Capítulo veinte.
—"Muchas gracias. Les daré a los chicos tus saludos" —volvió a leer Bill, aún con la misma expresión de desaprobación que le había dado el día anterior.
—¿Qué querías que hiciera? —jadeó ella, mientras tomaba agua.
Se encontraban sobre el escenario, estaban en las pruebas de sonido. Adrianna jugaba ansiosa con el micrófono entre sus manos, quizás porque el mensaje había sido una completa sorpresa para ella, y su torpeza no la dejó proseguir aquella conversación luego de haberle enviado un simple ":)" a Jeremy. En su defensa, no era capaz de lidiar con situaciones en las cuales se le ponía mucha presión. Era su primera vez hablando con aquel muchacho de ojos hipnotizantes y no sabía cómo actuar. Porque, en primer lugar, no sabía en qué posición estaba. Debía de darle una buena impresión textual, ¿no? Aunque no estaba segura si lo había logrado; pues no llegó respuesta luego de eso.
Bill rodó los ojos y le entregó el teléfono.
—Te estaba deseando suerte a ti, no a nosotros —explicó negando con la cabeza.
—No soy buena con las indirectas, ¿de acuerdo? Pudo solo habérmelo dicho —refutó encogiéndose de hombros.
Bill suspiró.
—Lo hizo, Adri.
—¿Por qué estamos tomando su mensaje con tanta importancia, de todos modos? —cuestionó la rubia.
—Porque es el primer chico al que dejas acercarse a ti, luego de... bueno, de Tom.
La menor mordió su labio inferior y le dio una última mirada a su teléfono antes de guardarlo en los bolsillos traseros de sus jeans.
No era buena captando indirectas. Los chicos no coqueteaban con ella, no a menudo, o quizás lo hacían y ella no se daba cuenta. No estaba diciendo que Jeremy estuviera coqueteando con ella, era solo un mensaje para desearle suerte. Pero, ¿por qué darse el tiempo de hacerlo? ¿Cómo consiguió su número?
Tenía muchas preguntas. La pequeña interacción con Sumpter la tenía distraída. Justamente por lo que acababa de explicar Bill; Jeremy era el primer chico que ella dejaba avanzar más allá de algo televisivo. A lo mejor y podrían ser amigos, ¿no?
Si era honesta, había visto algunos de sus proyectos, estaba demás decir que era un gran actor. No daría opinión sobre Cyber Seduction porque prefería mantenerte con la imagen que tenía del dulce y travieso Peter Pan. Pero le había impresionado mucho, y le había causado ternura verlo en el traje de Peter Pan, luego estaba Cyber Seduction, de nuevo.
Sus mejillas se sonrojaron, y estaba demasiado perdida en sus pensamientos como para notar que los chicos estaban reunidos a su lado.
—Adrianna —la llamó Georg, ella lo miró de inmediato.
—¿Huh?
—¿En qué piensas? —quiso saber Gustav.
—Nada... ¿Qué decían?
—Saldremos hoy a dar una vuelta antes del concierto de mañana, ¿vienes? —cuestionó Bill, tomando una botella con agua.
Ella solo asintió.
Tom comenzó a tocar la guitarra. Adrianna se sentó en el suelo del escenario y suspiró para observar como Tom se desplazaba de un lado a otro, mientras sus dedos raspaban las cuerdas del instrumento.
Recordó entonces que estaba a horas de su solo, y que no estaba segura si sería capaz de hacerlo. La inseguridad llegó a ella mientras miraba a Tom. Desde muy pequeño mostró su talento para tocar esas seis cuerdas, Bill le contaba algunas historias a veces, donde expresaba su admiración por su hermano gemelo. Ella a veces también se impresionaba por la forma en que Tom hacía ver que era fácil, la seguridad con la que tocaba su guitarra era admirable.
Era bueno en eso y él lo sabía. Se veía atractivo haciéndolo y él lo sabía.
Tom era todo lo que ella no quería en su vida, todo lo que odiaba de un chico. Pero le era inevitable quitárselo de la cabeza. El odio disfrazando el profundo amor que sentía por el arrogante de Tom Kaulitz.
⋆
Adrianna observó con burla como Tom jugaba con la bombilla del refresco. La expresión de aburrimiento en su rostro le parecía divertida.
—Que alguien me recuerde por qué estamos perdiendo el tiempo en este lugar. Cuando podríamos salir y conocer a las bonitas mujeres que nos ofrece Luxemburgo —cuestionó soltando un suspiro.
Bill le dio un manotazo en la nuca, observando a las personas que estaban en la cafetería.
—No estamos aquí para causar líos. Y no vas a liarte con una chica de cada lugar al que vamos, Tom —lo reprochó su gemelo. El chico de trenzas solo le dio una mala mirada y quitó la bombilla para tomarse el refresco de un solo trago.
—Podríamos al menos estar un poco alcoholizados, ¿no? Energía para mañana.
Adrianna suspiró. Iba a responder cuando su teléfono le notificó un mensaje. Sin poder evitarlo hizo a un lado el refresco para tomar su teléfono con rapidez.
Comprobó el mensaje de Jeremy.
"En Internet ya salieron fotografías de ustedes saliendo del aeropuerto. ¿Qué tal el viaje? ¿Cómo estás?"
—¿Todo bien? —inquirió Bill al ver su expresión.
Toda la mañana su amigo estuvo diciéndole que Jeremy quería coquetear con ella, pero no había recibido alguna señal de su parte, y no comprendió a que se refería con eso, no entendía a los hombres en absoluto.
Humedeció sus labios y afirmó ambos codos sobre la mesa.
—Ustedes, ¿si alguno quiere coquetear con una chica...? ¿Qué hacen? —se dirigió a sus compañeros de banda.
Tom frunció el ceño, pero luego sonrió de lado.
—La llevo a mi habitación —expuso con cierto orgullo.
—No, tú no cuentas —se burló ella, dándole una mala mirada.
—¡Es Jeremy! —exclamó Bill de pronto. —¿Volvió a escribirte? ¿Qué dijo?
—¿Jeremy? —Inquirió Tom, sus cejas se alzaron.
—¿Quién es Jeremy y por qué parece tener efecto en ustedes? —La pregunta de Gustav hizo a Georg rodar los ojos.
—El que habla de Adrianna en las entrevistas —le recordó Georg.
—¿Te envías mensajes con el muñeco rubio? —El disgusto en la voz de Tom era evidente. Incluso parecía indignado por eso.
Adrianna se encogió de hombros e ignoró la pregunta del chico frente a ella. Pero este adaptó una expresión seria y repitió la pregunta, esta vez con un tono de voz que no había usado antes. La rubia se quedó viéndolo unos segundos. Tom esperaba su respuesta, había algo en sus ojos, no era ni picardía ni burla. Parecía que estaba molesto, o celoso. Pero aquello ya era imaginación de ella.
—Porque puedo y quiero —contestó la rubia. Tom se tiró hacia atrás, cruzándose de brazos.
—Es mierda, ni siquiera habla alemán, o sueco —se encogió de hombros. Adrianna quiso reír por lo aniñado que se veía en esos momentos.
—Pero sabemos inglés —contraatacó ella.
Tom tensó la mandíbula.
—¿Tienes algún problema con que Jeremy le envíe mensajes a Adri? —cuestionó Bill. Tom soltó un suspiro. Y una risa amarga salió de sus labios.
—No. Ella puede hablar con quien quiera. Así como yo puedo meter a mi cama a las chica que quiera, cuando y donde quiera.
Dicho aquello se levantó, siendo seguido por uno de los guardaespaldas. Adrianna se levantó también y fue detrás de él, sin comprender su actitud.
Lo tomó del brazo cuando estuvieron fuera de la cafetería. Ella le pidió al guardaespaldas que les diera un poco de espacio. Su mala actitud y la forma brusca en la que le había contestado a Bill la había molestado.
—¿Qué está mal contigo? —inquirió igual de molesta como lo parecía el chico.
—¿Qué?
—Te comportas como un imbécil, Tom —espetó pasando las manos por su rostro. El mayor soltó una risa amarga.
—Sí, es justo como me ves tú.
—¡Críticas a Jeremy y no lo conoces!
—¡Tampoco tú! ¿Tengo que vestirme de Peter Pan para tener tu atención? ¿Así de fácil? Ni siquiera te gusta, Adrianna.
La voz de Tom se tornó más ronca y baja, sus ojos derrochaban enojo, pero ella no se sentía ni un poco amenazada por eso.
—¿Cómo estás tan seguro tú de eso? —inquirió en un susurro cansado. Siempre aseguraba que ella no sentía nada por Jeremy, y a ella le molestaba porque sabía que era cierto. Quizás estaba impresionada por el muchacho, pero más allá de eso no era capaz de sentir alguna otra cosa.
No podría si seguía enamorada de Tom. Y estaba cansada de quererlo.
Tom avanzó hasta ella, con una sonrisa en el rostro, Adrianna no se permitió dar los pasos hacia atrás que quería dar. Se mantuvo firme en su posición. Incluso cuando vio a Tom acercarse a su oído.
—Porque dos preciosos ojos azules, y el cabello rubio es lo que ya tienes, söt flicka—pronunció las últimas palabras en un susurro.
Adrianna lo vio alejarse, dejándola con el corazón en la mano. Las mejillas sonrojadas por el apodo que le había dicho. Dos palabras en un perfecto sueco que la habían dejado confundida y con mil mariposas revoloteando en el estómago.
Niña bonita. El apodo que le había puesto cuando eran pequeños. Las primeras dos palabras que le había dicho la primera vez que la vio, con sus rastras y esa sonrisa que logró enamorarla de inmediato.
—¿Cómo se dice "Niña bonita" en sueco? —le había preguntado Tom a la madre de Adrianna, fingiendo casualidad. Ella sonrió y le contestó:
—Söt flicka.
Entonces Tom había sonreído, y mientras miraba a la pequeña niña jugar con Bill, se aproximó a ella para darle una sonrisa y con un horrible acento repitió las palabras de la mujer.
—Söt flicka —pronunció, dándole una sonrisa ladina.
Allí fue donde Adrianna cayó rendida a los pies de Tom.
rookiefilm ★ 2O23
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