Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

1. De un extremo del mundo al otro

Anezka

—Tengo que irme —susurro para mí misma, mientras trato de evitar el impulso de salir corriendo de vuelta a casa—. No tengo otra opción. Esto es lo correcto.

Cada palabra que sale de mi boca trata de convencerme de que no estoy cometiendo un error. Tengo que admitir que me da miedo la idea de irme a un lugar en donde todo es diferente. La cultura, el idioma, las personas. Dejar todo sin mirar atrás es más difícil de lo que habría imaginado. Pero aún con todas las complicaciones que pueda llegar a tener en un país en donde no conozco a nadie, me aterra mucho más la idea de quedarme en mi hogar y estancarme en él. La ciudad en la que nací y crecí, y a la que amo con todo mi ser ya no puede ofrecerme las oportunidades que necesito para salir adelante.

Mientras mi mente se adentra aún más a un remolino de complicados pensamientos, un sin número de personas pasan rápidamente a mi alrededor, arrastrando sus maletas detrás de ellos. Algunos van en grupo, otros en pareja, unos cuantos más van solos, como yo. Hay lagrimas de despedida, hay sonrisas de reencuentros y emociones por nuevos viajes y aventuras. Me gusta imaginar que será de la vida de todas estas personas. Puede que el grupo de jóvenes que están haciendo fila en un puesto de comida sean amigos de la universidad, que decidieron irse juntos de intercambio. Quizá la pareja sentada a mi lado decidió fugarse para tener una boda secreta en la playa. Tal vez el chico que está frente a mí, sonriéndole tontamente al teléfono, este a punto de viajar para visitar a su novia. Esos y todos los demás  tipos de situaciones que podrían pasar en un aeropuerto rondan por mi cabeza, ayudándome a desvanecer el nerviosismo que amenazaba con consumirme hace algunos minutos.

Pero no puedo evitar pensar, que a diferencia de mí, ninguna de esas personas parece estar huyendo.

—Pasajeros del vuelo K410, por favor de prepararse para abordar —suena una voz por los altavoces.

Reviso una vez más mi boleto de avión.

Vuelo K410
Asiento 22D

Un vuelo desde el país donde viví un gran número de buenos y malos momentos a lo largo de mi vida, hasta otro lugar justo al otro lado del mundo. En donde el sol sale con 12 horas de diferencia. En donde el flujo de las estaciones es diferente y las personas hablan otro idioma. Un lugar que espero pronto convertir en mi hogar.

Definitivamente, este es un escape para nada discreto.

Tomo las pocas cosas que tengo. Una pequeña maleta de tono lila desgastada por el tiempo y una mochila cuyos cierres ni siquiera cierran bien. Toda mi vida está empacada ahí. Mis 25 años de vida están amontonados en aquellos contenedores de tela. Cualquiera podría suponer que es difícil que todas tus cosas quepan en tan pequeños espacios, pero no es así para mí, porque ya no tengo nada material a lo que aferrarme.

Sin querer sentir la nostalgia recorriendo mis venas y el impulso de arrepentirme en cualquier momento, camino hacia la zona de abordaje con pasos dudosos. Por instinto, volteo detrás de mí y busco rostros conocidos entre la multitud de pasajeros. Mi esperanza me obliga a pensar que quizá mis padres cambiaron de opinión y que prefieren despedirse adecuadamente de su hija en lugar de aplicarle la ley del hielo, que mis amigos dejaron de envidiar mi decisión y que se muestren aquí en señal de apoyo, que mi ex novio me diga que estaba equivocado y que fue un error terminar conmigo solo porque creyó que la distancia podría con nosotros o que yo lo estaba abandonando. Pero esa esperanza se desmorona cuando me doy cuenta que nadie vino a despedirse de mí. No debería de sorprenderme. Siempre he estado consciente de que esto podría pasar, pero eso no significa que no me duela, porque lo hace y mucho.

—Tal vez eso sea la mejor —vuelvo a susurrar, porque es mejor sacar las palabras a que se queden atascadas en mi interior—. De todas formas, ni siquiera me gustan las despedidas —miento, en un intento por no sentirme tan mal.

Cuando llego a la parte de migración, un agente de alta estatura y pronunciada barba, me detiene para revisar mis papeles.

—¿Cuál es el motivo de su viaje? —pregunta. Ni si quiera me dirige la mirada. Toda su atención está enfocada en lo que dicen los documentos frente a él. Es gracioso que mi mejor presentación no sea yo misma, sino una hoja que cree contener toda la información acerca de mí.

—Por estudios. Voy a un taller de escritura.

—¿Por cuánto tiempo planea quedarse?

—De 6 meses a un año, dependiendo de como avance el curso.

Una de las muchas razones por las que planee este viaje en primer lugar, es porque en mi país no hay buenas oportunidades, al menos eso es lo que dicen mis 47 solicitudes de empleo rechazadas en el último medio año.

Mi mejor escenario ahora sería conseguir un trabajo fuera después de acabar el taller de escritura o ser contratada por alguna editorial o empresa. En este punto, cualquier cosa es buena.

—Bien, todo en orden, puede ingresar —comenta el oficial, mientras me devuelve mis documentos.

—Gracias.

Avanzo por el pasillo que lleva a la entrada del avión, y una vez adentro, me acomodo en mi lugar.

Mi asiento se encuentra justo al final del avión, en la zona turista, porque eso es para lo que me alcanza mi economía ahora. Pero al menos me toca el lugar junto a la ventanilla, por donde podré ver como me alejo cada vez más de mi tierra.

Después de que abordan todos los pasajeros y las azafatas nos dan unas lecciones de como actuar en el, espero improbable caso, que ocurra un accidente, el avión despeja llevándonos por los cielos. El resto del viaje, que consta de bastantes horas, puedo apreciar como dejamos los fragmentos de ciudad, que lucen como pequeños legos desde nuestra altura, para adentrarnos en lo que parece un infinito y profundo mar. Tan tranquilo que parece no tener movimiento alguno.

Nada de esto parece real. Más bien parece un sueño del que podría despertar en cualquier momento. Es posible que aún siga en mi cama, dejándome llevar por la ilusión de un dulce sueño. Pero al respirar el aroma del plástico de los asientos y sentir la brisa del aire acondicionado, puedo notar que esto realmente esta pasando.

Las horas pasan y el cansancio comienza a apoderarse de mí hasta que me quedo completamente dormida, esperando no regresar a casa en cuanto abra los ojos.

***

Me despierto justo cuando el avión está aterrizando. No sé exactamente cuantas horas pasaron, pero el sol reflejandose en la ventanilla hace que me percate del cambio de horario que acabamos de atravesar. Los siguiente por hacer son los procedimientos de rutina: bajar del avión, esperar a que lleguen las maletas para recogerlas, volver a presentar documentos en migración. Y después de lo que parece un sinfín de trámites, logro salir del aeropuerto.

Es evidente que ya no estoy en casa.

A mi alrededor hay edificios de gran tamaño con nombres de empresas que no conozco y que ni siquiera creo poder pronunciar. Transportes que se identifican de colores diferentes a lo que estoy acostumbrada y paradas coloridas en cada esquina.

Una gran ciudad sin duda, con mucho movimiento y muchas personas que pasan, caminando de un lado a otro. Algunos son turistas, que se pueden identificar por sus mochilas cargadas y su tez bronceada por el cálido sol de verano. Otros son locales, personas que lucen diferentes a como yo me veo, haciendo notar la diferencia entre nuestras nacionalidades.

Los cortes de cabello y la ropa de moda del lugar parecen variar mucho y ser más elaborados comparados con mi sencillo y ondulado cabello castaño hasta los hombros. En mi defensa, es imposible pasar cómoda un viaje de más de 12 horas con otra ropa que no sea deportiva.

Tratando de contener mi nerviosismo, tomo mi maleta y avanzo por las calles. Después de todo, según la aplicación GPS de mi teléfono, el lugar que renté no está muy lejos de donde me encuentro.

Al pasar veo como las calles se llenan de puestos de comida y souvenirs para los turistas. Me detengo un momento para observar como las personas preparan los platillos. Hay un local en donde puedes escoger al pez que vas a comerte, ya que lo preparan al instante que lo pides. Hay otro que vende sabores de helados de los que yo jamás había escuchado hablar en mi vida.

Todas esas vistas hacen que mi estómago empiece a rugir. Por un momento me detengo a pensar si es buena idea hacer una pausa y comer algo, pero el dinero que tengo conmigo es limitado y todos mis ahorros se fueron en el ticket de avión y el hospedaje.

Así que tratando de ignorar los deliciosos aromas que llegan a mi nariz, continúo caminando. Tengo que sobrevivir con el dinero que tengo ahorrado mientras inicio las clases y empiezo mi trabajo de medio tiempo como niñera. Un empleo que logré conseguir en esas páginas de Internet que buscan ayudar a estudiantes del extranjero. La verdad, es una suerte poder contar con ese apoyo, solo tengo que esperar un poco más para que mi esfuerzo de frutos.

Continúo caminando por las calles, mientras admiro cada detalle que hay a mi alrededor: las pequeñas flores rosas que comienzan a florecer en los árboles, el azul del cielo, las nubes sobre mí, y la emoción de una nueva aventura. Y por un momento, me termino olvidando del miedo que sentía antes de subir al avión, y por fin siento, que todo esto va a valer la pena.

Después de unos minutos me termino alejando un poco de los lugares llenos de personas y me adentro a un barrio más tranquilo. Camino más rápido cuando veo el apartamento que ví por medio de fotos cuando renté el lugar. El edificio es de un tono gris oscuro, con ventanas de marcos blancos y puertas de madera oscura. En este sitio deben de vivir muchos inquilinos, y me emociona la idea de saber que seré una de ellos.

Sigo caminando, pero de pronto la rueda de mi maleta se atora con algo, impidiendo que pueda seguir avanzando. Temo que se haya roto justo cuando estoy por llegar, pero cuando la reviso, me doy cuenta que no hay nada malo con ella, sino más bien está atascada con lo parece ser un folleto.

Me agacho y quito el papel en el que se atoro la rueda, que después de un par de pruebas parece funcionar con normalidad, lo cual es un alivio.

Le doy un vistazo al folleto con curiosidad, y aunque el anuncio esta en inglés, puedo entenderlo a la perfección. La hoja que sostengo es de un tenue color rojo con algunas rosas rosadas decorando el marco y unas grandes letras mayúsculas que ocupan el encabezado.

RENTA DE NOVIOS FALSOS

Estoy desconcertada, pero aun así, no puedo evitar seguir leyendo.

¿Estás buscando a un apuesto chico que pueda hacerse pasar por tu novio?

¿Buscar impresionar a tu familia y amigos presentándoles a una buena pareja?

¿Quieres tener compañía en eventos importantes?

Entonces la agencia Fake love es para ti.

¡Contrata a tu falso novio ahora!

En la parte posterior del folleto hay un número de contacto, una dirección, y en letras pequeñas la leyenda: Consulte términos, condiciones y reglamentos.

Definitivamente está es la cosa más extraña con la que me he topado hasta ahora.

¿Quién rentaría a un novio falso? Honestamente, no entiendo el motivo.

Mi lógica me dice que tire el folleto justo donde lo encontré, pero algo dentro de mí me dice que lo conserve. Después de todo, no puedo tirar basura a la calle como si nada, debería guardarlo y tirarlo cuando encuentre un bote de basura. Aunque pensándolo bien, el folleto ya estaba en el suelo en primer lugar.

Tengo una ligera confrontación entre mi lógica y mi corazonada, pero al final, el corazón resulta ganador, espero que para bien. Y sin perder más tiempo, termino guardando el anuncio en mi bolsillo para continuar avanzando.

Unos cuantos pasos más y llego al edificio en donde me quedaré por los próximos meses. Cuando entro veo a una chica en lo que parece ser una pequeña recepción, dentro de la sala común.

—Hola, ¿tu eres la encargada del lugar? —pregunto al acercarme a ella, sacando a relucir mi mejor inglés.

La chica parece ser de mi edad y tiene una larga cabellera castaña sujeta en una trenza, con una vestimenta compuesta mayormente por colores opacos y grises. Contrario a su apariencia ruda, la voz que sale de ella es suave.

—Mi padre lo es, pero puedes hablar conmigo.

—Soy Anezka, renté un apartamento en este edificio.

—Oh, claro, la nueva —dice la chica, mientas rebusca dentro de uno de los cajones—. No eres de por aquí, ¿cierto?

—¿Es muy obvio?

—Con tu maleta y mochila, yo creo que si —comenta, con un toque irónico en su voz—. Aunque también se nota un poco en tu acento, hablas muy fuerte.

—No lo hago —defiendo. He tomado varias clases del idioma y presentado exámenes en diferentes ocasiones, al punto de que creí poder hablar como cualquier nativa. Aunque tal vez me equivoque—. Creo que eres tu la que habla muy bajo.

—Si crees que hablo bajo entonces tendrás que acostumbrarte, la mayoría de los de por aquí hablan así —explica, entregándome una llave—. Tu apartamento es el 3B.

—Gracias —digo, tomando la llave—. Por cierto, ¿cuál es tu nombre? —pregunto antes de irme.

—Candace.

—Espero seguir viéndote por aquí, Candace —expreso, en un intento por hacer alguna amistad.

Ella solo asiente y vuelve a su teléfono, por lo que no me queda más opción que dirigirme a mi nuevo hogar.

Cuando llego, entro y cierro la puerta detrás de mí. El lugar es sencillo. En la sala hay un sofá de dos asientos, una pequeña mesa en el centro y una televisión frente a ella. Camino y dejo mis cosas en el sillón para seguir mirando a mi alrededor. Seguido de la sala hay una tarja y una estufa, además de un pequeño refrigerador y una mesa con un par de sillas. Cuando avanzó a la habitación veo una cama individual y un pequeño escritorio al lado, resaltando una amplia ventana. Me acerco a ella y abro las cortinas.

No tardo mucho en recorrer el lugar, y aunque es bastante básico, puedo considerarlo como mi casa, al menos por el momento.

La emoción me invade de pronto, y sin más que hacer, tomo una libreta y un par de plumas de mi mochila para anotar cada cosa con la que me vaya topando. Y al final, salgo del apartamento, lista para explorar nuevos horizontes.

Historia escrita para los ONC 2024
Categoría: Voces latinas
Disparador: 59

Créditos de la portada: haiiwn

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro