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Capítulo dieciséis.

Adrianna se puso los audífonos para continuar practicando su solo. La verdad era que lo estaba llevando bien, pero su inseguridad la llevaba a repasarlo unas cuantas veces de más. Se lo sabía de memoria, y si continuaba practicando hasta que el día de la primera presentación llegara, sería capaz de tocarlo con los ojos cerrados. Aún así continuó.

Todos los chicos habían salido, así que no debía preocuparse. Y por cualquier cosa Bill le enviaré un mensaje, ya que él estaba junto a Tom.

No le gustaba tener que ocultárselo porque no era una sorpresa para él o algo por el estilo, para nada. Solo quería sorprender a los chicos con algo nuevo, a todos, no sólo a Tom. No le importaba la forma en que fuese a reaccionar, no estaba nerviosa por eso, ni practicaba en exceso para hacerlo perfecto, no quería la aprobación de Tom. Y si fuese así, sería únicamente porque él es prácticamente perfecto.

Tocando la guitarra, no en general, nadie es perfecto en general.

Bufó cuando tocó una cuerda equivocada tras ser corrompida por aquellos pensamientos que la llenaban de confusión. Ella tenía sus sentimientos claros; Tom era cosa del pasado.

Por lo que tenía que dejar de pensar en aquel insignificante abrazo que, por seguro, ya había sido olvidado para él. No veía motivo alguno por el cual su abrazo tendría que ser especial. Las chicas lo abrazaban todos los días, así que estaba segura que él no pensaba en eso, no como ella. Había sido un simple acto guiado por la impulsividad, por la euforia del momento. Uno agradable.

No había dejado de sonreír desde entonces, y ya tres días habían pasado desde que se enteró de los conciertos. De inmediato había llamado a su madre para contárselo. La mujer se había puesto igual de feliz, como también algunas lágrimas bajaron por sus mejillas, al igual que en las de Adrianna. Hacía bastante que no la veía y cada vez que hablaba con ella no podía evitar ponerse sentimental. Extrañaba su antigua casa. Y es que luego de que Adrianna saltara a la fama ella había decidido, pocos años después, volver a Suecia para cuidar de su hermano menor. Ella estuvo de acuerdo, el mundo de la fama podía llegar a ser agobiante en algunos casos.

Una sonrisa de nostalgia se formó en su rostro al recordarlos.

Vio movimiento de reojo y rápidamente alzó la mirada. Su corazón se aceleró al ver como Tom entraba al comedor con el ceño fruncido. Ella miró su teléfono, y efectivamente tenía mensajes y llamadas perdidas de Bill. Maldijo y cerró los ojos con fuerza para luego quitarse los cascos y dejar la guitarra a un lado.

—¡Tom! ¡hola! Que sorpresa, ¿qué...? ¿Qué haces aquí? —inquirió mientras se levantaba. Pasó una mano por su cabello y sonrió nerviosa.

—¿Qué estabas haciendo? —inquirió mirando la guitarra sobre el sofá.

—Nada. ¿Qué podría hacer yo? ¿Y Bill?—Tom ignoró el tono de voz que estaba usando y pasó a su lado para sentarse sobre el sofá y tomar la guitarra. Una sonrisa burlona en su rostro.

—¿Sabes tocar la guitarra? —Cuestionó mirándola, Adrianna negó con la cabeza.

—¿Qué? ¡Puff! Claro que no, es tu cosa, no la mía.

El chico se puso los cascos y comenzó a acariciar las cuerdas con las yemas de sus dedos, las cuales estaban acostumbradas a ser raspadas contra las cuerdas. Adrianna por instinto miró sus dedos. Escondió sus manos detrás al ver la púa entre sus dedos. Pero Tom ya la había visto y soltó una risa que a ella le disgustó.

—Ven, no muerdo. A menos que quieras que lo haga.

La seguridad con la que tomó la guitarra y comenzó a tocar fue lo que hipnotizó a Adrianna, causando que caminara algunos pasos hasta terminar sentada a un lado del chico, mirando con atención como comenzaba a tocar Automatic. Adrianna carraspeó y se sonrojó, la paranoia persiguiéndola. Tocó algunas partes y luego se detuvo para mirarla. Buscó su mirada, sorprendido de que ella no quisiera desafiarlo.

—¿Ocurre algo? Estás... tranquila.

Adrianna frunció el ceño.

—¿Y eso es malo? —De inmediato se puso a la defensiva. Tom apartó un mechón de cabello de su rostro. Para su sorpresa ella no se apartó, pero sí lo miró extrañada.

—No, sólo... raro. Ahora, ¿vas a decirme qué hacías con la guitarra si no sabes tocarla? —Tom dejó la guitarra a un lado y se tiró hacia atrás. Entrelazó sus manos sobre su regazo para luego girarse a verla. Ella se encogió de hombros.

—Georg se ve atractivo cuando lo hace.

—Georg toca el bajo.

Adrianna abrió la boca y luego volvió a cerrarla, sintiéndose acorralada, sin argumento alguno.

—Bueno, es lo mismo.

—Esta es una guitarra eléctrica —refutó Tom, pasando su vista entre la guitarra y Adrianna. —Yo toco la guitarra eléctrica.

Adrianna se levantó del sofá.

—¿Sabes algo? El mundo no gira a tu alrededor. ¿Por qué no te vas? ¿Qué haces aquí, de todas formas?

Se cruzó de brazos, y Tom no hizo más que ladear la cabeza con una sonrisa burlona. Era obvio que se había puesto nerviosa.

—Claro, me iré. Pero tengo curiosidad. Porque lo tuyo es la voz, lo mío la guitarra.

—Eres tan egocéntrico. Y para que sepas, la gente puede tocar la guitarra también, no eres dueño de ella.

—Estás demasiado a la defensiva como para alguien que asegura no ocultar nada.

Tom se levantó, y Adrianna alzó el mentón para poder mirarlo. Poco a poco su espacio personal comenzó a reducirse mediante Tom se acercaba. Ella retrocedió hasta chocar con la pared. Tragó saliva y humedeció sus labios.

—¿Qué ocultas, Adri? ¿Preparas alguna sorpresa para mí?

La rubia soltó una risa, el nerviosismo desapareció de su cuerpo, permitiéndole notar lo cerca que estaba Tom de ella. Su altura la intimidó, su cercanía la tenía asfixiada, y no de una mala forma.

—¿Por qué piensas que todo lo que hago, o haré, es para ti? A lo mejor es que quiero impresionar a alguien más —insinuó con seguridad en su voz.

—¿A quién? ¿Al muñequito ese?—ironizó él, riendo.

Adrianna descubrió que de alguna forma, la mención del Jeremy lograba molestar a Tom, quizás esos celos de no ser el centro de atención. A lo mejor le molestaba que ahora, entre sus fans, alguien más estuviera siendo el tema principal, en lugar de él. Así que ella tomaría aquella ventaja.

—Quizás.

—Mentirosa. Porque a ti no te interesa él—aseguró.

A Adrianna le sorprendió la seguridad con la que había dicho aquello. Como el tono amargo de su voz mostraba lo mucho que aquello no le gustaba; los rumores de ella y Jeremy, la forma en que el chico Estadounidense se refería a ella. No le agradaba en absoluto. Por un segundo quiso acariciar el rostro de Tom y decirle que no debía de preocuparse. Pero, ¿Quién era Tom para causar ese efecto en ella?

La mirada de Adrianna se desvío hasta el piercing en el labio inferior de Tom, el cual era manipulado por su lengua.

—¿Cómo lo sabes? —cuestionó en voz baja. El rostro de Tom estaba demasiado cerca del suyo.

Antes de que pudiera dar su respuesta, Bill entró alterado al comedor. Adrianna le dio un empujón a Tom para apartarlo, este soltó una pequeña risa que seguramente fue audible solo para ella. Dándole una última mirada caminó hacia su hermano gemelo.

—¡Te envié miles de mensajes!

La rubia tragó saliva y observó como Tom le daba un apretón de manos a Bill antes de salir del lugar.

—Dios mío, estuvo tan cerca —murmuró, pasando ambas manos sobre su rostro.

—Sí, estaban muy cerca —la molestó Bill, atrayéndola a él. —Muéstrame como vas con el solo.

—No, tendrás que esperar.

—¡Vamos, Adri!

rookiefilm ★ 2O23

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