OUTRO
Desearía que me amaras como ayer. No sueltes esta mano nunca más. Y cada vez que mi corazón late, iguala tus pasos para que no deambules nunca más.
Aún a metros de distancia del sitio en el que yacía la tumba de su padre, era capaz de sentir su propia ansiedad ir en aumento.
Reconocía lo precipitado de la decisión tomada la noche anterior, mas tras las palabras de Namjoon y considerando la inestabilidad emocional causada por el incidente con Jungkook, en aquel instante había estado seguro de que era lo correcto. Su convicción, lamentablemente, fue disipándose conforme se acercaban al cementerio, pues con cada kilómetro avanzado, la realidad se tornaba más y más inevitable.
No obstante, ahora era demasiado tarde para arrepentimientos. Echarse para atrás no era una opción, al menos no una que fuese viable para Taehyung, quien se había esforzado en recaudar el valor suficiente como para impulsarse a sí mismo a visitar la tumba de su padre por primera vez luego del funeral.
Sus dedos se cerraron alrededor de la manilla del automóvil y tiró de ésta para abrir la puerta. Con la determinación que le permitían los crecientes nervios acumulados en su interior, posó un pie fuera del vehículo, deteniéndose al percibir una presión sobre su piel.
La mano de Namjoon se asió en torno a su muñeca antes de que pudiera abandonar el interior del automóvil. Taehyung parpadeó.
—¿Qué ocurre?— dudó volteándose a verle. El mayor inhaló y exhaló hondo, con la mirada fija en el rostro del castaño, dejando que en su agarre firme se transmitiera toda la consternación que esta situación le provocaba.
—Escucha... Sé lo que dije anoche... Pero tal vez sería mejor irnos y volver otro día— Un surco nació entre las cejas de Taehyung, expresando su claro desconcierto—. No quiero forzarte...
—No me estás forzando a nada, Nam... Soy un niño grande, puedo tomar mis propias decisiones ¿sí?— Le sonrió en un intento de otorgarle calma. Desde que había optado por seguir el consejo del mayor, éste no había cesado sus esfuerzos por disuadirlo.
—Tae... Lo de Jungkook es reciente... y esto no será simple. Es bastante mierda emocional con la que tienes que lidiar en un lapso tan corto. Puedes volver luego...
—Mira— Se irguió en su asiento y conectó su mirada con la del mayor—. Sé que será difícil; pero quiero hacerlo, Nam. No es una idea que vino de la nada. Es algo que he estado recapacitando desde hace semanas, y no me arrepentiré ahora. Lo que ocurrió con Jungkook no tiene relación con esto. Así que déjame hacerlo ¿sí?
Namjoon suspiró profundo, como siempre lo hacía cuando Taehyung usaba ese tono tan tierno de voz y ponía sus mejores ojos de cachorrito mojado. El arte de la manipulación era ciertamente un fuerte para Kim Taehyung; y Namjoon podía afirmar ciegamente que no era su única víctima.
—Sí... Tienes razón. Es algo que tú debes solucionar— coincidió, causando que la expresión del castaño se iluminara. Era tan bonito que dolía, dolía como un infierno. Taehyung volvió a coger la manilla y Namjoon fue incapaz de contenerse—. ¿Seguro que no quieres que te acompañe?
—Nam...
—Lo siento, lo siento. Esperaré aquí.
—Buen chico— se burló el castaño, tratándole como un perrito y propinándole una ligera caricia en el cabello. Namjoon observó atentamente a Taehyung abandonar el interior del auto y dirigirse —no sin antes sacudir una mano en su dirección— hacia la entrada del recinto.
El castaño hizo el mismo recorrido de hace unas semanas, atravesando el cementerio y siguiendo las direcciones en los senderos, hacia la lápida que hacía no tanto tiempo, no ocupaba ese sitio aún.
Luego del entierro, se rehusó a regresar. Jiwoo le ofreció varias veces que fuesen juntos, So Rim le informaba de sus visitas diarias, y no necesitaba oírlo para saber que su madre también era una visitante frecuente.
Su respiración se atascó en su garganta cuando pudo atisbar los girasoles que cubrían parte de la piedra, y la inscripción —que gracias a la cercanía se hizo visible— fue suficiente para hacerle doler el pecho.
Amado esposo, padre y amigo.
Sus pies pararon en seco a ínfimos metros de la lápida, mientras que con el corazón desembocado se forzaba a esbozar el intento de una sonrisa. La fecha del fallecimiento estaba grabada bajo el nombre, despertando nuevamente en Taehyung esa sensación irrevocable de pesadumbre.
Hola, vejestorio... Ha pasado tiempo ¿no? Has sido tan testarudo, que tuviste que irte para que yo pudiese verte...
El tema es que... un hombre sabio me dijo una vez que los problemas no se rehuían, sino que se enfrentaban para resolverlos... Maduro ¿no te parece?...
Creo que tú y yo necesitamos hablar.
¿Tú qué dices?
「。。。」
Transcurridos los primeros diez minutos desde el momento en que Taehyung desapareció de su campo visual, el automóvil se tornó inexplicablemente sofocante.
¿Pero qué se suponía que debía hacer? Cuando la noche anterior surgió el tema del padre de Taehyung, aconsejarlo al respecto parecía ser lo más sensato. No esperaba que el castaño se tomase tan en serio sus palabras, o que decidiese seguirlas al pie de la letra tan pronto. Y a pesar de que había tratado de disuadirlo, había sido en vano.
Se apoyó contra el capó de su vehículo y sacó un cigarrillo de la cajetilla. Lo observó detenidamente antes de encenderlo; no acostumbraba fumar, pero uno no le haría daño ¿no? Además, de cierto modo se lo merecía. El chico de sus sueños le había rechazado hacía menos de doce horas, rompiéndole el corazón y las casi inexistentes esperanzas. ¿Acaso no era ésa una excusa válida para justificarse?
Dándole una calada, recordó la transparente compasión que cubrió la expresión de Taehyung cuando rompió el beso que habían compartido y le explicó que sus sentimientos no eran recíprocos. Nunca se había imaginado que su confesión sucedería de esa manera, ni que sus posibilidades con el chico fuesen nulas. Pero no podía juzgarlo. El corazón de Taehyung acababa de ser roto y Namjoon... lo entendía mejor que nadie.
Solamente esperaba que pudiera superar a Jungkook y seguir con su vida eventualmente. Dejar que el tiempo curase las heridas infringidas. Y que, por sobre todo, la resolución de perdonar a su padre terminase bien.
Expulsó el humo del cigarro a la vez que su mirada era cautivada por el ingreso de un automóvil al estacionamiento. Namjoon observó cómo el vehículo se detenía cerca de la entrada y un chico un poco más bajo que él, salía del asiento trasero. El rostro de Namjoon se descompuso.
Hablando del Rey de Roma.
No fue difícil de reconocer. No en realidad, cuando Namjoon había pasado horas frente al ordenador, estudiando el perfil del más reciente de los clientes de Taehyung. Cabello azabache, ojos cafés, facciones acentuadas.
Tampoco fue difícil adivinar cuál era el motivo de su presencia.
Sopesó seriamente el encararlo. No quería entrometerse, pero el chico era un idiota y aquel era definitivamente el momento más inadecuado para arreglar las cosas con Taehyung.
Apenas alcanzó a apagar el cigarro contra el suelo, siendo interrumpido por la repentina aparición del castaño, quien no fue consciente de la presencia del pelinegro por largos segundos. Le vio caminar a través de la entrada, distraído probablemente por lo que hubiese sucedido allá adentro en la tumba de su padre.
Namjoon se retuvo a sí mismo, regresando a sentarse sobre el capó y sacando otro cigarrillo. Porque esto no te incumbe. Porque Taehyung no es tu propiedad y puede defenderse por su cuenta, como un niño grande.
Aunque interferiría si la situación se salía de control.
No metas la pata esta vez, Jeon Jungkook.
Hay idiotas como yo que morirían por estar en tu lugar.
「。。。」
Con la mente aún ocupada por la conversación silenciosa que sostuvo con la memoria de su padre, le resultó difícil procesar que lo que había frente a él era real y no una ilusión.
Jeon Jungkook de carne y hueso.
¿Acaso el destino no podía ser más cruel?
Sus pasos fueron perdiendo velocidad conforme la distancia entre el pelinegro y él disminuía, volviéndose dolorosa de soportar. De cerca, los ojos de Jungkook eran más cafés y su piel era más suave y sus labios más rosados.
Dios... ¿No podías hacerlo un poquito más feo?
Adquiriendo una postura defensiva, cruzó sus brazos por encima del pecho y alzó el mentón a la espera de que Jungkook se dignase a explicarle qué demonios hacía allí. Al no obtener una respuesta inmediata, optó por ser él quien rompiera finalmente el silencio.
—¿Qué haces aquí?
Su voz sonó más temblorosa y más vulnerable de lo que hubiese querido. No era una sorpresa. Jungkook de la misma forma en que botaba sus barreras, convertía a Taehyung en un desastre andante. Sólo que... ¿cuánto tiempo tendría que pasar hasta que fuese inmune a su efecto?
El pelinegro le miró, con una expresión que Taehyung fue incapaz de descifrar. —Quería hablar contigo.
—¿De qué? ¿Cómo sabías que estaba aquí?— cuestionó con plausible desconfianza.
—Fui a tu departamento a buscarte. No estabas...— Taehyung cerró los ojos, sabiendo lo que venía. Jiwoo.
—Conociste a mi hermana— lo interrumpió—. ¿Ella te dijo que estaría aquí?
Mordisqueó el interior de su mejilla, dubitativo. —Sí...
Taehyung asintió, con el ilógico nerviosismo de ser descubierto carcomiéndole por dentro. Rogaba por que Jiwoo no hubiera hablado de más. Si Jungkook tenía dudas respecto a su visita a un cementerio, podía ocurrírsele una excusa. Sin embargo, si Jiwoo había mencionado a su padre, entonces...
—¿Por qué nunca me dijiste lo de tu papá?
Ah... Mierda...
Se relamió los labios completamente consciente de que la sequedad de su boca se debía exclusivamente a que su mayor miedo estaba siendo confirmado. Jiwoo era un asco guardando secretos y manteniendo sus palabras al margen, lo que por supuesto debió haber previsto.
Con la garganta cerrada, por lo que estaba a punto de decir, se dio cuenta de que era inútil continuar corriendo. —No le dije a nadie. No me sentía listo para decirlo en voz alta... Todavía me cuesta.
Percibió los suaves destellos de compasión que iluminaron momentáneamente los ojos del pelinegro y tuvo que convencerse de que aquello no era ninguna señal de que lo de ellos le importaba. Nunca había importado. Ahora no era diferente.
Sin desear oír el pésame de cortesía que le ofrecería Jungkook, evocó el tema de conversación que para ambos era imposible de ignorar y que era la principal razón por la cual siquiera le estaba dirigiendo la palabra al pelinegro.
Nada tenía que ver con que extrañase su voz... o que sus abrazos le hubiesen hecho falta durante esa noche...
Al menos era más fácil convencerse de esa manera.
—Renuncié a Rent A Boyfriend— confesó en voz baja.
La confusión fue evidente en la expresión de Jungkook y también su desconcierto al comprender a lo que Taehyung se refería. El castaño esperó en silencio, ansioso por la reacción del pelinegro, quien no tardó demasiado en expresar sus pensamientos en alto.
—Hablas del proyecto.
Taehyung exhaló el aire retenido. —Sí.
—¿Es esto por lo que sucedió ayer?
—No— le interceptó, sin desear evocar las memorias del incidente—. Renuncié hace mucho tiempo, Jungkook. Lamento no habértelo dicho antes, sólo... planeaba decírtelo pronto. Ya no necesitaba el dinero.
—Ya...— musitó, levantando una de las comisuras de sus labios en una irónica sonrisa—. Quién lo diría... Tenías bastantes secretos guardados ¿no?
—Tal vez... Pero no fui el único que guardó secretos del otro— La sonrisa ladeada se esfumó del rostro del pelinegro, desvaneciéndose sin dejar rastros.
No era necesario oír una explicación. Ni aclarar lo que ambos ya habían esclarecido cuando Jungkook no negó sus sentimientos por Yoongi. A Taehyung le dolía, como un infierno. Sin embargo, su orgullo a veces sacaba lo peor de él, incluyendo aquella ocasión, en la cual no le importó hacer lo que resultase correcto, sino lo que fuese capaz de demostrarle al contrario, que a pesar de su rompimiento reciente, se hallaba bien.
Solamente anhelaba demostrarle a Jungkook que su efímero y nunca oficial romance, no importaba lo suficiente para dejar heridas.
—Te tengo un trato.
Conocía lo riesgoso que era, conocía lo mucho que sufriría si el contrario aceptaba. Pero sus sentimientos en aquel instante daban igual. Con tal de aparentar ser fuerte, con tal de hacerle creer a Jungkook que esto no le afectaba en lo absoluto. Ponerse una máscara no era difícil cuando la situación lo ameritaba.
—Puedo fingir ser tu novio por una cita más— continuó, consciente de que no duraría mucho soportando el nudo en su garganta—. Sería como nuestro falso rompimiento. Para hacerte quedar bien frente a tus amigos. No puedes pagarme, ya que no sigo en el negocio, pero... puedes tomarlo como una invitación de la casa.
Jungkook frunció el ceño. —Tae, yo no...
—De verdad no me importa hacerlo si eso es lo que te preocupa. Fuiste mi cliente, y separamos lo emocional de lo profesional desde el principio. Esto no es diferente.
—Sabes que lo es.
—No lo es, Jungkook— Inhaló hondo al percatarse de que estuvo cerca de perder su calmada postura—. Es sólo negocios. Si la oferta no te interesa...
—No me interesa— lo interrumpió cortante. Taehyung tragó saliva, parcialmente aliviado de que hubiera denegado su ofrecimiento y parcialmente dolido por la brusquedad en su tono el hablar—. No continuaré con esta farsa.
—¿Ah, no? ¿Acaso te arrepientes? ¿Has decidido ser honesto con los demás desde ahora?
—Sí— La respuesta le agarró por sorpresa, mas no alcanzó a digerir el significado de aquello adecuadamente, cuando el pelinegro prosiguió—. Ayer yo... le dije a Yoongi lo que sentía.
La respiración de Taehyung se atascó en la base de su garganta. Oh.
Definitivamente, el castaño tenía una muy cercana e indeseada familiaridad con los corazones rotos. Por experiencia, sabía que sanarlos era arduo trabajo y que reconstruirlos era un proceso eterno.
Cuando descubrió que Jungkook amaba a Yoongi, pudo sentir cómo su apenas sano corazón se resquebrajaba dentro de su pecho, y pensó que algo tan destrozado, sería imposible de romper nuevamente.
Jungkook era experto en demostrarle que estaba equivocado.
A pesar de que se esforzó por hallar su voz para soltar otra gran mentira, un brazo rodeando sus hombros se lo impidió. Trastabilló un poco, descolocado por el afecto de alguien que no pudo ver, hasta que su mirada se encontró con la de Namjoon.
—Te estabas demorando, cariño. ¿Pasó algo?— Taehyung parpadeó, sin entender a qué venía el apodo o el inesperado gesto, mas finalmente comprendiendo cuando la presencia de Jungkook pareció justificarlo todo.
—S-Sí— titubeó, apoyando incómodamente su mano sobre la del mayor—. Me encontré con un amigo y... ¿Podrías esperarme un poco más? Iré en un minuto.
Namjoon sin lucir convencido, asintió, estudiando de reojo al pelinegro antes de soltar a Taehyung y propinarle una leve caricia a su brazo. Se marchó con un suave "te espero en el auto", dejándolos nuevamente a solas.
Jungkook fue el primero en hablar. —Entonces... ustedes...
—Solamente pasó— se apresuró a responder—. Nam siempre ha estado ahí para mí y anoche también lo estuvo. Creo que era obvio que algún día sucedería.
Pensar que la noticia siquiera importaba para Jungkook era... absurdo, por no decir patético. Por lo que se obligó a sí mismo a pensar que el rayo de dolor que cruzó fugazmente el semblante del pelinegro, no fue nada más que su ego siendo lentamente aplastado.
—Me alegro por ti— respondió Jungkook. Una sonrisa tierna tiró de sus labios—. Te merecías algo mejor que yo, ¿no crees?
—Concuerdo— medio bromeó Taehyung, eclipsando con un falso humor, el dolor que la indiferencia de Jungkook causaba, como si todo se resumiera a absolutamente nada entre ambos—. Yo también me alegro por ti. Realmente... les deseo lo mejor a ti y a Yoongi.
—Se lo haré saber.
—Hazlo...— Suspiró, preguntándose cómo demonios habían llegado hasta acá, cómo demonios la calidez que le otorgaba el pelinegro se había acabado tan rápido—. Yo... ya debería.
—¿Mm? Sí. Claro. No te retengo más... Cuídate, Taehyung.
—Tú también— correspondió, viendo una última vez la sonrisa del pelinegro antes de que éste alzara su mano en un ademán de despedida y se diera media vuelta. El aire se expulsó fuera de sus pulmones al ver a Jungkook alejarse—. Tú también...— susurró.
Se dirigió a pasos lentos hacia el automóvil, subiéndose al asiento del copiloto sin pronunciar palabra. Namjoon encendió el motor, cuidando no mencionar algo al respecto.
"Le dije a Yoongi lo que sentía".
Ah... Qué fastidioso era querer a alguien...
Al menos el día siguiente era domingo.
Tendría tiempo de sobra para llorar.
「。。。」
Al parecer, el amor no era eterno.
Los dibujos animados, los cuentos de hadas, las historias de príncipes azules... Desde pequeño había creído en la eternidad. En que el "vivieron felices para siempre" era real y él una de la personas que se lo merecía.
Al final, lo que la sociedad hacía era enseñarle cosas inciertas, para después verle descubrir la cruda realidad a base de golpes. Cruel. No obstante, una manera efectiva de aprender.
No insinuaba que el amor no existía. Por el contrario; So Rim amando a su padre era una viva prueba de ello. Sin embargo, sí creía en que era temporal. Un sentimiento agradable, mas efímero, que eventualmente se desvanecía, rompiendo relaciones, corazones, ilusiones, y un sinfín de cosas, que se demoraría años en enumerar.
Tras pasarse el día encerrado en su departamento, sobreviviendo a base de pizza y en la compañía de su hermana menor, Taehyung finalmente se deslizó entre las sábanas de su cama. Apoyando su cabeza en el almohadón, dispuesto a descansar y recuperar las fuerzas que su encuentro con el pelinegro había drenado.
Taehyung ya había superado un corazón roto antes; y era consciente de que podría hacerlo otra vez. En el futuro conocería a alguien, diferente a Jungkook, que despertaría esas abrumadoras emociones y le tendría flotando en las nubes, como si todo fuese nuevo.
De eso se trataba ¿no? De amores efímeros, uno seguido de otro, otro que le haría olvidar el dolor del anterior y el mundo volvería a ser color de rosa.
Quizás esa persona no tendría sus ojos chocolate, o su sonrisa roba-aliento, o sus tan besables lunares, ni esa distintiva cicatriz en la mejilla.
Pero eso estaba bien.
Más que bien.
Taehyung era fuerte, con el apoyo de su hermana y el apoyo de un buen amigo; si bien Jungkook quedaba fuera de la ecuación, eso no significaba que el universo estaba derrumbándose.
Estaba seguro de que las cosas funcionarían.
Tal vez no para ellos.
Pero sí para ambos.
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A las 3:17 AM, una piedra chocó contra su ventana.
Llevaba tiempo viviendo solo, por lo que los ruidos extraños sin una fuente conocida, que al principio le aterraban, ahora eran costumbre. Por lo que aunque el ruido no le causó miedo por creer que un fantasma estaba penando, sí le produjo confusión.
Se irguió en la cama, somnoliento y buscando en la oscuridad el interruptor de su lámpara que yacía en la mesita de noche. Tras encenderla, fue visible en la penumbra, cómo otra piedra chocaba de la misma manera contra el vidrio, sobresaltándolo.
La puerta de su cuarto se abrió un instante después, revelando a la castaña con numerosos tubos en el cabello y una máscara pegajosa que cubría sus facciones. Jiwoo se volteó a verlo, con un ojo medio a abrir. —¿Es necesario golpear cosas a estas horas, Taehyung? ¿Acaso no tienes mejores cosas que hacer?
—No soy yo— se defendió aún aturdido, desperezándose para finalmente incorporarse y ver quién era el imbécil borracho con buena puntería que acabaría rompiendo el jodido cristal. Jiwoo se acercó a la ventana de brazos cruzados, manteniéndose a un lado del mayor.
—Te juro que si es el novio de la chica del 403 voy a personalmente patearlo en el rostro por no saber contar los pisos de este edificio— se quejó antes de desbloquear la ventana y tirar de ésta hacia arriba—. La gente no tiene ninguna consideración con quienes intentamos leer un fanfic de deporte homoerótico de doscientos capítulos y cuatro temporadas.
Taehyung estuvo tentado de preguntar lo que eso significaba, pero... hacía mucho que había dejado de comprender los intereses secretos de su hermana menor.
Un grito ininteligible proveniente de la calle capturó la atención de ambos Kim, haciéndoles inclinarse sobre el marco de la ventana para saber de una vez quién era el desgraciado perturbador de sueños y fanfics que osaba interrumpirlos. Aquello hasta que, con los ojos levemente entrecerrados, la figura se hizo reconocible, sobre todo para Taehyung.
Oh, Dios.
—¡Tae!— gritó Jungkook, moviendo sus manos en el aire para llamar su atención. Honestamente era un poco difícil ignorarlo, estando en medio de la calle vacía, gritando y tirándole piedras—. ¡Tae, baja! ¡Tenemos que hablar!
—¿Ese no es...?— Jiwoo volvió a inclinarse, abriendo su boca con sorpresa al verificar que en efecto era el chico de aquella mañana—. ¡Es Jungkook!
—¿Qué demonios hace aquí?— susurró Taehyung. ¿Lo habrían asaltado? ¿O quizá su departamento se había incendiado? No era capaz de razonar otros motivos por los cuales Jungkook siquiera se presentaría en su departamento.
Su mano se sujetó de la pared para buscar el equilibrio del cual la inesperada presencia de Jungkook le privaba. Realmente tenerle ahí a tales horas con una escena familiar a Romeo y Julieta no ayudaba en lo absoluto a su supuesta superación, ni hablar de la esperanza que eso provocaba.
Tiene novio, por el amor De Dios. Era absurdo ilusionarse por gestos tan mínimos e insignificantes, menos cuando era consciente de que el "algo" entre ellos se había destruido en el momento en que se bajó del taxi la noche anterior.
Le habían puesto fin a lo que ni siquiera tuvieron la oportunidad de empezar oficialmente. El lazo emocional que Taehyung sentía no tenía que ser de tal magnitud, ni de tales insanas dimensiones.
No era correcto. Y no era en ninguna manera posible un sentimiento conveniente.
—Cierra la ventana— Le ordenó a Jiwoo con las emociones contradictorias a flor de piel. La castaña le miró, sin mover un dedo—. Te he dicho que la cierres.
—¡Taehyung!... ¡Tae!
—Creo que deberías hablar con él— opinó la chica encogiéndose de hombros. Taehyung sujetó el puente de su nariz, costándole pensar—. Vino hasta aquí para hablarte. No sé... Yo creo que merece una respuesta.
—Dios, Jiwoo, a mí qué me importa qué demonios quiere ese idiota— masculló, las palabras saliendo de su boca sin la capacidad de detenerlas—. No somos nada. No quiero verlo, no quiero hablar con él. ¿Entiendes?
Exhaló, sintiendo la frustración ir acumulándose. Por la mierda... ¿Por qué tenía que ser de esta forma? ¿Por qué tenía que aparecerse una y otra vez como un recordatorio, de lo que no fueron? ¿No le había bastado con su encuentro en el cementerio? Taehyung carecía de la voluntad y de la energía para enfrentarlo racionalmente en tal situación.
Vete a casa... Solamente vete a casa...
—¡Taehyung!
—¿¡Qué mierda quieres, Jungkook!?— El volumen desgarró su garganta, o quizás era el nudo que se comenzaba a crear por tener al chico del que estaba enamorado enfrente. Al que quería, mas no podría jamás tener.
Porque no estamos destinados a ser amados.
Porque somos temporales.
—¡Le dije a Yoongi lo que sentía!— contestó Jungkook a gritos. Taehyung mordió su labio inferior, aguantando las lágrimas que ya llevaba horas conteniendo, preguntándose si era necesario escuchar las palabras de Jungkook a esas alturas. Si era necesario romper absolutamente su corazón en millones y millones de trizas. Preguntándose si no era más sencillo fingir que la realidad era diferente.
Inhaló hondo, cuando el silencio los envolvió a ambos, sabiendo que la realidad era algo que inevitablemente debía encarar y que tarde o temprano terminaría conociendo.
Así que hazlo.
Solamente dilo.
Transforma los escombros de lo nuestro en cenizas.
—¡Le dije que te quiero, Kim Taehyung!
Parpadeó, sin percatarse de las lágrimas que habían empezado a empañar su vista. Con las manos temblorosas, empuñó las cortinas entre sus dedos, cuestionándose seriamente si es que había escuchado bien o si definitivamente estaba alucinando.
Te quiero. ¿Qué? No. Dio un paso hacia atrás, cerca de perder la estabilidad, mientras su respiración iba descompensándose. Buscando apoyo, mas no encontrándolo, se mantuvo estático en su lugar, con su pecho subiendo y bajando, y el impacto asentándose.
Era imposible. No, no... Era legítimamente imposible. Nada de lo que sucedía tenía sentido, de ninguna manera. Jungkook estaba enamorado de Yoongi. Jungkook estaba loco por Yoongi y había sido así desde la secundaria. Era imposible que él...
—¿Tae?— La voz alarmada de su hermana resonó en sus oídos, despertándole del trance—. ¿Estás bien?
—No— Sacudió la cabeza, inconsciente de su cuerpo tembloroso—. Se ha vuelto loco, Jiwoo. Jungkook no me quiere. Está simplemente diciendo tonterías.
—Tae...
—¿Por qué hace esto? ¿Por qué viene aquí a mentirme? No me quiere, Jiwoo. ¿Cómo podría...?
—Tae— repitió duramente, notando con facilidad el estado inestable de su hermano y lo afectado que parecía por sentimientos que Jiwoo había visto esa mañana en el comportamiento del pelinegro.
La negación que Taehyung sentía respecto a lo que Jungkook profesaba no era extraño. Ella misma lo había experimentado. Las inseguridades y el temor; cosas que no eran agradables, mas que eran difíciles de eliminar del sistema una vez que habían sido impuestas.
Había permitido que su hermano se engañase a sí mismo, que se resguardase del mundo exterior para no salir herido. Porque ella lo entendía mejor que nadie. Porque ella y él fueron quienes tuvieron que ver a su padre marcharse, con una madre tan dolida, que procuró transmitirles el mismo dolor.
"Nosotros no fuimos diseñados para ser amados, ¿entienden?".
No es así, Tae.
Nunca fue así.
—Sé que tienes problemas de abandono— dijo Jiwoo, con la misma presión en el pecho que sintió cuando su psicólogo se lo dijo—. Y lo sé porque yo también los tengo. No es pan comido sobrellevarlos... Papá se fue cuando éramos pequeños, mamá sufrió por semanas... y aprendimos que amar era solamente salir herido. Sé que tienes miedo, Tae...— El castaño le miró con desconfianza y Jiwoo suspiró—. No finjas que no es así. Pasaste años rechazando citas y alejándote de las personas por temor. Y ahora que Jungkook está aquí diciéndote que te quiere, tienes miedo de que sea verdad... Pero mereces darte una oportunidad, Tae... De verdad la mereces.
Taehyung pasó saliva, sus músculos tensándose al verificar que no tenía ninguna excusa o argumento, que pudiesen engañar a la persona que más le conocía en el mundo. —¿Cuándo te volviste tan inteligente?
—Cuando te volviste experto en hacer tonterías— contestó, reprimiendo una sonrisa en el instante en que Taehyung volcó los ojos como respuesta—. ¿Irás a hablar con él?
—Ah...— Suspiró agobiado—. No quiero hacerlo...
—Necesitan hablar, Tae.
—Lo sé, lo sé... Sería más fácil de ignorar si no gritase a los cuatro vientos ¿sabes?
—Creo que ese es el punto— puntualizó, haciéndole reír entre dientes.
Observó su ventana abierta, las cortinas moviéndose con cuidado a causa del viento. Y aunque se prometió mantenerse firme, era consciente de lo bueno que era Jungkook derribando sus barreras. Poco convencido sobre su propia decisión, permitió que sus más básicos anhelos se hicieran cargo.
—Sólo será un momento.
Los labios de Jiwoo se curvaron en una sonrisa al ver a su hermano coger una chaqueta, contenta de que sus palabras hubieran sido más que un simple discurso por compromiso para Taehyung. Contenta de que por fin parecía ser que ellos avanzaban, lejos de lo que su crianza les había enseñado erróneamente.
Taehyung le dedicó una última mirada, mezclada en agradecimiento pero también el irrevocable miedo de perderlo todo nuevamente, antes de abandonar su departamento y cerrar la puerta detrás de él.
Hizo su camino hacia la entrada del edificio intentando compensar su agitada respiración y controlar los latidos de su corazón irremediablemente acelerado. Sin estar seguro de cómo Jungkook le convertía en un desastre, incluso sin tocarlo.
Se detuvo por un segundo antes de cruzar el umbral, hallando a Jungkook al otro lado, mirándole bajo uno de los faroles que iluminaban la calle. Procurando mantener una distancia considerable entre ambos, para su propio deficiente autocontrol.
—Bien— dijo rompiendo el silencio. Percatándose de la expresión de Jungkook tornarse suave, mas obligándose a actuar con racionalidad, a pesar de las intolerables ganas que tenía de besarlo—. ¿No querías hablar?
—Sí... Yo...— Carraspeó y aún estando en la penumbra, Taehyung pudo atisbar las sutiles chispas de rojo tiñendo sus mejillas—. Disculpa por haberte tirado piedras a la ventana.
—Eres el único al que se le ocurriría entablar una conversación a las tres de la madrugada pero continúa.
—No estabas equivocado— soltó de pronto, descolocando un poco al castaño al carecer de un contexto—. Sí quería a Yoongi, lo... lo hice por bastante tiempo. No es mentira.
—Dios...— susurró sintiéndose por algún motivo como si se estuviera ahogando. Esforzándose por ahuyentar las lágrimas que amenazaban con brotar—. ¿Por qué no pudiste decírmelo desde el principio?
—No planeaba que nuestro negocio fuese más de una cita... Pero se extendió y luego... las cosas cambiaron.
—¿Cambiaron cómo?
Los vellos de su nuca se erizaron cuando la mirada de Jungkook se volvió profunda bajo la suya y la tensión en el aire se hizo palpable. —Me enamoré de ti, Taehyung.
Oh. Evitó el contacto visual al notar el ardor en sus mejillas, preguntándose cómo Jeon Jungkook podía decir tales cursis confesiones sin sentir un mínimo de vergüenza.
—¿No vas a decir nada?— inquirió al no recibir una respuesta. Taehyung resopló.
—¿Qué quieres que diga, Jungkook? ¿Que te creo? Siento que todo lo que vivimos fue una mentira, sabes...
—No lo fue, Tae. Nada de lo nuestro lo fue. Eres lo más real que tengo— Dio un paso hacia adelante, dubitativo por la distancia que Taehyung imponía entre ellos—. Sé que metí la pata y sé que no manejé las cosas bien. Pero no quiero que lo nuestro se termine sin que sepas lo que siento.
Taehyung se mordió el labio inferior, odiando lo fácil que era para Jungkook causarle esas jodidas mariposas en el estómago. ¿Acaso no tenía dignidad? Este era el mismo chico que le había amenazado con reportarlo a su jefe para obtener lo que quería, el mismo que le ocultó sus sentimientos por Yoongi, haciéndole quedar como un estúpido durante semanas. El mismo chico que no le siguió bajo la lluvia y que tenía... una horrible pronunciación de francés, capaz de remover las piezas correctas en Taehyung.
—¿Me quieres?— preguntó buscando una reafirmación de sus sentimientos. El semblante de Jungkook se cubrió en seriedad.
—Sí. Te quiero.
Sabía que escucharlo no tenía sentido.
Sabía que el corazón funcionaba de una manera inusual, más lejos de la comprensión de la mente humana. Sabía que tarde o temprano los sentimientos se acababan, porque el amor era temporal, aún cuando se sintiera eterno.
Sabía que todo se derrumbaría eventualmente. Conocía la historia. Conocía las palabras de amor que su padre solía decirle a su madre, semanas antes de abandonarlos. Por encontrar a alguien más. Y sabía, a la perfección, que allá afuera habían cientos de personas mejores que él, que podrían darle el mundo a Jungkook.
Pero en aquel instante nada de eso importaba.
En aquel instante lo único que su mente podía razonar, era lo cálido que era estar entre los brazos del pelinegro y lo correcto que era regresar junto a él.
Sus brazos rodearon el cuello de Jungkook y atrajo sus labios a los suyos, uniéndolos en un beso que no debió haber extrañado tanto como lo había hecho —Dios, sólo había transcurrido un día. ¿Qué estaba mal con él?
Las manos del pelinegro sostuvieron su cintura, para pegarlo a su cuerpo, ambos fundiéndose en un abrazo y en un beso en el que podían transmitir sus verdaderos sentimientos, sin temer por lo que pensase el otro. Porque era mutuo. El amor entre ellos era mutuo.
—También te quiero...— susurró Taehyung contra su boca. Jungkook afianzó su agarre sobre él y el castaño esbozó una sonrisa—. Tucáncito.
—Ah... Nunca creí que me sentiría tan aliviado y feliz de escuchar ese apodo.
—Por fin reconoces lo lindo que es, Tucáncito~
—Bobo— se burló Jungkook, sonsacándole una risita adorable al castaño—. No tienes idea de lo feliz que me hace tenerte conmigo, bebé.
—Mm... muy posesivo— fingió sopesar, antes de besar los labios del pelinegro de nuevo. Se fundieron en otro largo y duradero beso, hasta que los músculos de Jungkook se tensaron bajo las manos de Taehyung, generándole sorpresa.
Se separaron, el ceño fruncido de Jungkook siendo lo primero que notó. —¿Qué hay de ese chico con el que estabas en el cementerio?
—¿Namjoon?— dijo con curiosidad.
—Ese... ¿Vas a dejarlo?
—¿Dejarlo?— Era prácticamente su mejor y único amigo. Claro que no iba a dejarlo.
Eso, al menos hasta que su diminuto cerebro se iluminó al recordar lo que Namjoon y él habían insinuado discretamente frente al pelinegro.
—¡Oh!— exclamó al comprender, sin ser capaz de contener la risa—. No, no, solamente somos amigos.
—Te dijo "cariño"— agregó Jungkook con desconfianza. Taehyung lo besó, en un intento de disipar sus sospechas y entregarle la tranquilidad que necesitaba.
—No tienes de qué preocuparte, Tucáncito, tú eres al único que quiero. ¿Sí?
Jungkook se sonrojó. —Sí...
—Ay... eres tan bonito... Y estás tan helado— dijo en un tono de preocupación, tocando sus mejillas—. ¿No tienes frío? Siento que está helando...
El pelinegro sostuvo las manos de Taehyung, entrelazando sus dedos con los suyos y apoyando sus frentes entre sí. Jungkook inhaló hondo, permitiendo que sus narices se impregnaran con el aroma del castaño.
—No siento frío— contestó luego de una pausa. Su voz suave y arrulladora, encerrándolos en una burbuja en la que solamente existían ellos—. Tú conviertes el invierno en primavera, Kim Taehyung.
Los pómulos del castaño enrojecieron, y si bien no era consecuencia del frío, podía excusarse con que sí lo era.
Se besaron una última vez bajo la luz del farol, entregándose tiernas caricias y sonriendo contra los labios del otro. Transmitiéndose no en palabras sino en gestos, los sentimientos abrumadores y reales que compartían, en una promesa silenciosa.
Rent a Boyfriend te presenta a: Kim Taehyung.
¡Muchas gracias por preferir nuestro servicio de renta de novios! ¡Hasta pronto, y mucha suerte con tu nuevo bombón!
No puedo creer que es el final!! Muchas gracias por haberle dado tanto amor a este fanfic uwu Nos vemos pronto en los extras ❤️❤️❤️ Lxs amo demasiado!! Gracias por haber leído esta historia!! Tengan unos maravillosos días ❤️❤️❤️
honey
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