Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 1 Parte 1

Henry se había sentado en la fila de asientos que daba hacia la ventana. Era primera vez que hacía un viaje largo en bus por si solo y aunque estaba muy nervioso intentaba disimularlo. Estaba rodeado de adultos y no quería levantar sospechas, ya que a sus quince años no debería estar saliendo de la ciudad por su cuenta. Había tenido suerte de que nadie le pidiera su identificación ni al momento de comprar el boleto ni al abordar el bus. Nunca pensó que sería tan fácil salir de la ciudad.

Él siempre fue un chico tranquilo y educado, pero la vida con su padre no había sido fácil, y ahora se encontraba en una situación en la que huir de casa parecía la mejor opción. Así que allí estaba con sus audífonos con la música a todo volumen, la cabeza apoyada contra el vidrio de la inmensa ventana del vehículo y la vista fija en el cordón interminable de cerros que anunciaban que dejaba atrás la ciudad.

Desde hacía unos años que Henry vivía solo con su padre. César era un hombre de carácter fuerte, muy controlador, y no dudaba en recurrir a la violencia para dar una lección. Debido a eso su madre, Estela, se había ido de casa hacía tres años, cuando no soportó más vivir junto a su esposo. Henry tenía doce años entonces y ni siquiera se pudo despedir de ella. Tampoco volvió a verla.

Recordar a su madre le producía una mezcla de sentimientos. A diferencia de su padre, Estela fue una madre atenta y dulce. Ella estaba en todos sus recuerdos de infancia. Cuando era pequeño era su madre quien lo vestía y alimentaba, quien lo llevaba y traía de la escuela y quien lo ayudaba con sus tareas, siempre con una cálida sonrisa en el rostro. Al menos cuando era consciente de que su hijo la observaba, ya que recordaba haberla encontrado muchas veces llorando escondida en el baño, y secarse las lágrimas rápidamente cuando notaba que había sido descubierta por Henry.

De un día al otro ella desapareció de su vida. Él no entendió porqué era su padre quien lo esperaba fuera de la escuela al terminar las clases. Al llegar a casa Henry no paraba de preguntar por su madre, quería saber dónde estaba y a qué hora volvería, y no notó que su padre, que calentaba la cena en el microondas, comenzaba a perder la paciencia.

—¡Se fue! No va a volver —gritó lanzando el plato con comida sobre la mesa y haciendo a Henry dar un brinco por la impresión. Luego se retiró a su oficina dando un portazo, dejando a su hijo solo en la cocina llorando asustado. Salió de su oficina horas más tarde solo para enviarlo a dormir.

Henry sabía que su padre era el culpable de la decisión que había tomado Estela. La había visto sufrir por años, vio cómo César la maltrataba e insultaba casi a diario, y fue testigo de muchas de las discusiones que ellos mantenían por las noches cuando creían que su hijo dormía.

Meses más tarde, al volver de la escuela, el conserje del edificio le pasó discretamente a Henry un sobre de papel. Él supo de inmediato que era algo que debía ocultar de su padre y corrió a encerrarse en su habitación para ver el contenido.

Mi amado Henry,

Lamento mucho haber tenido que partir así. Desde hace mucho tiempo que las cosas iban muy mal en casa y no tuve otra opción. Lo que más lamento es no haberte traído conmigo, pero sé que con tu padre nunca te faltará nada.

Debes tener muchas preguntas en estos momentos, y te pido que tengas paciencia. Cuando seas mayor podré explicarte todo. Lo único que deseo es que el tiempo pase rápido y poder volver a verte.

No pienses nunca que no te amo o que esto tuvo algo que ver contigo.

No hay día en que no piense en ti.

Dentro del sobre venía una foto que retrataba a su madre bastante más joven que en sus recuerdos, y aparentemente más feliz, con un pequeño Henry de aproximadamente tres años en sus brazos, de pie junto a la entrada de la casa de los abuelos.

Luego de leer la carta la escondió entre las hojas de uno de sus libros, convencido de que volvería a ver a su madre en poco tiempo. Pero unos meses más tarde, por medio de un breve y apresurado juicio, César consiguió el divorcio y la custodia completa de Henry, y con una actitud triunfal le aconsejó a su hijo que se olvidara de Estela, ya que no volverían a verla.

*

César, el padre de Henry, dedicaba su vida al trabajo. Era un empresario rico y exitoso, con mucha influencia y amigos poderosos.

Comenzó a trabajar muy joven en la compañía que su abuelo y su padre habían fundado hacía décadas, una empresa dedicada a asesorar y financiar a otros empresarios en nuevos proyectos, y cuando este último enfermó, César asumió el mando.

Tenía un hermano mayor, Arturo, pero este había optado por la medicina y aspiraba a convertirse en director del hospital en el que trabajaba. Así que cuando su padre falleció unos años más tarde, no tuvo ningún problema en dejar la compañía y sus ganancias en manos de su hermano menor.

En poco tiempo César consiguió que la compañía creciera y aumentara en valor, ganándose así el respeto de los antiguos socios, quienes antes dudaban de sus habilidades, y el interés de nuevos empresarios que pasarían más adelante a formar parte de la marca.

Así fue como César se estableció rápidamente como un peso pesado en los negocios a pesar de su juventud.

Era un hombre muy ocupado, por lo que pasaba poco tiempo en casa, cada vez menos en los últimos años, y sería lógico pensar que tendría gran interés en disfrutar los pocos momentos en los que podía estar con su hijo, pero ese no era el caso. Siempre que volvía del trabajo se aseguraba de convertir su estadía en un infierno para Henry.

Una de las reglas que tenía César en casa era que ambos debían comer juntos, algo que Henry detestaba, ya que durante esas cenas su padre lo interrogaba para informarse de la escuela y encontrar algún motivo para reprenderlo, una actividad que su padre parecía disfrutar.
Casi siempre la exigencia era que debía estudiar más, aunque Henry tenía las mejores calificaciones de su escuela. Sin embargo su padre insistía en ese punto y le advertía que no podía bajar sus notas. Le recordaba que no le permitiría ser un vago, debía cumplir, debía esforzarse para un día hacerse cargo de la compañía, aunque probablemente, concluía su padre, terminaría decepcionándolos a él y a toda la familia.
Otras veces simplemente se dedicaba a atacarlo sin ninguna provocación. Generalmente lo comparaba con su madre, nunca dejaba pasar una oportunidad para hablar mal de ella. También se regocijaba encontrando defectos en su apariencia, como el largo de su cabello, su forma de vestir o lo delgado que estaba. Al terminar la cena César comenzaba a compararse con su propio padre para que Henry agradeciera que él no fuera ni la mitad de duro de lo que había sido el abuelo, "Todo lo que te exijo es por tu bien, para que no seas un fracasado como la familia de tu madre." terminaba diciendo.

En esas comidas a Henry se le hacía imposible probar de su plato. Oír a su padre lo estresaba al punto de que si comía algo terminaría vomitándolo. Todo lo que podía hacer era sentarse con los brazos cruzados y la mirada baja esperando que se hiciera tarde para que su monólogo terminara y poder retirarse de la mesa.

Claro que había ocasiones en las que, cansado de las críticas y el abuso psicológico al que lo sometía su padre, tenía la osadía de defenderse y contradecirlo, y entonces se ganaba una bofetada y un castigo. Castigos que no tenían mucho sentido ya que Henry pasaba solo en casa. De todos modos enfrentarse a su padre siempre sería un error, ya que, aunque hacerlo le producía una gran satisfacción, el efecto era breve y luego le tomaba días o incluso semanas que su padre bajara la intensidad con él.

Él y su padre vivían en un lujoso departamento en el centro de la ciudad, modesto para los ingresos que generaba la empresa, pero César lo adquirió en su juventud con ayuda de su familia cuando se casó con Estela y nunca llegaron a necesitar más espacio.

Cuando Estela los dejó, César contrató a una empleada para administrar la casa. Ella mantenía todo impecable, lavaba la ropa, hacía las compras, cocinaba e informaba a su jefe de todo lo que sucedía dentro de esas cuatro paredes. Aunque la mujer llevaba ya un par de años trabajando en su casa, Henry prácticamente no la conocía. Ellos no interactuaban más de lo necesario, además, él era consciente de que ella lo vigilaba para su padre.

Pero a pesar de lo controlador que era César, había algo a lo que nunca le había prestado mucha atención, y eso era el dinero que podía llegar a gastar Henry durante el mes. El padre de Henry era distante y no tenía ningún interés en involucrarse en las necesidades de su hijo, por lo que a los catorce años le pasó una tarjeta de crédito para sus gastos, así no tendría que molestarse dándole una mesada para comprar su comida en la escuela o llevándolo cada vez que necesitara ropa, zapatos o un corte de cabello. Así Henry era casi independiente, excepto porque debía informar a su padre si pretendía salir.

Poco a poco fue notando que su padre no estaba pendiente de lo que él compraba y eso había sido una gran ventaja al momento de planear su huida de casa.

La decisión de escapar de casa había sido el resultado de una conversación que tuvo con su padre hacía unas semanas, durante una de sus desagradables cenas juntos.

—Tengo noticias —dijo César repentinamente. Henry había estado esperando que su padre comenzara su rutina habitual de críticas innecesarias, pero en cambio dijo eso para luego comenzar a cortar en su plato un trozo de carne tranquilamente.

Henry lo miraba atento esperando a que retomara su idea, intrigado por saber con qué lo podría sorprender su padre.

Desde hace varias semanas que César estaba muy ausente. Llegaba tarde en la noche, cuando Henry ya estaba acostado, o en ocasiones simplemente no llegaba.

Él sospechaba que su padre podría estar saliendo con alguna mujer. Ya eran tres años desde que Estela los había dejado y Henry sabía que en algún momento su padre tendría otra pareja. Si era así lo agradecía, ya que verlo con menos frecuencia era para él un regalo. Llevaba semanas cenando en paz.

—Me volveré a casar —soltó César tranquilamente, sin mirar a su hijo. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro