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Las cloacas

Leon dejó escapar una carcajada ahogada e irónica, antes de guardar la grabadora y mirar a su compañera, cuando de pronto escucharon un disparo claro, el cual provenía de la zona del garaje. Ambos se miraron y asintieron, corriendo para llegar rápidamente al lugar, donde vieron a Claire gritando por la verja del garaje. Cuando estuvieron a punto de acercarse, el Tyrant apareció rompiendo la pared, dando un golpe con su brazo izquierdo a Cora, quien salió volando por los aires varios metros. En cuanto lo hizo, el Sr. X tomó a Leon por el cuello, intentando asfixiarlo. Cora, quien logró levantarse del suelo con celeridad, se percató de que había un camión de la R.P.D aparcado y con las llaves puestas, por lo que con la cabeza fría, estampó el vehículo contra el arma de Umbrella, logrando que Leon se soltase de su agarre.

-Tendrás que encontrar la forma de compensarme -comentó la pelirroja tras salir del vehículo-. Me estoy cansando de salvarte. Ya van dos ocasiones.

-No sabía que ibas contándolas -bromeó Leon con una sonrisa.

De pronto, Ada apareció por allí, provocando la combustión espontánea del vehículo, para evitar así que el T-103 los siguiera. Cora entonces corrió hasta Claire, quien parecía angustiada.

-¿¡Claire, qué ha pasado!? -le preguntó Leon a la pelirroja de ojos claros, quien se mantuvo silenciosa al escuchar su pregunta.

-¿Y Sherry? -inquirió Cora al ver que la joven no respondía.

-¡Se la ha llevado! ¡Un tal jefe Irons ha venido y se la ha llevado! -exclamó Claire-. ¡Tengo que ir a buscarla! Dijo que se dirigían al orfanato.

-Claire, relájate y piénsalo con calma -le aconsejó Cora-. Ni siquiera sabemos dónde está el orfanato.

-Está al otro lado de aquellas casas, cerca de una cancha de baloncesto -intervino Ada en la conversación-. Aunque dudo que la niña esté viva para cuando la encuentres.

-¿¡Que has dicho!? -exclamó Claire en un tono airado.

-Claire, cálmate -le pidió Leon.

-Ésta encantadora mujer con un gran tacto es Ada, una agente del F.B.I -la presentó la pelirroja con una remarcada ironía, lo que provocó que la aludida diera una carcajada cínica-. Ada, ésta es Claire Redfield -finalizó-. Ahora que hemos acabado con las presentaciones, salgamos de este lugar -propuso la joven vestida de negro, acercándose a la puerta del garaje e introduciendo la tarjeta, abriendo la verja.

-Y luego soy yo la que no tiene tacto... -musitó Ada con sarcasmo.

-Toma esto -le dijo Leon a Ada, entregándole la grabadora de Ben-. ¿Tienes idea de lo que significa?

-Puede... Cuando lo escuche -replicó ella tras coger la grabadora en sus manos, comenzando a reproducir su contenido.

Tras atravesar la verja del garaje de la comisaría de policía, los cuatro se encaminaron al exterior, llegando de nuevo a las desoladas calles de Raccoon City. Caminaron unos cuantos metros, hasta que llegaron a un tienda de armas. Entraron después de que Ada forzase la puerta, re-abasteciéndose de munición. En ese preciso momento, un hombre salió de la trastienda, apuntando con una escopeta a la pelirroja, quien alzó los brazos con calma.

-¡Alto!

-No le haré daño... -comentó la joven con calma, en absoluto preocupada por la amenaza de aquel hombre.

-¡He dicho: No te muevas! -exclamó el hombre, apareciendo Leon allí, apuntando con su revolver al hombre de la escopeta, al igual que Claire y Ada, quienes lo habían seguido.

-Solo estamos de paso -dijo Leon con evidente tensión en la voz-. Debo pedirle que baje el arma.

-¡Ni de coña! ¡Os vais a marchar todos ahora mismo! -exclamó con evidente frustración, percatándose Cora de la presencia de una niña pequeña tras el hombre.

-Su hija necesita ayuda -sentenció Cora con una falta total de emoción en su voz, lo que provocó que el hombre presionase ahora el cañón de la escopeta contra su sien, más alterado que antes.

-¡No me digas lo que hacer con mi hija!

-Suéltela -ordenó Ada, provocando que el hombre se girase hacia ella, aprovechando la pelirroja vestida de negro para sacar sus armas y apuntar al hombre. Observó cómo Ada apuntaba entonces su arma hacia la niña.

-¡No! ¡Espera! -rogó el hombre con desesperación.

-Apártese. Hay que eliminarla antes de que se transforme -sentenció Ada, y aunque la joven de ojos escarlata no quería admitirlo, era lo más sensato.

-¿Eliminarla? ¡Es mi hija, joder!

-Ada... Deja que se vayan -intervino Cora, su tono calmado, bajando sus pistolas y enfundándolas. La mujer de cabello negro hizo caso a las palabras de la joven, ya que veía que de esa forma no malgastarían balas ni pondrían a nadie del grupo en peligro.

-Emma, cariño. Te dije que esperases -dijo el hombre a su hija, quien observaba a todos con una mirada perdida.

-¿Papi? -musitó algo confusa.

-Papá ya está aquí... Aquí, ¿vale? -le aseguró a la pequeña, arrodillándose a su lado. Leon dio unos pasos tentativos hacia el hombre y su hija-. Esas cosas de ahí fuera... Lo que han hecho... -lo escucharon murmurar-. Eres poli... ¡Eres poli, tendrías que saber cómo ha pasado esto! -espetó con ira, antes de que su tono se dulcificara-. Era nuestro ángel...

-¿Mamá? -se preguntó la niña en voz alta, su tono rasgado y cansado, evidenciando que la infección casi la había carcomido por completo.

-Mamá duerme, cielo, ¿vale? -dijo el hombre casi a punto de romperse en un desconsolado llanto, haciendo girar a su hija para que lo mirase-. Y tú vas a dormir también, ¿vale? -le propuso en un tono dulce, lleno de afecto-. Emma... -musitó con una honda tristeza, instantes antes de coger a su hija en brazos además de la escopeta, caminando hacia un cuarto trasero, de cuyo interior había salido la pequeña anteriormente. Tras cruzar el umbral, el hombre se giró hacia los cuatro pares de ojos que lo observaban con compasión-. Fuera... Dejadnos en paz. -les rogó antes de cerrar la puerta tras él. Leon y el resto entonces se relajaron, volviéndose éste hacia Ada, su tono claramente ofendido.

-Sabes, una cosa es ocultarnos la verdad... -comenzó-, ¿pero a él? -señaló la puerta, antes de sobresaltarse al escuchar el inconfundible sonido de un disparo en el interior de la habitación trasera, lo que dejó claro lo que acababa de suceder-. Quiero saber qué está pasando. Y parar al responsable -indicó Kennedy con un tono decidido-. Ayudar a gente así... Para eso me uní al cuerpo -razonó, provocando que Ada se mostrase pensativa por unos segundos antes de volverse para observar los ojos grises de Leon y a las otras dos mujeres que la observaban.

-Mi misión es acabar con esta operación de Umbrella. Y podríamos morir -sentenció en un tono serio, evidenciando la gravedad de la situación.

-Lo que sea por salvar la ciudad. Cuenta conmigo -replicó Leon, realmente convencido ante sus palabras, las cuales no dejaron indiferente a Claire, quien se apresuró a apostillar.

-Cuenta conmigo también -comentó con una sonrisa confiada, antes de posar sus ojos en la otra pelirroja-. ¿Acro? -cuestionó su silencio, por lo que la joven a última instancia, suspiró con pesadez.

-Veo que no tengo más remedio... A saber en qué problemas podríais meteros sin mi -replicó, con lo que esperaba, fuera un tono bromista-. Especialmente tú, Leon -apostilló, lo que hizo reír al joven de cabello rubio-castaño por unos segundos. Ada suspiró antes de comenzar su relato.

-¿Conocéis la Corporación Umbrella? -inquirió, recibiendo un gesto afirmativo por parte de todos-. Es una empresa farmacéutica que fabrica armas biológicas -sentenció, lo que por un instante hizo que Cora entornase los ojos, pues claramente Ada sabía más de lo que estaba diciendo-. Tienen un virus... Transforma a la gente en criaturas indestructibles.

-Eso explica las cosas que hemos visto... -comentó Claire con horror.

-Y por eso estoy buscando a uno de los experimentos de Umbrella. Según mis jefes, se ha escapado, y es potencialmente peligroso. Mi trabajo es eliminarlo -sentenció, su voz fría como una carámbano de hielo-. Pero Annette Birkin es a quien busco. Ella tendrá mis respuestas, y podrá darme información sobre X-E03.

X-E03... Hacía mucho tiempo desde que no había escuchado ese nombre en clave, pensó Cora al escucharla decir aquellas palabras, antes de percatarse del nombre que acababa de salir de los labios de la agente del F.B.I: Annette Birkin. Recuerdo que en alguna ocasión asistió a un seminario o charla en el complejo donde yo me encontraba retenida... Si es la misma que yo conocí, podría ser muy peligroso enfrentarnos a ella.

-Es la responsable en Umbrella de esparcir el virus. Voy a acabar con ella -clarificó Ada con una voz que denotaba ira reprimida y algo de frustración-. Por las alcantarillas deberemos llegar hasta el laboratorio subterráneo de Annette. Allí se encuentra toda su investigación. Es vital llegar allí para pararle los pies a la Corporación Umbrella -explicó con calma, antes de que Claire decidiera hablar.

-Vosotros seguid sin mi. Iré a buscar a Sherry al orfanato. Me reuniré con vosotros en las alcantarillas -propuso, antes de recargar sus armas-. Suerte -sentenció antes de salir de la tienda de armas por la puerta principal, encaminándose en ayuda de la pequeña que, en tan poco tiempo, parecía haber encariñado a Leon y al resto.

Tras unos minutos para acaparar munición y prepararse para lo que les esperaba, Ada salió de la tienda de armas por un callejón lateral que llevaba a un camino lleno de obras de construcción, atajando hacia la entrada de las alcantarillas. Con su habitual sentido del humor, el cual Cora comenzaba a comprender a pesar de resultarle extraño, Leon no se abstuvo de hacer un comentario burlón.

-Por lo que has dicho, parece el lugar apropiado.

-Pues sí... -concordó la mujer de ojos escarlata con calma, antes de entrar la primera por la boca circular, seguida por Leon y Ada.

Comenzaron a internarse en el interior de las oscuras, y francamente sucias, alcantarillas. El camino se fue ensanchando a medida que parecían llegar a una intersección, cuyo único camino parecía partir hacia la derecha, pues el otro estaba obstruido por unos barrotes metálicos.

-No imagino a un científico aquí abajo... -mencionó Kennedy con sarcasmo evidente en sus palabras.

-No creo que les importe demasiado, Leon -comentó la joven de cabello carmesí mientras caminaba, tomando el desvío-. Han creado un virus que transforma a la gente en monstruos -apuntó, incluyéndose de forma implícita en el grupo-. Es evidente, que la mierda colectiva de este lugar no les da reparo.

-Menudo tacto... -se sorprendió el novato policía tras dar un breve silbido de admiración al haberla escuchado decir aquellas palabras-. Y yo que pensaba que no decías palabrotas.

-Eso no quiera decir que no sepa utilizar las palabras -sentenció ella con frialdad, lo que provocó que Ada diese un leve suspiro pesado.

-Dejad el flirteo para otro rato, tortolitos. Tenemos trabajo que hacer -sentenció claramente molesta por el discreto flirteo que Kennedy le había dirigido a su compañera, aunque en sus palabras se notaba un resquicio de divertimento. Aquello provocó que el joven de cabello perfecto carraspease algo incómodo, mientras que Cora ni siquiera se inmutó ante sus palabras-. Como ya os he explicado, según la central, esto lleva a las instalaciones secretas de Umbrella.

-Vamos, la ciudad administra las alcantarillas -comentó el policía de R.P.D-. ¿Cómo va a haber tal sitio sin que lo sepan las autoridades?

-Así es la América corporativa -le indicó la pelirroja con un tono indiferente-. Según lo que tengo entendido, Umbrella ha controlado Raccoon City durante años. Ya has escuchado la grabación de Ben: incluso el orfanato era beneficiario de las ayudas económicas de la corporación. Me cuesta creer que fuera solo eso, sin embargo -reflexionó, los ojos de Ada de pronto fijos en ella.

-¿Estás segura de que eres nueva en todo esto, Acro? Pareces saber más de lo que pensaba -comentó con cierto tono de desconfianza.

-Totalmente -aseguró ella-. Simplemente tengo una extraordinaria memoria. Eso es todo.

Siguieron avanzando en silencio por los túneles de las alcantarillas, girando en una dirección si y en otra no, subiendo y bajando por doquier, tanto que hasta la joven vestida de negro comenzó a pensar que quizás estaban andando en círculos. De pronto un estruendo sacudió todo el lugar, provocando que algunas piedras cayeran al suelo, lo que sobresaltó tanto a Kennedy como a Ada, permaneciendo la joven de ojos rubí impasible pero alerta.

-Joder... ¿Un terremoto? -cuestionó el joven de ojos grises mientras examinaba su entorno con la linterna.

-Eso espero -sentenció Cora en una voz queda-. O de lo contrario vamos a tener un viaje muy movidito.

Entraron por una puerta lateral que encontraron a los pocos metros de un túnel extremadamente largo. Al otro lado de la puerta había la menos un resquicio de luz tras unos barrotes, detrás de los cuales algo de proporciones gigantescas se movió, desapareciendo de la vista de los jóvenes.

-¿¡Qué demonios...!? -se sorprendió Leon, su linterna ahora enfocando el lugar en el que había observado desaparecer esa cosa, fuese lo que fuese.

-Atentos -les advirtió Ada tras haberlo observado con sus propios ojos-. Sólo Dios sabe lo que hay abajo.

Avanzaron hacia las barras de metal que los separaban de otro túnel de alcantarillado, siendo éste en comparación más grande que en el que se encontraban, atravesando una entrada lateral. Una vez la atravesaron, llegaron a una zona en la que aprovecharon para descansar un poco, antes de atravesar su puerta de hierro, entrando al inmenso túnel en el que habían presenciado que se encontraba aquella monstruosidad. Continuaron caminando a lo largo del túnel hasta dar con unas escaleras que descendían aún más en aquel lugar, las cuales decidieron bajar. Una vez las bajaron, se encontraron en un pasillo angosto, que pronto fue sacudido por el mismo temblor que habían sentido anteriormente.

-¿¡Otra vez!? -exclamó Leon entre molesto, intrigado y algo temeroso, lo que provocó que Cora decidiera aprovechar aquel momento para burlarse un poco a su costa.

-Aún puedes darte la vuelta, Leon -apostilló con una sonrisa fría y algo falsa, lo cual notó el joven, quien no comentó nada acerca que ello, pero sí que se atrevió a responder.

-Ni hablar -sentenció-. Cargarás conmigo hasta el final -le comentó con una carismática sonrisa-. Recuerda que aún tengo que devolverte el favor de haberme salvado en dos ocasiones.

-Hombres... -murmuró ella con un tono pesado.

-Mujeres... -murmuró él a modo de burla mientras caminaban ahora por unas plataformas metálicas, las cuales llevaban a un saliente, el cual los haría descender a las sucias aguas de las alcantarillas. Leon bajó el primero, mientras que Ada y Cora se quedaron en la plataforma, aunque la segunda tardó pocos segundos en bajar y reunirse con su compañero.

-¿Seguro que es por aquí? -le preguntó la joven a la agente del F.B.I mientras Leon hacia aspavientos y gruñidos asqueados por la suciedad del lugar.

-Me temo que sí -afirmó la de pelo moreno en un tono algo desganado, pues claramente tampoco le apetecía mancharse la ropa.

De pronto, el mismo temblor incesante de las dos veces anteriores se volvió a escuchar, lo que provocó que Leon y Cora intercambiasen una mirada preocupada, aunque ésto solo fue en el caso del policía, pues la pelirroja, como era costumbre, parecía no inmutarse en lo más mínimo ante cualquier situación.

-Espera -le aconsejó el novato del R.P.D a la agente de cabello moreno vestida con una gabardina beige, haciendo un gesto con su brazo izquierdo para evitar que bajase allí.

El sonido volvió a escucharse, y tras unos segundos de silenciosa e inquietante tensión, una especie de criatura, algo que originalmente debía ser un caimán o un cocodrilo, emergió de las aguas, claramente habiendo sido infectado por el Virus-T. Leon retrocedió, colocando su brazo derecho frente al cuerpo de la pelirroja, quien lo observó con una ceja levantada: ¿acaso pensaba que era una damisela en apuros?

-Dios santo -lo escuchó decir en un tono horrorizado y sorprendido al mismo tiempo, observando con sus ojos grises ala criatura descomunal que acababa de aparecer frente a ellos, la cual comenzaba a acercarse.

-¡Leon, Acro! ¡Salid de ahí! -exclamó Ada desde la plataforma superior, observando con horror e impotencia cómo los dos jóvenes comenzaban a correr a lo largo del canal de las cloacas.

¡Qué fácil es decirlo cuando no te persigue un maldito reptil mutante!, pensó para si la pelirroja vestida de negro mientras corría por el canal, esquivando por pocos milímetros las fauces de la bestia mutada, asegurándose en todo momento de que Leon se encontraba a su lado o frente a ella, pues no había tiempo que perder. En un momento dado, el brazo derecho de la joven fue aprisionado por las fauces de la bestia, lo que provocó que por un breve instante, la piel de la joven cambiase de tonalidad, tornándose gris y las venas de sus brazos marcándose aún más, tornándose de un color negro. Sus pupilas se volvieron doradas por una fracción de segundo, lo que le bastó para golpear a la criatura y abrir con su otra mano sus fauces, liberando su brazo, el cual comenzó a sangrar. A los pocos segundos retomó su estado habitual, continuando su carrera.

-¡Oh, mierda! -exclamó Leon mientras corría por el agua como alma que lleva el diablo, en un momento dado tomando una de las manos de su compañera, ayudándola a correr a su ritmo, aunque la pelirroja no necesitaba ayuda, pues de haberlo querido, podría haberlo superado en velocidad desde un principio. En un momento dado, ambos saltaron a un canal inferior, dándose el monstruo de bruces con un depósito de gas inflamable en los dientes, el cual la joven con el cabello trenzado hizo estallar de un balazo, destruyendo a su perseguidor-. Cómete esa. Maldito cabrón apestoso -sentenció Leon con evidente malestar y aversión, antes de girarse hacia la joven a su derecha, y cuya mano aún tenía sujeta-. Parece que te una... De nuevo -comentó, intentando vislumbrar los ojos que había tras las gafas de color oscuro que llevaba la joven de veinte años, quien de pronto soltó su mano de una forma algo brusca, evitando su mirada.

-Por suerte nos hemos librado de eso -comentó ella en un tono bajo antes de adquirir uno más frío-. No necesitaba tu ayuda.

-También podrías darme las gracias, no sé -se ofendió el de cabello rubio-castaño, cruzándose de brazos: aquella mujer lo exasperaba y al mismo tiempo lo hacía reír. No sabía qué pensar de ella, aunque admitía que la encontraba realmente interesante-. Que yo sepa, si no llego a darte la mano bien podrías haber acabado hecha puré de tomate -sentenció, antes de percatarse de la herida en el brazo derecho de su compañera, lo que provocó que lo tomase en sus manos con rapidez-. Estás herida. Déjame examinarte.

-Estoy perfectamente. Suéltame -se resistió la joven, aunque como comprendió, Kennedy no cesaría en su empeño de ayudarla, por lo que, con reticencia, dejó que el joven desinfectase y vendase su brazo.

-Gracias -sentenció la pelirroja en un tono que parecía molesto e incómodo a partes iguales, como si la palabra fuera foránea para ella, antes de añadir con rapidez-. Pero no necesitaba tu ayuda. Puedo apañármelas sola.

-Sí, ya lo veo... -comentó con un tono burlesco dando una mirada acusadora al brazo derecho de la mujer de cabello rojo.

-¡Pareja, aquí arriba! -gritó Ada, quien hizo descender una escalera desde la plataforma en la que se encontraba.

-¿Qué coño ha sido...? -comenzó a decir Leon, mientras que la joven pelirroja subía por la escalera.

-¡Sube de una vez! -le exhorto la morena con voz cortante, subiendo el joven de ojos grises por la escalera. Continuaron caminando por la plataforma hasta internarse de nuevo en un pasillo interior-. No será que no os avisé...

-Oh, gracias por echarnos una mano, por cierto -sentenció la de ojos escarlata con ironía, mientras recargaba sus armas y limpiaba su ropa-. Nos ha venido de perlas.

-¿No eras tú la que decía que no necesitaba ayuda? -inquirió con sarcasmo y un leve tono bromista el joven, lo que provocó que su compañera resoplase-. Dijiste que el virus transforma a la gente, no a los reptiles -sentenció, volviendo su atención a Ada.

-Correcto -afirmó la mujer de la gabardina-. Estoy impresionada de que estéis enteros.

-Podrías ser menos condescendiente -sentenció la pelirroja en un tono serio mientras caminaban por el pasillo, antes de subir a un montacargas de aspecto antiguo, comenzando éste a moverse.

-Entonces, a ver: Umbrella vende a bichos como ese a quién... ¿A nuestro ejercito? -cuestionó el policía novato, quien evidentemente deseaba averiguar más sobre aquel virus y cómo había logrado infectar todo aquel lugar-. ¿A otros países?

-No venden a los monstruos -intervino la joven vestida de negro mientras se apoyaba en una de las paredes del montacargas-, venden los virus que los transforman.

-Exacto -confirmó Ada-. Y Annette es quien crea los virus -les informó-. Ese cocodrilo era peligroso... Annette es aún peor.

Por una vez me temo que tengo que estar de acuerdo con ella. Annette hará lo que sea necesario, sin importar el precio que pague, para defender sus descubrimientos, pensó la joven de ojos escarlata.

Una vez el ascensor se detuvo en su destino, los tres quedaron frente a una puerta que abrieron al instante, encontrándose con una escena peculiar: arrodillada junto a un infectado que parecía estar muerto definitivamente, se encontraba una mujer vestida con una bata blanca, su cabello rubio recogido en una coleta lateral que caía sobre su hombro izquierdo.

-Sin duda esto es cosa de William... -la escucharon decir, observando con sus ojos azules al infectado.

-¡Identifíquese! -le ordenó el policía novato, apuntando con su arma a la mujer, al mismo tiempo que Ada y Cora, en ésta última posándose por un instante los ojos de la científica, quien la reconoció en el acto.

-Annette Brikin -sentenció Ada, apuntando con su arma al a mujer.

-¿Es a quien buscamos? -cuestionó Leon, pues aquella mujer no le parecía peligrosa en lo absoluto, no como Ada la había descrito, al menos.

-No hay tiempo... -murmuró para sí Annette, lo que dio a entender a la pelirroja que se encontraba en una especie de trance disociativo, intentando mantener el control de la situación-. Hay que eliminarlo... -comentó para sí, levantándose del frío suelo del lugar.

-¿Dónde está el Virus-G? -cuestionó Ada, dando un paso al frente, su tono demandante y serio-. ¿Y dónde se encuentra el X-E03?

-Eso no va a pasar -sentenció Annette, a la par que dio una mirada cómplice a la pelirroja, quien frunció el ceño de forma imperceptible-. Y su respuesta está más cerca de lo que cree...

-¡Conteste, doctora! -se impacientó Ada.

-¿O qué? -cuestionó Annette antes de sacar un mechero y prender fuego al cadáver, para después salir corriendo del lugar.

-¡Eh! -gritó Leon.

-¡Alto! -exclamó Ada, yendo en su persecución, seguida por el policía y la joven de cabello carmesí. En ese momento, Annette comenzó a disparar indiscriminadamente, logrando la agente del F.B.I eludir las balas, aunque algunas de ellas se dirigieron entonces hacia la joven de ojos rubí.

-¡Acro! -escuchó gritar al joven de ojos grises, antes de sentir que era apartada de la trayectoria de las balas de Annette, un gran peso cayendo sobre ella.

-¡Nunca conseguiréis el Virus-G! -exclamó Annette antes de resguardarse tras una puerta blindada que se cerró a los pocos segundos.

-No esperaba eso de una científica... -admitió la morena, quien había disparado contra Annette, a sabiendas de que no podría herirla, de pronto observando cómo la pelirroja se incorporaba del suelo, dando la vuelta a Leon, quien había caído sobre ella, cuyo hombro izquierdo se encontraba sangrando.

-¡Leon...! -exclamó casi en un susurro, sus ojos no dando crédito a lo que estaba presenciando-. ¿Por qué? ¿Por qué lo has hecho? ¡Podía ocuparme de mi misma!

-Eres mi compañera en esta aventura... Claire y Sherry se apenarían si te pasara algo -replicó el joven intentando mantenerse despierto-. Y además -apostilló-, aún te debía tres.

-Leon... -murmuró la pelirroja-, no hables ahora.

-Dejadme... Iros -les pidió el joven de cabello rubio-castaño a las dos mujeres-. Detenedla antes de que sea demasiado tarde -comentó, antes de perder la consciencia.

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