5to Reporte: Planeta Fenicia
Lo veo, parece una gran nube y nada más. Ese planeta no está colonizado como tal, pero hay una base de nuestro ejército allí. El registro de criaturas es muy escaso, solo se conocen las zonas de extracción de Helio.
No veo la hora de adentrarme en el planeta a reconocer el terreno y mostrar que puedo ser de utilidad.
La nave aterriza en la base militar, mis padres se van y yo me preparo para salir.
—Nosotros vamos contigo, No vaya a pasar como la última vez —Dijo Ciro. Junto con Lourdes.
—No, claro que no irán —dije. Como hermano mayor no puedo permitir que se expongan al peligro nuevamente.
— Muy tarde —Gritaron desde la nave, ya se habían subido. supongo que igual no será un problema, no creo que un planeta como este sea peligroso.
Aborde junto con ellos y salimos de la nave principal, todo a nuestro alrededor esta completamente nublado, pero bajo nosotros, se logra contemplar el paisaje que está dominado por una vegetación extraña; árboles altos y esbeltos con corteza gris y brillante, como si fueran de metal. No tienen hojas, sino una especie de escamas finas que brillan con un tono verde azulado. El cielo es de un tono gris-azulado, como una pintura de acuarela. No se ven estrellas, solo una tenue luz difusa que ilumina el paisaje. Es un cielo que no te recuerda a la noche, sino a un atardecer eterno. En el horizonte, se ven nubes de color naranja y rojo que se desplazan lentamente por el cielo. Son nubes de Helio, que emiten un leve sonido como un silbido suave.
Maneje la nave adentrándonos en el atípico espesor del bosque, No se ve fauna visible. Las extrañas formas de vida seguramente se esconden en la espesura de los árboles o en las profundidades del planeta. Solo se escucha el motor de la nave junto con sonidos raros en la distancia, como silbidos agudos o golpes secos, que me ponen los pelos de punta. es emocionante estar rodeado de lo desconocido adentrándonos en un ambiente nunca antes explorado, ¿Qué descubriremos? ¿Qué peligros encontraremos? Lo que sea que encontremos se lo restregare en la cara a mi padre para que así deje de subestimarme tanto.
Veo un terreno plano perfecto para aterrizar, y lo hago. Tomo una nueva espada "Acero de Dragon" ya que perdí mi centella nebular en aquel combate.
En el horizonte, se ven nubes de color naranja y rojo que se desplazan lentamente por el cielo. Son nubes de Helio, que emiten un leve sonido como un silbido suave.
—Bajaré yo solo, ustedes se quedaran aquí. esto puede ser muy peligroso —No dejare que se arriesguen.
—Que no se te olvide que gracias a mi es que sigues respirando, idiota —Dijo Lourdes.
—Si nos quedamos aquí y la misión no lleva a ningún lado, entonces le diré a papa que hemos salido sin permiso —Ciro suele ser muy convincente, sin importar lo que yo dijese ellos bajaron igual.
Al bajar lo primero que se nota es que el suelo está salpicado de rocas de formas extrañas, con una superficie brillante como si estuvieran hechas de cristal. Tienen un tono violáceo y reflejan la luz de las plantas de forma peculiar, acompañado d un aroma a tierra húmeda, como después de una lluvia torrencial. Pero también se percibe un ligero olor a azufre, como si hubiera una fuente de calor subterránea.
El sol se empezó a ocultar , tiñendo el cielo de naranja y rojo, un espectáculo que normalmente nos hubiera cautivado. Pero el silencio, el aire denso y el olor a azufre que se intensificaba con cada paso, me recordó que este planeta no era un lugar para admirar paisajes.
—Ciro, impaciente, iba adelante, explorando con sus sentidos agudizados por la adrenalina. Lourdes, la más pragmática, se aferraba a su rifle láser y observaba cada detalle. Y yo con mi Acero de Dragón lista, trataba de mantener la calma, pero mi corazón latía como un tambor en mi pecho.
De pronto, Ciro se detuvo en seco. "Shh...", susurró, con una mirada de terror en sus ojos. Lourdes y y o nos congelamos, estoy seguro que los 3 sentimos un escalofrío que recorría nuestra columna vertebral. Solo se escuchaba el sonido de nuestras respiraciones, aceleradas por la tensión. Un susurro leve, como el roce de hojas secas, provenía del follaje a mi derecha.
Un olor nauseabundo, una mezcla de humedad putrefacta y carne en descomposición, llego a mi nariz.Unas sombras grotescas comenzaron a moverse entre los árboles, creciendo de forma amenazante. Nuestros ojos se abrieron de par en par cuando vimos lo que se acercaba: Un grupo de criaturas grotescas, con una piel gris y escamosa que se movía como si fuera de gelatina, aparecieron entre los árboles. Tenían un cuerpo alargado y flexible, con unas mandíbulas llenas de dientes afilados que se abrían y cerraban con un chasquido inquietante. Sus ojos, brillaban con una luz roja como brasas, fijos en nosotros 3.
—¿Qué diablos es eso? —cuestionó Lourdes, con la voz temblorosa.
Apenas pude articular una respuesta —Algo salido de una pesadilla. —dije. Las criaturas se acercaron sigilosamente, con un movimiento fluido y casi imperceptible. Sabía que no podíamos enfrentar a estos monstruos con nuestras armas. Estos no eran animales que se dejaran asustar por los láseres o las espada. Se veía tenían una fuerza bruta, una ferocidad y una rapidez que nos hacían sentir indefensos.
—¡Corran! —gritó Ciro, sin perder la calma. Se agachó, apoyó la mano en el suelo y con un movimiento rápido, lanzándose entre los árboles, comenzó a correr con una velocidad increíble. Lourdes, con su agilidad y su rifle láser, también se abalanzó hacia la espesura del bosque. Sintiendo el peso de la responsabilidad sobre mis hombros, me quedé un segundo más, mirando a las criaturas que se acercaban con una ferocidad inquietante. En ese momento, sentí el impacto de una garra fría y afilada en el brazo. Un dolor agudo me recorrió el cuerpo, obligándome a gritar.
—¡Cuidado! —gritó Lourdes, sin dejar de correr. Con la adrenalina corriendo por mis venas, me tambaleo, tratando de liberarme de la criatura que se aferraba a mi brazo. Sabía que no tenía tiempo. Si no escapaba, sería devorado por esas bestias horribles.Con un movimiento brusco, logré sacar mi espada y golpear al monstruo en la cabeza. La criatura, con un ruido agudo y desagradable, soltó un grito de dolor y cayó al suelo, convulsionándose.
Sin tiempo para recuperar el aliento, me uní a la carrera de mis hermanos. Corríamos hacia la nave, guiados por la adrenalina y el miedo. Atrás, los gritos de las criaturas resonaban en el bosque, como una banda sonora de horror que les perseguía. Sintió que algo se rompía dentro de mi. El miedo que había estado reprimiendo durante años, me estaba invadiendo la mente.
Casi en frente de la nave, esas cosas nos bloquean el camino y nos rodean, mas de 20 quizás. Maldición, tendremos que luchar.
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Nos vemos en el siguiente reporte...
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