Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ₂₂
[Situación en el tiempo: Hoseok lleva a su habitación a un Taehyung magullado después de la intrusión de alfas de la manada Sang en la fortaleza.]
Kim Taehyung
Sentí como el sueño abandonaba mi cuerpo a causa de la cantidad de horas dormidas, sin embargo toda mi extensión y mente me pedían a gritos quedarme un poco más, disfrutar de las suaves sábanas que me cubrían, del calor que me abrazaba y de el olor a bosque fresco que se colaba por mis fosas nasales, aquello era lo más parecido a respirar tranquilidad y protección que podía encontrar en las 7 hectáreas de bosque más cercanas.
Unos dedos se aferraban a mi cintura, casi marcándola, haciéndome prisionero de un agarre del que no tenía intención de escapar.
Me removí, intentando estirazar mis extremidades, topándome con un intenso dolor que cubría todos mis músculos, haciendo que el alfa que había tenido la osadía de estamparme contra la pared estuviera presente en mi pensamiento, y no solo aquel estúpido alfa sino todos los alfas que pertenecían a la manada de los Sang, hasta el punto en el que no me llegaría a sentir culpable si se llegaran a extinguir.
Entreabrí mis ojos con sutileza, consiguiendo que la claridad comenzara a colarse en mi campo de visión, permitiéndome observar más allá, dejando que una nariz de lo mas perfilada me diera los buenos días, acompañados de un par de ojos naranjas.
No pude evitar que la sorpresa inundara mi rostro, jamás pensé ver aquellos ojos de color naranja, quiero decir, verlos en una cama en la que yo también me encontraba en lugar de un campo de batalla.
No sabía que decir, aquella sorpresa había logrado hacerme enmudecer.
Me tomé la libertad de poder observar su anaranjado iris, notando ese pequeño a la par que bonito detalle, aquellas sutiles franjas amarillas que lograban crear una mirada mucho más avivada, mucho más ardiente.
— Buenos días —susurró con una voz ronca característica del despertar.
No sabía por qué la voz no emergía de mi garganta, el caso es que me hallaba balbuceando como estúpido sin conseguir pronunciar algo entendible o descifrable para el alfa.
Hoseok sonrió con ternura ante mis inútiles actos, mostrándome aquellos adorables hoyuelos que con gusto adornaban la tersa piel que cubría sus mejillas.
— ¿Cómo te encuentras?—preguntó sin apartar su mano de mi desnuda cintura.
— Bien —logré pronunciar tras varios segundos de meditación—. ¿Dónde esta los demás? —formulé recordando todo lo sucedido el día anterior.
— Jungkook chocó con su lobo, pero esta bien, creo que ___ esta cuidando de él —resumió con habilidad.
Cubrí mi boca con asombro, preocupándome por Jungkook al instante.
— Le arrancó la mandíbula al alfa que te hizo daño —informó haciendo que me sorprendiera aun más.
— Es un buen alfa —susurré aun conmocionado por la reciente información.
— Lo es —coincidió conmigo Hoseok—. Nunca había visto a alguien como él, tan fuerte, tan firme y recto, es un alfa de verdad, cumple con toda definición de lo que debe ser un buen alfa —comentó Hoseok con orgullo.
Aquello era normal, no conocía a alguien en aquella manada que no se sintiera orgulloso del alfa que nos dirigía.
— Tu también eres un buen alfa —premié siéndome imposible quedarme callado.
Cada vez que miraba a Hoseok algo se movía dentro de mi, haciéndome sentir un pellizco de lo más extraño.
— Solo soy un alfa más en una gran manada repleta de preciosos omegas.
— Cuando te miro veo algo más que eso —confesé queriendo morder mi lengua a instante en el que las palabras salieron de mi boca.
Hoseok no apartó su mirada de mi cuando escuchó aquellas palabras, dejándome ver un pequeño brillo que comenzaba a instalarse en sus hermosos ojos rasgados.
Aquella fue la única respuesta que recibí de Hoseok, sus ojos decían a gritos infinidad de cosas, palabras que sus labios se encargaban de callar pues de ellos no salieron ni una triste consonante.
— Eres un omega precioso, debes tener decenas de pretendientes llamando a tu puerta deseosos de que les regales aunque sea una mirada, no deberías perder tu tiempo mirando a alguien como yo —pronunció aquellos afilados puñales que poco a poco se clavaban en mi corazón—. Debes encontrar a un buen alfa, uno sin prejuicios que te quiera por lo que eres.
Su boca decía una cosa, pero sus ojos reflejaban otra muy diferente y aquello causaba en mi enfado, rabia, impotencia y tristeza.
Me enfadaba que fuera así, que me rechazara, que intentara dar por hecho que él no es para mi cuando es lo único que necesito, me hacía sentir impotente, pues no era nadie para exigirle nada, y eso me entristecia pues yo quería ser alguien para Hoseok, ese alguien que hace que tus ojos brillen, una sonrisa se cuele en tus labios y un pellizco aparezca en tu estómago tan solo con una mirada o el simple hecho de escuchar su nombre.
— Si no quieres que pierda el tiempo mirando a alguien como tu por qué estamos desnudos en la misma cama, por qué me traes a la que supongo que es tu habitación, por qué me proteges y me das calor si no te intereso, tienes razón debería encontrar a un buen alfa, uno que sepa lo que quiere y no se deje llevar por una nefasta educación ya prescrita —solté todo aquello con gran indignación importándome bien poco que él fuera un alfa unos años mayor que yo al que debía guardar respeto.
Sin añadir nada más a aquel discurso me levanté de la cama, tirando con fuerza de las sábanas para poder cubrirme con ellas, no le daría el lujo de observar mi cuerpo después de un rechazo.
Sin siquiera mirarlo a la cara abandoné su habitación, cruzando el umbral de la puerta con lágrimas en mis ojos.
No había peor dolor que el de la no correspondencia.
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Sang ____
Después de aquella conversación en la bañera, la cual me había dejado más aturdida de lo que había gustado, Jungkook me sacó de ella con sumo cuidado, dejando que rodeara sus caderas con mis piernas.
Cogió una de las toallas blancas que había en una preciosa estantería de madera, sin dudar en envolver mi cuerpo en ella, dejando que aquella suave tela de rizo absorbiera todas y cada una de las gotas que se deslizaban por mi desnuda extensión.
Cargó con mi cuerpo ya seco hasta llegar a la habitación, me sorprendía gratamente que no me soltara incluso cuando se encargaba de abrir el armario para sacar una prenda con la cual cubrirme.
Sin mediar si quiera palabra deslizó aquel jersey de lana por mi cabeza, pasando cada uno de mis brazos por las anchas mangas, dejando caer finalmente aquella esponjosa a la par que calentita tela, mostrando lo grande que era Jungkook, pues era el propietario del jersey, y lo pequeña que era yo.
Con tan solo aquel jersey me llevó hacia la amplia cama, depositándonos a ambos bajo las sábanas.
Me encantó sentir aquello, como Jungkook me arropaba para después acurrucarse junto a mi, dejando que yo apoyara la cabeza en su pecho mientras él hundía su rostro en mi cabello, sentir como las hebras de mi pelo eran movidas a causa de la incesante a la vez que calmada respiración del alfa.
Notar como sus fuertes brazos se ceñían a mi alrededor, apretándome contra su cuerpo, apretón que más que posesivo se sintió reconfortante, tranquilizador.
Cerré mis ojos agotada, este celo había sido el más devastador de todos, en el que más descontrolada me había sentido y el que más cansada me había dejado.
Respiré hondo una vez más antes de dejarme llevar por completo por el cansancio y el sueño.
.
.
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El frío me golpeo a la mañana siguiente, abrí mis ojos perezosa encontrando una cama vacía, nunca llegué a pensar que lo que más odiaría de abrazar a Jungkook, que lo que más odiaría de quedarme dormida en sus brazos sería la hora en la que tendríamos que separarnos, ese sentimiento de tenerlo todo cuando estaba a su lado, siendo arrebatado de golpe en el momento en el que se aleja, como si me lanzaran un balde de agua helada a la cara.
Me reincorporé en la cama sintiendo como el característico dolor del celo había desaparecido, siendo sustituido por unas terribles agujetas en mis piernas y caderas, el sobreesfuerzo de ayer pasaba factura de una manera un tanto irritante.
Me sorprendió bastante que no hubiera rastro de mi celo, mi intimidad dejaba de sentirse increíblemente húmeda, la intensidad de mi meloso olor había disminuido y ese deseo que ayer me abrasaba desde mis entrañas hasta el exterior de mi cuerpo se había disipado.
Parecía que mi celo se había concentrado y había tenido lugar en un solo día, dejándome algo descolócala pues no era lo habitual, de no ser por mi condición de gamma incluso llegaría a preocuparme, pero teniendo en cuenta lo increíblemente irregular que podía ser el celo de una gamma deje pasar aquello por alto, no dar más importancia de la que tenía.
Me levanté de la cama, dispuesta a ir al baño, encontrándome en la mesita de noche una pequeña hoja con un ligero aroma a chocolate.
Con una sonrisa en el rostro cogí aquel papel, comenzando a leer las letras que había escritas en él.
Lamento no haber podido pasar la noche a tu lado, mi celo se acerca así que no lo veía seguro.
Estaré todo el día en la sala de entrenamientos de los alfas más avanzados por lo que no podremos vernos, si necesitas cualquier cosa Jin estará a tu disposición las 24 horas del día.
— JK.
Pd: he tenido que ordenar que traigan una tonelada de melocotones, tengo la esperanza de que comiéndome cada uno de ellos disminuyan mis deseos de comerte a ti de nuevo.
Terminé de leer aquella carta con un terrible sonrojo plasmado en mi rostro, casi se me olvidaba que ayer en esta misma cama Jungkook se hundía entre mis piernas llevándome a un estado de placer que ni siquiera sabía que existía.
Me había visto desnuda, deseosa y con ganas de hacerlo disfrutar a él también.
Cerré mis ojos con fuerza sintiendo como la vergüenza me cubría de pies a cabeza, pero aquello no fue nada comparado con todo lo que sentí cuando recordé aquella bonita frase que me dedicó, aquel me encantan tus ojos refiriéndose a mis brillantes ojos grises de gamma se había quedado grabado en mi memoria.
Jamás pensé que alguien me diría algo así, que a Jungkook le gustara mi olor, mis ojos, mis impertinencias y mi forma nefasta de tratarlo me hacía sonreír de felicidad entre lágrimas, se sentía tan irreal, demasiado perfecto para ser real, demasiado bonito para alguien como yo.
Que las cosas fueran bien, que Jungkook no tuviera pensado matarme por ser quien era, que Taehyung me aceptara a pesar de haberle mentido, todo aquello me hacía temer pues todos sabíamos que las bestias entraban en calma, se agazapaban con sigilo antes de cazar a su presa.
Respiré hondo, dejando la carta donde la había encontrado antes de dirigirme al armario y colocar sobre mi unas braguitas y un pantalón negro ancho.
Me miré en el espejo momentáneamente, parecía una vagabunda zarrapastrosa con el pelo revuelto y ropa tres o cuatro tallas más grandes de la mía.
— Es lo que toca —susurré frente al espejo dirigiendo aquellas palabras a mi misma mientras me encogía de hombros.
Salí de la habitación dispuesta a encontrarme con Jungkook, no sabía exactamente el por qué pero quería verlo al menos una última vez antes de que se encerrara durante días en el ala de los alfas a causa de su temido celo.
Caminé por los desolados pasillos, dándome cuenta de que no tenía ni idea de donde se encontraba la sala de entrenamientos para alfas avanzados.
Aquello no fue un impedimento para seguir caminando, mirando todas y cada una de las puertas, la única que me sonaba era la de la cocina por lo que decidí entrar en ella.
Solo me hizo falta poner un pie en aquella habitación para morirme literalmente de la vergüenza.
Cajas y cajas repletas de melocotones eran apilados en una de las esquinas de la cocina.
— No sé que le habrá dado al alfa ahora con los melocotones —comentó un beta que cargaba una caja llena de ellos.
Mordiendo mis labios ante tal embarazosa situación decidí preguntar a aquellos betas acerca de donde se encontraba la sala de entrenamiento para alfas avanzados.
— Hola —saludé con educación viendo como al beta se le caía la caja de las manos al verme antes de agachar su cabeza, como si acabara de ver al mismísimo diablo en persona—. ¿Sabes dónde esta la sala de entrenamiento para alfas avanzados? —pregunté extrañada al ver la reacción del beta.
— Segunda planta, quinta puerta del lado derecho de pasillo —contestó con rapidez—. No esta permitida la entrada de omegas a esa zona —añadió con temor.
No entendía muy bien a qué se debía su reacción, desde que Jungkook me selló el resto de lobos me mostraban su respeto pero jamás había mostrado miedo ante mi.
— No soy una omega —contesté con unas palabra que nunca pensé querer decir.
Dicho aquello viendo como el beta ni siquiera levantaba su rostro del suelo me marché.
Segunda planta, quinta puerta del lado derecho, repetí en mi mente buscando las escaleras que me llevarían a la segunda planta.
Me hizo gracia ver una cinta que prohibía el paso, con un cartel bastante grande en el que se podía leer perfectamente prohibido el paso de omegas.
Me encogí de hombros ante aquella advertencia, no era una omega por lo que técnicamente el paso no estaba prohibido para mi.
Sonreí con malicia, nunca pensé que mi condición me sirviera para algo más que para atraer desgracias.
Me agaché para poder atravesar la cinta, comenzando a subir las escaleras pausadamente, observando la decoración.
Las paredes dejaron de ser de piedra para fundirse en un oscuro negro dando una imagen aun más tétrica al lugar.
El ambiente se hallaba cargado, era una mezcla de sangre, sudor, hormonas alborotadas, miedo, fuerza, valentía, todo aquello formando un cóctel de aromas que te dejaba de lo más abrumada.
No podía evitar que mi piel se erizara al escuchar un fuerte gruñido procedente de una de las habitaciones, quizás estaba prohibido el paso a los omegas por algo, temía que ese algo fuera seguridad.
No dudé en seguir mi paso, contando las habitaciones hasta llegar a la quinta, donde se suponía que se encontraba Jungkook.
Respiré hondo, sequé el sudor de mis manos en mis anchos pantalones y me preparé para todo lo que podría encontrarme tras esa puerta.
Agarré el pomo de la puerta y con un tembloroso gesto lo giré haciendo que la puerta se abriera y un intenso olor a alfa me golpeara.
El calor que desprendía aquella habitación era tal que me sorprendía que no se hallara en llamas.
Eché un vistazo con mis curiosos ojos encontrándome con una escena que me hacía entender el por qué del calor tan intenso que aquella sala emanaba.
Sabía que aquella sala estaba repleta de alfas, el olor me lo decía, pero yo solo era capaz mirar a uno de ellos.
Jeon Jungkook, con el torso completamente descubierto, portando únicamente unos pantalones de basket. Golpeaba un saco con sus manos desnudas bajo el ritmo de plastic de Jaden Smith.
Veía como los músculos de su brazo se tensaban con cada golpe, como las gotas de sudor bajaban por su abdomen y como su ceño se fruncía ante aquel saco, parecía estar de lo más concentrado.
Me quedé embobada mirando como el alfa terminaba de romper aquel saco relleno de arena, como se abría la tela dejando que su interior se esparciera por todo el suelo.
Abrí mi boca impresionada, cerrándola en el momento en el que el aparente concentrado alfa clavaba su mirada sobre mi.
Me miraba con el ceño fruncido, sus ojos tremendamente dorados y su respiración bastante agitada.
Tragué saliva ante la imagen de un agitado Jungkook caminando hacia mi, daba cada paso con demasiada decisión, demasiada seguridad haciéndome sentir cada vez más pequeñita.
Llegó hasta la puerta sin detener su paso, empujando su propio cuerpo con el mío, obligándome a retroceder viendo como cerraba la puerta detrás de nosotros.
Miré desde abajo su expresión, como se detenía delante de mi, suavizando ligeramente su fruncido ceño.
Se separó ligeramente de mi, bajando su mirada por todo mi cuerpo, jamás había visto a Jungkook mirarme de aquella manera tan...oscura, llena de segundas intenciones las cuales carecían de inocencia.
Volví a tragar saliva con fuerza cuando detuvo su vista en mi intimidad, relamiendo sus labios de una manera demasiado lasciva.
— Hola —rompí aquel silencio sabiendo que Jungkook no lo haría, parecía demasiado ocupado comiéndome con la mirada.
El alfa cerró sus ojos con fuerza, como si estuviera tratando de controlarse.
— Si supieras lo peligroso que es estar aquí no habrías cruzado la cinta que prohíbe el paso —pronunció con voz ronca haciéndome estremecer.
— Yo... —titubeé, no sabía como decirle que había ido hasta allí solo para verle a él, parecería que estoy colada por o algo por el estilo—. ¿Cómo estas?
— Sería demasiado grosero decirte con detalle como me encuentro en este mismo momento, digamos que he roto 9 sacos en lo que llevamos de mañana y las ganas de arrancarte la ropa no se han disipado ni un poquito, me he comido una caja entera de melocotones por no comerte a ti y mejor no mencionar los dolores.
Me sentí mareada ante tanta información, al imaginar a Jungkook de nuevo entre mis piernas, saciando su sed.
— Yo pensé que estarías más tranquilo ¿cuándo es tu celo? —formulé con intriga, por su estado parecía que entraría en celo en breves horas.
— En dos días —susurró casi con miedo—. No soy capaz de mirarte sin imaginarte desnuda —gruñó frustrado llevando sus manos a su cabello, desordenándolo.
Se dio la vuelta dando leves tirones de su cabello mientras gruñía antes de acercarse a mi de nuevo, apretándome con su cuerpo contra la pared, todo aquello sin posar sus manos sobre mi.
— Debes ir a la habitación, y quedarte allí durante estos dos días, por favor no te muevas de allí y mucho menos te acerques ni a esta zona ni al ala de los alfas —pidió casi con una súplica lastimera, parecía desesperado—. ___ no pisaras el ala de los alfas bajo ningún concepto, si te lo piden con suplicas te negaras ante sus demandas y te quedaras en la habitación, aunque me escuches gritar de dolor, aunque llame tu nombre hasta quedarme ronco permanecerás en la habitación. Promételo.
Me quedé callada ante sus palabras, procesando todo lo que me había dicho.
— Promételo —insistió pegando su frente a la mía—. Por favor.
— Te lo prometo —susurré contra su rostro.
El alfa permaneció a mi lado, dejando que el sudor con olor a chocolate que desprendía se impregnara en mi ropa.
Pasé mis manos por su nuca, acariciando con las yemas de mis dedos su desnuda piel.
Jungkook se estremeció ante mi tacto además de pasar sus grandes manos por mi cintura, rodeándome, pegándome aun más a su cuerpo, permitiéndome sentir lo excitado que se encontraba.
Lejos de sentir asco el único sentimiento que venía a mi cada vez que estaba con él era el de ternura, puede que fuera un gran alfa, temido por todos los lobos de la manada, sanguinario, un asesino despiadado que no dudaba en quitarle la vida a aquellos que no hacían las cosas bien. Jungkook podía ser mucha cosas, pero la manera tan delicada que tenía de sostenerme, como si me tratara de una frágil muñequita de cristal y él tuviera miedo de romperme, la manera en la que me hablaba, como había permanecido en silencio todo este tiempo sabiendo la verdad, viendo como le mentía en la cara con sumo descaro, la forma en la que posaba sus labios sobre mi piel, siempre cargado de excitación sin llegar nunca a abandonar el cariño, todo aquello me hacía querer acariciarlo, estrecharlo entre mis brazos y susurrarle al oído que todo estaría bien, que no pasaría nada durante su celo, pues aunque Jungkook poseyera una fuerza descomunal y una fiereza estratosférica también necesitaba que alguien le diera la mano y dijera que todo saldría bien.
Mis caricias en el cuerpo de Jungkook parecían tener un poder tranquilizador, pues cada vez que lo hacía notaba como su cuerpo completo se destensaba, como relajaba sus brazos, sus piernas, su cuello, mostrando una imagen de verdadera tranquilidad.
Me separé ligeramente de él, pudiendo observarlo a los ojos.
— No pasará nada que tengamos que lamentar, te lo prometo —hice aquella promesa dejando que la verdad dieran voz a mis palabras.
El alfa me regaló una pequeña sonrisa, haciendo que los adorables hoyuelos que poseía en sus mejillas se acentuaran un poco más.
Besó fugazmente mis labios antes de separarse por completo de mi.
— Deberías volver ya a la habitación —pidió con calma—. Haré que Jin te lleve una bandeja repleta de cosas ricas.
"Acaso él se va a montar encima de la bandeja" susurró mi loba con una ceja alzada haciéndome reír de la vergüenza.
Asentí cubriendo mi boca con mis manos contagiando aquella sonrisa a Jungkook el cual dudaba que supiera el por qué de aquella sonrisa.
Sin añadir nada más me di la vuelta rumbo hacia las escaleras por las que había subido, echando un último vistazo hacia atrás descubriendo que Jungkook ya había desaparecido, miré en su dirección antes de soltar un pequeño suspiro y fijarme en el fondo de aquel pasillo.
Había unas escaleras de las mismas características que las que estaba por bajar.
Lo que me llamó la atención no fueron las escaleras, sino el cartel y la cinta que ocupaban el primer escalón.
Con letras grandes y de color negro las palabras prohibido el paso de alfas decoraban aquel gran cartel.
Aquello era bastante extraño, prohibir a los alfas en una zona donde solo se permitía el paso de los alfas.
Me hacía pensar que tras aquellas escaleras se encontraba un pasillo o sala de suma importancia, pero no sabía muy bien el por qué.
Fruncí mi ceño antes de continuar escaleras abajo, mi curiosidad me obligaba a tener que venir otro día para averiguar qué se encontraba tras unas escaleras protegida por una zona de entrenamiento de alfas avanzados a las que ni ellos mismos podían acceder.
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Canción que suena en la sala de entrenamiento:
[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]
Gracias por leer💜💜💜
Love u Sinners ❤❤❤
Pd: este fue el último capítulo que subí antes de enviar la novela a borrador, lo que significa que el resto de capítulos que suba serán nuevos🌚
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