Capítulo cinco.
—Estuvieron grandiosos. —Los felicitó el mánager.
Adrianna todavía estaba un poco confundida por la forma en la que Tom había reaccionado en la entrevista. Por lo que mientras pasaban firmando algunos autógrafos entre la multitud, no dejaba de mirarlo, sospechosa. Atenta por si en cualquier momento recapacitaba e intentaba hundirla nuevamente, recuperando su actitud habitual.
Sintió una mano en su espalda y se giró para ver a Bill.
—Ellos piden una foto de nosotros.
Sin pensarlo dos veces Adrianna se puso a un lado de Bill para sonreír a una de las cámaras. Los gritos llegaron, como cada vez que ambos mostraban su cariño en público.
—¿Qué fue todo eso allí dentro? —Cuestionó la rubia, firmando más autógrafos y brindando sonrisas a quienes se lo pedían.
Esperó a que Bill firmara los suyos y se tomara algunas fotografías para que la respuesta llegara. Se encogió de hombros y continuó caminando, al tiempo que se despedía de las personas.
—Creo que estaba borracho.
Se subieron al vehículo que los transportaría al hotel. Allí se encontraba Tom, riendo de algo que habían dicho Gustav y Georg. Optó por sentarse a un lado de Bill. Quería mantenerse lo más lejos posible de Tom. Todavía no sabía si estaba en terreno seguro o no, era mejor estar precavida.
En cuanto el mánager se subió al vehículo los chicos quedaron en silencio, esperando sus indicaciones. Por lo que este revisó unos papeles antes de dirigirse a ellos.
—Mañana comienzan los ensayos. Tendremos otra sesión de fotos, algunos trabajos benéficos y los camarógrafos tendrán acceso al hotel. Por lo que les pido, chicos, compórtense. —Su mirada se dirigió únicamente a Tom. —No quiero a ninguna chica dentro de tu habitación hasta que se calmen las cosas. Lo llevaron muy bien en la entrevista.
—Espera, dejemos algo claro —comenzó Tom—, acabas de decir que ninguna chica en mi habitación, ¿verdad?
Adrianna rodó los ojos.
—Sí, eso dijo. Trata de no sonar tan horrorizado —se burló la rubia, mientras miraba por la ventana.
—Eso solo te afecta a ti, preciosa.
—No me llames...
—Ya, chicos —los detuvo Bill.
Adrianna se cruzó de brazos y se dispuso ignorar a Tom el resto del camino. Donde se mantuvo mirando por la ventana, permitiendo que Bill le brindara suaves caricias en el cabello, hasta que sus ojos se cerraron y acabó durmiendo en el pecho de su amigo.
⋆
La cena estaba lista, el ruido que provocaron los chicos fue lo que logró despertarla, y se acomodó en el sofá para luego acercarse a la mesa, con su aspecto adormecido y el cabello un poco revuelto.
Se sentó a un lado de Tom, demasiado adormecida como para percatarse de que ni siquiera estaba cerca de Bill, pero ya ni siquiera le importaba. Solo quería comer y luego irse a dormir. Mañana sería una día agitado, necesitaría tener todas sus fuerzas. Tomó dos de las tostadas que estaban frente a ella y les puso un poco de mantequilla. El chico a su lado la observó con curiosidad.
Ella se levantó para rodearlo y buscar la azúcar.
—Me la hubieras pedido —murmuró Tom, sin mirarla. Esta lo ignoró y le dio un mordisco a su tostada.
Suspiró y luego recordó lo que había sucedido en la entrevista. Necesitaba salir de dudas, no es que le importara mucho lo que había hecho. Aunque prácticamente la ayudó a no ser nombrada una más de sus chicas, no estaba confiada en sus acciones. Podría ser una previa, para despistarla y luego atacarla cuando menos se lo espere.
Culpaba al sueño por las palabras que salieron de su boca.
—Gracias —musitó bajo. Tom se giró completamente a verla.
—Disculpa, no te escuché. ¿Acabas de agradecerme?
Ella rodó los ojos.
—No.
Continuó masticando como si nada. Pero Tom ya la había oído, así que sería muy difícil escapar de sus preguntas.
—¿Por qué me agradeces? —inquirió dejando de comer, poniendo su total atención en ella.
—La entrevista. Cuando el entrevistador insinuó que estaba siendo una de tus chicas celosas. Tú indirectamente lo frenaste. Gracias.
Tom entrecerró los ojos, ahora él era el confundido. Sin embargo se dispuso a jugar con el piercing de su labios, sin segunda intención alguna, solo... preparándose para lo que diría a continuación.
—Adrianna, si fueras una más de mis amantes casuales, estarías en mi cama, y sin embargo, me discutes hasta el respirar. Yo no hice nada.
Ninguno se percató de que los chicos estaban atentos a su conversación, en la cual milagrosamente, ninguno quería asesinar al otro. Era un acto digno de admirar, una rareza de la naturaleza. No todos los días podrían ver a Adrianna y Tom teniendo lo que parecía ser, una charla civilizada.
Adrianna alzó las cejas y se sirvió un poco de café antes de contestar.
—Pudiste seguirle el juego, confirmarlo, incluso si no era verdad.
Tom sonrió entonces. Y aquella sonrisa sólo arruinaría el momento. Adrianna sabía que iba a lanzar algún comentario que arruinaría toda la insignificante paz que habían logrado conseguir. Así que se giró hacia él y lo apuntó con el dedo.
—No hables.
—No iba a decir nada —defendió alzando las manos con falsa inocencia.
—Te lo vi en los ojos, ibas a joderme.
—Bueno, si quieres que lo haga...
Y allí estaba de nuevo, con sus comentarios doble sentido, tratando de molestarla como siempre.
Adrianna se levantó de la mesa, demasiado cansada como para discutir con él en esos momentos. No hizo más que dirigirse al asiento de Bill y dejar un beso en su mejilla como despedida, para luego subir a su habitación y tirarse a dormir.
Tom, por otro lado, mantuvo la sonrisa durante el resto de la cena. Pensando en lo bonita que se veía con la coleta mal hecha, y su aspecto adormecido. Le dio una mirada a Bill.
—¿Qué? —le preguntó al tiempo que borraba su sonrisa para seguir comiendo.
—Nada —contestó despreocupado.
Pero el suspiro que salió de los labios de su hermano cuando la vio irse, no pasó desapercibido.
rookiefilm ★ 2O23
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