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Capítulo 28

Las vacaciones que Marlene había planeado fueron de ensueño. Luego del último desayuno con sus tíos, donde todos los adultos se presentaron a la mesa con resaca, lentes de sol y tiras de analgésicos junto a sus tazas de café, llegó la despedida. Abundaron los abrazos y buenos deseos para el viaje. Helen y Marlene quedaron de llamarse por teléfono y volver a verse pronto. Luego subieron sus maletas al auto y partieron al aeropuerto.

Estuvieron tres semanas completas en un resort, entre playa, paseos y comidas exóticas. Hubo muchas noches en que el matrimonio se escapaba al bar o al casino, permitiendo que Ágatha y Henry pudieran estar alejados de la vista de sus padres para recorrer la playa y estar a solas.

Henry no dejaba de sorprenderse de lo relajado y sonriente que veía a su padre todos los días junto a Marlene, sin pensar en la empresa ni en los estudios. Algunas veces lo veía atender alguna llamada urgente y luego volvía a sentarse junto a su esposa.

Durante esas vacaciones Henry se escribió todos los días con Estela, incluso cuando no había mucho de qué hablar, y aquello lo hizo feliz. Incluso en algunas ocasiones hablaron por video llamada cuando César y Marlene no estaban, y se sentía casi como si estuvieran juntos. Acordaron verse cuando él volviera y a pesar de que Henry no quería que estas vacaciones llegaran a su fin, por lo menos tenía una buena razón para regresar.

Esas tres semanas pasaron de forma fugaz y muy pronto estuvieron en el aeropuerto esperando la llamada para abordar su vuelo de vuelta. Los cuatro estaban muy bronceados y ansiosos por regresar a casa. César no podía ocultar las ganas que tenía de retomar su trabajo, Ágatha extrañaba demasiado a sus amigas y quería contarles todo lo que había hecho durante sus vacaciones, y Henry ansiaba ver a su madre. Solo Marlene parecía querer quedarse por más tiempo en el resort.

El regreso a casa fue extraño para Henry, no había llegado a sentir esa gran casa como su hogar, aunque habían pasado muchas cosas allí aún no cumplía un año viviendo en ella y sabía que pronto la abandonaría, tal vez para siempre. Sin embargo era un lugar que quedaría en sus recuerdos.

Con el pasar de los días todo fue volviendo a la normalidad. César retomó su trabajo. Henry, Ágatha y Marlene volvieron a reunirse en la terraza durante las comidas y durante las tardes se refrescaban en la piscina, y luego cuando César volvía del trabajo, cenaban todos juntos.

Durante una de esas cenas Ágatha mencionó que Henry la acompañaría a escoger una laptop nueva el viernes y que no los esperaran para comer. Henry había quedado con su madre ese día, así que Ágatha había inventado esa excusa para cubrirlo.

La tarde del viernes Ágatha llevó a Henry en su auto hacía el centro, él se encontraría con Estela en el mismo restaurante de la última vez y ella iría a ver a sus amigas. Al llegar allí ella paró para que Henry bajara del auto y se preparó para partir.

—Estaré en casa de Sofía. Llámame cuando terminen para venir a buscarte. —dijo sin apagar el motor.

—No. Tienes que venir conmigo, quiero que conozcas a mi madre. —le rogó él.

—No te ve hace semanas, tendrán mucho de qué hablar.

—Vamos —suplicó él tomándole la mano—, quiero que te conozca, te va a agradar.

Ágatha parecía un poco incómoda con la idea, pero terminó accediendo.

Estacionaron el auto y entraron al restaurante.

—¿Qué dirás cuando lleguemos sin tu laptop a casa? —preguntó Henry mientras caminaban buscando a Estela. Temía que terminaran los dos en un problema.

—Que no me gustó ninguna —respondió Ágatha resuelta—, es lo que siempre le decía a mamá cuando inventaba una excusa para salir.

Estela los esperaba en una mesa en el exterior y al ver a Henry levantó la mano para llamarlo. Se acercaron a la mesa y él y su madre se dieron un abrazo apretado.

—Madre, ella es Ágatha, mi novia. —las presentó Henry.

—¿Ágatha? —preguntó Estela contrariada.

—Sí —confirmó Ágatha—, Henry me ha hablado mucho de ti, es un placer.

Estela la besó en la mejilla, parecía algo confundida, todos tomaron asiento.

—Qué bueno que vinieron juntos, luego se nos unirá un amigo que quiero que conozcas —comentó Estela, Henry sabía que ese amigo era su novio, ya le había hablado de él la vez anterior—. ¿Ágatha...? —Estela parecía estar tratando de unir cabos.

—Sí, mamá —aclaró Henry intentando disimular la sonrisa—. Es la hija de Marlene, la esposa de papá.

—¡Ah! —soltó Estela asimilando lo que había dicho su hijo. Él y Ágatha esperaron en silencio la reacción de Estela. De pronto ella comenzó a reír con ganas, con los ojos llorosos y la cara roja. Ágatha y Henry la miraban sin entender de qué se reía—. Lo siento, lo siento —dijo tratando de recomponerse—. Me imaginé la cara que pondría tu padre.

Y los tres comenzaron a reírse juntos. Cuando Estela logró dejar de reír le habló a Ágatha.

—Me alegra conocerte, eres preciosa.

En ese momento llegó la pareja de Estela, un hombre atractivo con el cabello un poco canoso, ojos claros, barba y chaqueta de cuero. Estela lo presentó, su nombre era Esteban y trabajaban juntos. Él se sentó junto a ella, y en ese momento se acercó el garzón y ordenaron. Pasaron la tarde compartiendo anécdotas. Henry y Ágatha contaron la historia de cómo se vieron por primera vez en el matrimonio de sus padres y Estela contó cómo se había reencontrado con Esteban, que había sido su compañero en la universidad.

—Los fines de semana podrían visitarnos, alquilo un departamento con cuarto de invitados. —propuso Estela.

—Claro que sí. —se adelantó Ágatha antes de que Henry pudiera decir algo.

Al terminar la velada se despidieron afuera del restaurante y Estela le entregó a Henry su regalo de navidad.

—Casi me olvido —dijo pasándole lo que claramente era un libro envuelto en papel navideño—, espero que no tengas este, recuerdo cuanto te gustaban los libros.

Se subió a la moto con esteban y se alejaron. Henry caminó con Ágatha hasta el estacionamiento y subieron al auto.

—Lo de visitarlos los fines de semana no será posible. —dijo Henry afligido.

—Eso no lo sabes aun, tienes que ser más positivo. —lo criticó Ágatha poniendo el auto en marcha.

Al día siguiente las amigas de Ágatha fueron a visitarla, incluyendo Janine, quien parecía estar bien con Henry ahora. Tuvieron una entretenida tarde las cuatro en la piscina con bebidas y snacks que preparó Adela y luego se recostaron sobre el césped para secarse al sol. En ese momento Henry se unió a ellas, hablaron acerca de las universidades que habían escogido, todas estaban orgullosas de sus elecciones.

Sofía confirmó que tenía novio, aunque sus amigas ya lo sospechaban, el chico con quien fue al cumpleaños de Ágatha y a quien vio también en la fiesta de graduación por fin le había pedido que salieran formalmente, estudiarían en distintas universidades, aunque ambas estaban en la ciudad por lo que no tendrían problemas para continuar con su relación, ella estudiaría psicología y él gastronomía.

Janine estaba ansiosa por comenzar las clases, este verano había sido un infierno para ella cuidando a sus hermanos pequeños mientras sus padres trabajaban. Ella también se quedaría en la ciudad, sus padres le habían advertido que no tenían dinero para rentarle un apartamento en otra ciudad.

—Deberían haber pensado en eso antes de tener tantos hijos. —dijo Janine resentida.

Ella iba a estudiar diseño de interiores, aunque su sueño era llegar a trabajar en televisión, no quiso estudiar periodismo, ya que nunca le fue bien en la escuela.

Carla se iría a la escuela de actuación con Ágatha, aunque reconoció que sus padres no lo habían tomado de buena manera.

—Viviré con mis abuelos, ellos están cerca de la universidad y, a diferencia de mis padres, quieren que sea feliz. Ojalá mi madre fuera como Marlene. —le confió a Ágatha tocándole el brazo.

Henry quería saber a qué universidad irían Ágatha y Carla. Ella aún no le había dicho cual escogió pero su amiga ya lo sabía, de todos modos prefirió esperar y preguntarle en privado.

Esa noche, luego de que las chicas se fueran, Henry se quedó en la terraza leyendo el libro que le había regalado Estela. Ágatha había ido a dejar a sus amigas y César veía una película con Marlene en la sala. Henry estaba tan inmerso en la lectura que no notó cuando Ágatha volvió y se sentó a su lado con una lata de refresco. Ella la abrió cerca de su oreja para llamar su atención y comenzó a reír.

—No te veía así de concentrado desde los exámenes. —comentó mientras él dejaba su libro a un lado.

—¿Todo bien con las chicas?

—Sofía nos habló durante todo el camino de su novio. —Ágatha puso los ojos en blanco.

—No me habías contado que estudiarías con Carla —comentó Henry casualmente—. Creí que aún no sabías donde estudiar.

—No sabía cómo decírtelo. —Ágatha se acomodó en el asiento preparándose para hablar.

Henry comenzó a sentir pánico, ¿acaso se iría muy lejos? Aunque eso no importaba ya que él no podría verla aunque estuviesen cerca, de todos modos lo aterraba pensar en cuando ya no se vieran más.

—Esto te puede parecer un poco extraño, o excesivo —hizo una pausa, parecía incómoda, era extraño verla actuar así. Él esperó a que ella continuara—. Le pregunté a mamá en qué escuela estudiarás este año.

Henry no comprendía a donde quería llegar con lo que le estaba diciendo.

—Resulta que hay muchas universidades por esa zona, encontré una que me gustó y dio la casualidad que Carla había escogido la misma, así que estudiaremos juntas. Además es muy prestigiosa, varias celebridades estudiaron allí. —se excusó.

—¿Por qué hiciste eso? —a Henry le molestó que su elección se basara en estar cerca de él, sencillamente no podía aceptarlo—. Ni si quiera podré salir sin la autorización de mi padre, no tiene sentido.

—La de tu apoderado —lo corrigió ella con calma—, y mi madre será tu apoderado. Ella puede autorizar tus salidas Henry, podríamos vernos los fines de semana.

Henry no lo podía creer, ¿podría ser todo así de fácil? Ya había asumido que al empezar las clases no vería a Ágatha ni a Estela probablemente en todo el año, conocía tan bien a su padre que incluso se había mentalizado en pasar las vacaciones de invierno en el internado. Jamás pensó que pudiese existir otra posibilidad. Y aunque por un momento se había molestado con Ágatha por reducir sus opciones para estar cerca de él, ahora comenzaba a creer que ella era una genio.

—Pero aún no lo hablas con ella —supuso, y comenzó a funcionar como siempre su mentalidad pesimista—, ¿y si Marlene se niega? No va a querer tener problemas con mi padre, no va a funcionar.

—Hey, detente —dijo ella dándole un golpe con la palma en el hombro—. Nunca me diría que no, y si lo intenta lograré convencerla. Confía en mí. —exigió Ágatha.

Con esta noticia el pronóstico de este año había mejorado en un cien por ciento para Henry, de pronto estaba tan feliz que quería besarla, pero tuvo que contenerse al recordar que estaban en casa y sus padres estaban a unos metros de distancia.

—Podremos visitar a mi madre o ir a la playa. —sugirió Henry con entusiasmo.

—Claro que sí. Además conseguí un pequeño apartamento para estudiantes, mamá ya lo reservó, podríamos pasar allí algunos fines de semana.

Ahora Henry estaba tan ansioso como Janine por el inicio del año escolar.

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