Capítulo 1
Cristian
"No, no, mami." Duele, duele mucho. No me toques, quema.
Me despierto con una pesadilla: cada vez que, me expulsan del instituto por haber peleado con alguien y que discuto con los Grey por ello, tengo esas pesadillas. Parecía que el karma me castiga recordándome la vida de mierda que tenía en mis primeros años de vida. Las lágrimas de Grace y la cara de decepción de Carrick, me hacen sentir mal. La vida ha sido generosa conmigo, ahora tengo dos hermanos, dos padres y abuelos que me quieren como a mis hermanos.
El problema es que algunos matones, cuando se enteran de que soy adoptado, comienzan a hostigarme y es ahí cuando estallo perdiendo el control y golpeándolos hasta más no poder y lo que me enfurece más es que nadie me cree cuando se los digo.
Ahora mis padres me habían castigado por enésima vez, íbamos de camino a mi último instituto, palabras de Carrick. Si me llegan a expulsar de este, me enviaría a hacer el servicio militar para ponerme en cintura.
Entramos hasta llegar a la oficina del director. El hombre habla de las reglas del instituto y de cómo los estudiantes deben guardar el decoro en las instalaciones. El hombre deja ver el conocimiento de mi historial de peleas, dejando la advertencia de que no permitirá semejantes conductas.
Luego de las presentaciones, mi madre me abraza besándome en la mejilla.
-No los escuches, Cristian. Siempre serás mi niño —-Me dijo mamá en el oído.
—Mantén la compostura, Cristian. Este es tu último año en el instituto —-Me palmeó el hombro para luego marcharse.
Mientras caminaba hacia mi salón vi a dos chicas conversando, ambas me volvieron a ver, una me miro con deseo, sí, soy consciente de lo que provoco en las chicas y eso molesta a la mayoría de los chicos, por otro lado, la chica ce cabello color chocolate, su piel blanca y ojos color de cielo, baja la mirada al suelo, ella llama mucho mi atención, es tímida, se sonroja cuando se da cuenta de que la miro. Es linda, mi corazón da un salto. Estoy acostumbrado a follarme a las chicas que se me insinúan, pero a esta solo quiero mirarla. Para mi mala suerte, el timbre suena y ellas ingresan a su aula. Yo, por mi parte, debo apresurar el paso, de lo contrario llegaré tarde a mi primera lección.
Las semanas pasan, llevo un récord de cero peleas en tres meses, al fin mi familia está feliz por ese logro. En este tiempo me he encontrado contado con la chica que remueve cosas en mi interior cuando la veo. Descubrí que se llama Anastasia, tiene nombre de princesa y también descubrí que le gusta que la llamen Ana.
He querido acercarme a ella, no obstante, siempre que hago intento a hablarle, un chico llamado José se acerca a ella abrazándola, lo que me hace enfurecer. Sé que se siente incómoda por la rigidez de su cuerpo ante el hecho, sin embargo, no entiendo por qué no lo aparta.
Pasé de largo sin mirarlo y me dirijo a los baños. No sé por qué me molesto tanto, he tenido la oportunidad de hablarle y no puedo. Su luz me siega, no puedo corromperla, con mi oscuridad.
Ingreso a los sanitarios masculinos, camino hacia el último cubículo, hago mis necesidades. Cuando voy a salir me encuentro con Lily, quien se me ha insinuado desde el primer día.
-¡Hola, Cristian! ¿Por qué tan solo? —La chica se acerca a mí seductoramente.
—¿Quieres? —-Le preguntó seco.
—A ti —Sus ojos bajan a mi bragueta.
¿Esto es lo que quieres? —-Le preguntó posando mi mano en mi miembro. Ella asiente en silencio. Me dirijo hacia la puerta para ponerle seguro.
-Bueno, veremos que tan buena eres dando placer y, si lo hace bien, puede que te complazca -Ella se lame los labios, en un gesto erótico que a mí no me mueve nada.
Me siento en la tasa del sanitario, antes me bajo el pantalón, nunca uso ropa interior, abro las piernas, mientras ella se pone de rodillas entre mis piernas.
—Todo tuyo —Me ofrezco. Ella toma mi miembro y lo acaricia ágilmente. Se nota que tiene experiencia. El calor se acumula en mis bolas, cuando estoy lo suficiente duro, ello lo engulle por completo, crea un ritmo, el que me eleva. Cuando estoy por venirme, ella trata de apartarse, pero no la dejó.
Termina lo que empezaste —Ella me mira desde su posición, la tomó del cabello instándola a terminar lo que empezó. Me vengo profundo en su garganta, ni arcadas le provocó el hecho; esto es muestra de que es una chica fácil.
- Como lo has hecho bien, tendrás el honor de tenerme dentro de ti dos veces en el mismo día. —Me levanto como un resorte, bruscamente le doy la vuelta sin darle oportunidad de decir nada.
Pon las manos en la pared; esto será rápido y duro. —Ella me ve con ojos vidriosos haciendo lo que le he pedido. Me importa poco si es por placer o por haber terminado en su garganta.
Saco el preservativo de mi billetera, cortesía de mi hermano mayor, es el único que sabe de mi gusto por el sexo. Bajó rápidamente su pequeña braga, para encajarme dentro de ella de una sola estocada. Ella amortigua un grito con su mano.
—Si gritas, me marcho -Le advierto. Me muevo dentro de ella, entrando y saliendo ferozmente, me desquito con ella. El no poder acercarme a Ana es la única chica que me interesa. Esta chica sabe cómo coger, su sexo se contrae una y otra vez hasta que explotó. Salgo de ella sin importarme y ella logró su orgasmo.
¡Pero qué mierda, Grey! Como lo sabía, estaba retrasándolo para tenerme más tiempo.
—Esto era solo por mi placer, no el tuyo. Solo quiero decirte una cosa y espero ser claro. No somos nada, no hay esperanzas de conseguir que repitamos, y te lo guardarás para ti, porque cuando salga por la puerta sufriré de amnesia y negaré todo. Mi padre es abogado y uno de los mejores del país. —Anudo el preservativo, metiéndolo en la bolsa del pantalón; no voy a dejar pruebas que confirmen cualquier acusación. Mis clases han terminado, por lo que recojo mis cosas y me dirijo a casa.
La suerte un día me llaga de golpe mientras caminaba por los jardines. Ana estaba sola, caminó lentamente hacia ella.
Hola, ¿puedo acompañarte? —Ella despega la vista del libro que leía para mirarme y su angelical rostro se sonroja.
—S... S... —Sí —Dice avergonzada.
-Me alegro de que estés sola. Ese chico Rodríguez siempre está contigo. ¿Es tu novio? —Ella me mira con el ceño fruncido. Mientras me siento a su lado.
-No, José es un amigo. Nos conocemos desde el jardín de niños. ¿Por qué lo preguntas? —La miro a los ojos, parece decir la verdad.
-Siempre que trato de acercarme, él te abraza como si lo fueras -Pone los ojos en blanco.
-Es como mi hermano mayor. Dice que no eres bueno para mí y que me va a proteger —mi ira crece. Jamás le haría daño.
—Yo jamás te haría daño, Ana. Tú me gustas. Eres hermosa y me gustaría ser tu amigo. — Pese a su sonrisa, en su mirada veo decepción. ¿Querrá algo más?
—Bien, podemos ser amigos — tomó sus manos entre las mías.
—Yo de ahora en adelante te protegeré, nena —Para nuestra mala suerte, Katherine y Rodríguez se parecen como invocados por el diablo.
-Chicos, Cristian es mi nuevo amigo -Los ve a ambos con cara de asesina, aunque se ve muy hermosa.
Hola, chicos —Los saludo.
-Hola, Cristian. ¿Y Eliot? —Ahora soy yo quien frunce el ceño.
-¿Lo conoces? -La chica se sonroja salvajemente. No puede ser que Eliot se la haya follado.
—Sí, sí. Mi padre y el tuyo se conocen —.
Responde carraspeando, por mi parte no hago ningún comentario, no es mi asunto. Por su parte, Rodríguez solo gruñe como perro.
Con el pasar de los días descubro el efecto de Ana en mí, su angelical presencia es mi catalizador, mi cable a tierra.
-Hey, ¿Quién es la chica que te tiene suspirando? Y a mamá, que salta de la alegría —Pongo los ojos en blancos.
—No es que tienes que ir a la universidad, Eliot —desvió su atención.
-Estoy de vacaciones y voy a caminar por ahí - Ya sé dónde podría ir.
-¿Vas a ir a ver a Kate? Solo te recuerdo que es menor de edad, si sus padres o los nuestros se enteran; no quiero imaginar el escándalo, hermano —Él mira a todas partes.
-¿Cómo...? ¿Cómo lo supiste? —No le diré que fue ella.
—No lo diré. Solo cuídala de no... ya sabes. Sus padres conocen a los nuestros —Mi hermano suspira.
—No me dirás quién es la chica, ¿verdad? Niego con la cabeza.
Quedé con Ana de vernos en el centro comercial para comer helado, así que me marchó en busca de mi chica. Hoy la haré a mi novia. Llegué a la heladería diez minutos antes de la hora. Tomo asiento en una banca para esperar a Ana. Después de dos horas de esperar, sé que Ana no vendrá. Mi ira crece y mi decepción aumenta, creí que ella es diferente. Regreso a casa molesto, me encierro por lo que queda del día en mi habitación.
Es lunes, con desgano, me levanto para ir al instituto. Desayuno para salir de la casa sin despedirme; llego más temprano de lo acostumbrado. Me siento en el rincón más alejado del jardín, donde tengo vista amplia a la entrada principal. Los estudiantes llegan, más no la que espero. Estoy por irme cuando el último auto llega. Ahí está ella pálida, con la mirada al suelo frente a un hombre de la edad de mi padre hablando frente a ella, ella solo asiente. Grandes lágrimas recorren sus mejillas, el hombre la abraza; sin embargo, ella no se lo devuelve. El hombre vuelve a subirse a su auto para marcharse. Ana se limpia las lágrimas. Sus ojos están rojos, así como su nariz; ha estado llorando. Soy un tonto, lo más probable es que no la hayan dejado salir y por eso ha estado llorando.
Detengo mi camino hacia ella cuando veo al tal Rodríguez acercarse a ella. Él trata de acercarse, pero lo detiene con una bofetada.
—No me toques. Los amigos se cuidan la espalda, no se traicionan, José —Ella lo mira y él retrocede.
—Eso estoy haciendo, Ana. Cristian no es bueno para ti. Si hablaras con Lili, Leila, Susana —Ella levanta la mano para callarlo.
-No me importa lo que ellas digan. Cristian me ha respetado y yo no te pedí que me cuidaras de él. Le dijiste a mi padre que Cristian estaba abusando de mí cuando sabes que no es cierto —El chico baja la cabeza apenado.
—Ana, tú me gustas y... Y yo me siento celoso —Es hora de intervenir, el idiota no me va a quitar lo que es mío.
—Ana, nena —Ella llora en mis brazos.
—Lo... Lo... Siento. Mi papá no me dejó salir y no tenía cómo avisarte —Solloza en mi hombro. Miro al chico, con un gesto mío se larga.
—Yo de ti mantengo la boca cerrada, Rodríguez —Lo amenazo, no voy a permitir que por su culpa Ana vuelva a llorar.
-Vamos a clases. Nos veremos en los recesos. La beso en la cabeza y antes de ir a clases debo de resolver algo.
Para mi suerte, las zorras del instituto están reunidas, así no tendría que repetir mi amenaza.
-Estoy de suerte hoy. Las tengo a todas juntas —ellas me miran sonrojadas.
—Van a cerrar la boca de una puta vez o sabrán quién soy realmente —Las tres se ponen a temblar. Las dejo para ir a mi primera clase, que por cierto ya voy tarde.
A la hora del receso me encuentro a Ana con Kate, le guiño el ojo a la rubia, para tomar la mano de la chica que me vuelve loco.
—Me debes un helado, nena —Camino con ella de la mano. Llegamos al jardín más retirado.
-Cristian, lo siento. Siento no haber ido —Nos detenemos cuando estoy seguro de que nadie nos mira.
—Lo sé. Ana, escuché todo lo que le dijiste a José. Lo de las chicas es cierto, no voy a mentirte. Ahora aquí te prometo que ya no habrá más chicas, serás solo tú. ¿Quieres ser mi novia? —Mi corazón se acelera, en espera de una respuesta.
-Sí, si quiero ser tu novia -Me levanto y la tomo en mis brazos para besarla, ella me lo devuelve torpemente para posar sus manos en mi nuca, el sonido del timbre nos vuelve a la realidad.
—¡Mía! No me gusta esconderme. Pero no quiero que José se entere, de lo contrario, tu padre volverá a castigarte. —Le doy un pico para dirigirnos a sus clases.
Después de que Ana aceptó ser mi novia, me he propuesto, a ser el novio ideal. He mejorado mis notas, soy más atento con mi familia, ignoro a los idiotas como Hyde que me molestan constantemente para hacerme perder el control, todo esto lo hago por mi ángel que me ha rescatado de la oscuridad.
Ana y yo aprovechamos las horas libres para estar juntos. Según Ana, al ser hija única, su padre la protege demasiado, por ello no sale mucho. Dice que está esperando a entrar en la universidad para tener un poco más de libertad. La quiero invitar al cine, tendrá que ser de tarde para que su padre no sospeche y en compañía de Kate.
—No me gusta mentir, Ana. Habla con Kate para que nos sirva de celestina. — Ana se ríe de mi ocurrencia.
—Vamos, nena, que ya van a comenzar las clases —Nos damos un último beso para ir cada uno a su salón de clases.
-Cristian, cariño. Abre la puerta -Mi madre me interrumpe de mis quehaceres escolares.
—Dime, madre, que tengo exámenes la próxima semana; por lo que estoy muy ocupado —Ella me sonríe.
-¿Quieres hablarme de ella? - Mi madre entra en mi habitación, se sienta en mi cama y palmea el colchón a su lado. Suspiro pesadamente, sabía que tarde o temprano preguntaría.
-¿De qué hablas, madre? -Finjo no saber.
-Soy tu madre Cristian, sé que algo pasa y eso me hace feliz. Quiero conocer a la chica que ha cambiado a mi niño de ojos grises. —Me siento a su lado. No estoy acostumbrado a hablar mucho.
-Es muy linda y tierna. No me exige nada más que respeto y cariño. Es mi otro ángel, mamá. Ella me hace solo pensar en ella y ya no tengo ganas de pelear. Quiero estudiar e ir a la universidad. Es hija única y su padre la protege demasiado. —Ella me mira con lágrimas en los ojos.
—Mi bebé se ha enamorado —Me abraza fuertemente.
—Y tengo miedo, mamá. Ella es hija única y su padre no quiere a nadie cerca de ella y en especial a mí. —Mi madre endurece sus facciones.
-Eso es porque no te conocen, mi amor. Dales la oportunidad de conocerte —-Niego.
—Mi historial me precede, mamá —Bajo la cabeza.
-Eso no es nada, hijo. Venía a decirte que por la noche tendremos visitas. Un potencial socio de tu padre vendrá con su familia a cenar. No socializaré con ninguna chica, se lo prometí a Ana, mamá —Ella me sonríe.
-Ahora sé cómo se llama -Mi madre y su agudeza para conseguir información, pongo los ojos en blanco. Ella se marcha y yo continuo con mis labores.
Para la seis de la tarde he terminado todos mis deberes, me doy una larga ducha, para luego me visto formalmente. La verdad desearía escaparme de esta para ir a ver a Ana, estas cenas con los amigos de mi padre me aburren.
-Cristian, dice mamá que bajes ya llegaron las visitas -Mia me habla a través de la puerta. Suspiro pesadamente, al mal paso hay que darle prisa. Bajo por las escaleras y a mitad de ellas, mi respiración se atasca y mis ojos se clavan en la chica de vestido azul muy corto, dejando ver unas hermosas piernas, su cabello totalmente suelto y su rostro con un poco de maquillaje. Mis ojos luego can a mi hermano, que no deja de verle las piernas a mi princesa. Este se da cuenta de que lo he visto y me sonríe malvadamente. Cabrón imbécil.
-Raymond, te presento a mi hijo Cristian -Mi padre me presenta. Creo que el reconocimiento le llega de golpe, ya que abrasa a su hija. Ana, por su parte, se pone tan roja como un tomate cuando me mira.
-Cristian Grey -Lo saludo y extiendo mi mano.
-Raymond Steele. Ellas son mi esposa Carla y ella mi tesoro Anastasia. Lo más valioso que tengo –Lo último lo dice entre dientes.
—Señora Steele —-Le estrecho la mano.
—Señorita Steele, es un placer – Tomo su mano y la beso. Las expresiones de asombro de mi hermana y madre no me pasan desapercibidas.
En el salón de comedor mamá nos acomoda a Ana y a mí juntos, ella me guiña un ojo. Debajo de la mesa, Ana y yo entrelazamos nuestras manos. Nuestros padres conversan animadamente. Escucho cómo el señor Steele le pregunta a mi hermano sobre sus estudios, luego me mira.
- Cristian, ¿para qué universidad aplicarás? Y ¿qué esperas estudiar? —Todos esperan mi respuesta.
-En unos días aplicaré para Harvard; ahí pretendo estudiar economía y finanzas. Luego quiero trabajar para crear mi propia empresa. -Mi padre me mira con orgullo, mi madre me lanza un beso.
-Mis hijos todos son muy aplicados y trabajan duro en lo que se proponen, Raymond. Estoy orgulloso de los tres. —Nunca había oído a mi padre hablar así.
-Cristian, ¿podrías llevar a Ana a dar un recorrido por la propiedad? Tal vez a Ana le guste la vista al lago. —Por eso, amo a esta mujer.
—Claro, si Ana quiere ir. Señor Steele, ¿permite que Ana me acompañe en el recorrido. Hoy hay luna llena y la vista es magnífica. —El señor Steele me mira como si quisiera asesinarme.
—Déjalos, Raymond. Cristian es un caballero. —Ella lo mira para que no refute su palabra.
Bien, pero no se demoren -Yo asiento con la mano de Ana en la mía.
Salimos por el jardín trasero hacia el muelle, la luna comenzaba a emerger, dejando ver la impresionante estela de luz sobre el mar. Estuvimos ahí un rato tocándonos mutuamente; los besos fueron el plato principal en esos minutos de privacidad.
—Ven, vamos al embarcadero -Anastasia asintió con la cabeza.
—Este lugar es precioso -Se admiró Ana ante el lujo que demostraba aquel lugar. Tenía una piscina techada y ambientada.
Tomé a Ana entre mis brazos, sentándola a horcajadas sobre mí.
—Nena, quiero tocarte. Ese vestido deja muy poco a la imaginación y yo necesito... —Suspiré porque estaba muy excitado.
-Yo también quiero... quiero que me toques. No me puse bragas. Porqué quiero que me... Quiero entregarme a tiempo -Presioné mi frente con la de ella.
—Me he estado conteniendo, Ana, y no sabes cuánto me está costando —-Ella me besó.
—No te contengas. No traje bragas -Suspire, me bajé la bragueta y Ana jadeó de sorpresa.
—-Yo tampoco uso ropa interior —Tomé mi miembro acomodándolo en su entrada.
-Cristian -Jadeo Ana.
—Nena, despacio. No queremos lastimarnos. Supongo que es tu primera vez.
—-Ella asintió y mi miembro se endureció más.
—Esto tiene que ir despacio, nena, y no ando condones -Gruñí de frustración. Sin verlo venir, Ana se sentó de una sola vez, dejándome sin aliento y ella encogida de dolor.
—Duele, Cris —-Le acaricié la espalda.
-Respira lentamente. Inhala, exhala. Hasta que el dolor se te pase —Sin darme cuenta, Ana comenzó a moverse. La dejé tomar el ritmo a ese paso, ambos nos vendríamos al mismo tiempo. Su sexo es caliente, resbaladizo y sobre todo muy estrecho.
—Te amo, Cris —-Me repetía entre jadeos, aceleró el movimiento en sus caderas ante el inminente orgasmo, así como yo sentía el mío. Me monto como una amazona, hasta que estallamos juntos.
- Maldición, Cristian, espero que hayan usado preservativo. Creo que, hora que salgan, o el señor Steele vendrá en persona por ustedes. —La voz de Elliot se escuchaba preocupada.
-¿Estás bien? —-Le pregunté y ella me respondió con una sonrisa.
-Muy bien —Me besó nuevamente.
- Nena, tu padre está por venir él mismo a buscarnos y créeme que no le gustará ver a su princesa cabalgando a su novio. -Ana se levantó para acomodarse el vestido y su cabello. Cuando estuvimos listos, nos encaminamos a la casa, donde miré a Raymond Steele caminar como león. Tragué grueso con una determinación.
-Señor Steele, sé que ha escuchado cosas no muy agradables de mí. Tal vez algunas sean ciertas, otras no; sin embargo, algo que sí es cierto es que me gusta su hija desde la primera vez que la vi. Ana y yo somos novios desde hace una semana. Mi padre me ha enseñado a ser un caballero, por lo que le solicitó su permiso para visitar a Ana y que nos permita salir juntos. —Mi madre se tapó la boca en asombro. El señor Steele solo me miraba desconcertado.
—No, no creo que sea posible, quiero que mi hija se concentre en sus estudios — Ana lo miró con los ojos brillosos.
-No necesito tu permiso, papá. Faltan unos meses para que cumpla la mayoría de edad... —La señora Carla levanta una mano.
-Vinimos a cenar como amigos, Raymond. Yo prefiero que sea así y no que se vean a escondidas. No dudo que Cristian respetará a nuestra hija -Yo asiento confirmando sus palabras.
-Sería bueno unir a nuestras familias de esta manera, no solo ser socios empresariales, sino miembros de una familia. Claro está que aún están muy jóvenes para eso y lo más sabio es que ambos vayan a la universidad -Profirió mi padre.
Solo una hora después, Ana se marchaba con sus padres. Mi madre me tomó de la mano para llevarme a mi habitación.
-¿Por qué tardaron tanto? -No pienso darle detalles de lo ocurrido.
—Nos estábamos, besando, madre —-Puse los ojos en blanco.
—No seas insolente, Ana, es una joven muy hermosa y nada me complace más que tenerla como nuera. Pero tampoco queremos la enemistad con su padre —Asentí en silencio.
Mi relación con Ana fue avanzando de a poco, al señor Steele no le agrado mucho, puesto que nos hemos enterado de que José, cada vez que puede, me deja mal parado ante los ojos del señor Steele. Lo bueno de todo esto es que tenemos a la señora Steele de nuestra parte.
Mi celebración de mayoría de edad la tuve en privado con mi novia. Mis padres habían salido a una reunión de padres en el instituto de Mia, así que aprovechamos que no los tendía rondando por la casa, aunque sé que el ama de llaves le dirá a mi madre a su regreso.
Fui a dejar a Ana en su casa y al regresar, ya mi madre me esperaba, me dio una charla de ser responsable y las consecuencias de un embarazo no deseado en una niña tan joven como Ana.
-Si eso sucede, mamá, seré el hombre que Ana necesita y me haré responsable. Tengo dinero guardado que usaré para crear mi propia empresa. Así que tranquila —Le sonreí. Ella me besó y se marchó.
La graduación sería en dos semanas. Ana y yo habíamos superado todas las pruebas, por lo que nos graduaríamos juntos. Había superado la prueba de ingreso a Harvard y Ana se alegró y a la vez se entristeció porque ella solo había aplicado para la universidad aquí en Seattle y la habían aceptado. Sería una prueba de amor estar los años de universidad separados. Me sentía frustrado. Ana es hermosa, aunque ella no lo crea, puede tener a sus pies a todos los hombres y eso me enfurecía. Imaginar cuantos chicos en la universidad la acosarán para tenerla, me mantenía, quería marcarla para que todos supieran que no estaba disponible. Le pedí concejo a mi padre; lo que me dijo no me agradó.
-Cristian es muy pronto para un compromiso, Anastasia ni siquiera ha cumplido la mayoría de edad. Raymond no lo consentirá. Se apaciente. Si su futuro es estar juntos, ninguna adversidad será suficiente para separarlos. —No imaginé nunca lo que vendría días después.
Fui a comprarle el regalo a Ana para su graduación. Al irlo a dejárselo a su casa, me encontré con mi mayor pesadilla. Un carro de mudanza salía de la propiedad, me quedé lívido, ante la escena. Salí de mi auto y corrí en busca de mi novia.
—Los Steele, ¿Dónde están? -Le pregunté a una mujer cuando entré al salón principal.
-Se marcharon ayer por la noche, parece que tenían prisa. Yo solo me encargaré de vender la casa -Apreté los puños y salí ahí. ¿Dónde estás, Ana? ¿Por qué no me llamaste?
Llegué a mi casa y me encerré en mi habitación, los recuerdos me golpearon, varias veces le hice el amor aquí. Tomé todo y lo lancé contra el suelo, rompí todo. Me abandonó; ella me abandonó. Mis lágrimas corrieron en mis mejillas. Hasta que me quedé dormido.
¡Cristian! ¡Por Dios! ¿Qué ha pasado? —Mi madre se sienta a mi lado y me abraza.
-Se han ido, mamá. Se han ido y no me dijo nada —Le abracé con el corazón hecho pedazos.
—Lo siento, mi niño —Ella me abrazó y me consoló.
Mi padre dijo que Raymond había declinado en su sociedad con su bufete de abogados, Raymond no le dio una explicación, solo le llamó y ni siquiera se despidió.
- Algo debe haber pasado. La graduación es la otra semana y a Ana la habían aceptado en la universidad. Nada tiene sentido. -Mi padre estaba molesto, más que todo por la forma en que Raymond se llevó a su familia.
Mi vida se había vuelto un caos, había vuelto a beber y a pelear, ya nada tenía sentido, le había hecho la promesa a Ana de ser un buen hombre, pero ahora que ella no está, ya esa promesa no importa.
Mientras estaba viendo al techo, mi madre entró, venía molesta y mucho.
—Cristian, al despacho de tu padre —Me levanté sin ganas. Al llegar me siento en el sillón frente a mi padre sin ganas.
-No sé cómo decirlo. Carrick sé que se violó el secreto médico, pero esto nos afectará a todos. Ana está...está embarazada de Cristian. Por eso se han marchado. Al parecer, Ana se había estado sintiendo mal, por lo que Raymond la llevó al médico y ahí les dieron la noticia. Eso fue hace unos días. —Mi madre solloza, mi padre da un golpe en la mesa y yo solo quiero que la tierra se abra y me trague.
-Lo voy a llamar. Conozco a Raymond y sé qué es capaz de hacer locuras. No puede alejarnos de nuestro nieto y mucho menos darle la oportunidad a ese niño de crecer junto a su padre. — Estoy muy aturdido por la noticia, que no me entero de que mi padre hace una llamada.
-¡Raymond! ¿Dónde, diablos, estás? —Mi padre se queda callado.
-¿Quién es usted? -Mi padre espera nuevamente.
- Policía. ¿Qué sucedió con la familia Steele? —Silenció nuevamente.
-Somos muy cercanos... No, no somos familia... Mire, es importante que...-Mi padre mira el teléfono, toma asiento nuevamente y niega repetidamente.
- Han tenido un accidente. Carla y Ray no han logrado sobrevivir. De Ana no me dijo nada, me cortó la llamada cuando le dije que no somos familia. Puedo suponer que... por Dios, Cristian —Mi padre se levantó e hizo lo que nunca había hecho, me abrazó y lloró conmigo.
Los siguientes días fueron como una nebulosa, me negué a ir a mi graduación; mi padre habló con el director, le explicó la situación, por lo que él le entregó mi certificado y el de Ana, el cual dimos a enmarcar con un lazo negro. Kate, la amiga de Ana y ahora novia de Eliot, está completamente destrozada. Ana fue su mejor y única amiga.
Mientras camino por las aceras de las concurridas calles de Seattle, aquellas que recorrí con ella tomados de la mano, un letrero llama mi atención. Era mayor de edad, así que podía tomar esta decisión sin la interferencia de mis padres. Las ganas de vivir se fueron con Ana y mi hijo.
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