Capítulo doce.
Adrianna suspiró, dejando que cualquier sentimiento de estrés desaparezca de su cuerpo. Ladeó un poco su cabeza y forzó una sonrisa cuando las puertas se abrieron, dejándolos expuestos a las cámaras. Los flashes la hicieron bajar la mirada, cegándola por segundos. Escuchaba los gritos de la multitud, algunos pidiendo autógrafos, y las chicas gritaban el nombre de Tom con fuerza. Ella pasó dejando algunas firmas y saludando a la gente que los esperaba en la salida.
Siempre se preguntó cómo es que eran capaces de esperar durante tanto tiempo allí, sólo para verlos.
Adrianna se puso unas gafas negras, al igual que Tom. Tratando de proteger sus ojos de los flashes. Se giró cuando sintió que alguien la tomaba de la mano, para apresurar su paso. La rubia se soltó de la mano de Tom, este la volvió a tomar con más fuerza, mantenía la seriedad en su rostro.
Se adentraron al vehículo que los transportaba, siendo guiados por uno de los guardaespaldas. Y una vez estuvieron dentro, Adrianna se quitó las gafas y miró a Tom directo a los ojos.
—¿Estás loco? ¿Cómo se te ocurre responder de esa forma? —lo reprendió. Tom se acomodó en el asiento, ignorándola por completo. Se dispuso a saludar a algunas de las chicas que se acercaron al vehículo.
Ella se recostó en el asiento y pasó ambas manos por su rostro, ahora llamando la atención del chico a su lado.
Habían logrado mantener el acto de buenos amigos durante la entrevista. Dejando de lado los comentarios de Tom, se podría decir que la enemistad ya no era uno de sus problemas frente a las cámaras. Aquello la dejaba más tranquila. Y si tenía suerte, podría mantenerse alejada de Tom y sus problemas por un tiempo. Por supuesto que él continuaría siendo fotografiado con alguna que otra chica, como era de costumbre, pero desde ahí su problema ya no era.
—Nos pidieron eliminar la enemistad, no las posibilidades de que ocurra algo entre nosotros —optó por defender el mayor.
—Ya. Y para mañana estaré entonces siendo la cornuda del año. No, gracias.
Tom rió.
—Tranquila, te daré el privilegio de ser la única.
El guiño que vino luego de aquellas palabras la hicieron rodar los ojos. Solo quería volver al hotel y descansar. Mañana se lanzaría el álbum, y estaba nerviosa por la respuesta que los fanáticos darían ante aquello. Podría ser todo muy bueno, o un fracaso total. Aunque, luego de haber estado en el ojo de la tormenta durante la semana, había posibilidades de que se vuelva un éxito.
—Eres desagradable, ¿por qué piensas que están todas detrás de ti? —Inquirió dándole una sonrisa burlona.
—Tengo razones para creerlo. Mira, la otra noche estuve con Heidi, ¿recuerdas la modelo de Victoria Secret? Pues ella.
Adrianna sintió una leve punzada de incomodidad en el pecho, sin embargo lo ignoró, porque estaba acostumbrada a ver diferentes chicas tomadas de la mano de Tom.
Ella fue una de ellas.
—He tenido a cada una de las chicas que he querido —continuó él, una sonrisa orgullosa en su rostro.
Adrianna quiso borrarle esa sonrisa de un golpe. Detestaba lo presumido que era, la seguridad en sí mismo lo volvía más atractivo y desagradable al mismo tiempo. Se preguntaba si alguna vez sería capaz de encontrar el amor, de conformarse con el cariño de una sola persona, sin tener la necesidad de ser el centro de atención. Era imposible, desde que Adrianna conoce a Tom, a demostrado ser un mujeriego, disfrutando la atención femenina, aumentando su propio ego poniendo a las chicas como su mejor método para ello.
De esa persona fue que ella se enamoró, entonces ¿por qué esperaba que, por algún motivo, fuese capaz de cambiar?
No lo haría, y ella no intentaría que lo hiciera. No se iba a lastimar de esa forma.
—Adrianna —la llamó, sacándola de sus pensamientos. Esta se giró para percatarse de que habían llegado al hotel, y que Tom ya había bajado del vehículo.
Frunció el ceño y descendió del vehículo. Tom cerró la puerta una vez ella comenzó a caminar dentro. Él tuvo que acelerar el paso para caminar detrás de ella.
—¿No vas a decirme nada? —preguntó con el ceño fruncido. Adrianna lo vio por sobre el hombro.
—No me es para nada interesante que cuentes como coleccionas a las mujeres como si fueran... trofeos.
Tom rió y bajó la cabeza.
—¿No es una mujer el mejor trofeo que un hombre pueda tener? Entre más trofeos tenga para presumir, mejor.
Ella suspiró con molestia, queriendo llegar pronto a su piso para buscar a Bill. Estaba necesitando a su amigo, ya había tenido suficiente de Tom por ese día.
—Estás muy callada —comentó Tom con el ceño fruncido. Adrianna se giró a verlo mientras caminaban al ascensor.
—Resulta que tengo poca tolerancia a imbéciles que creen ser mejores si se acuestan con chicas diferentes cada que respiran, cariño —soltó de pronto, entrando al ascensor.
Tom iba a entrar con ella, pero Adrianna puso una de sus manos sobre el pecho del chico para darle un leve empujón.
—Oh, no. Ni pienses que permitiré que me vean llegando contigo. Tú subes las escaleras, campeón —le guiñó un ojo, mientras observaba las puertas del ascensor cerrarse.
Una sonrisa se formó en su rostro al haber visto el de Tom. La confusión plasmada en el.
Soltó un suspiro antes de que la puerta se abriera, de inmediato salió para caminar a la habitación de Bill.
rookiefilm ★ 2O23
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