Amantes bajo la luna llena (1-10)
Libro: Amantes bajo la luna llena
Autora: Fiore
Usuario: fiore0217
Género: fanfic, fantasía y romance
Portada:
En lo personal, no me gustan las portadas donde dos personas reales son puestas, no sé, me da una sensación de incomodidad. Pero entiendo el motivo detrás, pues se trata de un fanfic referente a dos integrantes de una banda de kpop, así que es lo más adecuado. Ahora sí, dejando de lado mi gusto, la portada cuenta con unos colores llamativos, la imagen de la pareja es nítida y deja en claro la premisa de la trama (un romance). Y el toque al poner la luna lo hace más interesante. La verdad no tengo conocimientos respecto a las portadas, aunque puedo decir que es la adecuada.
La historia, pese a que en los inicios de los capítulos se hace la mención de Jungkook y su hermana Nayeon, esta se centra de manera principal en el personajes masculino.
Ellos, por desgracia, perdieron a sus padres a una edad temprana, quedándose como huérfanos. A causa de esta gran ausencia, Jungkook toma la responsabilidad de cuidar a su hermana, convirtiendo en Nayeon su prioridad.
Al principio, se presenta la escena en el que ellos estarán bajo la custodia de un tío, quien es llamado Heechul. Este hombre, aparenta ser alguien con malas intenciones, pues actúa de un modo cuestionable. Sin embargo, este plano queda en segundo en los siguientes capítulos, cuando los protagonistas han crecido y parece que se alejaron de él.
Para eso, la trama toma curso en el instante que Jungkook y Nayeon viajan a Dinamarca, esto a petición de la menor, quien ha deseado conocer aquel lugar desde varios años y su hermano nunca duda de cumplir con sus anhelos.
Durante el viaje, Nayeon al estar junto a un guía, opta por apartarse unos momentos y se ve envuelta en una situación peligrosa. De manera improvista, un hombre que ella desconoce, comienza a perseguirla en una calle de bajos recursos. Completamente asustada, se adentra una vivienda para tratar de escapar y ahí conoce al señor Kim.
A partir de ese día, parece que sus vidas cambiarán. Además de hallarse con otro de sus tíos, el tío Jeon o el tío Canas, Jungkook vuelve a toparse con el hombre de sus sueños. No solo eso, sino que su pariente los invita a su casa en Corea. Estando en aquella mansión, Jungkook empieza querer descubrir los misterios que oculta el señor Kim.
Jungkook:
Es un joven, a decir verdad, no recuerdo que hayan mencionado su edad (de ser así, pido disculpas por haber olvidado este dato) quien se dedica a trabajar con la finalidad de sustentar los gastos de él y su hermana. Se puede contemplar, mediante la narración, que es alguien responsable y tímido. Hasta el momento, él no presenta hábitos que le apasionen (además de descubrir los misterios de Kim), pues prefiere estar al pendiente de Nayeon. Se dedica de andar por su entorno, le cumple cualquier capricho y la protege a su manera.
Pese a que tiende a ser reservado, también puede ser determinado cuando la situación lo requiere. Él es el narrador principal (que está en primera persona), así que se conoce muy bien sus pensamientos. Debo admitir que al inicio de la historia, me descolocaba el personaje, ya que tenía pensamientos demasiados exagerados (pero luego de leer los capítulos te das cuenta de ese motivo). También me sorprende que diga tantas groserías estilos latinos, siendo que es coreano.
Nayeon (Kakita):
Es una chica que tiene entre los diecisiete y dieciocho años, estudia la universidad. Debido a que su hermano tiende a hacerle caso a sus anhelos, se ha convertido en una joven mimada. Además, es alguien soñadora, extrovertida e infantil. No estoy muy segura cómo sentirme al respecto de este personaje, pues me da la impresión que estoy leyendo a una niña y no una chica de esa edad.
Jeon (Tío Canas):
Un personaje rígido, empeñado a que sus sobrinos requieren seguir las normas que este ha impuesto o que estos sean respetuosos. Lo último que hizo, genera el que el lector empiece a cuestionarse que tan capaz es de hacer. Todo indica que será el antagonista de los hermanos, aunque más de Jungkook (ojo, dije antagonistas, que no es lo mismo que villano; sin embargo, es el que le ha pedido al protagonista a seguir indagando a su querido señor Kim).
Señor Kim:
Un hombre lleno de misterios, un personaje que suele reír de una forma cotidiana cuando está cerca de Jungkook o Kakita. Sin embargo, en realidad es un personaje de pocas palabras y carga con una mirada que al protagonista le encanta admirar. Es una persona calmada y seria, alguien que es complicado poder comprender sus acciones.
Es el centro de la historia, me atrevo a decir.
Debo decir que al ver que la historia tenía más de sesenta capítulos y que todavía no termina, me sorprendió. Pero luego de leer los diez capítulos que corresponde, pude notar el motivo.
La trama tiene un ritmo lento, se permite que el lector logre conocer a grandes rasgos al personaje principal —tomando en cuenta que solo está narrado desde su punto de vista— y logre sentir ese misterio.
El hecho de que se tome el tiempo para hacer que el señor Kim y Jungkook se conozcan es excelente, puesto que el modo que comiencen a conectarse o sentir ese romance podrá verse natural. No obstante, ojo con este recurso. Si abusas de la lentitud, puedes cansar al lector por no llegar al punto y extenderte de más. Cuidado.
El misterio en torno del señor Kim. Considero que una de la fortaleza más destacada es respecto a la identidad del personaje. El hecho de que parezca conocer los pensamientos del protagonista, que no haya envejecido o tenga esa tensión en saber su identidad es lo que mantiene enganchado al lector —considerando que parece que el romance tardará en aparecer—.
Debo admitir que me da mucha intriga la trama, el misterio que rodea al señor Kim es bastante llamativa. Sin embargo, también me gustaría resaltar lo que se podría mejorar.
Signos de puntuación en los diálogos, mayúscula y minúscula.
Cuando la palabra que introduce el inciso sea un verbo de habla (decir, manifestar, exclamar, afirmar...), la primera letra de esa palabra irá en minúscula.
Así, es correcto:
—Maite llegará tarde —dijo Carmen abriendo el sobre de azúcar—. Se ve que tiene que hacer unos recados.
Y es incorrecto:
—Maite llegará tarde —Dijo Carmen abriendo el sobre de azúcar—. Se ve que tiene que hacer unos recados.
Cuando la palabra que introduce el inciso no sea un verbo de habla, dicho inciso no se entenderá dentro del parlamento. Por tanto, el parlamento se cerrará con punto y la primera letra del inciso irá en mayúscula.
Aunque el parlamento se haya cerrado con punto, el inciso también se cerrará con punto. La única excepción se dará si el inciso se cierra con una expresión del tipo "y añadió". En ese caso, tras la raya de cierre irán dos puntos en vez de punto.
Así, es correcto:
—Maite llegará tarde. —Abrió el sobre de azúcar y volcó en la taza su contenido—. Se ve que tiene que hacer unos recados.
—Maite llegará tarde. —Abrió el sobre de azúcar y volcó en la taza su contenido. Después, mirando a su compañera de nuevo, añadió—: Se ve que tiene que hacer unos recados.
Y es incorrecto:
—Maite llegará tarde —Abrió el sobre de azúcar y volcó en la taza su contenido—. Se ve que tiene que hacer unos recados.
(porque el parlamento se tiene que cerrar con un punto).
—Maite llegará tarde. —Abrió el sobre de azúcar y volcó en la taza su contenido— Se ve que tiene que hacer unos recados.
(porque el inciso se tiene que cerrar con un punto).
Trata de uno usar el sufijo -mente
Este tipo de adverbios tienen varios inconvenientes: A menudo no aportan información nueva que no esté incluida en el contexto o en el significado de otras palabras. Suelen tener como resultado palabras demasiado largas que entorpecen o ralentizan la lectura. Se acaba irritando al oído con la repetición de -mente.
Los adverbios terminados en -mente pueden resultar muy útiles, pero conviene usarlos con moderación. Sobre todo, debes evitar su abuso.
Los adverbios terminados en -mente no constituyen una falta de ortografía o un error gramatical, sino un vicio de estilo. ¿Por qué? Simplemente tienen muchas sílabas y, por lo tanto, alargan la oración. Y eso atenta contra la economía del lenguaje y contra la comprensión.
García Márquez lo explicaba así:
"La práctica terminó por convencerme de que los adverbios de modo terminados en -mente son un vicio empobrecedor. Así que empecé a castigarlos donde me salían al paso, y cada vez me convencía más de que aquella obsesión me obligaba a encontrar formas más ricas y expresivas."
La más sencilla de todas es sustituir el adverbio terminado en mente por una preposición y un sustantivo:
Fácilmente: con facilidad.
Generalmente: por lo general.
Intencionalmente: a propósito.
Cuando tengas que escribir algo con intención de que otros lo lean, procura tomar algunas medidas para que tu texto no esté repleto de adverbios terminados en -mente.
Mezclas presente con el pasado. Cuidado con eso.
La premisa es clara: no se deben mezclar tiempos verbales, y mucho menos en la misma frase. Es decir, que si la comienzas en pasado ha de terminar en pasado, y no en presente o en pretérito perfecto.
Eso es, sencillamente, tener en cuenta el tiempo en el que contarás la novela. Si has escogido el presente o el pasado, las acciones deberán de consignarse en dicho tiempo.
De todas formas, puede pasar que te guste combinar pasado y presente en tu novela. Si es así, has de tener mucho cuidado a la hora de pasar de un tiempo a otro para no confundir o perder al lector en el relato de la historia. El uso de fechas o de referencias temporales antes de comenzar el relato del pasado suele ser una buena manera de distinguir periodos y, de esta manera, diferenciarlos a ojos del lector.
Los números se escriben con letra
En algunas partes de los capítulos, las edades de los personajes se escriben en número y deben estar en letra.
Emplear sinónimos para no caer en la repetición
Cuando se escribe un texto y se repiten varias veces un mismo concepto, es necesario utilizar sinónimos, pues así se enriquece el vocabulario y sirven para no repetir una palabra constantemente.
Además, ayuda a evitar el texto aburrido. Mejorar la comunicación entre el autor con el lector. Ayudar a proporcionar una imagen en la mente del lector.
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