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Capítulo 10 - De pesadilla

Nakai logró esquivar y atrapar el arma en el último segundo, para luego observar como Dakota se aferraba a la lanza, con los ojos cerrados y forcejeando para intentar atacar.

—Puedes soltarla... —dijo Nakai con calma, de pronto Dakota abrió los ojos, llorosos y llenos de miedo, pero aun así relajó los músculos de sus manos y dejo que él tomara el arma, para después arrojarla al suelo.

—¿¡Qué mierda está pasando!? —preguntó uno de los amigos de Dakota, el cual se cubría los ojos del miedo.

—Ya pasó, deben largarse, puede ser que vengan más —dijo Nakai en el tono más amigable que pudo pronunciar, tratando de no cruzar miradas con su hermana, lo repentino de este ataque y la falta de su máscara lo obligo a actuar sin pensar.

Los chicos comenzaron a salir del almacén, con miedo del hombre que se encontraba en la entrada, algo a lo que Nakai estaba acostumbrado, sin embargo, Dakota no se movió, ella mantuvo la mirada en él.

—¿Quién eres? —preguntó ella, reconociéndolo de cuando se encontraron en la casa donde empezaron todos sus problemas.

—...Debes irte —fue lo único que le dijo Nakai, comenzó a caminar en dirección a Forajida, pero Dakota lo sujeto de la muñeca.

—No, estuviste ahí en la fiesta antes de que todo se fuera al demonio, ahora vuelves a aparecer en medio de esto y con cicatrices en tu rostro y los tatuajes de uno de tus brazos desaparecieron —recalcó ella con seriedad —. ¿Tú eres el Renegado cierto? —preguntó ella bajando el tono de voz.

Nakai se soltó de su agarre sin responder —. Te dije que se fueran —ordenó.

—¿Acaso tienes un problema conmigo? —preguntó Dakota en un tono más acusante —. Primero la fiesta y ahora esto, pero es más que eso nada más, he visto ese auto pasando frente a la academia varias veces —dijo ella con enojo —. ¿Hace cuánto que me estas siguiendo? —ahora su tono se había convertido en miedo.

—No es lo que crees—respondió Nakai aún sin el valor de verla a los ojos.

—Entonces si me estas siguiendo —confirmó ella —. ¿Por qué?

—¡Dakota! ¡Debemos irnos! —gritaron sus amigos desesperados mientras entraban en su camioneta, Dakota se quedó en silencio, considerando si debía insistir para conseguir sus respuestas o irse antes de que algo peor pasara, dedujo que, si el Renegado estaba siguiéndola, lo volvería a ver.

—No ha acabado —dijo ella antes de comenzar a caminar en dirección a sus amigos.

—No, en lo más mínimo —susurró él, estaba a punto de largarse de ahí, avergonzado de sí mismo por no ser capaz de decirle la verdad, pero su tren del pensamiento fue interrumpido por un clic que resonó en su cabeza, cuando dirigió la vista a Dakota, un objeto cayó a menos de un metro de sus pies, su corazón prácticamente se detuvo, de una zancada alcanzó a Dakota, la tomó de ambos brazos y se colocó entre ella y la granada, la explosión lo dejo sordo unos segundos y los derribo al suelo, Nakai sintió el calor en su espalda pero pudo soportarlo.

Dakota solo escuchaba un agudo pitido, su visión estaba borrosa y su cerebro parecía que explotaría, sin embargo, pudo ver como el chico la había salvado, él se levantó en pocos segundos se veía aturdido pero alerta, cada vez veía más borroso, disparos comenzaron a retumbar en su cabeza, pero el Renegado no la abandonaba, seguía usando su cuerpo como escudo.

—¿Por qué? —susurró Dakota antes de perder la conciencia.

Javier Cortez se encontraba del otro lado de un vidrio de seguridad, del otro lado, doctores, cirujanos y científicos sin escrúpulos caminaban de un lado a otro con trajes aislantes, cargando con instrumentos y hablando, en el medio estaba Marco, acostado en una camilla e inconsciente, habían removido las vendas, su mano izquierda había sanado bien, no poseía tantas cicatrices como pensaba, incluso su rostro mejoraba, sin embargo  el costado derecho de su cabeza aún estaba en tratamiento, una placa metálica sobresalía de su cráneo, el muchacho estaba estable pero no había despertado.

—Nour prometió que volvería a caminar... —le dijo al hombre a su lado, Ángel, amigo suyo desde niños, su mano derecha en la pandilla y padrino de Marco.

—Apenas lleva una semana, el chamaco es fuerte, llegué a pensar que no la contaría —lo confortó.

Cortez no pudo evitar ver las piernas de su hijo, o lo que quedaba de ellas, debido a las fracturas y las quemaduras tuvieron que amputar su pierna izquierda por completo y la derecha por debajo de la rodilla, justo en ese momento todos los científicos le hacían exámenes para el siguiente paso en su recuperación.

—Ese hombre me da mala espina —dijo Ángel —. No me gusta que se encargue de la recuperación de Marco.

—No tengo más opción —respondió Javier.

—¿Qué te hace estar tan seguro?.

En el segundo que preguntó, Javier sacó un archivo medico de su chaqueta y se lo entregó a Ángel en sus manos.

—Sabes que no entiendo nada de esta estupidez —dijo en tono sarcástico.

—La explosión le hizo algo, aparentemente la radiación de esa porquería que vende Nour es completamente desconocida, nadie más que estos dementes saben de ella —explicó Cortez.

Puta madre... —escupió Ángel, Javier solo asintió.

Por un momento Cortez apoyó la mano en el vidrio, tratando de decirle algo a su hijo, lo interrumpió su teléfono, una llamada de uno de sus hombres, se alejó un poco para contestar.

—¿Qué sucede?

—¡Jefe tenemos un problema! ¡estábamos a punto de recoger el cargamento y fuimos atacados! —gritó el hombre al otro lado de la línea.

—¿Competencia? —preguntó Javier.

—Estoy seguro de que era El Renegado jefe —dijo el sujeto.

Cortez se quedó inmóvil, apretó la mandíbula y sus puños, su tensión cardíaca subió al nivel de marcar sus venas.

—¿Qué tan seguro? —preguntó.

—Jefe vaciamos todas nuestras balas en el desgraciado y ni siquiera reaccionó, acabo con quince de los nuestros —contestó el hombre.

Cortez arrojó el celular contra el suelo iracundo a la vez que gritaba, el malnacido no paraba de causarle problemas, también consideró que era su culpa por no enviar a sus hombres con las nuevas armas, habrían podido con el maldito intento se superhéroe.

—Javi... —escuchó Cortez detrás de él, Ángel estaba detrás de él con su celular en la mano, él sabía de quien se trataba.

—¿Qué quieres Nour?

—¿Problemas con los muertos? —preguntó Nour con cierta gracia, no podía verlo, pero sabía que el hombre sonreía.

—¿Lo sabías? —preguntó Cortez iracundo.

—Tenía mis sospechas, pero quería mantenerte centrado en quedarte con tu muchacho —respondió.

—¿Para tener el control de toda mi operación?

—Liaying maneja la mayor parte por ahora.

—¿Para qué me llamas?

—El que Renegado volviera presenta una oportunidad, una buena prueba de campo para el armamento ¿Qué mejor publicidad que de verdad asesinar a un miembro de ese Escuadrón de Héroes? —respondió Nour —. Principalmente el que es inmune a casi todas nuestras armas convencionales.

—... ¿Qué tienes en mente?

Dakota entreabrió los ojos mientras una fuerte corriente atravesaba su cerebro, el dolor de cabeza la había despertado y se sentía completamente perdida, se dio cuenta que no estaba en el mismo lugar que cuando perdió la consciencia.

—Maldición... —se dijo a si misma mientras abría los ojos, la vibración a su alrededor le hizo saber que estaba en movimiento, asumió que sus amigos la habían recogido, pero al ver que no estaba en una camioneta, sino en el asiento delantero de un auto mucho más pequeño, se levantó de golpe, el cinturón de seguridad le impidió salirse del asiento.

—Casi me das un infarto —escuchó a su lado, ahí estaba de nuevo el muchacho, El Renegado, conduciendo el Muscle Car que había visto ya varias veces, no quitaba los ojos del camino.

Dakota notó las dispersas manchas de sangre en su ropa y rostro, parecidas a las que quedan en la ropa de los boxeadores después de varios rounds.

—¿Qué sucedió?

—Te desmayaste por el impacto de la explosión, tuve que sacarte de ahí —contestó Nakai.

—Mis amigos...

—Están bien, fueron los primeros en huir, no los culpo.

Dakota tardó unos segundos en asimilar todo, comenzó a respirar agitadamente casi entrando en pánico.

—No, no, no —comenzó a repetir tratando de abrir la puerta forzosamente, también intentando zafarse del cinturón de seguridad, fracasando en ambos casos a causa de la torpeza que le causaba el miedo.

—¡Oye tranquila! ¡Nadie te hará daño! —exclamó Nakai —. ¿Qué piensas hacer? ¿Lanzarte en medio del puente?

Al escuchar esto Dakota se detuvo, dándose cuenta de donde se encontraban, efectivamente estaban cruzando el Golden Gate, el inmenso monumento rojo siempre la fascinaba, pero ahora debido a la cantidad de autos cruzándolo, salir de ahí probablemente causaría que la atropellaran, respiró profundo para intentar calmarse.

—¿Qué vas a hacerme? —preguntó con voz temblorosa.

—Nada, te llevaré a casa —dijo Nakai sin verla.

—Y una mierda, después de andar vigilándome todo este tiempo de seguro tienes algo perverso planeado —declaró ella mientras volvía a intentar abrir la puerta, incluso trato de romper el vidrio con su codo, solo causándole inmenso dolor.

—Está blindado —dijo Nakai al verla retorcerse mientras sujetaba su codo —. Te repito que no es lo que crees... Estas en peligro —soltó Nakai, de repente Dakota quedó en silencio, atónita.

—¿Qué?

—...Estas en grave peligro, alguien... Algo te está persiguiendo, te ha buscado por toda la ciudad y tenía que hacer algo antes de que te encontrara —confesó él, Dakota aún no asimilaba lo que sucedía.

—¿Algo? ¿Qué cosa? ¿Por qué a mí? ¿Qué tengo yo de especial? ¿Cómo sabes esto? —escupió todas las preguntas de golpe a medida que aparecían en su cabeza.

—Una criatura muy peligrosa, aún no la he visto, no tengo idea, no tengo idea, porque también está detrás de mi aparentemente —mintió Nakai en orden.

—¿Cómo sabes que te persigue a ti también si no la has visto?

—Fuente confiable.

Ante la frialdad de las respuestas, Dakota se quedó en silencio mientras el Renegado conducía, se limitó a observar por la ventana, aunque también lo observaba a través del reflejo, varios años mayor que ella y con cara de pocos amigos, pero había algo familiar en él.

—Pensaba que usaba mascara —susurró para sí misma.

—Es un mal momento... la perdí —dijo Nakai, ella se sorprendió de que la escuchara —. Tengo buen oído —explicó él al ver su rostro dudoso.

—¿Acaso no tienes una guarida con cientos de máscaras, armaduras y vehículos? —preguntó ella.

—No soy de esa clase.

—Al menos tienes un buen auto —agregó ella.

—Perteneció a uno de los mafiosos más grandes de la ciudad.

El rostro de Dakota se transformó a shock, manteniendo sus manos lejos de cualquier parte excepto el asiento, Nakai no pudo evitar reír de medio lado. Al hacerlo Dakota vio cómo su mochila yacía a sus pies, abierta y con su cuaderno de dibujos sobresaliendo de la misma, de inmediato guardó todo, mientras observaba al Renegado, asumiendo que había visto sus dibujos.

—Cuando la tomé ese cuaderno cayó al suelo, la curiosidad me gano —se defendió él sin quitar la mirada del camino —. Son buenos —agregó.

—Están en proceso —dijo ella algo avergonzada.

—Aunque la mirada de ella es más fría —comentó Nakai, apenas lo escuchó Dakota se apresuró a abrir su mochila y tomar su cuaderno.

—¿Cuál de ellas? —preguntó con emoción.

—Ambas —respondió Renegado.

Dakota comenzó a trabajar en sus dibujos, tenía el entusiasmo de una niña mientras dibujaba, Nakai no recordaba que le gustara dibujar, aunque en realidad había mucho que en realidad no conocía de ella.

Después de varios minutos en la carretera, llegaron a la urbanización donde vivía Dakota, Nakai se detuvo frente a la entrada, desbloqueando los seguros.

—Deberías decirles a tus amigos que estás bien —dijo antes de que ella saliera —. Y creo que no debo mencionar lo que no debes contar... —dijo, ella asintió.

—¿Qué sucede si esa cosa aparece?

—Estaré atento... —dijo antes de acelerar y alejarse.

Dakota se encontró sola, confundida y asustada, aún no asimilaba lo que sucedió, conoció al Renegado, casi murió y todo en una sola tarde.

Ya había anochecido y no sabía que les diría a sus padres, debían estar preocupados al nivel de un infarto, no sabía que iba a decirles, pero esperaba que el estar aliviados de verla le daría tiempo para inventar algo.

Al llegar a su casa tuvo dudas de abrir la puerta, pero no tenía sentido el alargar lo inevitable, pero cuando tocó el pomo la puerta se abrió, no tenía seguro.

—¿Hola?

No se escuchaba nada dentro de su casa, las luces estaban encendidas, pero no había señales de que sus padres estuvieran en casa, dejo su mochila junto a la entrada, imaginando que soltaba todo el peso de ese día.

—¿Eres tu cariño? —escuchó la voz de su mamá en el piso de arriba, de seguro estaba en su habitación, Dakota tragó saliva.

—Sí, perdón por llegar tan tarde, tuve... inconvenientes —mintió.

—Estábamos preocupados, ven aquí —le ordenó su madre, si se negaba a hacerlo sabrían que algo malo había sucedido, así que subió sin queja alguna, cuando llegó al segundo piso de su hogar un escalofrío recorrió su espalda, la temperatura bajo de golpe casi hasta el nivel de poder ver su aliento.

"¿Qué demonios?", pensó al sentir el frio. "¿Por qué hace tanto frio aquí arriba?"

—No cambies el tema, jovencita —bramó su madre, Dakota soltó un pesado suspiro mientras se dirigía a la puerta abierta del dormitorio.

—Mamá sé que es tarde pero no quise llegar a esta hora yo... —comenzó a excusarse al entrar a la habitación, solo para descubrir que no había nadie dentro, la cama estaba hecha y todo recogido, sin señales de que sus padres siquiera llegaran a casa.

—Casi nos das un infarto cariño —escuchó de nuevo la voz de su madre a sus espaldas, un escalofrío recorrió su espalda mientras su piel se erizaba, lentamente volteó, sus piernas comenzaron a temblar más en cada movimiento.

Una figura oscura estaba detrás de la puerta, encorvada ya que era incapaz de erguirse, Dakota solo pudo detallar un par de ojos rojos cual sangre, mirándola fijamente, ella quedó inmóvil ante el miedo de lo que sea que fuera eso.

La criatura emergió lentamente a la luz, mostrándose ante ella, jamás había visto algo como eso, garras enormes, pezuñas por pies y un tétrico cráneo de ciervo con faroles rojos dentro de sus cuencas, cada paso que daba hacia ella hacia crujir el piso debajo.

—No tengas miedo —le habló, la mandíbula del cráneo solo se abrió apenas salieron las palabras, pero lo que dejo en shock a Dakota fue que la voz que emergía era la de su mamá —. No debes tenerlo —su voz cambiaba lentamente, más grave y calmada, como si susurrara, pero podía escucharlo claramente.

El monstruo se acercó más, apoyando los nudillos de sus enormes y huesudas manos que terminaban en garras curveadas, los cuernos rasgaban el techo, sus músculos no respondían, se sentía como un venado frente a un automóvil, lo único que sentía era que apretaba tanto sus puños que las uñas comenzaban a cortar la palma de su mano.

—Tanto tiempo... —dijo la criatura cuando estaba a centímetros de ella, el olor a muerte penetró la nariz de Dakota, a la vez que el frío del lugar congelaba sus fosas nasales, era como estar rodeado de cadáveres en medio de una tormenta de nieve —. Tanta hambre... —dijo mientras la boca de la calavera se abriera lentamente, dejando caer hilos de saliva al suelo a la vez que una lengua puntiaguda de color negro se movía cual serpiente.

"Es una pesadilla" pensó Dakota al cerrar los ojos con fuerza y apretando más sus puños, sintiendo cada vez más dolor, quería despertar de golpe y que todo haya sido una mala jugada de su mente, pero el olor a podredumbre congelada no se iría a ningún lado.

—¡Aléjate de ella maldito monstruo! —escuchó Dakota seguido de un rugido infernal, lagrimas comenzaron a brotar cuando abrió los ojos, detrás de la criatura, al otro lado de la puerta de la habitación, Renegado había tomado una pata de la bestia, arrastrándola hacia afuera, cual animal esta clavaba sus garras en el suelo para intentar soltarse, pero le resultó inútil.

Renegado tenía la pezuña del Wendigo bien sujeta, primero debía alejarlo de Dakota, a partir de ahí improvisaría sobre la marcha, justo cuando logró sacarlo de la habitación el monstruo había cambiado de blanco, velozmente se volteó lanzando un zarpazo en dirección a Renegado, el héroe soltó la pezuña para poder alejarse, sin embargo, las largas garras de esa cosa lograron llegar a su hombro, en un parpadeo cuatro cortadas aparecieron como si se trataran de escalpelos gigantes.

Renegado gritó del dolor, viendo sorprendido la facilidad con la que fue herido, algo que sucedía demasiado frecuente para su gusto, ese pequeño momento fue suficiente para que el Wendigo se recuperara, estaba a cuatro patas, gruñendo cual animal, con los ojos fijos en él.

—¿Me quieres a mi verdad? —preguntó Renegado dando un par de pasos atrás, dentro de la casa no tenía espacio para pelear bien, debía sacar al monstruo de ahí.

—Ambos... deben ser ambos... —fue lo único que escupió el Wendigo, acto seguido rugió con tal fuerza que las ventanas de toda la casa reventaron, los sensibles oídos de Nakai fueron los que más sufrieron, obligándolo a taparlos con sus manos, pero antes de ser capaz de hacerlo, el monstruo cargó hacía él, apuntando sus cuernos directo al cuello de su presa.

Renegado logró sujetar la cornamenta de Wendigo, pero subestimo la fuerza del monstruo, ya que este fácilmente lo empujo hasta una pared detrás de él, atravesándola por completo y llegando al final del cuarto continuo, esta vez el muro no cedió, pero la punta de uno de los cuernos estaba cerca del cuello de Nakai, Renegado usaba todas sus fuerzas para alejar el filo, pero el monstruo tenía una fuerza comparable a la suya en ese momento, empujo al monstruo a un costado causando que clavara los cuernos en la pared, atorándolo unos segundos.

Fue tiempo suficiente para asestar dos golpes directo al cráneo de ese monstruo, cosa que lo ayudo a zafar sus cuernos, acto seguido bajo la cabeza, logrando colocar su cornamenta debajo de Renegado y elevándolo para azotarlo contra el techo.

Nakai cayó cual peso muerto al suelo, una ola de dolor corrió por su cuerpo, no por el golpe, sino por las puntas de la cornamenta que lograron apuñalar su abdomen, maltratando las viejas heridas de la explosión.

Antes de lograr levantarse el Wendigo lo tomó del cuello manteniéndolo en el suelo, la sangre comenzó a brotar de la boca de Renegado, de repente sintió como el monstruo lo levantaba con una mano, colocándolo a su mimo nivel, Nakai observó directamente esos ojos rojos sangre.

Era como ver un demonio.

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