Capítulo dos.
Adrianna soltó un bufido mientras dejaba el lápiz sobre la mesa. Acarició su muñeca con un jadeo adolorido. En la sala resonaban las canciones de la banda, mientras los chicos continuaban haciendo su trabajo. Bill se recostó en la silla también, imitando la acción de su amiga.
—¿Cuántos más faltan? —inquirió la menor, mirando con cansancio al manager. Este continuó recogiendo las fotografías que ya estaban firmadas por la banda completa.
—Unas cuantas, aún. Luego tienen el día libre.
La menor recostó su cabeza en el hombro de su amigo para observar cómo este continuaba firmando las fotografías que Georg le entregaba. Tom, quien se encontraba frente a ella, miró con diversión como la rubia se quejaba de algo tan simple como rallar sobre un pedazo de papel.
Luego de haberles entregado los posters, el manager de la banda pensó que sería buena idea firmar algunos para incluirlos en los primeros discos que se venderían la próxima semana.
Adrianna se recompuso y comenzó a firmar nuevamente, tenía una pequeña ruma frente a ella, su mano adolorida y la mirada de Tom encima.
—Te llaman la princesa de la banda y eres incluso más floja que todos nosotros juntos. —La molestó Tom. Aún sabiendo que sus palabras eran una gran mentira. Adrianna rodó los ojos y le dio una patada que Tom logró esquivar.
Bill les daba una rápida mirada mientras firmaba. Una sonrisa se formó en su rostro al verlos discutir como niños pequeños que disputan por algún juguete.
—Mañana debemos dar la entrevista, ¿van a poder comportarse? —Inquirió Bill, alternando su mirada entre la chica rubia a su lado, y su hermano.
Tom se encogió de hombros antes de jugar con el piercing en su labio.
—Yo siempre estoy serena. Él es quien disfruta perturbar la tranquilidad ajena —atacó Adrianna, antes de que Tom pudiera siquiera abrir la boca.
—Mira, preciosa...
—No me llames preciosa —lo frenó con firmeza, apuntándolo con el lápiz, deseando que fuera un cuchillo. Tom sonrió antes de retomar sus palabras.
—Yo solo hablo y tú crees que te estoy atacando, no es mi culpa, preciosa, que pienses que el mundo gira alrededor tuyo.
Se quedaron mirando a los ojos fijamente, desafiándose el uno al otro, ninguno daría su brazo a torcer ahora. Ambos lo suficientemente orgullosos como para detenerse. Adrianna le contuvo aquella mirada que, en muchas ocasiones, observó que usaba para hacer caer a sus próximas víctimas. A ella no, claro estaba. Adrianna prefería quemarse el pelo antes de humillarse bajo la mirada de un idiota que no conoce la responsabilidad afectiva.
No obstante, sabía que, sólo para molestarla, Tom tampoco lo haría. Pero lo conocía, de forma indiscutible podría debatir acerca de aquel chico, y aquella era una ventaja que siempre tendría. Pero Tom lo hacía también. La conocía muy bien. Y antes de que alguno diera el primer golpe, Bill los interrumpió, con ganas de acabar con la firma de posters y poder irse a descansar.
—Oigan... ¿no prefieren jugar después?
Los dos combatientes se giraron al mismo tiempo para mirarlo, ambos compartiendo la debilidad que sentían por Bill. Un eterno amor fraternal que podía manejarlos. Antes de volver a sus labores, Adrianna le dio una última mirada al chico frente a ella, queriendo tener la última acción y palabra. Pero Tom la sorprendió cuando dijo:
—Te verías un poco más bonita si dejaras de debatirme las veces que respiro, Adri. —Seguido de aquello le guiñó un ojo para volver a firmar las fotografías.
Los chicos se quedaron mirando entre ellos con sonrisas cómplices. Adrianna miró a Bill, en busca de ayuda.
—¿Vamos a tomar algo luego? —Ella asintió ante la propuesta de su amigo, ignorando el revoloteo de su corazón ante las palabras dichas por Tom.
—Sí, por favor. Necesito limpiarme las malas vibras con ambiente puro, gracias.
Continuaron con sus deberes, Adrianna sintiendo la pesada mirada de Tom sobre ella en todo momento, pero evadiéndola como siempre, siendo incapaz de mirarlo si no era para discutir con él, así se lo había propuesto desde que aquel chico le rompió el corazón y dejó una permanente marca si de sentimientos hablamos. Siendo ella víctima del dolor del conocido y sobrevalorado primer amor.
Le dio una mirada rápida cuando lo vio reír de algo que Gustav había dicho. Observó aquellos perfectos dientes blancos, y la forma en que tiraba su cabeza hacia atrás mientras reía.
Adrianna lo detestaba, porque dolía menos que amarlo.
⋆
Luego de haber concluido con las firmas, Bill decidió que sería buena idea que salieran por la tarde, por lo que ya se encontraban sentados en el pequeño bar donde, por lo reconocida que era la banda, les pidieron un autógrafo a cambio de poder entrar. Adrianna apretó con fuerza la mano de Bill al ver que Tom iba a su lado, recibiendo las miradas coquetas de cada chica que pasaba. Aquello la hizo rodar los ojos porque, de por si, sabía que se enrollaría con alguna de aquellas chicas para mañana salir, otra vez, en las portadas de los artículos. Aquello no favorecía a la banda, sólo a la horrible reputación de mujeriego que él mismo se había esforzado en conseguir.
Se sentaron en los pequeños bancos frente a la barra, allí una chica se movía de un lado a otro preparando las bebidas. Adrianna de reojo vio como Tom ya comenzaba a babear. Golpeó el hombro del chico para llamar su atención.
—¿Podrías no hacer escándalo?
—La gentileza no es lo tuyo, ¿verdad?—se quejó acariciando la zona golpeada, Adrianna pensó que era un exagerado. Suspiró con molestia.
Bill pidió los tragos y se los entregó a cada uno. Adrianna miró el contenido del vaso con duda.
—¿Qué es?
Tom le arrebató el vaso y le dio un sorbo para probar. Una sonrisa de burla se formó en su rostro. Adrianna le dio una mala mirada.
—Disfruta tu jugo de arándano, niña.
—Por favor, no empiecen... —Ya había sido muy tarde para que Bill los detuviera.
Adrianna se giró por completo, dejando su mano sobre la barra, obteniendo la atención inmediata de Tom, quien se preparaba para el espectáculo que haría ella. Lo disfrutaba en realidad, no se sentía para nada intimidado por la forma en que ella creía, era amenazante. Tenía dieciocho años, era más pequeña que él y su rostro angelical no la ayudaba de mucho. Así que sólo sonrió, esperando a lo que venía.
—Prefiero mantenerme como una niña y no ser un... degenerado sexual como tú. —Atacó, creyendo que había lanzado el mejor insulto de su vida. Tom mordió su labio, y se bajó del banco, aproximándose a ella. Adrianna frunció el ceño.
—Cada acompañante sexual que he tenido a sido consensuado, princesa. Estoy muy lejos de ser un degenerado como planteas. Lo único que hago es disfrutar mi vida sexual, porque puedo y quiero.
—Por lo menos, conozco lo que es querer a alguien por lo que lleva dentro, no solo por la apariencia física, ¿reconoces tú aquel sentimiento, Tom?
Tom rió, negando con la cabeza.
—Es tu concepto, no el mío. Además, no te preocupes que no me interesas de ningún modo. Porque en realidad, me gusta salir con chicas mayores. Me gustan las mujeres, no las niñas.
Tan luego como aquella respuesta llegó, Adrianna levantó su mano para darle una fuerte cachetada. Bill se levantó del asiento para ponerse entre ambos. Pero Adrianna no estaba siendo impulsiva esta vez, se veía tranquila y aquello hizo que Bill tragara saliva. La tomó del brazo para alejarla de Tom, pero esta con suavidad se apartó de su toque, para acercarse al chico de trenzas y mirarlo directo a los ojos. Ni siquiera le importaron los sonidos de las cámaras tomando fotografías.
—¿Qué te hace pensar que conmigo tendrías una oportunidad? A esta niña, Tom, no le mueves ni un pelo. —Finalizó, esta vez siendo ella quien lo miraba con burla, para recuperar un poco de su dignidad recién perdida. Tomó el trago de Tom y lo bebió de un solo sorbo.
Se dio la media vuelta para caminar a la salida. Bill detrás de ella. Tom viendo cómo se alejaba.
—Tendremos problemas. ¡Tom! Ven aquí, nos vamos —dijo Bill, tratando de no empeorar las cosas.
Tom se negó a ir con ellos, a Adrianna no pudo importarle menos.
¿Verdad?
rookiefilm ★ 2O23
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