Capítulo dieciocho.
La multitud fue dejada atrás cuando subieron al avión. Aún era posible escuchar sus gritos, pero al menos ya no estaban encima de ellos. Habían dejado algunos autógrafos y se habían tomado un par de fotografías, Bill fue quien más tiempo se quedó con los fanáticos, cómo de costumbre.
Adrianna observó el interior del avión, no era la primera vez que viajaba en uno, sin embargo seguía encontrándose sorprendida por tener el privilegio de obtener un viaje privado, aquello que jamás pensó podría suceder en su vida. Pero allí estaba, caminando por el pequeño pasillo. Le dio una sonrisa a Georg, cuando vio que estaba acomodándose en uno de los asientos. Justo detrás de él estaba sentado Bill, sacaba unas cosas de su bolso, el mayor la llamó y esta se detuvo.
—Por si te da hambre. ¡Ah! y por si te duele la cabeza —le entregó un paquete de galletas y una pequeña caja con pastillas. Ella sonrió.
No iba a decirle que se había preocupado demás, pues ya tenían consigo todo lo necesario para viajar. Pero Bill era así, siempre se preocupaba de que los chicos estuvieran bien. Cómo las veces que salía de compra y volvía con más cosas para ellos que lo necesario para el hotel.
Se afirmó en el reposabrazos del asiento y se inclinó para dejar un beso en la mejilla del chico.
—Oye, no me quejo de la vista, pero estás obstruyendo el camino —la voz de Tom la hizo alejarse de Bill.
Se giró para darle una mala mirada.
—¿Encontraste nuestros asientos? —inquirió el chico de trenzas, con una burlona sonrisa en su rostro.
—Nos pidieron que nos comportáramos una vez estuviésemos fuera del avión. No voy a sentarme contigo —refutó la menor, soltando una risa burlona.
—Oigan, caminen lejos de mí asiento y allí si quieren vuelvan a discutir.
Adrianna se dio la media vuelta y continuó caminando, avanzó dos asientos detrás del de Bill y se acomodó. Hasta que Tom llegó a su lado para sentarse junto a ella. Adrianna no estaba de acuerdo con eso de la tregua que debían fingir frente al ojo público. Ahora que estaban de gira, y más personas estarían al tanto de sus movimientos, tenían más que nunca pretender una amistad. El mánager los había reunido a ambos antes de dirigirse al aeropuerto, para darles una pequeña charla sobre cómo eran las demás bandas que él conocía. Tom estuvo de acuerdo, Adrianna no.
Bajó el reposabrazos de su asiento para marcar su espacio, Tom negó con la cabeza.
—Espera, cambiemos de puesto, yo quiero la ventana —Adrianna se giró a verlo.
—No. Yo estoy en la ventana.
—Te vas a marear —aseguró, y Adrianna no podía discutir aquello. Y, en contra de su voluntad, cambió el asiento con Tom.
Escucharon la voz del mánager mientras hablaba con el piloto y se levantaron para así poder verlo. El resto de los chicos los imitaron. Dos guardaespaldas se sentaron en los asientos de adelante.
—Bill, Georg, Gustav —comenzó a escribir algo en un cuaderno —Adrianna y... ¿Tom?
—Sí, sí. No preguntes —contestó ella, restándole importancia al hecho de que irían sentados juntos.
El mánager alzó las cejas, sorprendido de que ya estuvieran acatando su orden. Sin embargo continuó anotando en su libreta y luego lo vieron volverse al piloto. Los chicos se sentaron de nuevo.
—Son como tres o cuatro horas de viaje —anunció Tom a su lado. Ella se puso audífonos. —Oye, ¿vas a dormir todo el viaje?
Adrianna frunció el ceño.
—¿Qué esperabas? ¿Qué viéramos una película juntos bien acurrucados? No te excedas, Kaulitz.
Tom soltó una risa y la quedó viendo, ella tenía la mirada en su teléfono, seguramente buscaba alguna canción, él se concentró en el perfil de ella.
Adrianna era muy bonita, nada comparada con las chicas que él salía en las fotografías. No era muy alta, ni tenía demasiado maquillaje en su rostro habitualmente, sólo si era necesario como en las sesiones de fotos, las salidas al escenario o algún evento. Siempre se le podía ver con las pestañas rizadas y algún brillo labial. Era realmente preciosa de forma natural. Y le sorprendió mucho encontrarse pensando en eso, en que le gustaba eso de ella.
Además de la buena figura que tenía. Le gustaba que fuera fácil de hacer enojar. Que no lo estuviera mirando de forma coqueta o que intentara llamar su atención.
Al principio lo confundió no sentir solo atracción sexual por ella, el querer sólo su compañía. Quería compartir cosas con ella, pero no estaba seguro si sería bueno en eso, seguramente lo arruinaría.
—Muchachos, oficialmente comienza el viaje. Oficialmente comienza la nueva gira de Tokio Hotel —anunció el mánager, llamando la atención de Adrianna. —Próxima parada: Luxemburgo.
Adrianna sonrió.
Tom entendió que era lo que significaba el latido potente y rápido de su corazón cuando estaba con ella.
rookiefilm ★ 2O23
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