Capítulo 14 parte 2
En la tarde del día siguiente, al volver de clases, el regalo de Ágatha estaba estacionado afuera de la casa con una gran cinta de regalo en el capó. Era un auto blanco de cuatro puertas, compacto y del año, un modelo muy bonito.
Ágatha saltaba de felicidad al verlo. César había vuelto temprano del trabajo para verla recibir su regalo junto a Marlene.
—¿Por qué no vas a dar un paseo? —sugirió César.
Ella invitó a Henry a acompañarla. Acababan de llegar y aún estaban con el uniforme de la escuela, así que subieron rápidamente a sus habitaciones a cambiarse para luego reunirse en la entrada. Antes de subir al auto Ágatha quitó la cinta de regalo y la lanzó en el asiento trasero. Todas las cubiertas del vehículo eran negras e impecables. El aroma del cuero inundaba el interior. Henry se puso el cinturón de seguridad y Ágatha encendió el motor. Fueron al centro a recorrer las calles y luego pararon para tomar un helado.
—Ahora que tienes tu auto para la universidad, ¿ya sabes que vas a estudiar? —preguntó Henry con un cono de helado en su mano. Recordaba la conversación que tuvieron hace casi dos meses con Marlene.
—Aun no lo sé, es demasiada la presión —ella miraba su helado apoyando la espalda contra el auto nuevo—. Todos tienen sus planes claros menos yo, no sé por qué me cuesta tanto.
—No creo que sea así, no todos saben que harán al terminar la escuela. —la consoló Henry.
—Pero tú sí lo sabes.
—Sí, pero es distinto.
—¿Por qué es distinto?
—Porque llevo años pensándolo y esperando ese momento.
—¿Es verdad lo que dijiste hace un tiempo en la cena? Que vas a estudiar algo para trabajar en el negocio con tu padre.
—Esa es la versión de mi padre. Quiere que dirija la compañía cuando él se retire y yo prefiero no contradecirlo.
—¿Pero...? —Ágatha sabía que había algo más en su mente.
—Pero yo no quiero trabajar para él. Por eso me esfuerzo tanto en mis estudios, no es solo porque él me lo exija, necesito conseguir una beca para estudiar lo que quiero y no depender de su dinero. Sé que no pagará mis estudios si lo que escojo no es compatible con la empresa. Quiero dejar de verlo en cuanto cumpla la mayoría de edad, no dejaré que siga controlando mi vida.
Henry sintió como crecía la rabia en él al hablar de su padre, era como un fuego que comenzaba en su estómago y se extendía más y más. Debía controlarse.
Estaba seguro de que Ágatha no podría entenderlo, ella se llevaba demasiado bien con su madre, y aunque su padre también era horrible, tenía la fortuna de no verlo desde hacía varios años.
—De seguro conseguirás la beca, con tus notas no cabe duda, ¿y qué es lo que quieres estudiar? —preguntó ella con curiosidad mientras comía su helado.
—Quiero estudiar arquitectura, ha sido mi pasión por años —y al verbalizarlo su ánimo cambió completamente—. Quiero viajar por el mundo para conocer las estructuras increíbles que se construyeron hace siglos, quiero diseñar edificios altos e indestructibles, hacer cosas imposibles. —dijo emocionado, por primera vez hablaba con Ágatha sin miedo a decir algo incorrecto y por primera vez también hablaba de sus sueños con alguien.
—Me sorprendes. Quisiera tener esa determinación, no sabía que tenías todo tan claro, te envidio ¿sabes? —confesó ella con tristeza.
—Lo tengo tan claro que la espera me mata —Henry bajó la vista hasta su helado que ya comenzaba a derretirse—. Desearía que solo faltaran unos meses para comenzar esa etapa.
—Bueno, tienes tiempo para aprender a conducir —dijo Ágatha logrando hacerlo sonreír—. Desde mañana podemos comenzar tus lecciones.
*
Las clases de conducción de Henry comenzaron al día siguiente después de la escuela.
Ágatha condujo hasta un descampado cerca de casa, una vez allí paró el motor y le dijo que cambiaran lugares.
Siguiendo sus instrucciones Henry puso el auto en movimiento. Al comienzo fue un poco difícil pero ella tuvo paciencia. Resultó ser muy entretenido, él nunca pensó que sería tan divertido aprender a conducir y se alegraba de vivir esos momentos con Ágatha.
Mantuvieron esa rutina por varios días, volvían de la escuela, se cambiaban de ropa y salían por una hora a practicar. Ahora Henry conocía las leyes básicas, podía ir en reversa y estacionar, y comenzaba a sentirse seguro en el volante. Luego de las lecciones paraban en algún lugar y conversaban de cualquier cosa, mientras más conocía a Ágatha, más le gustaba todo de ella. Ella era vivaz y refrescante. Tenía una luz propia que Henry siempre sintió que a él le faltaba, pero cuando estaba a su lado podía brillar iluminado por ella. Su optimismo era contagioso.
Al final de su última lección Ágatha le dijo a Henry que la próxima vez conduciría con tráfico real. Él estaba aterrado, pero sabía que con el apoyo de ella lo conseguiría.
El jueves al salir de la escuela Henry decidió volver a casa caminando. Los días fríos se habían terminado y se sentía animado por los suaves rayos del sol primaveral. Las casas del barrio eran todas grandes y hermosas, con jardines floridos, rodeadas de árboles frondosos que convertían las calles en un paseo ideal, por lo que muchas personas iban trotando o paseando a sus perros.
Solo unas cuadras antes de llegar a casa, vio a la distancia a Ágatha. Por un segundo pensó en alcanzarla y caminar con ella, pero al instante notó que no estaba sola. Estaba con Javier y parecían estar discutiendo. Javier movía los brazos como si intentara explicar algo y Ágatha molesta evitaba mirarlo. Henry comenzó a avanzar lentamente, quería saber cómo terminaría la escena que presenciaba.
Ágatha dijo que no volvería con Javier, estaba completamente decepcionada de él. Seguro que eso le estaba diciendo ahora, ya que él intentaba tomarle las manos y ella no lo dejaba. Le daba gusto que se deshiciera de él, no se la merecía.
De pronto Javier la tomó por la cintura y la besó a la fuerza. Ella claramente se resistía y Henry pensó que tendría que correr a rescatarla. Pero antes de que pudiera tomar la decisión de acudir en su ayuda vio con incredulidad como Ágatha arrojaba sus brazos sobre los hombros de Javier abrazándolo y dejándose besar por él.
Henry se detuvo dónde estaba, esperando que ella reaccionara y se lo quitara de encima, pero no lo hizo. Ágatha había vuelto a caer en las redes de Javier.
Estaba furioso y decepcionado. Ella dijo que sabía que Javier no cambiaría, y ahí estaba perdonándolo otra vez. Era una tonta, pensó molesto. Y él también lo era por haberle creído.
Debía seguir su camino, pero no quería pasar cerca de ellos así que se desvió por una avenida paralela. Al llegar a casa se fue directo a su habitación, tenía que estudiar y debido a las clases de conducción había perdido demasiado tiempo y no perdería más pensando en la vida amorosa de Ágatha.
Tuvo que cenar con su padre y Marlene, ya que Ágatha aún no regresaba, y eso dio espacio a César para recordar viejos hábitos y preguntar por más de media hora por la escuela a Henry.
Al terminar de comer volvió a su cuarto, cerró la puerta con seguro y se puso audífonos para leer.
De todos modos pudo oír cuando Ágatha llamó afuera de su habitación varias veces, hasta que desistió.
En la tarde del día siguiente, mientras Henry hacía sus deberes en su habitación, Ágatha llamó a su puerta. Él pensó que ella llegaría tarde otra vez y no se había molestado en cerrar su puerta con seguro. Creyó que si no respondía tal vez ella se iría, pero no fue así. Agatha abrió la puerta y asomó la mitad del cuerpo a la habitación.
—Hey, es hora de tu clase —dijo alegre como siempre—. Perdóname por no llegar a tiempo ayer.
—Ya no iré, tengo que estudiar —él sabía que ella insistiría así que agregó sin mirarla—. He descuidado mis estudios, ¿me podrías dejar solo?
Ella se quedó allí confundida, sin entender su hostilidad.
—¿Qué pasa? ¿Tuviste algún problema? Puedes contarme.
—La que tiene problemas eres tú, pero a mí no me incumbe. —Henry ahora sí la miraba, directo a los ojos.
—¿De qué hablas? ¿Por qué estás molesto? —Ágatha demandaba una explicación con su mirada, pero él resistió las ganas de decirle cuál era la razón de su enojo.
—¿Puedes salir por favor?
Ella se rindió y lo dejó solo.
Cuando bajaron a cenar Marlene preguntó como todos los días acerca de la escuela, a lo que Ágatha y Henry respondieron casi al mismo tiempo con un simple "bien" y luego se quedaron mudos. Por lo que Marlene decidió volcar su atención a su esposo, y los dos hablaron durante el resto de la comida sin prestar atención a los chicos.
Al terminar, ambos se levantaron y subieron la escalera en un incómodo silencio. Justo antes de que Henry cerrara su puerta Ágatha le pidió que hablaran, pero él la ignoró y se encerró.
Luego de eso Ágatha dejó de buscar a Henry para saber qué lo había molestado, era lógico que no siguiera poniéndose en una posición tan incómoda si no conseguiría una respuesta de él. Entonces Henry volvió a sentirse solo en casa, aunque también seguía molesto con ella y no estaba dispuesto a dar su brazo a torcer.
Para colmo el sábado Henry supo que tenían visita. Al bajar al comedor, luego de que Marlene lo llamara a almorzar, se encontró con que Javier comería con ellos. César y Marlene lo recibieron con agrado y Ágatha parecía complacida por ello. César era el más entretenido con la visita, aparentemente el novio de Ágatha cumplía con su ideal de hijo. Javier le hacía preguntas acerca de su trabajo y lo adulaba con astucia, para luego hablar de los negocios que llevaba su propia familia con orgullo. En varias ocasiones intentó hacer conversación con Henry, pero él le respondía lo justo y lo necesario para no alargar la conversación, esperando ansioso el momento oportuno para retirarse de la mesa.
Tarde en la noche por fin Javier se fue. Henry estaba en su habitación poniéndose su pijama para acostarse cuando Ágatha entró impetuosamente a su cuarto y cerró la puerta tras ella. Él estaba con el torso desnudo y al verla allí se puso su camiseta rápidamente.
—¡¿No sabes tocar?! —la reprendió molesto.
—¿Me vas a decir que mierda te pasa? —exigió ella. Él nunca había visto a Ágatha enfadada y se asustó un poco.
—¿Es necesario que te lo diga? —lo preguntó como si ella fuera estúpida y eso la irritó más.
—Claro que sí, ¿crees que puedo adivinar por qué se enoja un mocoso?
—No eres tan mayor, no te hagas la madura conmigo. —la corrigió ofendido.
—Entonces dime —lo desafió cruzando los brazos sobre el pecho—, porque no sé qué te hice para que me trates así.
Se quedó pensando en cómo decirle que era una estúpida por volver con Javier luego de como la había hecho sentir, y mientras buscaba la forma se dio cuenta que no podía. ¿Por qué estaba tan molesto? Ella no le había hecho nada a él. Todo esto era acerca de él estando decepcionado y sobre todo celoso. ¿Cómo podría admitir algo así?
—Estoy esperando... —Ágatha lo miraba con dureza esperando una excusa por su comportamiento.
—Lo siento. —fue lo único que pudo decir Henry mientras se sentaba en el borde de su cama.
—¿Solo eso? —lo cuestionó ella insatisfecha— No me estás diciendo nada.
Henry se moría de vergüenza, no sabía qué decir así que probó siendo sincero.
—Te vi cuando volvía de la escuela el otro día, estabas con Javier. Vi cómo te convencía otra vez. Pensé que lo que habíamos hablado era en serio, pero solo estabas esperando que él te buscara otra vez.
Ágatha parecía avergonzada, sus brazos estaban más relajados y evitaba la mirada de Henry.
—Está bien, pero no entiendo en que te afecta que vuelva con él. —respondió tratando de mantener su postura sin lograrlo. Henry sonrió desanimado.
—¿Qué pensarías de mí si tuviera una novia que me tratara como lo hace mi padre? Pensé que estabas decidida a tener una vida diferente. Pero tienes razón, no es mi problema.
—No entiendo lo que intentas decir.
—Que hayas crecido viendo a alguien tomar malas decisiones no es excusa para hacer lo mismo en tu vida. —explicó Henry, consciente de que podía empeorar la situación.
—¿Insinúas que soy como mi madre? ¿Por qué dices eso? —parecía que escuchar eso le había dolido.
—No lo eres, creo que eres mucho mejor que Marlene, y que eres muy inteligente también, pero no te has dado cuenta, te sigues conformando.
Ágatha parecía estar al borde de las lágrimas, guardó silencio por un momento y luego salió de la habitación. Henry se quedó allí, pensando en lo que había dicho. Había conseguido dejar de lado sus celos y decir algo honesto, pero sabía que eso había lastimado a Ágatha, aunque no fuera esa su intención.
Durante las siguientes semanas fue Ágatha quien evitó a Henry.
Él se había dado cuenta de su error de inmediato, y al día siguiente de su conversación intentó pedirle perdón, pero ella lo rechazó. Realmente la había cagado esta vez. Al pasar los días hizo algunos intentos más pero no había caso, el enojo de Ágatha no parecía disminuir y él ya comenzaba a desesperarse. Había arruinado la relación con la única persona que le importaba.
La soledad comenzaba a afectarlo de mala manera. Se sentía deprimido ahora que no contaba con la compañía de Agatha y por eso pasaba casi todo el tiempo en su habitación.
Seguían reuniéndose durante las comidas, en las que Marlene trataba de crear temas de conversación sin darse cuenta de la tensión que había entre los chicos. César, más ajeno aún a lo que sucedía en casa, hablaba de su día en la compañía y de reuniones que tendría en los próximos días.
En las tardes Ágatha salía, para ver a Javier o tal vez a sus amigas, Henry no lo sabía. Él se dedicaba a estudiar para evitar pensar en otras cosas, para evitar pensar en ella.
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