Capítulo uno.
El flash logró cegarla por un segundo, provocando que tuviera que cerrar sus ojos un momento cuando la fotografía fue tomada, tratando de quitar aquel punto blanco en su visión.
A su lado, Bill acomodaba su vestimenta, para luego volver a mirar a la cámara y tomarla de la cintura, con delicadeza. Adrianna debía colocar su brazo sobre el hombro de Bill, para obtener una foto descuidada, pero profesional al mismo tiempo, y luego de unos pocos intentos, lo consiguieron. Ya tenían el primer póster.
—¿Dónde demonios están los otros chicos? Necesito a Gustav y Georg con Adrianna. Y otra de Bill y Tom.
La rubia se sentó en la silla que le indicaron, cambiando ahora el fondo y ambiente. De pronto los chicos llegaron a la sala riendo y jugando entre ellos, Tom llevaba un cigarro en su mano derecha. Adrianna rodó los ojos y se concentró en lo que le decía el fotógrafo. Alguien debía de mantenerse profesional en todo eso. Y siempre era ella, debía serlo. Cuando anunciaron su participación en la banda no fue de total agrado para gran parte del público, quienes discutían no querer a una chica sueca en la banda de los chicos alemanes. Al ser más pequeña no había comprendido la situación, pero luego, cuando creció y tuvo de frente al odio, entendió que quizás, para comenzar a cumplir su sueño debía pasar por algunas pesadillas.
Tuvo suerte de que Bill se mantuviera con ella en todo momento, apoyándola e impulsándola a seguir. Adrianna portaba la belleza sueca en su mayor resplandor, y tenía un talento inmenso, Bill fue quien se lo recordó en los días que quería dejar todo y volver a ser la chica que solo soñaba con cantar sobre los escenarios.
Cuando tomaron las fotografías correspondientes, su tortura le hacía frente al fin, ese acontecimiento que debía de pasar sin que ella pudiera discutirlo:
La foto grupal.
No era la fotografía en sí lo que la molestaba, sino cierto chico de trenzas el motivo de su agonía.
Siguiendo las instrucciones, Adrianna se puso en medio de Tom y Bill, y mientras se acomodaba el cabello, sintió como la mano de Tom se posicionaba en su cadera, solo para molestarla y retardar más las fotografías. Parecía disfrutar la forma en que lo despreciaba, siempre se encontraba a la defensiva cuando él estaba cerca. Sin tener mucho tiempo de aquel toque ardiente en su cadera, con un fuerte manotazo quitó la mano de Tom. La reacción de este fue sonreír de lado y disfrutar de aquel esquivo toque que recibió del golpe.
Para los chicos de la banda no era un misterio que Adrianna y Tom no eran los mejores amigos. Ella siempre le estaba gritando o golpeando cada que sus manos se posaban sobre ella. Había días en los que simplemente pasaba por su lado y lo ignoraba monumentalmente. Otros en los que debía hablarle por responsabilidad, pero siempre acaba con Tom haciéndole algún comentario para sacarla de casillas. Era una costumbre para los chicos de la banda y para los fans verla discutir con él como si de un deporte se tratase. Tom, por otro lado, solo le dedicaba sonrisas burlonas.
—No me toques, acabo de ducharme y no quiero hacerlo de nuevo —lo reprendió la rubia, sin mirarlo siquiera.
Se giró para darle la espalda, como hacía habitualmente. En cada fotografía podía verse como era Bill quien la tomaba de la cintura, Tom siempre mantenía sus manos dentro de los bolsillos, resistiendo las ganas de poner las manos sobre ella, solo para molestarla y ver como su rostro se tornaba rojo de furia.
—¿Ya te habías duchado? La próxima vez tendré que estar presente para controlar la cantidad de jabón que pones en tu cuerpo, porque sigues apestando.
Adrianna soltó un jadeo, indignada. Y se giró para hacerle frente, dispuesta a maldecirlo hasta por respirar.
—Sí alguien tiene la higiene dudosa, te aseguro que esa no soy yo, ¿sabes algo...? —Sus insultos se quedaron en lista de espera cuando Bill la tomó de los hombros para girarla hacía él, sabiendo que si no los detenía ahora, las fotografías quedarían en el olvido.
—Bueno, Adri, está bien. —Trató de calmarla, luego se dirigió a su hermano gemelo. —Déjala, Tom.
—Por supuesto —contestó él con inocencia hacia su hermano. No obstante, cuando este le quitó los ojos de encima y miró al frente para ver la cámara, tuvo el atrevimiento de darle una sonrisa burlona a la rubia. Esta apretó la mandíbula y se contuvo solo porque Bill se lo había pedido.
Volvió a darle la espalda, pensando que sería todo, que ya había tenido su dosis tóxica diaria de Tom, pero estaba muy equivocada.
—En realidad, necesito que tu cuerpo se gire hacia Tom. En todas las fotografías le das la espalda, tratemos de no ser tan repetitivos, ¿sí? —Mencionó el fotógrafo, provocando que Adrianna lo viera como si estuviera viendo a un fantasma.
—No tengo problema con eso —refutó Tom, burlesco. Adrianna cerró los ojos con fuerza, sabía muy bien a que se refería con ese comentario.
No podía ser esfuerzo lo que él realizaba al molestarla. Tom había nacido con el don de joderle la existencia.
A veces, ansiaba con tomar sus cosas, comprar un boleto y volverse a Suecia, para no volver a ver nunca más aquella sonrisa llena de picardía que sostenía a diario. Pero allí seguía, soportando la perfección física de aquel chico con trenzas que la sacaba de quicio. Nadie se sorprendería si algún día terminasen en la cárcel por intento de homicidio. Sobre todo, Adrianna. Quien lanzaba cuchillos por los ojos cuando Tom estaba cerca. Y cuando no, era la chica más dulce del planeta, decía Bill.
Bufando, dejando todo su orgullo y dignidad por el suelo, se giró. Pero no precisamente como se lo habían indicado. Sino que se puso un poco más adelante del chico, pensando que así podría taparlo un poco, pero su altura de mucha ayuda no era. Así que Tom soltó una risa al ver su intento fallido y la tomó de la cintura para moverla a su lado, ignorando las protestas de la rubia.
—Tenía entendido que las de mal carácter eran las pelirrojas.
—¿Disculpa? —se exaltó, furiosa al pensar que la estaba comparando con alguna de las tantas chicas con las que salía.
Bill suspiró y cubrió su rostro con ambas manos.
—¿Podrían discutir luego?
Ambos, Tom y Adrianna se giraron a él. Retrasando nuevamente sus intenciones de discutir.
El fotógrafo sonrió algo nervioso, seguramente y ya quería salir de allí y jamás volver. Adrianna tuvo consideración por aquel pobre hombre que sólo estaba haciendo su trabajo. Más bien intentando.
—Perfecto, Adrianna, ponte un poco más cerca de Tom y por favor, no lo lastimes cuando tome tu cintura. Resiste solo unos minutos.
Tom sonrió de lado, tratando de no reír, porque si lo hacía, hasta allí quedaba la falsa tregua.
En cuanto el flash iluminó la habitación, Adrianna hizo el ademán de golpear la mano de Tom, pero este logró sacarla antes de que el golpe llegara siquiera.
—Estamos listos, muchachos.
Al decir aquello, Adrianna se dirigió hasta Bill, pasando sus brazos sobre el torso de su mejor amigo, formando un abrazo de consuelo por haber tenido que soportar la presencia de Tom. Pero el consuelo no permaneció, porque de pronto sintió el aroma a cigarro cerca de ella, y estaba segura de que Bill no sostenía un cigarrillo en sus manos.
—Da la media vuelta antes de que Bill me suelte y te arranque las trenzas de un solo tirón, Tom —lo amenazó con anticipación.
Quiso soltarse del abrazo, pero Bill la sostuvo con más fuerza.
Tom rió antes de revolver el cabello rubio de la chica para luego alejarse de ellos con total calma. Sabía que Bill no la soltaría hasta que él se estuviera a unos metros de distancia.
Adrianna levantó su cabeza para mirar a Bill.
—¿Sabías qué del odio al amor hay...?
—Bill, tú no, por favor.
Bill guardó silencio y solo sonrió, antes de dejar un beso en la frente de la menor. La tomó de la mano para salir juntos, más que nada, para que no tuviera oportunidad de atacar a su hermano nuevamente.
Adrianna suspiró al salir de aquella sala, consiguiendo por fin un poco de paz, luego de haber pasado un largo período de tiempo en la misma habitación que Tom.
rookiefilm★ 2O23
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