Capítulo quince.
Adrianna y Bill se encontraban recostados en la cama mientras veían una película en el computador. Las palomitas que habían preparado estaban casi acabándose, y no estaría ocurriendo si no fuera porque los demás chicos robaron de la cantidad que ellos habían cocinado. Ninguno había mostrado interés alguno, hasta que estuvieron listas.
Ella masticó con lentitud, demasiado concentrada en los diálogos como para dejar que el sonido que provocaban las palomitas al tiempo que las masticaba la interrumpieran. Sin embargo había sido Bill el que pausó la película y se giró para verla, dejando de lado las palomitas.
—¿Qué haces? —inquirió confundida, observando como su amigo dejaba las cosas sobre la mesita de noche para luego ponerse frente a ella.
—Ayer no concluimos la charla en el camerino—comenzó—, y creo que deberíamos hablar sobre eso.
Adrianna tragó saliva y fingió no saber de que hablaba. Pero claro que lo hacía, Bill quería hablar sobre Tom, y ella no quería porque sabía como iba a terminar. Sin embargo Bill estaba dispuesto a seguir con aquella charla.
—Oh, sí. Ya te lo dije, debes estar tranquilo, no perderás...—Bill la interrumpió.
—¿Por qué no admites que sigues enamorada de él? Estas discusiones, las idas y venidas comienzan a ser molestas, para ambos. La gira está a punto de comenzar, somos una banda, ¿sabes lo que significa? Que Tom estará siempre presente. Y creo que es algo que no estás digiriendo del todo. —Una sonrisa se formó en el rostro del mayor cuando tomó las manos de su amiga. Adrianna suspiró.
Sus hombros se relajaron y cerró los ojos un momento, antes de comenzar a hablar.
—Ya lo sé. Y a veces lo intento, ¿si? Trato de hacer a un lado las diferencias, el remordimiento que siento cada vez que me habla como seguramente lo hace con otras chicas.
Nuevamente se sintió como una niña pequeña, la que idealizó a un chico que resultó ser muy diferente a lo que su ambiciosa mente creyó. Y es que Tom siempre había logrado tener un gran impacto en su corazón, desde que era una niña y lo vio por primera vez con esas rastas en la cabeza. Recuerda que su mirada siempre se desviaba al labio inferior del chico, siendo el piercing en este una llamarada de atención, una novedad. Y quizás a veces porque se preguntaba cómo se sentiría besarlo con el piercing de por medio.
En poco tiempo se encontró enamorada de Tom, siendo este un chico coqueto por naturaleza. Ella le daba señales todo el tiempo, incluso de forma inconsciente; ya fuese el excesivo tiempo que se mantenía sonriendo cuando él estaba cerca. Estaba presente a cada ensayo que él tenía, lograba impresionarla con la facilidad que tocaba la guitarra. Estaba enamorada, era una niña. Y como tal, fue en un inocente acto ha confesarle al chico que amaba lo mucho que disfrutaba de su compañía. Le confesó a Tom que lo quería.
La respuesta de él fue salir esa misma noche, a encontrarse con una chica y prácticamente refregarle en el rostro que ella jamás podría tener una oportunidad, se burló de sus sentimientos y luego pretendió que nada había ocurrido. Aquello le dolió, más sabía que no era culpa de Tom, ella no podía obligarlo a corresponderla, no tenía porque cuidar de sentimientos que no le importaban.
Desde entonces comenzó a portarse más distante con él. Pensó que sería la única forma de poder hacer que su corazón no se acelerase cada que lo tenía cerca.
Evidentemente no ocurrió.
—Le gustas, quizás se haya dado cuenta demasiado tarde, pero le gustas, Adri.
La menor negó con la cabeza.
—No. Tom no conoce lo que es el amor, lo repite todo el tiempo.
Bill sonrió, ella no entendió.
—A lo mejor no lo repite para recordarlo, quizás intenta convencerse en voz alta.
En aquel momento unos toques en la puerta interrumpieron la charla, Bill gruñó y se levantó. Adrianna agradeció internamente la interrupción.
—¿No puede uno tener una plática tranquilamente?
Detrás de la puerta estaba su mánager, miraba unos papeles en sus manos. Luego alzó la mirada cuando la puerta se abrió.
—Al comedor, tengo noticias que darles.
Bill esperó a que Adrianna saliera de la habitación para cerrar la puerta detrás de él. Nuevamente se veían obligados a interrumpir su charla. Cuando llegaron al comedor vieron a Tom y Georg reír en el sofá, Gustav por otro lado veía algo en su teléfono.
Pusieron atención cuando el mánager les pidió silencio. Tom y Georg se levantaron para acercarse.
—Los ensayos han salido de maravilla, todo está en su lugar. Ahora —se giró a Adrianna—, sé que no habíamos tenido planeado esto pero, debido al éxito que está teniendo el álbum en Suecia, hemos logrado agendar tres conciertos. Uno de ellos es en Estocolmo.
Los labios de Adrianna se despegaron para formar una pequeña "O", mientras que era sacudida con delicadeza por Bill. Su corazón se aceleró y cuando logró digerir lo recién anunciado, comenzó a dar pequeños saltitos que sacaron sonrisas en todos los presentes.
—¡Oh por Dios! ¿Es en serio? —inquirió con una gran sonrisa, solo para asegurarse de que había oído bien, y que de verdad daría un concierto en la ciudad donde había nacido. En su país.
—Totalmente. Las entradas comienzan a venderse hoy mismo.
Adrianna se giró para darle un gran abrazo a Bill. Tom los miraba desde unos metros, igualmente con una sonrisa en el rostro, siendo contagiado por la felicidad que Adrianna mostraba en esos momentos. Observó desde la distancia como la rubia festejaba junto a su hermano.
Georg y Gustav se acercaron también para darle un abrazo, igual de contentos que ella.
Entonces los chicos comenzaron a festejar, y Adrianna se aproximó a él con una mueca de seriedad mal disimulada. Él entrecerró los ojos y se guardó la sonrisa que quería regalarle.
—Felicidades —le dijo mostrando desinterés. Adrianna solo asintió.
—Gracias.
Y sin poder evitarlo, con la euforia del momento, se lanzó a Tom para darle un abrazo. Sus brazos rodearon el cuello del chico. Él no dudó en corresponder, aferrándola a su cuerpo quizás más de lo que debía. No tendría otras oportunidades, y los chicos estaban demasiado distraídos haciendo algún tipo de baile que a él le causó gracia. Solo para molestarla comenzó a descender su mano de la espalda baja de la menor. Esta se separó de inmediato.
—Eres un...—Tom la interrumpió.
—En sueco, por favor.
Adrianna soltó una risa falsa, pero decidió que le daría el gusto solo por la ocasión.
—Du är en idiot.
Tom se puso una mano sobre su pecho.
—Sí, justo lo que pensé. Estás loca por mí.
—No arruines el momento, Kaulitz.
Tom la observó irse con los chicos, demasiado perdido como para notar que Bill se acercaba a él, con esa sonrisa que no le gustaba para nada.
Fingiendo normalidad su hermano gemelo dijo:
—Si empiezas a sentir que tu corazón amenaza con salirse de su lugar, o si el rostro te arde por la repentina sonrisa que no es la típica con la que atraes a las chicas, avísame para estar preparado, no te vayas a desintegrar por sentir los efectos de algo tan raro en ti como el amor, hermano.
Tom le dio una mala mirada.
—Du är en idiot —dijo en un malísimo acento sueco. Bill repitió su acción y se puso una mano en el pecho.
—Sí, justo lo que pensé; estás loquísimo por ella.
Y antes de que Tom pudiese refutar, Bill se alejó tan cauteloso como llegó a su lado.
rookiefilm ★ 2023
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