Capitulo 18 🗝️: Una seducción perfecta
Rose
Aunque mis compañeros me advirtieron de todo lo que podría suceder, en la supuesta fiesta, no fue impedimento para ir a ella. Cómo atuendo utilice algo sencillo para no llamar tanto la atención, porque la que se encargará de ello es Lea. Me compré un vestido azúl oscuro, es corto, queda más arriba de mis rodillas, moldea mi cintura. Mi cabello quedó en una coleta alta y un maquillaje sutil que combine con el vestido.
Se que un vestido corto no es bueno para este tipo de momentos, porque no puedo ocultar nada pero me las ingeniare para defenderme. Camino por el lobby del hotel esperando que lleguen las demás, Víctor se quedó en el cuarto, él no quedó tranquilo y en una joya que pudiésemos utilizar cada una, hay un rastreador para estar precavidos, en mi caso fue una pulsera de plata. Muevo mi pie contra el suelo, levantó la vista al escuchar el elevador abrirse y una sonrisa se dibuja en mi rostro al verlas.
Lea tiene un vestido rojo, es largo pero tiene una abreviatura en un costado de su pierna, mostrando la misma, en cambio el de Megan es de dos piezas la parte de arriba es un strapless de color negro ajustando su busto y una falda abierta, le llega arriba de sus rodillas. Por último Adele prefiero un vestido de color blanco, es corto amoldea su figura. Bueno estamos preparadas, se me acerca.
—Decías que ibas a estar sencilla. — comenta Megan.—Pero cariño, no estás sencilla.
Ruedo mis ojos ante su comentario, sin dejar de sonreír.
— Sabes muy bien cuando tengo una fiesta formal o informal. —le contradigo. — no me visto de esta manera.
— Si, si lo sé solo que te ves fenomenal y eso que es sencillo el atuendo.
Me acerco a ella y la abrazo, luego deposito un beso en su mejilla, nos dirigimos hacia la entrada del hotel, me sorprende que Adele no haya hecho un escándalo todavía o una famosísima escena de celos, debo admitir que por lo menos está siendo muy profesional en cuanto a su trabajo.
—Blande nos envió un vehículo para recogernos. —explica Lea. — Debemos esperar unos cuantos minutos.
Y al momento que ella habló llega una camioneta de alta gama, un Mercedes para ser exactos. Sale por el asiento de copiloto un escolta de Blande y abre una de las puertas traseras, para nosotras.
—Buena noche. — nos saluda formalmente.
—Buena noche. — contestamos al mismo tiempo.
Y vamos ingresando una a una al vehículo, cuando ya todas estamos dentro de el. Él guardaespaldas cierra la puerta, luego el se adentra al auto, regresando a su asiento de copiloto, ordena que se coloquen en marcha, cosa que sucede automáticamente, todas nos quedamos en silencio, aprovecho que quede al lado de la ventana y está anocheciendo, la vista de la isla es preciosa, pueda que en un futuro traiga a las niñas para que conozcan el lugar. El cielo se torna de colores naranjas en distintas tonalidades, mezclándose con el azúl de este mismo.
Aunque el vidrio polarizado no permite observar con aún más claridad, pero sin duda alguna se que está precioso, ubico mis manos sobre mi regazo, mientras me arreglaba saque tiempo para hablar con las niñas de nuevo y no me cabe la menor duda que quedaron en muy buenas manos. Es gracioso y curioso al mismo tiempo, tienes esos pensamientos de que probablemente te deben estar extrañando o sintiéndose mal porque no estás con ella y no es todo lo puesto, están felices como si nada importara, en Londres era demasiado unida a ellas, pero ahora me tendré que acostumbrar a que habrán momentos donde no estarán conmigo.
Si te sientes de esta manera tan solo estando pequeñas, no me imagino cómo será dentro de unos cuantos años cuando comiencen a construir su hogar cada por su lado. Ruedo los ojos, bueno aprovechare todo el tiempo que tendré hasta que llegue esa etapa, estaba tan absorta de mis pensamientos que no, no note que habían detenido el vehículo.
—Deben entregarme sus teléfonos móviles.—nos menciona el escolta, nos miramos entre todas.
—Se puede saber la ¿razón?—le pregunta Adele.
—No se puede tener en la fiesta.
Lea es la primera en entregárselo, luego sigo yo, después Megan y por último Adele. El mismo guardaespaldas se baja del vehículo para abrirnos la puerta, soy la primera en salir. Me estira la mano para ayudarme y la recibo, camino hacia la entrada, este lugar está muy pero muy protegido. Observó en diferentes ángulos con disimulo y hay más de dos anillos de seguridad, no me genera buena espina.
Las cuatro nos acercamos a la enorme puerta y el sitio tiene algunos detalles que te puede asegurar que estamos en un casino, en lugar bastante lujoso que pocos pueden interactuar. Con un movimiento activo el pequeño intercomunicador que tengo en mi oído, Lea me enseñó como camuflarlo, así podremos comunicarnos entre todas y también con mis otros compañeros, fue la condición que colocó Ian para poder ir solas.
Ingresamos al lugar y no sé si soy la única que está sorprendida, al no encontrar personas del común. Hay alcaldes, diputados, senadores, magnates y la lista es larga e incontable. Nos esparcimos por el lugar, necesito encontrar a Blande, uno de los camareros me ofrece una copa de champagne y la recibo, sin ningún problema alguno.
—Pensé que iba a hacer una bienvenida normal. — comenta Adele por el auricular.
—¿Cuántos hombres hay?—nos pregunta Victor.
—Aquí hay más de cien personas. —explica Lea. —Y personas muy importantes, Harvey se sorprendería de esto.
Me acerco a una de las mesas del casino, para camuflarme, un camarero me corre el asiento para que pueda ubicarme en el. Le agradezco por el acto, detienen el juego al ver que me uni para comenzar uno nuevo, llamó la atención de los cinco hombres que me rodean y estaban jugando, por sus rostros logró identificar de dónde los había llegado a ver.
—Se nos unió una mujer que interesante será esto. — comenta uno y me parece algo machista sus palabras, aún más en el tono que lo dijo.
Sonrió orgullosa, si supieran lo bueno que soy apostando, no solo en ello también el póker, cartas. Giran la ruleta el crupier, me entrega las fichas.
—¿Cuánto desea apostar Madame?—me pregunte el crupier.
—Seis millones de dólares. —digo y bebo un sobró del champagne. —para hacerlo aún más interesante.
—¿De dónde sacarás todo ese dinero? — Escucho la pregunta de Ian por el intercomunicador.
—De nuestro dinero cariño. —le contestó murmurando muy bajo, haciendo que se ria por lo que acabo de decir.
—Agh.—no tardó en reconocer la voz de Adele, dando a entender que le molestó lo que acaba de hacer.
El crupier me entrega mis respectivas fichas, trato de recordar las distintas tácticas que llegue a utilizar las locas veces que ganaba, pero todas fueron exitosas y espero que este no vaya a hacer una excepción, detallo los movimientos de mis oponentes para así mismo conocer cuales utilizarán más adelante, bebo otro sorbo de la bebida, uno de ellos es el primero en actuar, la sonrisa no se esfuma de mi rostro.
Existen diferentes tipos de apuesta y aqui estamos utilizando una, en donde la probabilidad de ganar suele ser bastante alta se llama: Rojo/ Negro. El crupier nos entrega las cartas, arqueo una de mis cejas por la vasija que tengo.
—Así que eres mi higher roller. —menciona un hombre a mis espaldas, reconozco muy bien la voz «Blande».— Pensaba que solo eras una estudiante de una prestigiosa escuela, específicamente de Harvard.
Con sus últimas palabras puedo confirmar que estuvo indagando sobre mí, ojalá no profundice más a fondo para que no se entere que realmente no soy Ashley. Le traen un asiento a Blande para que se acomode a mi lado derecho, tomo otra carta de las que se encuentra en el centro de la mesa. Ahora le entregan cartas y fichas a él.
—Soy buena en varias cosas.—le quito importancia a sus palabras.
—Me gustaria probar ello.—regreso ese tono de picardía.—Señores, ¿conocen a la señorita Ashley Carlisle?.
—Ojala no pruebes nada imbecil y si lo haces...—escucho a Ian molesto por el intercomunicador, me muerdo el labio inferior para contener la carcajada.
—Bueno, debo admitir que la señorita Carlisle es muy buena.—le contesta uno de ellos a Blande, observando las cartas que hay en la mesa.
Levantó la vista por primera de mis cartas para comprobar lo que ellos estaban diciendo y encima de mi hombro observó a Blande, su cabello está organizado. Está vestido de un esmoquin, hay que aceptar que no se ve mal, tiene un toque varonil. El crupier le entrega los elementos correspondientes a Blande para que pueda jugar, todavia no debo mostrar mi baraja hasta que él lo haga primero.
—¿De cuanto estamos hablando?—cuestiona el actor.
—Seis millones de dólares.
—Sí que es una cifra grande.
Me levanto de mi asiento, caminó hacia donde se encuentra el crupier, las cartas las llevo en una de mis manos, no permito que sean visibles ante los ojos de los cuatro depredadores quienes me prestan atención a cada uno de mis movimientos. Observó de abajo hacia arriba el crupier, este traga con dificultad y justo en el momento que la ruleta se detiene enseño mis cartas, dando en el blanco.
—Puedo afirmar que soy una higher roller. —digo orgullosamente y observó directamente a los ojos a Blande.
Él se levanta de su silla, camina hacia donde me encuentro rodea la mesa, luego al estar unos cuantos centímetros de distancia, ubica una de sus manos en mi cintura para atraerme hacia él. Con mis brazos rodeó su cuello, no puedo creer que sea tan buena fingiendo, deja un beso corto en mi mejilla.
—Rose no lo dejes escapar.—determina Lea por el auricular.
—Me gustaría tener una conversación contigo en privado, mi higher roller.—murmura Blande en mi oído y asiento.
Nos separamos y me ofrece su brazo, lo acepto camino a su lado rígida, recta dando la impresión como se debe . Una que otra persona se acerca a él para saludarlo, me enseña como si fuera su trofeo, contestó formalmente cada halago o comentario que hacen y en uno de esos momentos me topo con Megan. Moviendo mis labios le indico algo a ella, siendo palabras claves sacando provecho con Blande se encuentra conversando con otra persona, después de ellos ingresamos a un pasillo algo largo.
Donde mientras caminamos se escuchan jadeos y gemidos, detallo por encima de mi hombro y hay cuatro escoltas siguiendonos el paso. Eso puede que sea una desventaja, seguimos caminando, posteriormente nos detenemos ante una puerta roja, Blande la abre para mí e inmediatamente se encienden las luces del cuarto. Las paredes son del mismo color de la puerta, mi corazón se quiere desembocar por lo que estoy observando, es cuarto de juegos, no algo inocente como muchos creerían.
Es todo lo opuesto, hay varios elementos para complacerse sexualmente, de la manera más insana posible, puede que haya subestimado a Blande y espero que Nash haya informado a los demás. Porque esta vez no estoy en la boca del lobo, sino en las garras de un depredador.
—Soy un hombre con gustos algo indescifrables.—menciona Blande mientras desabotona los botones de su camiseta blanca.—Y me gustaría probar algunos contigo...
Deshace el espacio que hay entre ambos acorralandome contra una de las paredes de la habitación, uno de los escoltas cierra la puerta. Su respiración está hecha un caos, dejó caer la cartera que tengo en mi mano al suelo, colocó ambas manos en su cuello. No me queda más remedio que ceder inclino mi cabeza hacia adelante, uniendo mis labios con los suyos. Siento sus manos recorriendo por mi espalda, tratando de encontrar el cierre del vestido pero no tiene, así que lo rompe y suelto un gruñido al sentir una de sus manos frías en mi espalda desnuda.
Por medio de los auriculares escucho tiroteos, después Adele habla mencionando a los chicos donde me encuentro, debo seguir entreteniendolo, porque no puede permitir que se escape. El sonido de los fusiles se hace aún más cerca, Blande me levanta acomodandonos en la cama, pero él trata de zafarse del beso al escuchar los disparos que provienen fuera del cuarto, sacó fuerzas y quedo encima de él, una sonrisa pícara se dibujó en su rostro por la posición, con agilidad sacó la navaja que tenía guardada en la zona alta de mi panti, posicionandola cerca de su cuello, su sonrisa aumenta.
—No pensé que tuvieras fetiches.—murmura.
—Nunca tendré Senador Blande Daniells.—digo su verdadera identidad y esté rueda los ojos, mis palabras son ese proyectil que necesitaba escuchar.
Porque me toma de las caderas empujándome hacia el suelo, empiezo a tener una pelea cuerpo a cuerpo contra él. Los tacones ni el vestido son impedimento para poder defenderme, trata de quitarme la navaja pero no lo logra, con fuerza golpeo cada zona de su cuerpo, en específico unas en dónde lo hagan fallar. Me levanta del suelo empujándome hacia una de las paredes, ubica ambas manos tratando de ahogarme.
—Con razón me parecías familiar pequeña diablilla. —murmura con rabia, con mis manos golpeó su brazo, haciendo que me pueda zafar de su agarre. — Necesito que te quites ese cabello y lentes de contacto para confirmar quién eres.
—No puedo negar que me manipulaste de una manera indescriptible, Carlise. —dice. — caí en una seducción perfecta, pocas saben hacerlo tan bien como tú.
Respiro rápidamente tratando de recuperar el aire que me faltaba, me arrastró por el suelo muevo mis manos para encontrar algo para defenderme, arqueó la cabeza al sentir que me arrastra del cabello, empieza a golpearme en mi abdomen y ahogó mis gritos del dolor. Ingresan sus escoltas al cuarto, eso hace que tome fuerzas de no ser donde para defenderme como pueda, esquivó cada uno de los disparos que trata de impactar, con algunas tácticas noqueó a uno, aprovechó le quitó su arma, para apuntar desenfrenadamente hacia los otros hombres que estaban en el cuarto.
Blande levanta una de las armas para tratar de matarme, me cubre con uno que otro mueble que hay en el cuarto, en medio del fuego. Escucho a alguien más ingresar a la habitación, noto que es Ian, en ese preciso momento, Evans captó por completo la atención de Blande y apuntó, la bala impacta en el hombro del senador, este mismo responde ante mi apto, una de las balas de su arma roza mis muslos, Ian le dispara nuevamente hace que caiga al suelo.
Ahora Blande está rodeado por mis compañeros de trabajo, me levanto del suelo, los labios me tiemblan al evitar quejarme del dolor que se me ocasionado, será pasajero como siempre.
—Blande Daniells queda detenido por la Central de Investigaciones Especiales. —ordena Lea. — Por los delitos de pedofilia, pederasta, trata de menores y corrupción.
Megan se acerca para revisar cómo estoy, acomoda uno de mis brazos alrededor de su cuello para ayudarme a caminar. Victor le coloca las esposas mientras Adele le dice sus derechos. Miro mi pierna y si que la sangre, es escandalosa. Evitó apoyarme en dónde estoy herida, Richard nos ve, entonces me carga en sus brazos, cuando me levanta grito del dolor, en la frente no deja de deslizarse gotas de sudor frío.
—Debemos llevarla a un hospital. —menciona Megan a su esposo.
—No quiero generar escándalos. — reprocho.
—No seas testaruda, mujer. —me reprime Richard. —Megan no puede ayudarte sola, sin el equipo correspondiente.
Empiezo a ver borroso, además sentirme mareada las palabras de Richard como Megan las escucho muy lejanas, siento como Anderson aumenta sus pasos al ver mi estado, una fuerte luz me deslumbra. De una manera repentina todo se vuelve oscuro y lo que se viene a mi mente, son las risas de mis dos hijas.
Continuará...
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