tomamos asiento, yo al lado de Jungkook, quien encaraba al delta en el otro extremo de la mesa.
No pude evitar sentir la excitación corriendo por mis venas, me hallaba sentada junto a los altos mandos de las manadas, como si fuera una más de ellos.
–¿Qué es tan importante como para que me metas en esta espantosa habitación? –inquirió Yoongi levantando una ceja, aquella que era atravesada por una cicatriz.
Me preguntaba cómo se la había hecho, al igual que la cicatriz que Jungkook lucía en su rostro, debieron sufrirlas a muy temprana edad, pues teniendo en cuenta sus condiciones, de haberlas pasado de adulto estas no tendrían lugar.
–El alfa Sang tiene ligeras sospechas de que ___ se encuentra en esta manada, le pareció olerla un día en un centro comercial, a raíz de ahí atacaron la manada durante una de las salidas de caza de los alfas, por suerte no tuvimos que lamentar ninguna perdida, y nadie de la manada Sang salió con vida de estos muros como para confirmar sus sospechas –relató Jungkook confirmando que mi padre si llegó a olerme aquel día, quizás aquella era la causa de la ausencia del alfa durante nuestro día de compras, y quizás por eso nos perseguía aquel coche con los alfas de mi padre, me buscaban a mi; pero no entendía el porqué.
–Así que Papi Sang sospecha pero aún no tiene nada en claro. ¿Qué propones?
–Entrar en la manada y matar a los alfas –planteó con seriedad.
Yoongi río ante la propuesta de Jungkook, negando con su cabeza.
–¿Y quieres que yo te ayude a matarlos a todos porque están buscando a tu melocotoncito? –bromeó, al parecer aquel delta no se separaba del sentido del humor, incluso cuando este no estaba invitado a la reunión.
–Así es –gruñó Jungkook–. A cambio ordenaré a mis lobos que dejen de matar o atacar a los deltas –cedió sorprendiéndome.
El delta frunció sus labios ante las palabras de Jungkook sopesando la propuesta del alfa.
–¿Por qué quieres matarlos a todos? No es que me suponga un problema, adoro la sangre –aclaró–, pero se me hace demasiado raro y arriesgado que un alfa como tu quiera poner en peligro su manada solo para matar al padre de su gamma ¿Qué más hay Jungkook?
El silencio reinó en la sala durante unos segundos, siendo finalizado por un suspiro de Jungkook.
–Es personal.
–Cuéntamelo o no moveré ni un solo dedo por ella, por mucho que la admire –pronunció Yoongi amenazante, señalándome.
–Sang vendía omegas a mi padre, he visto todo lo que les hacían durante mi niñez y parte de mi adolescencia, ya tenía pensado matarlo desde mucho antes de conocer a ___, ella tan solo es un recordatorio de que debo hacerlo, ahora más que nunca.
Sus palabras me sorprendieron, sabía que mi padre se dedicaba a ese tipo de cosas, me hubiera vendido a mi si ante sus ojos hubiera valido para algo.
Me entristeció saber que Jungkook había visto esas cosas, el sufrimiento, la tortura, el abuso, todo aquello a tan temprana edad, eso explicaba algo del porqué de su comportamiento y obsesión por la protección, por cambiar lo que antes reinaba en lo que era su hogar.
Jungkook era un niño traumado, al igual que todos los que estábamos en aquella sala.
–Lloraría por tus intenciones si tuviera sentimientos –espetó con una amarga sonrisa–. El cachorro que nunca se presentaba, ese era Jeon Jungkook, una vergüenza para su padre –alzó la voz sin sentido alguno–. Me alegra saber que todos aquí tenemos algo en común, tú, ella y yo somos más parecidos de lo que piensas, tu padre y el mío ya están muertos y ahora vamos a por el de ella.
–¿Eso significa que cuento con tu apoyo? –formuló Jeon con pausa, me sorprendía su templanza a la hora de hablar con Min.
–Aun no, tengo dos preguntas más ¿Quién le dará el toque de gracia al pobre señor Sang?
Toquetee nerviosa los adornos de mi vestido, quería alzar la voz pero aguardaría, pues aquello aún era una conversación que Jungkook y yo teníamos pendiente.
–Ella –me señaló Jungkook haciéndome dar un respingo.
El delta chillo saltando de su asiento, mientras aplaudía, antes de hacerme una reverencia, en estos momentos él y mi loba podrían ser hermanos separados al nacer.
–Jimin, fíjate bien en su cara, quiero que cuando lleguemos a casa le hagamos un altar a esta loba –carcajeó haciendo bufar al alfa al que se dirigía.
Ese tal Jimin tenía pinta de no poder aguantar más la presencia del delta.
–Y una última pregunta, no la cagues al final Jeon Jungkook –advirtió–. ¿Cómo es posible que siendo un alfa te guste el fuerte olor de una gamma? Tenía entendido que solo los deltas y betas podíamos soportar tan empalagoso olor.
–No lo sé, es algo que yo también me pregunto, tampoco se ha visto nunca a un alfa que no necesite mostrar a su lobo para mantener la paz en su manada, hay cosas que no tienen explicación, simplemente suceden –contestó con tranquilidad.
Yoongi asintió en respuesta, con un rostro no muy convencido.
–¿Para cuando planeas el ataque?
–Cuando comience el invierno, los Sang pertenecen al sur, el frío sería una ventaja para nosotros, además de que dado el caso de que no logremos vencer en batalla podemos iniciar una guerra de asedio, y simplemente esperar a que caigan.
Al parecer Jungkook hacía tiempo que planeaba el ataque, o al menos la leve idea de llevar a cabo uno.
–Jimin y yo vendremos en unos meses para concretar, acabo de llegar al poder, necesito tiempo para ponerme al día.
–De acuerdo –el alfa se puso en pie–. Si no tenéis más propuestas es hora de continuar con la fiesta –comentó Jungkook aun con seriedad, pero podía verse una incipiente satisfacción en su rostro.
–En realidad sí que tengo una, más que una propuesta es una imposición –sonrió de forma macabra–. Cuando la gamma acabe con Sang, quiero su corazón.
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Lamento la tardanza Sinners, me han surgido problemillas familiares esta semana y no he tenido mucho tiempo para escribir.
El capítulo no acababa ahí, faltaba aún una parte que se que quieres leer, pero si no sería otro día más sin actualizar y el capítulo se quedaría demasiado largo, ya tiene 3.000 palabras, por lo que añadiré esa parte al siguiente cap.
Muchas gracias por esperar por esta novela💜💜💜💜
En este capítulo hacen aparición Min Yoongi y Park Jimin, protagonistas de la novela Taxia que subiré próximamente.
Muchas gracias por leer💜💜💜
Love u Sinners ❤️❤️❤️
Pd: nos vemos el viernes 🧡
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