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007

*POV Victoria*

Luego de salir de mi segunda ducha del día, veo que Mara ya terminó su desayuno y el mío aún estaba completo, aunque creo que le faltaban fresas.

— ¿No vas a comer? — Pregunta cuando me ve vistiendome.

— Sam me necesita abajo — Me encojo de hombros.

— Pero yo los hice — Hace un puchero irresistible.

— Me matará si tardo mucho — Digo tratando de no caer en sus tácticas.

— Podrá entenderlo — Palmea su lado y suelto un suspiro, tomando asiento.

Toma una porción de hot cakes con fresa y la acerca a mi boca.

— Abre.

— No tengo cinco años, Mara — Me quejo y me mira con una ceja alzada.

No tengo más remedio y abro la boca, dejando que introduzca la comida en mi boca.

— Están muy ricos — Digo luego de pasar bocado — No sabía que cocinabas.

— No sabes nada de mi — Dice tomando otro trozo de hot cake — Como yo no sé nada de ti, ni de Samantha.

Aquello me dejó un poco desconcertada, pero tenía razón.

— Enserio debo irme — Digo levantándome.

— Está bien — Dice comiendo la última fresa que quedaba — Suerte en lo que sea que harán.

Me acerco a ella y le robó un beso con sabor a Hot cake con fresas, delicioso.

— Nos vemos luego, Dolcezza.

La dejo con una sonrisa y las mejillas sonrojadas, para luego irme de la habitación.

Esto está mil veces mejor que estar con Isarel.

— Llegue — Digo y le doy un vistazo a la oficina, la cuál es un caos de archivos — ¿Que diablos?

— Todo esto son registros de Martin — Me informa con una carpeta en la mano — Los de la derecha no nos sirven de nada, los de la izquierda son los que nos sirven de algo y los del escritorio aún no se han revisado.

— Los de la izquierda no llegan ni a 10 — Digo con el ceño fruncido.

— Si, estoy conciente — Dice y suelto un bufido — Aunque te llamaba para otra cosa.

— ¿Que cosa?

— Martin nos está esperando — Dice con una sonrisa maliciosa dejando la carpeta en el lado derecho — ¿Me acompañas, amore?

— Nunca me habían hecho una propuesta tan interesante — Digo con emoción — Vamos, no sabes las ganas que tengo que conversar con ese maldito.

Las dos bajamos al sotano y nos dirigimos a la celda más alejada de todas, y la peor.

— Vaya, vaya, vaya, que tenemos por acá — Digo entrando a la celda — Si es Martin Pérez.

— Victoria — Dice con la boca llena de sangre.

— No nos ha querido decir nada — Dice uno de nuestros matones.

— Déjanos a solas con el — Dice Sam agarrando un bate y pasandomelo.

Que divertido.

— Si, patrona.

El matón sale de la habitación y balanceo el bate en mis manos.

— ¿Por qué hacen esto? ¿Empezar una guerra sin razón solo por una nula información de Santomé? — Dice este escupiendo sangre — Ilógico.

— ¿Te suena el nombre de Mara Vargas? — Digo acercándome a el.

— ¿Que con esa zorra? — Pregunta confundido.

Error uno.

Le doy con todas mis fuerzas en una de las piernas con el bate y este suelta un alarido de dolor.

— Vuelve a decirle así y te haré tragar tus bolas — Digo apuntandolo con el bate.

— Digamos que Victoria se volvió loca en Venecia y gastó unos cuantos millones de dólares — Dice Sam acercándose con una pinza — ¿A qué no sabes en qué?

— Tu fuiste la que compraste a esa perra.

Error dos.

Vuelvo a darle con el bate ahora en la otra pierna, aunque está creo que si se partió.

— Maldita perra — Solloza de dolor.

— Violar a niñas y tener de prisionera a otra no es algo que nos gusta, Santomé — Dice Sam abriendo la pinza — Le hiciste daño a nuestra chica y lo pagaras muy caro.

Me hace una seña con la cabeza y asiento con un sonrisa.

Suelto el bate y me acerco al idiota ese, abriendole la boca lo más que puedo.

— Sentirás un pequeño dolor — Dice Sam acercando la pinza a su boca.

Este niega en desesperación y lo siguiente que se oye es su grito de dolor, y un chorro de sangre sale disparado de su boca al suelo.

Bien hecho.

































*POV Mara*

Bajo los platos a la cocina y la cocinera me saca de esta cuando estoy por lavarlos, ya que dice que debía descansar.

Ya había descansado mucho.

— Hola — Me saluda Osvaldo, el cuál había conocido hace algunos días.

— Holis — Le saludo — ¿Haz visto a Samantha o Victoria?

— Andan haciendo maldades, ya sabes, lo normal — Le resta importancia — ¿Cómo sigues?

— Bien, aunque estoy aburrida — Hago una mueca.

— Demos un paseo — Dice con una sonrisa — ¿Te gustaría?

— ¿Puedo salir? — Pregunto extrañada.

— No lo sé, pero ahora la patrona y la Diavolessa están ocupadas, aparte, irás conmigo, no te pasará nada — Me asegura.

Sonrió ampliamente y asiento con rapidez — Si quiero.

— Alístate y saldremos en unos minutos.

Asiento con rapidez y subo a mi habitación, bueno, supongo que es mi habitación, es en la que desperté por primera vez.

Busco en el armario algunas cosas que me había dado Ari y me arreglo para salir. Unos minutos después, bajo de nuevo a la sala donde Osvaldo me está esperando.

— Vamos.

Salimos de la casa hacia el garage, dónde allí nos montamos en un carro negro super épico.

— ¿Es tuyo? — Suelta un sonido de afirmación.

— La patrona me lo regaló hace un tiempo.

Me monto en el asiento del copiloto — Gracias por hacer esto, necesitaba un cambio de aire.

— No te preocupes — Me dice con una sonrisa — Aunque solo iremos por un helado, damos una vuelta por el parque y regresamos.

Asiento agradecida y salimos de aquella casa, la cual me doy cuenta que está un poco alejada de la ciudad.

— Creo que no debías ver este recorrido — Dice haciendo una mueca.

— No te preocupes, no haré nada — Levanto las manos.

— Más te vale, o me cortan la verga — Dice con terror y suelto una carcajada.

Pongo algo de música en el viaje, el cual dura unos 25 minutos.

— Llegamos — Se estaciona en un parque — Aquí venden unos helados buenísimos.

Bajamos del auto y nos acercamos a la heladería, la cual en realidad era un carro de helados.

— ¿Que sabor quieres? — Me pregunta.

— Limón.

— Uno de limón y otro de chocolate — Pide.

Nos dan nuestros helados y luego empezamos a caminar por el parque.

— ¿Como llegaste aquí? Rivers no me contó bien.

— ¿Rivers? — Pregunto confundida.

— Así le decimos a la patrona en plan de amigos — Me explica — Y a la diabolessa le decimos Miko.

— Oh, ya — Asiento — Pues Victoria me compró por dos millones de dólares, creo que es porque me parezco a alguien, y me trajo hasta acá.

— ¿Y ya cogieron? — Pregunta con un tono pícaro y lo miro sonrojada.

— Por supuesto que no — Digo en un tono agudo por la vergüenza.

— Es que vi a Rivers con más ánimos que siempre y durmió en la habitación de Vic, pero Vic no durmió alli pero se que alguien si.

— No hicimos nada — Aparto la mirada sonrojada.

— Pero no tardan — Se burla.

Unos disparos nos sacan de nuestra conversación y Osvaldo me esconde detrás de un árbol, haciendo que el poco helado que me quedara cayera al suelo.

— Nos encontraron — Murmura — Me van a matar si estos no me matan antes.

— Concéntrate y sacanos de aquí — Digo desesperada.

Este asiente y saca su arma, disparándole a unos cuentos.

— Son muchos — Niega con la cabeza — Tenemos que correr, ahora.

Toma mi mano y vamos corriendo entre los árboles, esquivando las balas.

— ¿Sabes manejar? — Me dice detrás del carro de helados.

— Si — Contesto.

— Vete a la casa, Mara, A LA CASA — Me da las llaves — Donde te vayas a otra parte, me matan a mí y a ti te harán algo peor, créeme.

Trago saliva y asiento, tomando las llaves — Iré alli, lo prometo ¿Y tú?

— Seré el despiste.

— No te puedo dejar.

— Se que hacer, Mara, ahora vete — Me empuja — Ya llamé refuerzos.

Suelto un suspiro y lo veo correr a otro lado, donde los que disparan lo siguen.

Corro hacia el auto con cuidado y me gusta abrirlo por los nervios, pero cuando ya estoy apunto de abrirlo, alguien me toma por el cuello.

— Cuanto tiempo, Mara — Escucho aquella voz asquerosa.

— Daniel — Murmuró paralizada del miedo.

— Tu y yo nos divertiremos — Dice y pone un trapo en mi nariz.

Me muevo desesperada tratando de huir, pero pronto caigo en un sueño profundo.





























































*POV Samantha*

— Ok, eso estuvo divertido — Dice Vic mientras salimos del sótano con algo de sangre encima nuestro.

— Lo disfruté como nunca — Digo con una sonrisa ladina.

Victoria toma mi cintura y me pegó a ella, juntando nuestros labios en un apasionado beso, el cual correspondí de igual manera.

— Patrona, diabolessa — Dice uno de nuestros hombres más leales y la mano derecha de Osvaldo — Osvaldo nos acaba de llamar, dice que le hicieron una emboscada y que necesita refuerzos.

Me separo de Victoria con el ceño fruncido mirando a Aldo.

— ¿Y a donde fue? Yo no lo mandé a ninguna parte — Le digo — Manda los hombres que sean necesario.

— Iré a ver a Mara y a cambiarme — Dice Vic soltando un bufido.

— Ese es el otro problema — Dice Aldo soltando un suspiro temeroso.

— ¿Que? — Pregunto cortantemente.

— Mara esta con Osvaldo — Suelta lentamente.

Juro que empecé a ver de color rojo por la rabia que sentía.

— ¿Y quien mierda les dio permiso de sacar a Mara de esta casa? — Me acerco a Aldo con furia.

— Y..Yo no sabía nada, patrona — Tiembla — Me acabo de enterar.

— Quiero a todos los hombres buscando a Mara y a Osvaldo, ¡¡Y a los dos los quiero vivos!! — Grita Victoria con enojo — Ya luego me encargo de matar a Osvaldo yo.

— ¿Que pasó? — Pregunta Ari bajando las escaleras — ¿Que es ese escándalo?

— Osvaldo saco a Mara y le tendieron una emboscada — Le digo con furia mientras subo las escaleras con enojo.

Me voy a mi habitación con rapidez y me cambio de ropa, preparándome para matar al quién sea necesario.

— Vamos — Paso por la habitación de Victoria, la cual está en las mismas.

Salimos de la casa y varios de nuestros hombres ya se estaban dirigiendo allí.

— Crees que si Mara ve la oportunidad de escapar, ¿Lo haga? — Me pregunta Vic y guardo silencio por unos segundos.

— Si — Murmuró con los dientes apretados.

— Maldito Osvaldo, lo voy a matar cuando lo vea — Dice con enojo.

Llegamos al sitios luego de romper todas las reglas de transición y vemos que el lugar es un desierto, no había nadie pero habían muchas balas en los árboles, y en el suelo.

— Busquen por todos lados — Les ordenó.

Estos se disparasen por todo el parque al igual que nosotras.

— Encontramos a Osvaldo — Grita Aldo, el cual viene delante de Osvaldo.

Este es cargado por varios de nuestros hombres al estar bastante herido.

Nos acercamos a el y antes de preguntar algo, se adelanta.

— Y..yo lo siento — Dice con dificultad — Ella iría a casa, yo le di las llaves del auto, ella lo prometió.

Aprieto la mandíbula y niego con la cabeza.

— Eres un idiota — Dice Víctima con rabia — Busquen todo rastro de Mara, localicen al auto, ¡¡Ahora!!

Veo de reojo el auto negro que le regale a Osvaldo hace un tiempo y me acerco a paso rápido a él, buscando algún indicio de Mara.

— Se fue sin el auto — Murmura Victoria — Maldita sea.

Golpea el auto y noto la puerta del piloto abierto, así que voy a ella y veo las llaves tiradas en el suelo y una hoja en el asiento.

“¿Quemar la casa y secuestrar a mi gran amigo? Grave error, patrona.

Me divertiré mucho con tu nueva adquisición, aunque no sería la primera vez

Att: DS"

— Se la llevaron — Digo dándole el papel a Victoria — DS...

— Daniel Santome — Murmura Victoria y me mira sin expresión.

— Este es el comienzo de una guerra, y hasta que no tenga la cabeza de Santome en mis manos, no parare — Digo con una furia pasar por todo mi cuerpo.

— Este es el fin de Santome — Afirma Victoria.

Ese imbecil pagaría por arrebatarme a mis padres y ahora por llevarse lo que es nuestro.

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