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Capítulo 16


La puerta de la sala estaba abierta cuando él se dirigía al baño. Acababan de terminar de reunirse con los italianos, de establecer las condiciones de su acuerdo y de recordarles que era a él a quien debían de dirigirse antes de ir por Donovan.

Ni siquiera en el día más importante de su hermano podían dejar de lado los negocios, y eso era algo que no cambiaría, así tuvieran que esconderse de Eleanor y Amelia.

Para ser el primer trato con los italianos pudo ser peor. Aun así, eran conscientes que debían ir con cuidado, una nueva unión con otro clan desconocido no podía construirse en base a un solo pacto.

Al menos se mostraron tranquilos, cordiales para ser tres de ellos los que aceptaron la invitación a la boda.

Silbando con tranquilidad por tener un acuerdo en el bolsillo, León se dirigió por el largo pasillo hacia el baño, deteniéndose solo para cerrar la puerta de la sala de la nueva mansión de Donovan en Santa Barbara.

Era claro que no se instalaría allí, nada ni nadie lo sacaría de Rusia, y por su propio bien, León sabía que debía caminar por la sombra mientras su hermano estuviera en su ciudad, de lo contrario no se iría.

Un suave sollozo lo hizo detener su mano en la puerta. Asomó su cabeza encontrando a quien no deseaba ni siquiera respirar el mismo aire, apoyada en la mesa. Su rostro entre sus manos dándole la espalda.

León pasó su lengua por sus dientes chasqueándola, calmando el repentino enojo que brotaba de forma instantánea cada vez que la veía. El rencor, la necesidad de exigirle que no concurriera a otro evento de su familia.

Voy a cerrar la puerta ¿vas a quedarte dentro? espetó sin más, austero, sin emoción alguna.

La vio estirar su cuerpo ante el sonido de su voz.

Ya...ya salgo carraspeó sosteniéndose de una de las sillas de cuero, y acomodando su vestido.

Ese maldito vestido.

No fui yo quien te lo envió.

Caroline alzó su cabeza creyendo que era producto de su imaginación. Era la primera vez en meses que le dirigía una sola oración.

¿No has sido tú? susurró alternando su mirada en los detalles de su vestido y aquel hombre en la puerta. Misteriosamente esa fue su mayor duda en toda la noche.

Es lo que acabo de decir vociferó hostil apretando su mano en la puerta.

No toleraba siquiera verla.

Ni a ella ni a esa mirada triste que intentaba ablandarlo.

León...

Sal de esta sala o te quedas encerrada irrumpió conociendo sus intenciones.

Quería hablar, aclarar las cosas.

No entiendo cuándo vas a decidir escucharme sollozó con sus manos temblando frente a su rostro.

El descaro que tienes de sacar este tema en la boda de mi hermano jadeó con sarcasmo.

Su sangre hervía, su pulso se disparaba ante la sola idea de volver a oír lo que por noches no lo dejó dormir.

Solo...por favor suplicó sin importarle que su maquillaje se arruinara.

No te cansas de hacer el ridículo. ¿Cuánto más vas a seguir llorando o ya no te quedan lágrimas para obligarme a que te escuche?

El tono de su voz ya había aumentado, lo supo ante la reacción de cubrir sus oídos. Harto, se dirigió a ella dispuesto a sacarla a rastras de ese lugar.

No te atrevas advirtió al tenerlo frente a frente.

Sus ojos ardían, aun así, pudo ver cada facción de su rostro ante ella, el odio en su mirar, la ira adueñándose de su cuerpo y él tratando de soportarlo.

Trató de sostener su mirada, pero tanta intensidad, tanto desprecio la obligó a bajar su cabeza.

Quiero aclarar las cosas contigo antes de traerte problemas con Stella dijo jugueteando con sus dedos temblorosos.

León reprimió una risa carente de gracia, repleta de frialdad.

¿Qué problemas puedes traerme tú? ¿Eh? ¿Quién carajos te has creído?

Caroline suspiró ante su respuesta inmediata, llena de repulsión hacia todo lo ocurrido.

No quiero llegar a ese punto, no quiero incomodarla prosiguió pese a la escueta risa de ese hombre al oírla. Usaba la ironía, esa era una de sus primeras armas para defenderse, humillarla —. He notado como me mira, no q

No tienes el derecho de creer que sabes algo de mi vida.

Caroline lo observó sin entender cómo llegar a él, a que razonara y entendiera su punto.

Por Dios, León, solo necesito que cerremos esto de una vez por todas balbuceó entre lágrimas.

Iracundo, él retrocedió colocando sus manos en jarra a cada lado de su cadera. El pitido en su oído le provocaba una nueva migraña, la sensación de ahogo le exigía quitarse su camisa y volver a respirar, calmarse.

Llevó la palma de sus manos a su cabeza masajeando su sien. Por sus brazos descendía la tensión acumulada junto a la rabia. Daría lo que fuera por volver el tiempo atrás y no perder la razón, haber sido tan débil, cerrarle la puerta a esa mujer y no dejar en sus manos lo que creyó no tener.

¡Qué carajos quieres! ¡Eh! ¡Qué demonios quieres hablar! ¡Dime! bramó perdiendo la paciencia, el control de su cuerpo, expulsando el lado oscuro que esa misma mujer se encargó de propagar en su ser. Caroline sollozó con fuerza cubriendo su rostro ante los gritos y aquellos gestos desesperados que él hacia caminando de un lado a otro ¿Ahora quieres hablar? ¿Ahora? ¿Mhm? —inquirió meciendo su cabeza de una manera espeluznante —. ¿Por qué no lo has hecho cuando yo lo pedí? ¿Por qué carajos debo escucharte? ¿Solo porque tú quieres? Dios, me enfermas —arremetió acercándose a la ventana necesitando kilómetros de distancia de esa mujer.

—En algún momento debemos hablar, lo sabes...

—¿Y qué vas a decirme? —cortó de nuevo con la distancia en dos rápidas zancadas —. ¿Qué vas a decirme que ya no sepa? Oh, si, si —aplaudió con fuerza causando que se hiciera un ovillo sobre la mesa, necesitando de un escudo ante la bestia que estaba ante ella —. Que no tienes la culpa de haberlo elegido a él, que no has querido dejarme como lo has hecho, que hubieses preferido no llegar tan lejos conmigo, pero adivina ¿Qué? —farfulló escupiendo cada palabra.

Caroline se atrevió a mirarlo, algo le decía que si no lo hacía todo escalaria otro nivel de violencia.

—Conozco cada excusa de memoria, me las has metido aquí —señaló su cabeza.

—No son excusas, León, es...es la verdad —susurró manteniendo la calma.

—La verdad según tú. Mi verdad es otra —demandó desafiándola a que le preguntara. No iba a hacerlo, pero fue capaz de ver la curiosidad en sus ojos cristalinos —. Que eres la única culpable de estar en la situación deprimente en la que te encuentras, moviéndote por todos lados intentando ser la víctima cuando estás lejos de serlo —atacó feroz, deseando sentir al menos un poco de felicidad por sus palabras. Cruzado de brazos la contempló llorar y ahogarse en su lamento. Si la situación fuese otra...—. ¿Qué pretendes, eh? —cuestionó frunciendo su ceño —. Hablar primero conmigo, luego con Alek, ver cuál de los dos responde primero —soltó una escueta risa.

—Jamás quise lastimarte.

—¿Se supone que debo perdonarte?

—No...—negó con su cabeza. Ni en mil años él podría perdonarla —. Quería que lo supieras, nada más. No estoy pidiendo tu perdón, ni lástima. De hecho, me alegra por ti que hayas comenzado con Stella, es una buena mujer y c—

—Cierra la boca. Cállate de una vez por todas y no vuelvas a poner su nombre en tus labios. Ella no es como tú —irrumpió bruscamente por el solo hecho de que la haya nombrado —. No quiero volver a cruzarte, y si todavía te resta un poco de dignidad retírate de esta boda. No eres de la familia, nunca lo has sido.

El estruendo de la puerta fue lo último que escuchó antes de que el sollozo ahogado la sucumbiera. Si las palabras lastimaran, las de León eran capaces de dejarla sin vida, tenía la habilidad de pisotearla, de hacerla sentir que nadie la quería en ese lugar, de asegurarse que no fuese el único con el corazón partido.



🔪🔪🔪


—No, León.

—¿No? ¿Qué se supone que debo hacer? ¿Quedarme de brazos cruzados? —repitió meciendo la copa en su mano.

Sergei resopló incómodo.

—Donovan te matará apenas lo hagas.

—Donovan no está enterado de una mierda —refutó entre dientes sin despegar sus ojos de aquel par —. Enzo —silbó hacia su sobrino que se hallaba a pocos metros.

Aquel joven limpió los restos del bocadillo de fresa que llevaba rato degustando, y se acercó a esa especie de ronda.

—¿Qué pasa?

—Ese es el mismo ¿cierto?

Enzo miró por encima de su hombro.

—Eh...si, tenía gafas así que es él.

Sergei negó con su cabeza no agradándole lo que iba a pasar.

—Acabamos de cerrar nuestro primer acuerdo, no ha pasado ni dos horas.

León alzó su mano pidiéndole que se callara, y palmeó el hombro de su sobrino sonriéndole.

—Pídele a Iván que te ayude.

—¿Ayudarme a qué? —frunció el ceño confundido.

—Él sabe lo que tiene que hacer. Ve —señaló el portón.

Enzo asintió obedeciendo.

—Emilio va a matarte.

—Emilio, Donovan, lo que sea —rodó los ojos sin importarle las consecuencias. No daría una escena, porque la escena se daría sola —. Maldito italiano —murmuró entre dientes sin sacarle los ojos de encima.

—Solo están hablando, quizá no es lo que estás pensando —intentó ayudar, o crear una excusa que sacara a su hermano de esa locura.

León jadeó irónico.

No era ningún imbécil, tenía en claro lo que estaba pasando, lo que ese sujeto tramaba.

—Está poniéndonos a prueba.

—¿A la familia?

—A Stella y a mí —aclaró llevando la copa a sus labios —. No cree que sea cierto.

—¿Cómo lo sabes? ¿Te lo ha dicho?

—Stella —contestó relamiendo sus labios.

Era consciente que ese italiano no intentaría nada que incomodara a Stella, y que ella mantendría el acuerdo como primera regla. Pese a eso, el incómodo era él, deseaba borrarle aquella sonrisa y esas gafas de laboratorio con las que intentaba transmitir su buena imagen.

—Vaya, no creí que tuvieran esa clase de confianza en tan poco tiempo —comentó sorprendido —. La copa, León, la copa —canturreó siendo testigo de sus nudillos blancos.

Aquel cabello rojizo se movía junto a la suave brisa de la noche, sus gestos delicados asintiendo a lo que fuese la estupidez que estaba escuchando de ese tipo. Stella estaba siendo cordial, podía notarlo pese a estar en la otra punta del jardín. Y eso fue motivo suficiente para que en el preciso momento que ella miró por encima de su hombro buscándole, él le guiñara un ojo despertando el rubor en sus mejillas.

—¿Cómo era su nombre?

—No lo recuerdo —negó Sergei —. Ha sido su primo quien habló toda la reunión.

—Unas putas marionetas, eso parecían —se mofó altanero alzando la copa en cuanto ese sujeto lo miró de reojo preocupado de ver a donde fue la atención de Stella.

—Deja de provocarlo —susurró golpeando su hombro con el suyo.

—Es él quien lo está haciendo.

—Porque busca tu reacción.

León no hizo caso y lo analizó de pies a cabezas sin importarle ser tan evidente. Era todo lo contrario a él, desde su vestimenta, hasta esa amabilidad para dirigirse a Stella como si pretendiera conquistarla.

No iba a hacerlo. Stella tenía un acuerdo con él, con nadie más que él.

Ese maldito bastardo.

—Voy a matarlo.

—¿Qué carajos dices? Joder —reclamó en voz baja cubriendo su boca preocupado.

—Termino de preparar los túneles y lo mato. Puedo firmarlo —aseguró tensando su mandíbula.

Sergei lo analizó sin dar crédito.

—¿Cuándo carajos habrá calma en esta familia?

—Cuando dejes de pensar que somos una familia normal —señaló sonriendo perverso.

—Es increíble. Solo porque está hablando con Stella piensas matarlo.

Si.

Extrañamente esa era la razón principal, la que le recordaba vivazmente el peso de sus cuchillos en su chaqueta.

La figura de Emilio apareció tapándoles la visión causando que Sergei se asustara. Demasiado concentrados estaban en su debate.

—Quédate con Ekaterina —le entregó una de sus sobrinas. León la sostuvo de inmediato —. ¿Han visto a Enzo?

Sergei miró sus zapatos.

—No, no lo hemos visto —respondió León tranquilo dejando que su sobrina jugara con los botones de su camisa.

Emilio arqueó una ceja lanzándole la peor de sus miradas.

—Ya lo sé.

Era claro lo que iba a pedir, no hacía falta que se lo dijera.

—Le pides disculpas y te aseguras que sean sinceras. Que sea la última vez —advirtió peinando su cabello hacia atrás sin desprenderse esa imagen amenazante.

León rodo los ojos, pero no dijo más, meció a Ekaterina en su brazo causando que sonriera, pero sin agitarla. El mínimo intento de hacerlo dejaba una ronca tos en su pecho.

—Estás peleado también con Eleanor. Es increíble —renegó Sergei agachándose a levantar el juguete que su sobrina lanzó.

—No ha sido una pelea —aclaró —. Solo una discusión.

—Para Eleanor cualquier discusión es una guerra, y esa guerra para Emilio es crucial. Solo tú vas y la provocas.

Era cierto, su cuñada tenía la increíble habilidad de salir siempre con la suya ante su esposo, y sobre todo ante toda la familia. Bastaba con ver a su propio padre aceptar y asentir cada cosa que esa mujer dijera, probablemente temiendo de hacerla sentir mal.

Nadie quería a Emilio enfadado.

Iván se acercó con sus manos detrás de su espalda, apaciguado, sin levantar sospechas, murmurando en su oído.

—Joder, conozco esa maldita sonrisa —se lamentó Sergei dejando sus hombros caer.



🔪🔪🔪



Era la quinta pareja a la que saludaban.

Cruzando su brazo con el de su prometido, Stella sonreía emocionada sorprendiéndole como horas atrás su rostro era solo llanto.

Suponía que ese era el recuerdo de porqué estaba allí. Todo se trataba de simples negocios, del beneficio que significaba para León mostrar una nueva imagen de si, y ella tenerlo contento para que su pastelería continuara intacta.

¿Lo peor de todo? Oh, era verlo saludar con su pequeña sobrina de menos de un año en brazos. Si había algo más inteligente que lucirse con su pareja y un bebé para dar una nueva imagen, él ya lo puso en práctica. Algo le decía que en realidad sus sobrinos eran una especie de escudo, de seguridad, como si necesitase de esa parte real y sincera de su vida.

¿Pero tenía que lucir tan bien haciéndolo?

—Oh, creímos que era hija de ustedes.

Stella palideció aferrando su mano al saco de León.

—Pronto, muy pronto —respondió él egocéntrico pese al pellizco de esa joven.

¿Qué carajos estaba diciendo?

Al menos esa pareja le creía, no paraban de asentir y suspirar por las mentiras que ese hombre a su lado profesaba.

—¿Y cuándo es la boda?

—En unos meses.

—No tenemos apuro —respondieron ambos contradiciéndose.

León carraspeó achicando sus ojos, mostrándose sereno.

—Es imposible no querer casarme cuanto antes. No todos los días una mujer como Stella acepta esta vida que llevábamos —comentó con galantería ganándose expresiones de ternura de esa señora.

Stella giró su rostro alternando su mirada en él y su sobrina que no dejaba de jugar con sus botones.

Era un solo segundo, simplemente debía aceptarlo y estaría perdida. Caería rendida por sus mentiras, su melosidad, su buen porte y esa imagen atractiva que dejaba la hija de Emilio en sus brazos.

—Es muy emocionante verte tan decidido, León.

—Mejor atraparlas antes de que se escapen —bromeó el caballero entre risas disculpándose con un ademan para retirarse.

Eran de Las Vegas, del lado Sur donde los Markov habían cedido territorio. Los mismos que recibirán la mercadería que pasaría por debajo de su pastelera y los que debían creer en ese nuevo compromiso.

—Mis mejillas duelen —resopló masajeando su rostro.

—Voy a pedirte que hables un poco más, que parece que estoy comprometido con una muda luego de que Donovan se casara con una ciega —pidió alzando su ceja —. Ex ciega, en realidad, porque e—

—Ya entendí —lo detuvo antes de su divague —. Creí que querías que estuviera callada.

—¿Y tener que hacer todo solo?

—¿No es como funciona todo esto? Los hombres tienen la autoridad de hablar y darle la palabra a las mujeres —se explayó recibiendo una nueva copa en sus manos. Gracias a que pasó gran parte de la ceremonia al aire libre el efecto del alcohol era casi nulo.

León soltó una risa mordaz.

—Creo que eres bastante inteligente como para darte cuenta que en esta organización primero hablan Eleanor y Amelia y después mis hermanos. Si es que hablan.

Stella sonrió llevando la copa a sus labios y admirándolo compartir con su sobrina.

Había algo esa noche que les estaba dando un poco de tregua. No eran tantas provocaciones o discusiones por tener la razón. Además del momento en el jardín del que ninguno iba a hablar. Pero mentiría si dijera que no le agradaba esa especie de confianza inesperada y cómoda.

Podía soportarlo.

O Podía empeorar las cosas y llevarla a ahogarse en ese mar de sensaciones novedosas que despertaba León.

—Quise decírtelo más temprano, pero creo que vi algo...

Pese a todo lo ocurrido no había olvidado su misión.

León arregló el vestido azul de su sobrina a la espera de que continuara. La vio dudar, mover la copa en el aire intentando encontrar las palabras.

—Fue apenas un momento, pero algunas imágenes de lo que puede pasar —murmuró llevando sus dedos a su labio ante la vergüenza de que se riera.

León alzó su ceja.

—¿Sobre quién? —preguntó cauteloso.

—Tal vez no sea cierto, no lo sé, pero ha sido con uno de los italianos.

Ahí estaba lo que él buscó.

Que ella fuera capaz de confirmárselo. No por nada le permitió tanto tiempo a solas con él.

—Creo...creo que matarán a alguien —confesó abriendo sus ojos con pánico.

Si esa mujer tan solo supiera que eso era plato de todos los días para ellos.

Acomodando a Ekaterina en su otro brazo, la contempló en silencio atento a sus palabras. Al menos no era mentira que ese sujeto no le transmitía nada bueno. ¿Y el hecho de taparlo con esa imagen de oficinista nerd? Por favor.

—Está bien —asintió apaciguado.

—No me crees.

—Dije que está bien.

—Si, pero estás dudando en creerme.

—Por Dios, Stella —rodó sus ojos ante su insistencia acompañada de cierto temor, seguramente por el hecho de que la tomaran por loca.

—Fue cuando bailamos y me dio su mano. Como ocurrió con tu padre ¿recuerdas? —inquirió impaciente, sus labios temblaban.

—Stella —la detuvo —. Estoy diciéndote que si —aclaró despacio sin perder su seriedad.

Ella asintió y liberó una bocanada de aire. Necesitaba tranquilizarse, no mostrarse fuera de sus cabales o su credibilidad terminaría en la basura.

—¿León, vienes a tomarte las fotos o no? —preguntó Donovan acercándose, posiblemente llevaba rato buscándolo.

Stella ignoró lo que su prometido comenzó a hablar con su hermano y se agachó a levantar el juguete que lanzaba aquella niña en el césped. Su suave risa le indicó que lo hacía a propósito.

Al incorporarse su atención se detuvo en el portón de esa mansión. Tres sujetos comenzaban a empujarse en la oscuridad intercambiando gritos e insultos. Uno de ellos golpeó a otro provocando que se desplomara en el suelo dejando a su paso la sangre que salía de su rostro.

No lograba distinguirlos muy bien desde el jardín, pero si cuando el mismo que tiró el primer golpe contundente sacó un arma de su saco.

"Las imágenes llegaron una tras la otra confundiéndola; armas, peleas, sangre, muerte..."

No.

No, no.

Entre abrió sus labios para avisarles a León y Donovan que conversaban animadamente sobre la ceremonia, pero su voz no hallaba vía de salida.

¿Cómo nadie podía oírlos?

¿Era por la música tan alta?

—Ajj...ajj —balbuceó Ekaterina sosteniendo su juguete y volviéndolo a lanzar, pero Stella estaba pálida, estática en su lugar como si fuese una piedra.

—¿Stella? —preguntó León percatándose del sudor en su frente.

—Está pasando...está pasando —balbuceó desesperada señalando la entrada.

—¿De qué habla? —quiso saber Donovan frunciendo el ceño.

León se alejó unos pasos llevando su atención al punto que señalaba esa joven.

—¡Joder! ¡Es Sergei! —bramó apurándose a dejar a su sobrina con Stella.

Donovan no se quedó atrás y se dirigió a su seguridad.

—Encárgate de que nadie salga de la ceremonia. Y que suban la música —espetó entre dientes sacando el arma de su pantalón, esa misma que Amelia sintió horas atrás en un abrazo.

Era como si supieran sin tener que decirlo, que algo podría ocurrir.












Ayyyy por aqui las cosas se empezaron a calentar 🥵🥵🥵

No se acostumbre, hoy fue excepción este nuevo capítulo. Aclaró porque no puedo hacer maratón 😏🫠

Habrán más flashbacks sobre Caroline y León, pero sepan que Stella y él comienzan a tratarse un poco mejor 🤣
Aunque León es León 🤭

Ojo con las teorías 🥵🥵

Gracias por el apoyo ❤️

Nos vemos en el próximo.❤️

¡No se olviden de comentar y decirme qué les parece! ❤️

❤️Instagram: @justlivewithpau (Aquí subo todo lo relacionado con las historias -También adelanto escenas (y pistas) y anuncio qué día actualizo, así como los nombres de los libros y videos ⭐️✌🏻.)

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