Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

013

*Narra Victoria*

— No puede ser que se haya esfumado así — Golpeo la mesa con frustración.

— La sangre que encontramos es de Aldo, pero no hay rastro ni de él, ni de Mar — Nos informa Sebastián.

— Ninguno de los hombres que logramos capturar nos dijo nada, aunque la mayoría ya estaban muertos, y ahora lo están todos — Dice Osvaldo con una mueca.

— Quiero a todos el mundo buscando a esos dos hasta por debajo de las piedras — Les ordenó — Donde a Mar le llegué a pasar algo por no llegar a tiempo, les juro que los voy a matar a todos.

— Comunícate son los infiltrados que tenemos con Santome — Ordena Samy — Quizás ese idiota tenga que ver algo.

— Si, patrona.

Mi teléfono empieza a sonar y atiendo al ver el nombre de mi madre en la pantalla.

— Hola cariño — Me dice su acogedora voz.

— Mamá, ahora estoy ocupada — Le hago saber.

— Ay cariño, ¿No tienes tiempo para tu madre que tienes tanto sin hablarle? — Me dice y noto cierto reclamo en su voz que me hace soltar un bufido.

— Mamá, podemos hablar luego, cuando no esté ocupada.

Mi querida madre corta la llamada sin decir más nada y me quedo mirando mal el teléfono, no me gustaba que me cortaran.

— Pues no me interesa que no tengas tiempo, soy tu madre y debes atenderme en cualquier momento — Escucho su voz desde la puerta y volteo a verla con rapidez.

— Mamá.

— Evelyn — Dice Samy con una pequeña sonrisa.

— Hola mis niñas — Saluda la mujer que me dió la vida — ¿Que es todo este descontrol que tienen acá?

— Pequeños problemas del trabajo — Dice Samy — ¿Que haces acá?

— Vine a visitar a mis niñas — Dice con una pequeña sonrisa — Y aparte, traje compañía.

— Buenas noches, niños — Dice la voz de un hombre.

Un hombre que nosotras conocíamos muy bien.

— Tío...























































*Narra Morana*

— ¿Te sientes mejor? — Digo pasando unos paños húmedos por su frente.

— Si — Dice Aldo con pesadez — No sabía que sabías de medicina.

— No sabes nada de mi, nadie sabe nada de mi — Murmuró.

— Cuando las jefas se enteren que eres Morana, si sabrán quién eres — Dice mirándome a través de sus lentes, los cuales tenían un lente partido.

— La Morana de 10 años murió en esa explosión — Digo con una mueca — Nadie conoce a la Morana que fue raptada y abusada, mucho menos a la Morana sin piedad.

— No te haré enojar nunca — Dice soltando una risita, pero hace una mueca de dolor.

— No te rías, tienes dos heridas de bala en la espalda — Lo regaño.

Había salido casi ilesa de esa explosión, una que otra herida superficial había sufrido.

En cambio Aldo sufrió los dos disparos, aunque logré sacarlo de allí y traerlo a un sitio secreto.

Me tocó robar un auto para llegar hasta acá, lo beneficioso de esto, es que nadie más que yo, sabía donde quedaba este sitio.

— ¿Que haremos? — Pregunta Aldo.

— Primero debes sanar — Digo levantándome de la cama — Luego me ayudarás, serás mi mano derecha a partir de ahora.

— Si, señora — Dice el de lentes con una sonrisa — Te debo la vida.

— Descansa, debo ir a hacer algo.

Este asiente y salgo de la habitación, yendo hacia la sala de armamento que tenía en la pequeña cabaña.

— Haré pagar a todos esos idiotas, a mí querido tío por arrebatarme de mi familia y al idiota de Santome, por todo lo que me ha hecho — Murmuró tomando una de mis armas — Y volveré con mis chicas para tomar todo lo que es mío, mas vengar la muerte de mis padres.

Ponte fecha tío.


































*Narrador omnipresente algunos años atrás*

— Mar, Mar — Dice Natalan — Vamos a jugar a la piscina, ¿Si?

— Ahora no, Natalan — Dice una pequeña Morana estresada — Vete de mi habitación.

— Pero Mar — Dice el pequeño con un puchero.

— Te dije que te fueras — Le grito la mayor, haciendo sobresaltar.

Al pequeño se le llenaron sus ojitos de lágrimas y salió corriendo de la habitación de su prima mayor.

Nadie quería jugar con el, ni Sebastián, Ni Morana, ni su papá, ni sus tíos, nadie.

El pequeño tenía prohibido ir a la piscina solo, pero tenía calor y quería jugar en el agua.

Luego de ponerse su traje de baño, salió corriendo hacia la piscina. El patio está totalmente solo, los adultos de la casa estaban ocupados, los no tan adultos en sus habitaciones y el servicio haciendo su trabajo.

No hay mejor momento para que un niño de 8 años que no sabe nadar, se meta a la piscina, ¿No?

El pequeño Natalan entro a la piscina por la parte mas alta de la piscina, aunque poco a poco fue nadando hacia lo más profundo agarrándose del borde.

Estaba decidido a nadar de extremo a extremo, quería al fin poder nadar como todos los de su familia.

Pero, ¿Que se podía esperar de un pequeño que no sabía nadar, en una piscina que le doblaba el tamaño en profundidad?

Por otra parte, Morana se sentía culpable de como trato a su primo.

— Roier, ¿Haz visto a Natalan? — Pregunta la mayor entrando a la habitación del nombrado.

— No, hace un rato vino acá pero luego se fue — Dice este sin interés mientras juega en su consola.

— Tu también lo ignoraste, ¿Verdad? — Dice en tono de reclamo.

— Es que estaba molestando con ir a la piscina y sabes que no puedo entrar a la piscina, el también lo sabe, la herida de la operación no se ha sanado del todo — Bufa.

— Sin tripa — Se burla Morana y Sebastián rueda los ojos.

— ¿Y tú qué? Tú también lo ignoraste.

— Si, pero me arrepiento — Hace una mueca — ¿Me ayudas a buscarlo?

— Bien.

Los dos niños salen de la habitación de Sebastián y van en busca del menor, pasando por su habitación y las salas de juegos, aunque por ninguna parte estaba.

Como no lo encontraban en los pisos superiores, fueron a buscarlo en la cocina o el patio, que eran los últimos sitios que faltaban por buscar.

— Niños, ¿Y Allan? — Pregunta su tío Paul.

— No lo sabemos, hace un rato nos fue a buscar para jugar pero nosotros no queríamos — Sebastián se encoge de hombros.

— Pero ahora queremos jugar con el pero no lo encontramos — Hago una mueca — Me siento mal por como lo trate, así que quiero recompensarlo.

— Ya verás que se emocionará de jugar con ustedes — Dice Stefan, su otro tío.

— Aunque espero no le hayan hablado mal, eh — Dice Damiano, el último que faltaba por hablar.

— Quizás un poquito — Morana hace un puchero.

— Morana — Regaña el padre de esta.

— ¡¡Señores!! ¡¡El niño Allan!! — Se escucha el grito de terror de una de las señoras de servicio — ¡¡Está en la piscina y no se mueve!!

Aquella noticia le cayó como un balde de agua a todos los presentes, en especial al padre del menor.

Nadie sabia lo que se avecinaba por culpa de este suceso.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro