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¿Te quedarás a mí lado? ¿Me lo prometes? Si dejo ir tu mano, te irás lejos y te romperás.
—BTS - Butterfly.

—Con cuidado. — Avisó el doctor al yo tocar la cerámica con mis pies, ya no tenía yeso —

Miré de reojo como aquella melena azabache se asomaba apenas por la puerta, al parecer estaba escondido.

—Trata de no hacer fuerza, recuerda todo lo que te hicimos. — Siguió dando las instrucciones —

—¡Llegué! — Avisó agitada mi hermana, al parecer estaba corriendo — ¡Estás listo, Sunghoonie!

Me abrazó con fuerza, casi dejándome sin aire. Bora llenó mi rostro con besos haciéndome reír, y como siempre, mis padres no estaban, ni siquiera sabía porqué en algún momento pensé que vendrían.

—Bien, es todo, entonces me retiro. — El doctor hizo una pequeña reverencia para luego irse. Tomé asiento de nuevo, a pesar de todo, no me podía mantener mucho tiempo de pie pues me dolía y me cansaba —

—¡Mi bebé ya a va salir! — Siguió chillando mi hermana, pero ya no le prestaba atención, pues mi vista estaba en aquel chico de pie junto a la puerta — ¡Tú debes ser el que tiene loco a mí hermano!

Solté un gemido ahogado por la frustración, ¿¡Cómo se atrevió a gritarle eso!? Cielos, trágame tierra y escupeme donde mi hermana no me vea.

—¡Entra, entra! No muerdo, aunque Sunghoon sí. — Sunoo soltó una risa tímida, y yo me tapé el rostro como si eso pufiera hacer callar a mi hermana — Tú debes ser Sunoo.

El chico mostró algo de impresión, pero luego sonrió haciendo una reverencia: —Sí, señora.

—¡Ay, que bonito! — Tomó entre sus brazos a Sunoo y le apachurró las mejillas — ¿Qué magia negra utilizaste, Sunghoonie?

Lancé la primera almohada que tenía a mi alcance, mi hermana aveces era tan ridícula. Dudaba de mis tips de seducción.

—Es que él es tan lindo, tan delicado. — Sunoo le sonrió entre sus brazos, y ella dejó en un beso en su frente en sentido maternal — Y tú tan bestia.

—Lo vas a asustar. — Rodé los ojos con fastidio — Además, no lo toques, es mí novio.

Mi hermana soltó otro chillido y empezó a brincar en su mismo sitio.

—¡Ay, mi hermano al fin tiene novio! Me voy a llorar, adiós. — Soltó a Sunoo y se dirigió a la puerta, sabía que ella no se iba, sólo nos dará espacio —

Sunoo se acercó a mí y acunó mi rostro en sus manos.

—¡Por cierto! — Volvió a entrar mi hermana, pero sólo asomó su cabeza — Si lo descuidas, me lo robo, Sunghoon.

Y cerró la puerta, rodé los ojos por tercera vez en que ella estaba aquí. Sunoo volvió a seguir dándome cariño, mientras yo me sentía un niño pequeño en sus brazos.

—¿Vas a venir seguido, verdad? — Solté una risa al escuchar eso de Sunoo. Soy capaz de romperme de nuevo la pierna con tal de quedarme a su lado por un mes y medio más —

—Me voy a quedar si es necesario. — Prometí y para darle seguridad, dejé un corto beso en sus labios, haciendo que los dos nos sonrojaramos y sonrieramos tímidos —

Quería hablar con Sunoo, pero no era el momento, no ahora.

Dejé caer mi cuerpo de a poco en mi cama, el techo de color blanco era tan sin gracia, era mejor el del hospital, o tal vez era Sunoo que lo hacía gracioso al encontrarle forma a las manchas que estaban ahí. Mi cuarto estaba igual a como lo dejé, pintura esparcida por muchas partes, cuadros incompletos, hojas por el suelo.

—¡Llegamos! — Escuché aquella voz del piso de abajo. Eran mis padres —

Quería traer a Sunoo a mí casa, presentarlo como mi novio, después de todo, Sunoo dijo que dentro de poco se iba de ese hospital, más no podía negar que tenía un poco de miedo e inseguridad.

Escuché pasos por las escaleras, era ahora o nunca, les iba a decir, ya no iba a llorar como aquella vez que les dije que era diferente, quería hacer esto, por Beomgyu, y por mí.

—¡Querido! — Se acercó mi madre a mí, con sus dedos rozó uno de mis cabellos — Que bueno que ya estás mejor, y estás en casa.

Le dediqué una mirada a padre, más éste no habló, él era igual de frío como siempre, eso ya era normal en él. Trague saliva, y me levanté despacio, como si esto me diera el impulso que necesito.

—Tengo algo que decirles. — Comenté bajo, pero lo suficientemente seguro para que ellos alzaran sus cejas —

Miré la puerta, mi hermana estaba ahí, dándome ánimos, y apoyándome como siempre. Asentí al ver como ella me dedicó una mirada cariñosa y llena de seguridad.

—Me gusta alguien. — Comencé. Mis manos sudaban excesivamente —

—¡Qué milagro! ¿Tanto misterio para eso?

—Más, es alguien igual que yo. — Mi madre frunció el ceño, tal vez sin entender la referencia, más la dura mirada de mi padre, me decía que él sabía por donde iba — Alguien que no tiene cabello largo, que no se maquilla, no usa ropa de mujer-

—No. — Cortó mi padre, el miedo me invadió —

—Escúchenlo. — Pidió mi hermana —

—Cállate, Bora, no quiero escucharte. — Siguió mi padre, mi mamá se quedó en silencio, fruncí el ceño, no me gustaba que le hablara así a mí hermana — No voy a permitir que seas así, que mi único hijo varón me salga esa babosada, y me importa muy poca quien sea ese maricón con el que sales.

Fruncí el ceño, mi rostro se sentía caliente, mis manos se volvieron puños. Nadie se metía con Sunoo, eso sí que no.

Dejé un golpe en el rostro de mi padre, mi mamá y mi hermana soltaron un pequeño gritó al ver a papá en el piso, con su labio sangrando. Mi familia era tan inestable.

—No le hables así a mí hermana, y no quiero volver a escucharle decir una porquería más de su boca sobre Sunoo. — Salí de mi cuarto apresurado, dejando atrás el dolor de mi pierna y las advertencias que me había dicho el doctor —

Nadie le habla así a mí Sunoo.


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