L.2 Capítulo 2
Izuku Midoriya
Han pasado muchas cosas por el pasar de los días, y todas son positivas, sencillamente podría hacer un punteo y señalar como mi vida está dando un giro de 180°, sinceramente no me interesa mucho si es real o no.
En el trayecto el Sr. Toshinori me explicó que él ya estaba haciendo unos papeleos que cambiarían completamente mi destino, tenía una idea en mente para acercarse a mí, pero sucedieron esas cosas el 31 que causaron que cambiase sus planes.
No comprendía los motivos de él, yo era un adolescente marginado sin deseos de existir ¿Por qué quiere ayudarme?
No es como si yo valiese demasiado...
Todavía no comprendo muy bien las cosas, eran demasiados tecnicismos y papeleo, muchas preguntas de unas personas.
Él ya tenía todo previsto gracias al Sr. Aizawa, al parecer él ya había pasado por esa clase de documentos
Para resumir todo en breves palabras el Sr. Toshinori quería convertirse en mi tutor legal, no era una adopción como tal, ya que todavía estaban mis padres de por medio y si bien eran malas personas, el sistema no era tan rápido y se debía investigar demasiado.
Siendo sincero, me da lo mismo que fuese mi padre adoptivo o mi tutor legal, ambos tenían el mismo resultado, al Sr. Toshinori cuidándome lejos de todas esas personas que pueden lastimarme.
Cuando llegamos a la comisaría, porque a ese lugar debíamos ir, ya que me estaban buscando desde el día de ayer, el Sr. Toshinori le explicó con la verdad, a pesar de que dolía escucharla, pero con aquellas personas uno tenía que ser sincero.
Le mostró esos papeles y comenzaron a charlar, servicios infantiles llegaron, fue horrible, pero necesario, era ilegal que ellos me llevaran como si nada, pero temía por mi vida.
Los Sres. Toshinori y Aizawa, decidieron hacer un trato con servicios al verme cuan nervioso estaba.
El Sr. Aizawa preguntó si podía estar conmigo mientras se solucionaba todo, solo por hoy iban a permitirlo.
Por el pasar de las horas en esas oficinas llegó el Sr. Toshinori, con buenas y malas noticias.
Habían aceptado los trámites, el poder de los contactos y un historial perfecto ayudó bastante a agilizar el proceso, pero lo malo era que tenía que estar hasta pasado mañana en este lugar, como si este fuese mi castigo por huir.
Temía demasiado estar solo y que volviera a atormentarme aquella voz, pero para empezar de nuevo tenía que tener el valor suficiente, si quiero avanzar debo arriesgarme.
El Sr. Toshinori se tuvo que ir a las seis y media de la tarde, pero prometió llegar apenas estuviera abierto, decidí confiar en él, aunque aún estaba esa espinita de que algo malo iba a ocurrir.
Tenía miedo del futuro, no sabía que ocurriría mañana...
Al día siguiente el Sr. Toshinori regresó como prometió, traía unas galletas que había comprado en el centro de la ciudad.
Chocolate y vainilla, eran deliciosas y te hacían sentir ¿feliz?, no sé, es una sensación cálida la que se generaba en mi paladar.
-Llevé tu ropa a mi casa, tus útiles de aseo y todo lo que encontramos que usas para pintar y dibujar- Dijo el Sr. Toshinori con una sonrisa, lo que menos deseo es pisar ese lugar para buscar mis cosas, por mi quemaría o destruiría esa casa.
-Gracias por buscar mis cosas- Agradecí con una sincera y pequeña sonrisa.
-No hay problema, prometí que no pisarías ese lugar nuevamente y lo cumpliré- Respondió sin titubear y levantando su pulgar, él era una persona muy buena.
De su bolso sacó una caja no tan grande envuelta en papel de regalo, no comprendía el motivo, pero lo acepté.
Rompí el papel y quedé con la boca abierta al ver qué era... un teléfono móvil y se podía apreciar que no era uno demasiado barato.
-Tiene de todas esas cosas que usan los jóvenes, además un plan de llamadas ilimitadas, no quiero que te preocupes por falta de saldo para llamar en caso de emergencia y también tiene internet- Dijo un tanto nervioso -El hijo de Aizawa nos ayudó, nosotros no teníamos ni idea, no somos hombres de tecnología, rio con lo último que dijo.
No tenía palabras para agradecerle, nunca me dieron un regalo tan costoso, además era para mi seguridad.
Mordí mi labio inferior y le agradecí, no quería ser un llorón.
-No te preocupes por el precio, si es eso lo que te preocupa, tengo demasiado dinero y solo lo ocupo en lo básico, y lo más costoso es para mis pinturas- Dijo mientras acariciaba mi cabeza -Es lindo gastar dinero en regalos para otros.
-Gracias Sr. Toshinori, lo único que deseo es irme, pero al menos no son malas personas- Dije, era cierto, son personas dedicadas y amables en su trabajo, o sea un milagro.
-Me alegro o si no ya estaría discutiendo con ellos- Dijo con esa enorme sonrisa que lo caracteriza.
Él es el mejor adulto que conozco.
Los días pasaron y me encontraba en el sofá sentado observando el número de teléfono de Ochako, era el único contacto importante que tengo de mi anterior móvil, Jiro no tiene uno así que solo sabemos dónde es su hogar y el teléfono fijo. Cabe señalar que boté a la basura el chip antiguo, es un tipo de reinicio que quise tomar, nadie logrará encontrarme, ni siquiera esa mujer.
No sabía que decirle a Ochako, temía marcar su número y escuchar su voz, se merecía una explicación y deseaba dársela, pero ¿Cómo comenzar?, es un tema complicado y difícil de hablar.
El Sr. Toshinori se sentó a mi lado y me preguntó por qué tenía un rostro tan asustado.
-No sé qué hacer con una persona importante, debo explicarle todo, ella se merece mi honestidad...
-¿Por qué no empiezas contándome quién es esa persona? Me interesa saber quiénes son importantes para ti- Dijo el Sr. Toshinori con una voz cálida.
Lo que Izuku no sabía es que Toshinori tenía una idea de quién podía ser esa persona, pero prefería escucharlo con sus palabras.
Me sonrojé al pensar en todo lo que hemos vivido durante este año, pero me armé de valor y dije -Su nombre es Ochako, una compañera de salón, por cosas de la vida se convirtió en mi mejor amiga... es una maravillosa persona, sabe de mis problemas y continúa sosteniendo mi mano, es demasiado buena para alguien tan roto, ella es perfecta ante mis ojos...
Comencé a hablar sin parar de Ochako y todo lo que vivimos durante este tiempo, le dije la confesión, omitiendo el beso, aquello me daba demasiado vergüenza y era algo de nosotros dos.
-La amo, pero temo estar con ella, no soy alguien estable ¿Qué pasa si decido acabar con mi vida? La dejaré destrozada y marcada de por vida, su primer novio se mató, no deseo eso para su futuro- Dije con honestidad, tenía miedo de lastimarla de la peor forma -¿Qué debo hacer? Me quedo con ella por mi egoísmo o la rechazo, en ambas me siento como una mierda de persona, porque la quiero en mi vida, deseo estar para siempre a su lado.
El Sr. Toshinori estaba en silencio, como si estuviese analizando cada palabra que dije.
-Izuku, sé lo que yo haría en tu situación, pero tienes que tú mismo decidir, no quiero que te arrepientas porque alguien más tomó tu elección- Dijo el Sr. Toshinori con seriedad -Aunque no es egoísta de tu parte querer estar al lado de ella, a menos que esa chica decida por sí misma no quererte en su vida, pero escuchando toda su historia contigo es claro para cualquiera que no te dejará solo, a pesar de que lo quieras porque es lo mejor para ella.
El rubio soltó un suspiro y continuó -Está mal tomar decisiones por alguien sin darle la opción de escoger, puedes decirle adiós, pero debe ser porque tú lo deseas de esa forma, no colocando palabras en su boca.
Asentí, él tiene razón, pero desgraciadamente no sabía bien qué es lo que deseo, estaba seguro de que la amaba, no estoy confundido con mis sentimientos, estos eran tan claros como el cristal; no sabía que camino escoger, ninguno me gustaba, pero tenía que elegir uno, sería cruel dejarla en el limbo.
-No sé qué quiero con mi vida, un día quiero vivir y al otro día decirle adiós a mi vida, no quiero que Ochako o cualquiera me ayude de esta forma ¿No debería cambiar por mí mismo?- Respondí preocupado -No quiero ser la carga de nadie, ninguna persona merece estar cuidando todos los días a alguien como yo, eso es egoísta... ¡No deseo que ella cargue tanto peso! Pero necesito ayuda, no sé qué demonios hacer.
Toshinori me abrazó con suavidad, se sentía como esos abrazos que mamá me daba antes de que se volviese en un monstruo.
¿Así sentían los abrazos paternales? ¿Tan cálidos y seguros? ¿Por qué no tuve la suerte de tener unos padres que me protegieran?
-Te voy a llevar de paseo a un lugar que mi maestra me llevaba cuando tenía tu edad- Dijo el Sr. Toshinori deshaciendo el abrazo -Ese lugar me inspira en mis días más tristes.
Lo miré interesado y le pregunté qué lugar era, él sonrió y dijo -Una playa poco transitada, a pesar de su hermosa agua cristalina.
Abrí mis ojos emocionado, jamás había visitado la playa, solo sabía de ella por la televisión y revistas, nada más.
-Me encantaría ir- Solté emocionado, lo cual me sorprendió bastante.
Al ver mi actuar el Sr. Toshinori sonrió y dijo -Entonces vayamos de paseo, pero primero debemos almorzar.
16:15 pm
La playa era hermosa, había pocas personas recostadas en la arena y unos cuantos, nadando en el mar, era un ambiente cálido y familiar.
El reflejo del sol creaba una hermosa atmosfera en el mar, algún día traería a Ochako y a Jiro a este lugar, lo amarán.
-Este fue el último lugar que visité con mi maestra antes de que ella partiera al más allá- Dijo con nostalgia mientras miraba el mar -Ella fue la mujer más impresionante que he conocido en mi vida.
Lo miré sorprendido, había leído algo sobre su maestra, pero nada más, solo decía que era una excelente artista en esa revista que leí de su entrevista hace años atrás.
Comenzamos a charlar de cosas triviales, me gustaba solo hablar de cualquier tema, aquello lograba alejarme de todas las cosas malas que me suceden, pero la conversación llegó a un punto doloroso y necesario.
-Señor Toshinori ¿Qué puedo hacer para recuperarme?- Dije a duras penas mientras observaba la puesta de sol -No confío en mí mismo para lograr mejorar, sé que no estoy solo, pero los recuerdos y las voces de quienes me han lastimado continúan...
El Sr. Toshinori me observó fijamente, atento a cada palabra que decía.
-No estoy loco...- Dije nervioso ante su mirada -Solo las escucho continuamente señalando todo lo que no soy, hay una voz que me incita a terminar con mi vida porque sabe cuan patético y débil soy...
Él me sonrió con tristeza y soltó un largo suspiro -Te quiero contar un secreto que jamás se lo he dicho a nadie, ni siquiera a Shota...
Lo observé intrigado ante lo dicho, ¿Qué podía ser un secreto tan guardado?
-Yo no he pasado por esos sentimientos que tienes, mi vida tampoco fue tan difícil como la tuya, por lo tanto, no creo que pueda compararnos- Dijo con sinceridad, lo cual me ayudaba, ya que no me diría palabras vacías -Pero sé que es sentir que alguien te hable, escuchar las voces negativas de personas que no valen la pena, el dolor de sentirte solo en el mundo a pesar de tener personas que te quieren.
Abrí los ojos sorprendido, jamás pensé que el Sr. Toshinori pasase por ese tipo de cosas, él se veía tan fuerte.
El hombre observó el atardecer por un momento en silencio y dijo -Te contaré un poco de mi historia...
Toshinori Yagi
Mi vida era cómoda desde el día en que nací, no éramos millonarios, pero tampoco nos faltaban cosas, teníamos lo suficiente en mi familia... mis padres eran el matrimonio conservador estereotipado del siglo XX, son unos racistas, machistas, católicos que no soportan nada que no estén bajo sus ideales.
Mi madre era una orgullosa dama que creía que la mujer solo existía para su marido y familia, ella es feliz de esa forma y no discuto por ello, ama a mi padre a pesar de sus conductas machistas, no digo que él la maltrataba, jamás vi que la lastimase, pero éste de alguna manera u otra daba a entender que él es quien manda en nuestro hogar.
En mi escuela era lo mismo, todos intentaban moldearme de una forma en la que sentía que no encajaba, creo que nací en la familia equivocada.
Mis padres desaprobaron y negaron mi entrada a Yuuei, ellos no querían a un hijo artista, porque el arte es para comunistas, pobretones, homosexuales, etc.
Todos los días ellos les colocaban a los artistas algún añadido que ellos encontraban negativos, los cuales de alguna forma yo no los veía como insulto.
Me salvé de ser un calco de ellos por la lectura, visitaba la biblioteca pública para leer distintos libros que lograron ampliar mi mirada hacia el mundo, existían otras maneras de pensar, no todo era blanco y negro.
Fue difícil decirles a mis padres que deseaba ser pintor, a pesar de que no quería ser como mi padre, temía su rechazo, lo cual era obvio que iba a suceder.
No deseaba su aprobación, pero la necesitaba para sentirme bien, quería el apoyo de ellos, tenía trece años y deseaba hacer la prueba para ingresar a Yuuei.
Necesitaba sus firmas para poder ingresar a esa Academia, aunque obtuviese una beca completa, ellos tenían el derecho sobre lo que debía o no hacer, al menos hasta que cumpliese dieciocho años, por lo tanto, tenía tan solo dos años para lograr lavarles el cerebro.
Sabía que iba a ser imposible, pero de alguna manera quería lograr mis metas, y la primera prueba que tenía para ser un pintor, era lograr la firma de mis padres, sabía que si lo lograba cumpliría mi sueño.
Todo lo básico que había aprendido de la pintura había sido gracias a los libros de arte de la biblioteca, con mi mesada compraba las pinturas y lienzos.
Una anécdota interesante, para que ellos no sintiesen el olor al óleo pintaba en mi casa del árbol, fingía que hacía la tarea o estudiaba allí para concentrarme mejor, el problema surgió cuando en invierno me resfrié por el viento.
De alguna forma me parecía interesante pintar en secreto, sentía que tenía una vida secreta...
El problema comenzó cuando tenía doce, ¿Por qué deseaba pintar? ¿Cuál era mi objetivo?
Sabía que deseaba ser un pintor, pero quería tener un propósito, quería un motivo real para decirles a mis padres el por qué quiero ser pintor.
Entonces un día decidí pintar con mi croquera en un parque cercano a mí casa, vi a un matrimonio de personas de edad avanzada, me hizo sonreír y comencé a dibujarlos, una vez terminado me sentí bien conmigo mismo, me había quedado mejor que otras veces... pero cuando levanté mi cabeza me topé con el señor sonriéndome al ver el dibujo, él me felicitó y le dijo a su esposa que se acercara para verlo, se veían felices, al final terminé regalándoselos.
A los días después comencé a dibujar con tiza en el suelo del lugar, a veces paisajes, personas o caricaturas, las personas sonreían al verlas, me sentía feliz al saber que a la gente le gustaba lo que hacía.
Un día en el parque me topé con una niña perdida, lloraba sentada en la banca, decidí quedarme a su lado hasta que apareciesen sus padres, por lo tanto, para distraerla un poco le dibujé un pequeño gatito en la croquera, sonrió al verlo y me pidió que dibujara otras cosas, y eso hice hasta que sus padres aparecieron.
Me gustaba ver a las personas sonreír y ser felices, distraerlas de los malos momentos, ese era el motivo que estaba buscando, muchos dirán que es simple, pero quería hacer feliz a todos, al menos por un momento.
Gracias a ese deseo mi maestra me tomó como su pupilo, la mismísima Nana Shimura, mi pintora favorita, a quien tenía como meta decidió escogerme.
Izuku, no sé si has leído algo de ella o visto alguna pintura en una revista o libro, pero no se comparan a la realidad.
Mi historia con ella comienza en el momento que fui a la exposición que todos los alumnos de Yuuei hacen al final del ciclo estudiantil. Esta Academia era un mundo nuevo, los alumnos tenían una apariencia completamente libre, ya sean su forma de expresarse y vestuarios, sentía esa libertad que busqué durante tanto tiempo, y accidentalmente la conocí.
A ella le gustaron mis dibujos, pero cuando me preguntó mi motivación significó un punto a parte en mi vida...
Recuerdo las palabras que le dije a ella como si fuese ayer...
"Quiero que las personas al verlas sean capaces de sonreír y olvidar por al menos unos segundos todos los problemas que existen en su vida"
Recordar el pasado duele, pero decirlo en voz alta duele más, me hace pensar en nuestro primer hola, porque me recuerda sus últimas palabras.
Ella me invitó a comer para hablar conmigo sobre arte, yo le dije inmediatamente que sí.
21/12/1999
Era impresionante conocer a la Sra. Nana Shimura en persona, sin duda era más alta de lo que se veía en las fotografías, debo admitir que fui demasiado apresurado al aceptar comer con alguien que no conocía, y al haber cerrado el trato pensé bien...
Sin dudas era un estúpido.
Izuku, no vuelvas a hacer lo mismo que hiciste conmigo, desgraciadamente no todos son como yo, ahora me tienes a mi para que te ayude o te vaya a buscar, incluso Aizawa te puede recoger ¿Entiendes? No quiero que nadie hiera.
Lo bueno es que no era una mujer mala, fue en la cafetería de la academia donde cerramos el trato, era bastante amplia, y tenía deliciosos postres.
No podía creer que una escuela tuviese tan buena comida...
La Sra. Nana me comentó el motivo del porqué quería enseñarme, ella hace un par de años enviudó, por desgracia no podía tener hijos, y deseaba enseñarle a alguien sus técnicas artísticas, dejarle a una persona su legado, pero ese alguien tenía que tener buenos ideales, no solo el talento innato.
Me escogió porque era un chico normal que quiere hacer sonreír a las personas, esa era la persona que deseaba tener como alumno.
Ella era ese tipo de adulto que deseaba ser a futuro.
Decidió la Sra. Nana comenzar los sábados con sus clases, el problema eran mis padres, ellos sabían que salía a la biblioteca, y era real a eso iba.
La Sra. Nana era una maestra interesante, me ofreció enseñarme en el lugar que a mí me gustase.
Y bueno, a partir de ese día cerramos el trato de ir al parque todos los sábados.
Sin duda sabía que con ella me divertiría.
06/08/2000
Miraba el cielo nublado, estaba agotado de todo, mi padre había descubierto mi faceta de pintor, y no estaba para nada feliz, lo había ocultado por unos meses, pero era obvio que tarde o temprano lo sabría.
Llamé por teléfono a la Señora Nana para que me ayudara a convencerlo de que me dejase estudiar en Yuuei, ella inmediatamente aceptó.
Fueron minutos tensos cuando ella llegó a casa, no se vestía de forma casual con sus jeans manchados con pintura de todos los colores y polera holgada, estaba vestida y peinada muy formal, se parecía a la secretaria de mi escuela.
Mi padre inmediatamente rechazó la propuesta de la Sra. Nana, fue cruel y trató a todos los artistas como unos drogadictos, pecadores y comunistas, lo clásico en él.
Lo bueno es que mi maestra no decía nada, solo lo miraba en silencio hasta que él se calmó.
-La última cena, es aquella pintura que tiene colgado en su sala de estar, fue pintada por Leonardo Da Vinci, también existen las pinturas como La Sagrada Familia, La creación de Adán y la Bóveda de la Capilla Sixtina, todas creadas por Miguel Ángel- Respondió la Sra. Nana -Las Iglesias y el Vaticano tiene hermosas pinturas realizada por artistas y muchos de ellos son personas de fe, la Bóveda de la Capilla Sixtina fue encargada por el papa Julio II.
Mi padre estaba molesto al escucharla, más que nada porque era la verdad, en cambio mi madre guardaba silencio esperando una respuesta de su esposo... ella está de mero adorno.
-Por favor, deje que sea su maestra por estos dos años y si usted no quiere que su hijo vaya a Yuuei juro que no volveré a verlo hasta que se independice.
Mi padre soltó un largo suspiro, buscando de alguna forma darle una respuesta.
-Espera padre, déjame mostrarte una cosa antes que tomes tu decisión- Dije levantándome del sofá sin esperar su respuesta.
Recuerdo subir las escaleras hacia mi dormitorio como si mi vida dependiera de aquello; registrar mi ropero y sacar un pequeño lienzo que había hecho antes de conocer a mi maestra, no era una obra maestra, pero era mi única oportunidad.
La pintura era de la Virgen María rodeada de ángeles en el cielo, todo en óleo, no era perfecta, tenía un par de errores, pero me gustaba.
Se la entregué a mi padre y él la miró fijamente, su rostro no demostraba expresión alguna.
-Es del año pasado, poco antes de conocer a la maestra Nana- Dije nervioso, era la primera vez que miraba una pintura mía detenidamente -Ahora he mejorado bastante, puedo hacerlo más grande y con una mejor iluminación, las nubes me salen mejor...
Mi padre le entregó la pintura a mi madre, aún no podía leerlo, por primera vez no estaba seguro de lo que iba hacer.
-Usted ¿Es una mujer de fe?- Preguntó con seriedad -No puedo permitir que mi hijo se relacione con un ateo y lo lleve por el mal camino.
Fruncí el ceño ante la pregunta ridícula.
-Claro que sí- Respondió sin temblar, no parecía mentir por su mirada -Fui criada por una familia similar a la de ustedes y participé en una Iglesia haciendo cursos de pintura, por lo que sé cuán importante es que un hijo siga el camino de Dios y le juro que me dedicaré solo a enseñarle a pintar, no voy a imponerle ninguna creencia e ideales políticos.
Mi padre la observó detenidamente, él buscaba algún rastro de mentira en su rostro, pero no encontró nada.
-Te lo permitiré, no me defraudes- Respondió con seriedad quitándole la pintura a mi madre y llevándosela con él.
No podía creerlo, aquel hombre se había ablandado, en realidad no ha cambiado en absoluto, sigue siendo la misma persona, pero al menos me dio eso.
No pude agradecerle, pero no era necesario, él ya lo sabía.
Al día siguiente, cuando estábamos en el parque le pregunté a mi maestra si en verdad era creyente y si lo de la Iglesia era real.
-Tenía veintiséis años, estaba tomándome unas vacaciones de mi constante trabajo como pintora, no había parado de pintar desde que había salido de Yuuei y aquello es un arma de doble filo, todos necesitamos un descanso de la pintura, al menos unas dos semanas para no terminar odiando la pintura- Dijo con una sonrisa marcada en su rostro -Fui a mi ciudad natal para visitar por un par de semanas a mis padres, yo ya no era creyente como tal, creía en Dios, pero no seguía una iglesia o templo, estudié diversas creencias y religiones, pero todas tenían algo bueno que me gustaba, pero a la vez había muchas cosas con las que no coincidía.
Soltó un suspiro y continuó -Mi madre amaba mis pinturas y me pidió que hiciese clases por una temporada en la iglesia, yo no quería, pero terminé aceptando a las horas, es una mujer muy insistente... en el primer día conocí a Isao Tanaka, tenía un par de años más que yo, él era un pésimo dibujante, pero su alegría y determinación era sorprendente.
Cada palabra y relato que ella decía sobre aquel hombre me divertía, no sabía quién era, pero deseaba conocerlo, él tenía que ser un buen hombre para que mi maestra hablase maravillas de éste, pero la realidad me golpeó.
Era su difunto esposo, ya no lograba ver divertida la situación, me dolía pensar que ese hombre murió de cáncer hace un par de años, me daba tristeza escuchar como ella se casó en la iglesia con él, Isao no quería porque sabía que su amada no era católica, prefería una boda como celebración en un lugar que les gustase y en vez de un cura solo sería el registro civil.
Ella decidió por sí misma casarse en la iglesia al frente de los ojos de Dios, su matrimonio duró casi veinte años, la Sra. Nana decía que no se arrepentía por casarse con él, tampoco de quedarse durante todo el tiempo que estuvo enfermo... aquel amor era tan puro y triste que me hizo cuestionar la existencia de Dios por primera vez.
¿Por qué Isao sufrió tanto si era un hombre bueno y devoto? Iba a la iglesia todos los domingos, rezaba en las noches, disfrutaba cada momento con su esposa y amigos, todos tenían buenas palabras de él y nadie logró comprender lo injusto que había sido el destino con él.
¿Por qué Dios lo mató de esa forma? Tantas dudas se formaron en mi cabeza ¿Por qué Dios no les permitió a ellos dos tener hijos siendo un matrimonio ejemplar y amoroso?
¿Por qué le arrebató la felicidad a la Sra. Nana? Ella era una buena mujer, no merecía ver al amor de su vida morir de forma lenta y dolorosa.
-No he perdido mi fe, siempre voy a creer en Dios, jamás dudé de mis creencias, sinceramente me enojé con él por la situación, pero era inevitable, el destino es cruel con algunos...- Dijo con una sonrisa amarga.
Pensé en ese entonces que, si fuese ella perdería mi fe.
El tiempo transcurrió con gran velocidad y cada vez aprendía más y mejoraba mis técnicas, cada semana hacía un dibujo o una pintura relacionada con el catolicismo y se la regalaba a mi padre, años después supe que en su oficina privada las guardaba con cuidado.
El día en que recibí mi carta de aceptación me senté al frente de mis padres en la sala de estar, no quería que mi maestra me ayudara hoy, deseaba afrontar la situación solo, era una forma de demostrarle a mi padre cuan determinado estaba para querer estudiar en Yuuei.
-Padre me has visto durante estos dos últimos años como he avanzado en mis clases con la maestra Nana, he actuado como un hijo ejemplar, asisto y trabajo de voluntario en la iglesia sin rechistar, me despierto a las seis para rezar ¿No merezco tu permiso? Jamás te he demostrado algún rastro de todo lo que no te gusta, no me meto en problemas, no soy un drogadicto, comunista, hippie y hereje, soy el mismo hijo que has criado...- Supliqué, odiaba agachar la cabeza, odiaba la religión, esos dos años habían sido una tortura.
Detestaba en esa época todo lo que tuviera una iglesia de por medio, amaba tanto el arte que tuve que soportar todo lo que él quería, tal vez pensaba que de esa forma cambiaría mi forma de pensar o renunciaría por el cansancio a mi sueño de ir a Yuuei.
El silencio reinó en mi casa, pero el esfuerzo rindió frutos.
Mi padre aceptó a regañadientes firmar mis papeles para ingresar a Yuuei, no nos llevamos bien, pero creo que fue un gran acto paternal. Desgraciadamente, el trato era que todos los domingos debía ir a la Iglesia.
La maestra Nana se dedicó a llevarme en automóvil todos los domingos a la Iglesia a la que asistían mis padres.
Ella se convirtió en mi "madrina", se encargaba de guiarme, incluso en la Academia me daba tips y trabajos extras.
Sin dudas la Sra. Nana era una en un millón.
2002
El destino nos tiene preparado un lugar al que pertenecemos, solo tenemos que encontrarlo.
Yuuei era impresionante, el edificio antiguo lo amé desde el minuto uno, mis compañeros eran lo opuesto a lo que eran en mi anterior escuela, esa Academia era otro mundo, uno donde yo pertenecía.
Amaba todo en Yuuei, sus maestros no me hacían sentir diferente en el mal sentido, mis compañeros no tenían esa mentalidad tan obsoleta, no sentía que debía cambiar y adaptarme en un entorno que odiaba.
Conocí a mis mejores amigos, el gran vocalista Hizashi Yamada, alias Present Mic y Shota Aizawa, ambos únicos y opuestos, pero juntos hacían un gran complemento, éramos felices en nuestro pequeño grupo.
Hacíamos locuras, reíamos, arrastrábamos a Shota distintos lugares, aprovechábamos cada segundo de nuestra adolescencia, éramos felices siendo nosotros.
Nadie nos separaría.
Shota era sorprendente, era un artista solitario, su arte te provocaba melancolía, tristeza y desesperación, él era ese diamante en bruto, talentoso que no aspiraba a nada relacionado con el arte o cualquier cosa.
Nos sorprendió cuando cambió su rumbo.
El primer y segundo año los disfruté a no más dar, aprendí tanto, pero también sufrí por como avanzaba en dificultad, Yuuei era estricta, difícil y solo tu determinación te ayudará a seguir de pie, nadie te da gratis tus calificaciones, todos tus aciertos son por tus esfuerzos. Aquello te da una satisfacción enorme.
En las vacaciones de verano e invierno viajaba a las casas, corrección, mansiones donde vivían mis amigos, íbamos al cine y a parques de diversiones, disfrutábamos de nuestra juventud a lo máximo.
A veces viajaba con la Sra. Nana a la playa a mirar el mar y conversar, luego de los domingos de "tortura", al menos así los llamaba en esa época.
Mi vida era paz y felicidad, hasta que llegó mi último año...
2004
La felicidad puede ser efímera, no siempre quienes amas perduran en el tiempo, pero si en nuestros corazones.
Aquel año fue un tanto confuso para todos, era el final de nuestro recorrido, Hizashi tenía una banda con otros compañeros, sin dudas el futuro le sonreía.
Con Shota ya teníamos clara su situación, él no seguiría el camino del arte, me frustraba un poco saber que su talento se desperdiciaría, pero cuando hablaba de querer estudiar literatura su mirada se veía emocionada, eso ayudaba a que se esfumara ese sentimiento reemplazándolo por alegría y deseos de que lograra todas sus metas.
Cabe señalar que una joven de primer año apareció en la vida de Shota para quedarse, actualmente es su esposa, tienen dos hijos y viene uno en camino... ellos me demuestran que sí existen los finales felices para las vidas difíciles, tan solo debes encontrar a la persona ideal.
Yo quería seguir mis estudios en una universidad de París, sería duro el cambio, pero valía la pena desarrollarme y conocer las distintas realidades, deseaba ser el mejor para lograr mi objetivo.
Todo estaba bien, nuestro futuro era brillante, pero mi maestra pescó un resfriado, al menos eso pensábamos.
Ella jamás se enfermaba, por lo tanto, era extraño y me preocupaba demasiado, Hizashi me intentaba calmar, pero era difícil al verla de la noche a la mañana tan deteriorada.
En abril le diagnosticaron cáncer de mamas, se había expandido por distintas partes de su cuerpo... aquello parecía una broma de mal gusto de parte del Dios todo poderoso.
Se iba a morir, las parcas aparecerían para buscarla de la misma manera en que se llevaron a su esposo.
Eso era injusto, una mujer como ella no podía irse de esa forma, no tenía sentido su próxima muerte, el destino se burlaba de la gente buena lastimándolas de todas las peores formas posibles.
Recuerdo llorar en mi habitación junto con Hizashi, Shota estaba sentado en la cama sin decir ninguna palabra, él miraba a la nada.
Me sentía destrozado y temía al futuro, ya no lo veía brillante, ahora era oscuro y aterrador, pero nuestra preciada maestra se levantó y continuó ejerciendo sus clases, ella no iba a dejarse vencer por esa cruda enfermedad.
Siempre demostrando su fuerza, no tenía cura y prefirió no hacer las quimios, a ella no le apetecía pasar por el mismo dolor que su marido.
Ese año maduré de golpe, veía la vida de otra forma, aquellos momentos divertidos y sin sentido se habían esfumado, ahora me esforzaba para lograr obtener mi carta de aceptación para la universidad.
Seguíamos los tres juntos, pero cada uno se esforzaba aparte para lograr sus metas.
Finalicé con calificaciones perfectas, recomendaciones de los maestros y lo más importante, fui aceptado en esa universidad, era triste separarme de mis amigos, pero es normal viajar por caminos separados.
Jamás pensé ver en mi graduación a mis padres sentados entre los otros invitados, mi madre me sacaba fotografías, se veía tan orgullosa que llegaba a dolerme.
Nunca mostró interés y siempre esperó a que mi padre decidiera qué camino tenía que seguir, debería haber estado molesto con ella, pero seguía siendo mi madre y no fue mala conmigo, fue su falta de apoyo lo que nos alejó lentamente.
Cuando fue mi turno y recibí mi diploma mi padre aplaudió, quería llorar, ese hombre me caía mal, no nos llevábamos, pero por primera vez pude ver una pizca de orgullo...
Estaba feliz y triste ese día, quería detener el tiempo y vivir eternamente ese momento, todos estábamos felices.
Luego llegó verano y la realidad golpeó mi puerta.
20/01/2005
No existen las despedidas, solo existen los hasta pronto.
Había sacado mi licencia, ahora conducía el automóvil de la Sra. Nana para llevarla al hospital a hacerse sus chequeos y hacer las compras con ella.
Quería aprovechar ese verano con ella, al menos antes de irme a Francia y dejarla en el hospital para sus curaciones.
Me destrozaba saber que ella no tenía a nadie, quería quedarme a su lado para apoyarla hasta su último minuto de vida, pero me dijo que no inmediatamente, yo tenía que seguir mi camino sin su presencia.
Decidí llevarla la playa para ver el atardecer que siempre nos acompañaba casi todos los domingos de tortura, no íbamos desde que había terminado la Academia.
-Estoy feliz de haberte conocido- Dijo con su cálida voz -Si hubiera podido tener un hijo con mi esposo, desearía que fuese igual que tú.
Sonreí al escuchar aquellas palabras, era un orgullo ser querido de esa forma por una mujer como ella.
-Yo habría sido feliz siendo su hijo- Respondí con la verdad.
-Tal vez en otra vida pueda decir que soy tu madre y no tu madrina...
Mordí mi labio inferior, deseaba llorar como un niño pequeño, no quería que ella se fuera de este mundo.
Nos subimos al automóvil y comencé a conducir hacia la casa de la Sra. Nana, amaba su hogar, era tan cálido y espacioso... es donde actualmente vivimos.
-Estoy orgullosa de ti, sé que triunfarás en cualquier cosa que te propongas...- Susurró con una voz demasiado apagada.
-Hasta que al fin nos volvemos a ver mi preciado Isao.
Al escuchar esas palabras me asusté; frené el automóvil sin pensar y la miré, ella se había ido con su marido.
Por fin estaba descansando del dolor y no se había marchado sola.
Aunque no iba negar cuanto dolió su partida.
22/01/2005
El día fue caluroso y soleado, todo lo contrario, a las escenas de los funerales lluviosos, los llantos existían, pero ese clima desgarrador no estaba rodeándonos, el sol era la mejor despedida para ella.
Su funeral fue en aquella iglesia donde se casó, ella en su testamento deseaba que fuese ese lugar donde le dieran su despedida.
Recuerdo los llantos de los presentes, el Sr. Nezu y Torino miraban al cura hablar, no mostraban expresión alguna en su rostro; había distintos exalumnos de nuestra generación y antiguas, muchos de ellos lloraban y otros rezaban; Enji estaba sentado al lado de Rei mientras cargaba a su hijo, él estaba con el ceño fruncido y ella se limpiaba las lágrimas con un pañuelo; mientras tanto estaba en la primera fila sentado con un Hizashi que no paraba de llorar y Shota que tenía los ojos rojos, de seguro él había llorado antes de llegar a la iglesia.
Pensaba que era difícil estar en la iglesia viendo como la despedían, pero cuando la enterraron junto con su esposo mi corazón dolió, ver la tierra lentamente arrojada sobre el féretro provocó que llorara en silencio.
Era el verdadero adiós y teníamos que aceptarlo.
23/01/2005
Mi maestra me dejó en su testamento todos sus bienes materiales, desde su mansión hasta las pinturas, también todo su dinero, lo único relevante para mi eran sus obras de arte, juré cuidarlas de por vida.
Su muerte causó que mi alegría se esfumara, era raro no tener a esa mujer corrigiéndome y señalando mis aciertos, ella era como mi segunda madre y el Dios que tanto amaba se la había llevado.
Perdí lo poco de fe que me quedaba, no podía aceptar que un ser tan poderoso lastimase a los inocentes, respetaba las creencias de todos, pero yo no podía ser creyente, admiro a las personas de fe, pero yo soy más de esperanza.
Adelanté mis pasajes para irme a Francia, les había prometido a Shota y Hizashi viajar en nuestro último verano de "jóvenes", los tres íbamos a irnos por caminos separados, el primero entraba a estudiar literatura en una universidad de renombre que era en otra ciudad, y el último a finales de febrero iba a comenzar a cantar con su banda en distintos lados.
Me arrepiento haber solo llamado por teléfono y decir adiós, no quise verlos a la cara cuando estaba en el aeropuerto, deseaba estar solo, no me sentía bien siendo feliz.
En la universidad sobresalí, llamaba la atención, pero no tenía a nadie, todos me miraban mal, ellos sentían envidia y recelo, no tenía amigos y tampoco los quería, al fin supe que era estar en los zapatos de Shota.
Ser un marginado social.
Continué trabajando, ignoraba a todos los que intentaban lastimarme, pero me descuidé en el proceso, los maestros y nadie conocía mis obras antiguas, las personas de mi pasado al instante se percatarían de la falta de vida en mis cuadros, no era yo.
Seguí trabajando para perfeccionarme, demostrar que estaba bien, la pintura se estaba convirtiendo en mi refugio, sin ella habría perdido la cabeza.
Cuando me titulé ya tenía trabajos y pinturas en galerías, mis obras de artes salieron en revistas, estaba logrando parte de mi sueño, pero mis pinturas no las veían con esas miradas que buscaba.
Las apreciaban, se maravillaban, decían que eran hermosas, las amaban, pero no veía la alegría en sus ojos, me estaba alejando de mi sueño y no sabía qué hacer.
Detestaba mi vida y no le veía sentido a nada, pintaba por pintar, nadie notaba las diferencias, las personas no veían cuan infeliz era, solo compraban mis pinturas y me pedían encargos, desde pinturas para las murallas de sus casas hasta lo usual.
Sabía que había cambiado completamente y no de forma positiva, también tenía claro que Shota y Hizashi se darían cuenta de mis cambios, por lo tanto, me alejé de ellos, fingía estar ocupado en mi trabajo, las llamadas las pasaba a la contestadora, Shota era el más molesto, porque sabía que mentía, incluso le inventaba cosas para que no se preocupara.
Mi vida estaba descontrolada y no sabía cómo arreglarla.
05/02/2012
Estaba pintando, me sentía molesto al no lograr la tonalidad que quería y como nunca contesté el teléfono.
Esa voz tan amargada retumbó en mis oídos, era Shota, hace mucho que no hablaba con él, solo le escribía mensajes de correo para felicitarlo.
-Mi hijo es fanático de la pintura, le compré una revista donde mostraban una galería y pude presenciar las maravillas de Toshinori Yagi...
Lo supe apenas escuché esas palabras, él se dio cuenta.
-Se supone que de los dos soy yo el que pinta con tanto desprecio sus obras ¿Qué te ocurre? Tu no pintas cuadros tan apagados y sin vida... dan hasta ganas de llorar.
Todo lo que dijo era verdad, Shota te hacía llorar y ver el mundo como puede llegar a ser, en cambio yo pintaba para hacer felices a las personas.
Le mentí obviamente, pero sacó otro tema también importante.
-Desde que soy padre he comenzado a fijarme en ciertas cosas, entre ellas la alimentación, estás casi en los huesos ¿Estás comiendo o estás enfermo?
Shota parecía una mamá gallina, antes se preocupaba por nosotros, pero la paternidad lo cambió en el buen sentido.
-El próximo mes quiero saber que has subido de peso o iré a Francia a descubrir qué demonios te pasa, así que cuida de tu salud.
Me colgó, no me dejó pronunciar ninguna palabra, él sabía que le iba inventar más excusas y todo eso, además Shota no mentía, él era capaz de llegar a Francia en un mes si no cambiaba mi alimentación.
Decidí ir a un nutriólogo, aquel hombre cambió mi vida.
Me dio una dieta y me recomendó ir a un psicólogo, porque mi falta de hambre no era por un problema de salud.
Psicólogo, aquella palabra me causó escalofríos, no soy de una época donde nos señalaban tanto sobre la salud mental y mis padres no tenían una idea positiva de ellos.
Tenía veintiséis años y temía ir por el qué dirán, pensaba que solo los locos iban a ese lugar, lo cual es estúpido, muchos necesitamos ir a un psicólogo en algún punto de nuestras vidas, la salud mental es tan importante como la física, pero nadie nos los dice, hay heridas que no son visibles, pero que duelen igual que una fractura.
Arreglé mi alimentación y seguí la dieta al pie de la letra, eso iba a ayudarme, si subía de peso Shota dejaría de preocuparse y podría volver a esa horrible normalidad.
Eso pensé por un par de días, hasta que recordé cada susurro y malas palabras que escuchaba de mis compañeros de la universidad y colegas.
Las voces aparecieron, ellas criticaban cada cosa que hacía, me señalaban que era un vendido, que olvidaba mi sueño por dinero, que era un ser despreciable por llamar con suerte dos veces al mes a mis preciados amigos.
Colapsé y destruí todas mis pinturas con mis propias manos, pero mi autodesprecio seguía, nadie se percataba de lo horrible que era todo.
Necesitaba ayuda urgente, no podía seguir viviendo de esa forma.
Busqué un buen psicólogo, alguien con buenas recomendaciones y agradable, tardé una semana hasta coincidir con Pierre.
Me senté en el diván y hablamos de temas variados, nada relacionado con mis problemas, no me sentía preparado para hablar de lo que me aquejaba.
No me sentí como un loco o lo vi como algo malo, así que continué yendo, hasta que en una sesión comencé a llorar de golpe al hablar de mis padres, de mi maestra, mi vida universitaria y como me comportaba con mis amigos.
Él me escuchó en silencio, no me juzgó, no pensó que fuera absurdo lo que decía, no me miró con lástima, me sentía cómodo, a veces los seres queridos no son la solución cuando se trata de la salud mental, ellos están para apoyarnos y darnos una mano, pero no son especialistas, es como si tuviéramos una fractura y estos te la trataran, es imposible.
Pierre dijo que llegué a tiempo, era una olla a presión a punto de estallar, aún no necesitaba ser derivado a un psiquiatra y medicarme.
Los días pasaron y con ello los meses, llamaba casi todos los días a Shota, con Hizashi era más complicado por el tema de sus giras, pero ya no eran dos llamadas al mes.
La alegría iba volviendo gradualmente, a veces caía de nuevo en esa desesperación, pero me volvía a levantar, si deseaba volver a ser el mismo de siempre tenía que trabajar, la depresión no se cura de la noche a la mañana, uno mismo debe trabajar en ello.
Tu fuerza de voluntad es tu aliada si deseas mejorar, a veces vuelve, pero sabes cómo controlarlo...
Tardé varios años en solucionar mis problemas, jamás pensé que mis padres me habían hecho tanto daño, la muerte de mi maestra fue el detonante, tarde o temprano estaría mal si no hablaba y reflexionaba sobre mi pasado.
Nunca me levantaron la mano, nunca vi violencia en casa, por lo tanto, pensé que todo estaba bien, que era normal, pero un hijo no debería ocultar lo que hace y un padre no debería hacerte trabajar en una iglesia y rezar como loco por dos años...
Nada de lo que vivía debería ser naturalizado, aún no puedo creer que no soy una réplica de mi padre.
Tuve la suerte de tener criterio propio y encontrar a las personas correctas, quiero eso para ti Izuku.
Presente
Izuku me observaba atento, él sabía a lo que me refería con toda esta extensa charla, no podía decirle qué hacer, quiero que éste decida por sí mismo.
-¿Crees que un psicólogo es la solución a mis problemas?- Preguntó nervioso mientras jugaba con sus manos.
-Sí y no, él te ayudará para que logres encaminarte, todo depende de si quieres mejorar, los problemas psicológicos no son sencillos, no te dan una semana de reposo y antibióticos- Respondí con honestidad, no quería darle falsas esperanzas -Tardarás en ver los resultados, pero es liberador hablar con alguien que no es un ser querido, porque al final siempre temes hacerles llorar.
El peliverde asintió, al menos podía comprenderlo en algunas cosas a la hora de hablar sobre sus problemas, no podía obligarle, eso no arreglaría sus problemas, pero si lograba quitar esa mentalidad tan negativa hacia los psicólogos lo ayudará a escoger sabiamente.
Él no dijo nada, solo se dedicó a ver las olas del mar en silencio...
Izuku
La vida es complicada, no siempre existe una cura sencilla, los antibióticos no necesariamente son la solución para las heridas del corazón.
Siempre supe que terminaría en este punto, no soy ingenuo y vivo debajo de una piedra, cada vez que hay un caso de suicidio de un adolescente, los periodistas dan un discurso sobre el bullying y que es malo, incitan a los padres a llevar a sus hijos a un psicólogo antes de que lo inevitable suceda.
Palabras vacías, esos periodistas creen saber que es sencillo todos estos temas, hacen recomendaciones cuando jamás han visto de primera mano el dolor y la angustia, ellos no saben lo que se siente ser arrastrado a un pozo oscuro cada día hasta que ya no logras ver ningún rayo de luz.
¿Tengo aún posibilidades de curarme? ¿No es un desperdicio de dinero si sabes que al final te matarás?
Temo ser juzgado con su mirada, que señale la verdad absoluta, que recalque cuan fallado estoy, que me diga que soy un caso perdido.
¿Qué pasará si me dice que estoy demasiado quebrado para mejorar? No quiero sentir esa bofetada, quiero un nuevo comienzo...
Miré la puesta de sol, era una hermosa escena para pintar, desearía vivir en este lugar y presenciar cada atardecer, estar sosteniendo la mano de Ochako, escuchar la guitarra de Jiro.
Me gustaría conocer a otras personas, tener un amigo con quien hablar y divertirme, quiero pocos, pero buenos amigos, personas que estén a mi lado en las buenas y en las malas.
Quiero un nuevo comienzo y si este es el primer paso, lo daré.
Lo haré por mis amigas, por los Sres. Toshinori y Aizawa que me han ayudado estos días, pero en especial por mí.
Quiero ser fuerte.
-Sr. Toshinori, voy a ir al psicólogo, quiero mejorar, deseo un nuevo comienzo- Respondí con una determinación que jamás pensé tener, pero hoy seré firme en esta decisión tan importante.
-No te vas a arrepentir, algún día recordarás con una sonrisa este día.
Quiero creer en ese futuro.
Continuará...
Nota 1
No sé cuántos quedan de los antiguos, pero lamento haber tardado tanto en publicar, es un capítulo largo como regalo.
Regresé para quedarme, no descansaré hasta terminar esta historia :D
Que la fuerza los acompañe, se despide Autora-chan 🦄🌹💖
Nota 2
Como pudieron leer Izuku decidió tomar opción que le dijo Toshinori, ir al psicólogo.
Izuku necesitaba decidir por sí mismo si ir o no, por lo tanto, escogió la mejor opción, ya que él sabe que no podrá salir de su depresión con tan solo tener a sus seres queridos.
Así que lectores debemos sentirnos felices por este gran paso que dio, él se lo merece.
Para las personas que se sientan deprimidas o como Izuku, no teman ir al psicólogo, no deben sentirse avergonzados por el qué dirán, la salud mental es importante y si alguien dice un comentario absurdo por esa decisión es porque ellos son idiotas.
Así que sean valientes y den ese paso que es bastante difícil, ignoren a quienes los juzgan por escoger ese camino, al final de cuentas es tu felicidad la que importa, no la de ellos.
Nota 3
No sean como Yagi e Izuku, no vayan con extraños, aunque sean sus ídolos, esto es ficción y la vida real no es tan bonita, a menos que sea Keanu Reeves, él es un hombre confiable puedes subir a su auto (broma) xD
Lamento lo de Nana ;-; fue corto, pero me dolió escribirlo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro