Capítulo veintiocho.
—Deja de mirarla.
—No la estoy mirando —se defendió Tom. Apartando su mirada de Adrianna.
Bill a su lado rodó los ojos. No tenía caso que su hermano lo negara, él había notado como la mirada de su gemelo no se apartaba de la chica que caminaba de un lado a otro, moviendo sus caderas y revolviendo sus cabellos de oro mientras danzaba al ritmo de la música.
Adrianna se encontraba con el grupo de danza que le habían asignado para la apertura del concierto que daría Britney Spears en uno días, para abrir los MTV. Show en el cual estaría Adrianna como invitada especial. Se lo habían informado días después de llegar a Estados Unidos. Luego de dar uno de sus conciertos.
Tom iba a levantarse del sofá pero tropezó con unos cables. Para su buena suerte la música estaba lo suficientemente alta como para que alguien escuchara el desastre que causó.
Bill riendo lo ayudó a levantarse.
—Si miraras por donde vas en lugar de mirar a Adri...—Tom soltó una risa falsa.
—Ya te dije que no la estoy mirando. —Al ver la forma en que Bill lo miraba, desistió. —Está bien, lo hago ¿contento? ¿Qué quieres que haga?
—No ser un pervertido.
—No lo soy. Ella es bonita, me gusta admirar las cosas bonitas.
No se encontrarían en esa situación si Bill lo hubiera dejado irse cuando él se lo pidió. Pero su gemelo insistió en que esperaran a Adrianna para luego irse con ella hasta el hotel. Tom protestó, se exponía a mucho allí. Adrianna sabía mover sus caderas y eso no había sido pasado por alto a los ojos de Tom. Así como tampoco la forma en que aquellos chicos bailarines la toqueteaban como si fuera una muñeca. Bill tuvo que detenerlo al menos cuatro veces, explicándole que era parte de la coreografía, y que ella les había dado el permiso para poner las manos sobre ella. Y en realidad, solo eran roces en su cintura o cuello, pero a Tom le gustaba exagerar las cosas.
Los celos lo estaban transformando poco a poco, un nuevo sentimiento desarrollado.
—Si yo le pusiera una mano encima como lo hacen ellos, me denunciaría —bufó, volviendo a sentarse sobre el sofá, luego de haber ido por la botella con agua para hidratar su garganta.
—¡Dios! Eres un dramático.
El de trenzas suspiró.
—Te lo aseguro, Bill. Esa rubia se pone como fiera cuando se trata de mí. No lo entiendo. ¡A ella no la entiendo! Y me esfuerzo. Pero mis capacidades quedan pequeñas a su lado. Cuando pienso que es blanco... ¡es negro!
Bill sonrió y se giró a ver a su hermano. Éste había estado abrumado por el comportamiento de Adrianna. Quizás confundido por la forma en que ella se había alejado de él luego de haberla besado. No era algo recurrente, las chicas no solían hacer eso. Tom estaba acostumbrado a tener a todas las chicas que quería. Pero Adrianna era diferente, lo que sentía por ella era diferente.
Y lo estaba consumiendo.
—Deja de suponer y actúa más.
Tom frunció el ceño.
—Es que no sé cómo hacerlo —se lamentó, dirigiendo su mirada a la chica. —Y tú no me estás ayudando.
Bill alzó las cejas, indignado.
—¿Qué?
—Eres mi gemelo. Y no me has preguntado si quiero tu ayuda con ella.
—Porque no es mi problema. Tú fuiste un imbécil. Y ella está asustada. Por donde lo mires es tu culpa.
Tom gruñó.
—Me acobardé. Y pensé que si no decía nada, sus sentimientos iban a desaparecer. Como los míos hacia las demás chicas. Pero...
—Adrianna no es tú. Ella tiene corazón y una gran responsabilidad afectiva que tu careces.
—¡Eso! ¡Ataquemos a Tom!
Bill soltó una carcajada y negó con la cabeza.
⋆
Adrianna sintió la pesada mirada de Tom sobre ella. Mientras la suya estaba en frente, como si aquellos árboles fueran la cosa más interesante del momento. Estaba furiosa con Bill, por haberla dejado sola con Tom, sabiendo cómo estaban las cosas entre ellos.
Estaban solos, dentro del auto. Ella en el asiento de copiloto porque Bill se inventó una horrible excusa para que ella estuviera allí.
De la misma magnitud que aquella que dijo para ir a la tienda él solo. No tenía pruebas, pero con certeza sabía que se había aliado con el enemigo para dejarla indefensa con él.
—¿Podrías dejar de mirarme? —le pidió girándose a verlo. Él tenía una sonrisa en su rostro.
—Tienes un perfil bonito.
—Y tú un bajo coeficiente intelectual si piensas que me halagan tus palabras.
Sí lo hacían. Pero no era el caso.
Tom soltó una risa y humedeció sus labios antes de hablar.
—Por lo menos estás hablando conmigo. ¿Volveremos a los tiempos donde me odiabas el respirar?
Adrianna suspiró.
—¿Tenemos más opciones que esa?
—Podríamos dejar a Bill aquí e irnos al hotel. Caminar hasta mi habitación mientras nos besamos y...—Adrianna lo interrumpió.
—Estoy hablando en serio.
Tom tragó saliva y bajó la mirada. Estaba dispuesto a discutir las cosas si ella quería. Era lo que estaba esperando luego de aquel beso.
—¿Osea que hablaremos de que me besaste? —inquirió él. Sabiendo que aquello eliminaría la tensión del ambiente.
Y efectivamente lo hizo. Ya que Adrianna jadeó indignada.
—¿Disculpa? Fuiste tú quien me besó.
—No, lo recuerdo bien. Me miraste con esos ojos seductores y me besaste.
—¿Sabes algo? No tiene caso, contigo jamás funcionaria.
Aquello lo tomó por sorpresa.
—¿Te has planteado el estar conmigo? Como... ¿una relación?
Adrianna se encogió de hombros y comenzó a jugar con las manos en su regazo, mientras que abría sus labios para balbucear la respuesta. Tom no estuvo conforme con eso, él quería que ella lo dijera fuerte y claro, que le asegurara que estaba perdida como él.
—No te escuché.
Adrianna suspiró.
—Dije que sí.
Entonces Tom no perdió más tiempo y desabrochó su cinturón de seguridad para luego tomar el mentón de la rubia y girar su rostro. Luego la suavidad de los labios de Adrianna fue lo siguiente que sintió.
Pero su teléfono sonó y él quería asesinar a quien sea que hubiera interrumpido el momento.
—¿Jer? Hola —saludó ella hacia la otra línea. Dándole una mirada lastimera a Tom.
¿Jer? ¿Quién diablos era Jer y por qué ella saludaba como si de un buen amigo se tratara? Maldijo cuando la vio salir del vehículo.
rookiefilm ★ 2O23
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