El viaje de Akim Blade I (1-10)
Título de la historia: El viaje de Akim Blade I
Género:
Autor: Natanael L. Sanchez
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Akim Blade vive apartado de toda civilización junto a su madre en una cabaña en medio de un lugar de nieve. Desde niño se ha cuestionado porque su progenitora se niega a decirle las razones de su aislamiento para con el resto, incluso empieza a sentir cierto odio hacia ella por la ausencia de respuestas a sus dudas. Y no solo eso, a pesar de que ella es su única familia, él se siente solo por la falta de cariño por su parte. Por ello, decide pasar la mayor del tiempo viajando por las montañas que son rodeados.
Prefiere estar todo el día yendo de un lado a otro, encontrando objetos en las cuevas para poder fabricar sus propias armas. Al estar envuelto a la crueldad de la naturaleza, aprende a sobrevivir por su cuenta, también adquiere la habilidad de cazar con tal de llevar alimento a su hogar.
Cuando adquiere la edad de quince años, todo cambia para Akim, quien es obligado a abandonar las montañas y internarse por primera vez al mundo que se le negó.
Akim blade:
Es el personaje principal de la historia y el narrador. Se trata de un joven que no quiere entender a su madre (aunque es entendible que no lo haga, tomando en cuenta la edad y su relación con ella), debido a las respuestas que ella se niega a darle. Le gusta fabricar armas, desde flechas, un arco y otra clase. Incluso, ha aprendido a elaborar sus propias vestimentas. En los primeros diez capítulos se percibe su espíritu entusiasta, un joven que desea conocer más allá de las montañas, descubrir más cosas. Es inteligente, con una enorme facilidad de instinto de supervivencia.
Madre de Akim:
Es una persona, que por obras de su pasado, parece que repudia a los seres humano y opta por alejarse de ellos con su hijo. A pesar de que decide hacerse cargo de él, no muestra cariño hacia él. Si bien es cierto que lo trata con indiferencia, por lo menos, trata de darle un techo.
Proft:
Se sabe muy poco de él, puesto que aparece en los dos últimos capítulos. Es el monje de la iglesia del lugar al que alcanza a llegar Akim. Le brinda apoyo, tratando sus heridas y hasta le proporciona alimentos. Por lo que se ve es una persona amable y de benevolente.
La portada es bastante llamativa (al menos, desde mi punto de vista). El color negro le da un contraste al lector a querer adentrarse a la lectura, sin mencionar los elementos plasmados en esta: una espada, un reloj y una daga. Estos cobran sentido cuando se lee la trama.
La premisa de la sinopsis es interesante (algo que no se aprovecha).
Toda novela tiene algo que contar, tiene un público al cual dirigirse y esta sin duda no es la excepción. Pero hay que tener en cuenta que es necesario hacer una mejora en la escritura en el ritmo de la trama para tener un crecimiento como escritor.
Recuerda, nadie nace escribiendo. Con la práctica y con el deseo de seguir mejorando, llegarás lejos.
La sinopsis no se cumple
La función de una sinopsis es contarle al lector lo que se encontrará entre las letras, la aventura a la que se estará sumergiendo a medida que avanza con la lectura. Con normalidad, en este apartado, se presenta a los personajes y el conflicto de la premisa. En este caso, así sucede, pero no se cumple. Lo que quiero decir es que en los diez capítulos leídos de la historia, no pasa nada, ningún evento que lo relacione. Ojo, no está mal, porque hay novelas que se tarda en llegar a lo que la sinopsis, pero en tu caso, el ritmo es demasiado lento, que en lugar de atraer al lector, puede aburrirlo.
El ritmo de la trama es muy lento
Acá pondré la sinopsis para dar a entender mi punto.
«Corre el año 1931 Alemania conquisto el mundo por la fuerza, y Akim puede convertirse en la única esperanza de la humanidad.
Tras conocer a Proft, deberá enfrentarse a miles de enemigos ya que junto a sus amigos batallará contra Alemania en busca de la paz y mientras lo hace deberá encontrarle respuestas a las interrogantes sobre sus visiones del futuro relacionadas con los nervios que le produce la sombra de una chica que lo observa desde la distancia ¿Quién es ella? Y ¿Qué quiere de él?»
Desde el primer capítulo hasta el diez no se sabe que Akim en realidad vive en Alemania, tampoco se enfrenta a esos enemigos después de conocer a Proft (lo conoce en el capítulo nueve) y tampoco aparece la sombra la chica. Lo único que parece en esos diez capítulos es que lo que hace en las montañas, sus recorridos y lo que fabrica. O sea, no pasa nada. A mi consideración, puedes resumir esos nueve capítulos en uno con bastante facilidad. Yo recomiendo que hagas un resumen de su vida en las montañas antes de abandonarlas y conocer a Proft. De ese modo, la historia no tendrá ese ritmo muy lento.
Si una historia no avanza, ocasionará que el lector abandone la historia. Por ello, se recomienda que se haga un resumen de esos nueve capítulos para llegar directamente con la sinopsis.
Abuso del sufijo -mente
Los adverbios terminados en -mente pueden resultar muy útiles, pero conviene usarlos con moderación. Sobre todo, debes evitar su abuso.
La terminación –mente viene de la palabra latina mens-mentis, que significa intención. Así que cuando añadimos a un sustantivo la terminación mente, estamos introduciendo un matiz que resulta apropiado para modificar un poco el sentido del verbo y explicar cómo suceden las cosas.
Por consiguiente, los adverbios terminados en -mente no constituyen una falta de ortografía o un error gramatical, sino un vicio de estilo. ¿Por qué? Simplemente tienen muchas sílabas y, por lo tanto, alargan la oración. Y eso atenta contra y contra la comprensión. Si podemos decir algo de forma más sencilla o breve, siempre es mejor que complicarnos.
García Márquez lo explicaba así:
"La práctica terminó por convencerme de que los adverbios de modo terminados en -mente son un vicio empobrecedor. Así que empecé a castigarlos donde me salían al paso, y cada vez me convencía más de que aquella obsesión me obligaba a encontrar formas más ricas y expresivas.
Cuando tengas que escribir algo con intención de que otros lo lean, procura tomar algunas medidas para que tu texto no esté repleto de adverbios terminados en -mente. No hace falta que los erradiques. Tampoco hay que ser exagerado. Pero revisa y, si puedes, sustituye alguno por una paráfrasis (expresar lo mismo con otras palabras). Tu texto se verá más limpio y se leerá mejor.
Ausencia de tildes
La comunicación es esencial para el ser humano, sin ella no podríamos expresar cuales son nuestras necesidades o capacidades frente a otro y viceversa.
La estructura de la lengua española está determinada por una serie de reglas ortográficas que permiten la codificación de los signos lingüísticos, por ello es importante conocer las bases ortográficas de nuestro idioma, puesto que estas facilitan la obtención de información.
Ejemplo de ello es el buen uso de las tildes, que contextualiza la situación o el ambiente que se desea describir. Las tildes mejoran la calidad de los textos y otorgan carácter a las palabras al momento en que son pronunciadas.
Las tildes sirven para marcar el tiempo verbal de una oración. Y las reglas dictan que los verbos en tiempo pasado (excepto los monosílabos) deben contar con tilde para marcar que es una acción que ya sucedió. Si hay una ausencia de estos, puede confundir al lector.
Ausencia de puntos y abuso de las comas
3.1. La ausencia u omisión de puntuación (comas o punto y coma, por lo general) puede ser la solución cuando algún redactor, ante la inseguridad e incomodidad que le provoca el puntuar, opta por desentenderse de ella.
Sin embargo, lo que es una comodidad para el redactor resultará una incomodidad y un problema para el lector.
3.4. La ausencia de punto y aparte (o textos "monoparrafales") nos parece inadmisible por su incomodidad.
En principio, la ausencia de punto y aparte
supondría que el texto debe leerse de un tirón, sin los descansos y recapitulaciones que pide el punto y aparte de cada párrafo.
Al no estar dividido así el texto, el lector tendrá que hacer las pausas recapitulativas por su cuenta y riesgo, acertadamente o no.
El punto y aparte supone una estructuración de los contenidos, crear distancias, agrupar partes significativas aunque interdependientes, como requiere la unidad de todo texto.
Es verdad que la división por párrafos no resulta tarea fácil (ni siquiera de regular); sin embargo, dada su necesidad (no se lee bien un párrafo de una página), el redactor debe responsabilizarse y hacerlo, para no dejarlo al lector, cuyo esfuerzo interpretativo debe considerarse suficiente.
La coma, ese signo de puntuación liviano que marca la pausa más corta de los signos, su presencia no siempre está unida a la pausa en la lectura, pero hay pausas que tampoco requieren el . La decisión de escribirla pueda estar determinada por el escritor y ser optativa, pero en otras ocasiones obliga a la ausencia y puede llegar a ser un pecado capital si la escribimos en el lugar que no corresponde.
Diálogos mal escritos
Reglas de puntuación en los diálogos
Existen normas para el uso de los signos de puntuación en la transcripción de diálogos.
Si el comentario del narrador está introducido por un verbo de decir (aclarar, afirmar, añadir, decir, exclamar, gritar, preguntar, etc.), las reglas son:
* La intervención no se cierra con punto final.
El comentario del narrador va en minúscula aunque la intervención haya terminado con un signo que tenga valor de punto (interrogación, exclamación, puntos suspensivos).
Si el comentario del narrador no se introduce con verbo de decir, la intervención se cierra con punto y el comentario va con mayúscula.
Ejemplo del error extraído del capítulo:
Lo correcto sería así:
―¿Tengo abuelos aún con vida? ―pregunté con la esperanza...
Los pensamientos de un personaje en primera persona no se ponen así
Como el narrador en primera persona es una voz que viene desde dentro del personaje -casi podríamos decir desde su cerebro- se supone que todo lo que el personaje narra son pensamientos.
Por lo tanto:
No hace falta usar comillas (ya que todo es pensamiento).Sigue habiendo distinciones entre pensamiento directo e indirecto.La forma de pensamiento directo se puede ahorrar el verbo «pensar».
Los pensamientos deben estar en la narración, solo siendo diferenciados por la cursiva.
Cambio de tiempo verbal
La premisa es clara: no se deben mezclar tiempos verbales, y mucho menos en la misma frase. Es decir, que si la comienzas en pasado ha de terminar en pasado, y no en presente o en pretérito perfecto.
En consecuencia, coherencia. Y eso es, sencillamente, tener en cuenta el tiempo en el que contarás la novela. Si has escogido el presente o el pasado, las acciones deberán de consignarse en dicho tiempo.
De todas formas, puede pasar que te guste combinar pasado y presente en tu novela. Si es así, has de tener mucho cuidado a la hora de pasar de un tiempo a otro para no confundir o perder al lector en el relato de la historia.
El uso de fechas o de referencias temporales antes de comenzar el relato del pasado suele ser una buena manera de distinguir periodos y, de esta manera, diferenciarlos a ojos del lector.
En este ejemplo, ese ''entrelazan'' debería estar en pasado. Así: entrelazaban.
Repeticiones (trata de usar sinónimos)
Estas son las ventajas de implementar sinónimos en un texto:
Hacer que el texto sea mucho más cautivador.
Ayudar a evitar el texto aburrido.
Mejorar la comunicación entre usted y los demás.
Ayudar a proporcionar una imagen en la mente del lector.
Ayudar a evitar el texto aburrido y repetitivo.
Por ejemplo, en lugar de usar la palabra "hermoso" varias veces en el texto, puede usar sinónimos como "magnífico", "impresionante" o "deslumbrante" para pintar mejor una imagen de su descripción. ¡Usar solo una palabra repetidamente asegurará que perderá la atención de su público simplemente por aburrimiento!
La narración en primera persona está mal empleada
Escribir en primera persona puede ser una elección acertada a la hora de crear cualquier historia. Es un tipo de escritura en la que se puede profundizar en el personaje y ofrece mayor intimidad sobre lo que piensa o siente. El personaje se abre al lector y eso le permite que empatice más con él.
Sin embargo, hay algunos errores comunes que puedes cometer si no los conoces.
1. Saber demasiado
Una de las limitaciones que tiene este es no saber cierta información como qué sienten o piensan otros o datos que no le han revelado. En ese sentido, hay que tener cuidado con la forma en que se cuentan las cosas y no dar por hecho algo a no ser que sea muy evidente.
Si el personaje ve que otro está con la cara colorada y gritando, puede decir que el otro «le gritó enojado». Sin embargo, en los momentos en que no está claro es donde se encuentra el peligro.
En las escenas en que aparece el caballo, Akim está tan seguro lo que siente el animal. Puede decir que está feliz, confundido, temeroso. Ojo, alguien puede darse una idea, pero nadie puede decir con tanta afirmación lo que siente alguien, menos un animal.
Otro error de este tipo es que el protagonista puede decir con tanta seguridad cuantos kilómetros ha recorrido, como si pudiera saberlo por arte de magia. No es mismo poner: pude haber recorrido cinco kilómetros a que él esté seguro de aquella información. Lo mismo sucede con la temperatura.
2. Los posesivos
Es común el uso de los posesivos incorrectos en cualquier novela, pero abunda mucho más en la primera persona. ¿Cuáles son los posesivos incorrectos? Los que se usan con partes del cuerpo: mi mano, mi cara, mi pierna, mis ojos, su brazo, su mano, su cabeza... Se considera que esas partes ya pertenecen a la persona y basta con usar un artículo, no redundar en el posesivo.
Como en todo, hay excepciones. Sin en la narración no queda claro de quién es la parte del cuerpo que se menciona, usar el posesivo puede ser una forma de aclararlo. Ejemplos:
Me eché crema en mi cara = Me eché crema en la cara
Mi corazón latía a mil por hora = El corazón me latía a mil por hora
Agarré su mano = Le agarré la mano / Lo agarré de la mano
Este bombardeo de posesivos no ocurre solo con partes del cuerpo, sino también con objetos. Casi nunca es necesario porque por el contexto se entiende que pertenecen al personaje. En caso contrario, habría que aclararlo.
La diferencia está en el tipo de artículo que uses. Los hay definidos, que aluden a algo que ya se conoce y se puede identificar (el y la) o indefinidos, que aluden a lo contrario (un y una), con sus formas en plural, claro.
Te dejo un ejemplo para que veas la diferencia entre usar el artículo y el posesivo:
Agarré mi mochila y me puse mi abrigo. Salí tarde de mi casa y me subí a mi moto.
Agarré la mochila y me puse el abrigo. Salí tarde de casa y me subí a la moto.
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