006
— Despierta — Le digo a Samantha mientras le toco la mejilla.
Al despertar por la mañana, me había fijado que estaba en la habitación de Victoria, con Samantha dormida a mi lado, sin omitir que me estaba abrazando posesivamente.
Pero rastro de Victoria no había.
— Hasta por la mañana eres molesta — Dice escondiendo su cara en mi cuello.
— Ayer mientras me besabas no decías lo mismo — Le recuerdo y siento su sonrisa contra mi cuello.
— Tengo una pregunta.
— Dime.
— ¿Qué te gusta hacer?
La miro extrañada — Pues ya lo sabes, leer.
— No, algo mas de eso — Veo como se incorpora y queda sentada — Algo que siempre te gusto y no pudiste hacerlo, o no te dejaron hacerlo.
— Mi sueño fue estudiar medicina — Le digo con nostalgia — Me gusta escribir, tomar fotos, me encanta cocinar, practique boxeo y me encantaba, y también me gusta hacer ejercicio.
— ¿Te apetece hacer el desayuno conmigo? — Me pregunta con una sonrisa.
Me encanta su sonrisa.
— ¿Planeas deshacerte de mi? — Pregunto confundida.
— ¿El desmayo te dejo algun daño cerebral? — Dice con una ceja alzada y ruedo los ojos — ¿Por qué la pregunta tan estúpida?
Olvídenlo, sigue igual de mamona que siempre.
— Un día ni me miras y al siguiente eres súper atenta, tengo miedo — Admito.
— Es que antes no te había besado — Bromea y rio — Ari me dijo algo que me dejó pensando y decide hacer lo que creía correcto, aunque eso no significa que puedes hacer lo que quieras, sigo siendo la patrona y dueña de todo esto.
— Pero la que se está besando a la patrona soy yo — Digo pasando mis manos por su cuello.
— Y Victoria.
— Victoria no cuenta, comparte trono contigo — Digo y me da la razón — Vamos a hacer el desayuno.
Está me sonríe y bajamos a hacer el desayuno con la ropa que dormimos, aunque algunas cosas ya estaban listas, Samantha le dijo a la cocinera que fuera a descansar que nosotras terminamos.
— ¿Sabes cocinar? — Le pregunto buscando la harina.
Tenía ganas de hotcakes.
— Ni un poco — Hace una mueca — Pero veré como lo haces.
— ¿Me ayudas a buscar la vainilla y la mantequilla? — Le digo y está busca las cosas.
Empiezo a preparar la masa y Samantha solo se para a mi lado, viendo cada uno de mis movimientos.
— ¿Y los demás?
— Haciendo algunas cosas que mandé a hacer — Contesta mientras busca algo en los cajones.
— ¿Crees que Victoria siga con esa otra mujer? — Pregunto con una mueca.
— ¿Celosa? — Dice con burla y bufo — Probablemente.
— No estoy celosa, es simple curiosidad — Me excuso — ¿Crees que a Victoria se enoje si sabe que nos besamos?
— Le enojara no haber sido la primera — Dice con arrogancia y me extiende una bolsita con gotas de chocolate — Mis favoritos son con gotas de chocolate, pero no le digas a nadie.
Es como una niña, cosita.
— Muy bien, llevaré este secreto a la tumba — Hago que sello mis labios.
Vierto las gotas de chocolate en la masa y siento a Samantha detrás mío, intentando meter una mano al recipiente con la masa.
— No — Le doy un golpe en la mano — No le metas las manos a la masa, hace daño al estómago.
— Me vale — Dice metiéndole el dedo en la masa y llevándolo a su boca.
— Samantha — La regaño.
— Control de calidad.
— A la próxima le hecho veneno — Me fijo en sus labios manchados de masa.
— Pues nos moriremos juntas.
Junta nuestros labios repentinamente y toma mi cintura con posesión, pegándome a ella y al mesón de la cocina.
Estaba entre la espada y la pared metafóricamente.
Dejo mis manos en sus hombros y correspondo el beso, no tenía mucha práctica besando, mucho menos a una mujer, pero lo estaba disfrutando.
No puedo creer como mi vida cambio en cuestión de días.
— Ay por Dios, ¿Enserio? — Escuchamos la voz de Victoria.
Separó mis labios de lo de Samantha pero no podía huir de ella, estaba atrapada.
— Hola Victoria — Saluda la patrona a la platina con una sonrisa burlona — ¿Que tal tu noche?
— Suéltala — Dice Victoria acercándose — Mara, Dolcezza, ¿Estás bien?
Más que bien.
— Te puedo asegurar que está muy bien, ¿Verdad, dulzura? — Samantha me toma de la barbilla para que la mire a ella y asiento casi hipnotizada.
¿Por qué es tan sexy?
— Ayer te dijo algo horrible y ahora la estás besando, ¿Enserio? — Me mira con enojo y solo bajo la mirada avergonzada.
Tenía un gran punto.
Intento alejarme de Samantha pero está se niega a dejarme ir, tomando mi cintura con fuerza pegándome a ella.
— Ya me disculpé — Dice Samantha con seriedad — Todos cometemos errores y Mara me perdono.
— Mara, ¿Puedes decir algo? Maldita sea — Dice Victoria con enojo.
— Solo estás enojada porque Samantha me beso primero que tú, ¿Verdad? — Le pregunto y está se queda callada — Lastima que ayer te fuiste con otra mujer.
— ¿Tu cómo...? — Empieza a preguntar confundida y luego mira a Samantha — Tu.
— Ella sola saco la conclusión — Se escusa y apoya su barbilla en mi hombro — Yo solo confirmé sus sospechas.
— Tu también te vas con otras mujeres — Bufa Victoria.
— Solo con Rocío y tengo meses sin estar con ella, yo no soy como tú — Dice Samantha con una sonrisa ladina — Y si tengo que dejarla de ver por completo por estos labios, lo haría sin pensarlo.
Me roba un beso delante de Victoria y me sonrojo.
— Deja de besarla — Dice la platina con los puños apretados.
— No veo que ella se queje — Me roba otro beso.
— Mara — Dice Victoria con seriedad y toma mi muñeca para jalarme a su lado, pero Samantha no la deja — Suéltala.
— Obligame — La reta y puedo ver la furia crecer en los ojos de Victoria.
— Yo la traje acá y la he tratado como se merece, no como tú — Dice sin soltar mi muñeca — Tu no te mereces sus besos.
— Tu tampoco, vaya a saber donde habrán estado esos labios, y esos dedos — Dice mirando la mano con la que me está agarrando.
Hago una mueca de asco — Victoria, suéltame.
— Pero — Se queja.
— Ve a lavarte las manos y la boca, preferiblemente date una ducha — Alejo mi mano de sus manos — Y tú suéltame, Samantha, no soy un muñeco por el cuál pelear.
— Pero me gusta estar así contigo — Dice abrazándome con fuerza y descanso su rostro en mi cuello.
Me derretía que fuera así conmigo, pero debía ser fuerte.
— Samantha, debo terminar los hotcakes — Miro a Victoria, la cuál mira con envidia a Samantha — ¿Vas a quedarte parada allí toda la vida?
La platina bufa y sale de la cocina renegando como niña chiquita.
— Idiota — Se burla Samantha y ruedo los ojos.
— Tu no te quedas atrás.
— Oye, cuidado como me hablas — Me mira mal.
— ¿Que harás? ¿Matarme? — Me burló — Un premio para mí.
— Te puedo encerrar.
— No te hablo mas nunca.
— Como si me importará — Se cruza de brazos.
— Bien.
Le doy la espalda y empiezo a preparar los hotcakes en silencio, ignorando la presencia de la patrona en la cocina.
— Buena, ya — La escucho bufar y sonrió, pero no me volteo — No te voy a encerrar.
Silencio.
— Mara.
Silencio.
— Deja de comportarte como una niña y háblame — Ordena.
Silencio sepulcral.
— Bien, si así lo quieres.
Me da la vuelta y juntas nuestros labios, al principio me negue al beso pero cuando mordió mi labio inferior, fue inevitable no hacerlo.
Sus manos recorrían todo mi cuerpo sobre mi ropa, explorando y manoseando todo a su camino.
Siento como mete una de sus piernas entre las mías y me preguntó la razón del porque lo hace, aunque pronto lo descubro.
Una corriente de placer pasa por todo mi cuerpo cuando presiona su muslo otra mi centro y me estremezco.
Maldita sea.
Separa nuestros labios y baja sus labios a mi cuello, empezando a mosdisquearlo y mueve su pierna, creando fricción en mi centro.
— Samantha — Gimo su nombre agarrando su hombro.
Siento su sonrisa en mi cuello y muerde este con algo de fuerza, para luego empezar a succionar y besar.
Un maldito chupetón.
Eso estaba haciendo.
— Precioso — Besa su "obra de arte" en mi cuello — Pensé que no me hablarias.
— Jodete — Me separó de ella sonrojada.
Aunque aún sentía cosquillas en mi vientre baja y mi zona pedía más atención.
— Huele a quemado — Dice confundida.
— La puta madre, los hot cakes.
Volteo este y veo que está quemado.
— Ese se lo podemos dejar a Victoria — Dice con una sonrisa burlona.
Ruedo los ojos y boto el hot cakes quemado, para terminar de hacer el resto.
— ¿Por qué mandaste a Victoria a bañarse? — Pregunta robándome una de las fresa que estaba lavando.
— No es justo que tú recibas algo y ella no — Contesto dejando las fresas en un plato.
— ¿La vas a besar?
— No, Samantha, la voy a ignorar — Ruedo los ojos.
— Pues me acabas de ignorar, sería justo — Dice encogiéndose de hombros.
— No haré eso.
— Bueno, fue bueno mientras duró, ahora tendré que compartir tus besos.
— Pues tener a Rocío para ti sola, no es como que yo vaya a durar mucho.
— ¿De que hablas? — Pregunta confundida.
— Cuando ustedes se aburran de mi, ya no me necesitaran más y me botaran — Digo con obviedad.
— Mira, Vargas — Dice tomándome por el rostro con seriedad — Dónde vuelvas a decir semejante estupidez, te juro que te vas a arrepentir.
Una corriente recorre todo mi cuerpo al ver la oscuridad en sus ojos.
— Discúlpate por decir eso — Me ordena.
— Lo siento — Digo en un hilo de voz.
— Buena niña, Dolcezza — Me felicita, provocando que me sonrojada, y me da un beso en la comisura de mis labios — Ahora subamos el desayuno.
Cuando termino de hacer todos luego de ese momento, Samantha me ayuda a poner todos en tres platos distintos con fruta y los subimos a la habitación de Victoria.
— ¿Ya te quitaste toda la porquería de Isarel? — Se burla Samantha acostada en la cama cuando Victoria sale del baño.
Sale con unos shorts y un top deportivo.
— ¿Isarel? — Pregunto — Que nombre tan raro.
Victoria solo rueda los ojos y sube a la cama, robando una fresa de mi plato.
— Ese era el mío — Me quejo.
— Gracias por recordarlo — Dice Samantha robándome una fresa.
— Idiotas — Bufó.
— ¿Te dejaste sobornar por unos bombones de fresa? — Me pregunta Victoria.
— Gracias por la idea, por cierto.— Dice Samantha con burla.
— Estaban muy bueno — Hago un puchero y noto como la mirada de Vic se suaviza.
— No es justo que ella te haya besado primero, yo te he tratado de maravilla — Se queja.
— Lastima que fuiste muy lenta — Dice Sam para luego meterse un pedazo de hot cakes en la boca.
Victoria bufa y se cruza de brazos, volteando la mirada.
¿Y está es la mafiosa más peligrosa del mundo?
Puff, un terroncito de azúcar.
Me doy una rápida mirada con Samantha y está me indica con los ojos el regazo de Victoria, lo cuál tomo que me siente allí.
Con las mejillas sonrojadas, me subo a horcajadas al regazo de Victoria y tomo sus mejillas con mis manos, haciendo que me mire.
— ¿Que haces? — Dice mirandome con un brillo en los ojos.
— Hazlo — Le digo — ¿Quieres besarme? Hazlo, Samantha lo hizo y no me negue, pero tú no lo haz hecho, no tienes derecho a molestarte.
— Pero — Dice.
— Vic, Vic, Vic — Dice Sam arrodillándose detrás mío — Solo tienes que besarla, ¿No lo quieres acaso?
— Claro que sí, pero no así — Dice nerviosa.
— ¿Que? ¿Quieres velas y una cena romántica? — Se burla Samantha — Si tú no la quieres besar, yo si.
Sam voltea mi rostro para tener mejor accesos a mis labios y junta nuestros labios, besándome con lentitud, llevándome al borde de la locura.
La mano de Sam sube a mi cuello y lo aprieta un poco, provocando que abriera la boca y ella pudiera introducir su lengua en ella.
Sentir como apretaba mi cuello y sus fríos anillos se adherían a mi piel me estaba volviendo loca.
Siento como las manos de Victoria toman mis muslos y los aprieta, por lo cuál me separó de Samantha y miro a Vic con la respiración agitada.
Lo único que veo son los ojos oscuros de placer de Victoria, ya que junta nuestros labios en un beso desesperado.
Vic tenía los labios más suaves y dulces, Sam los tenía no tan suaves y con un sabor mentolado.
Pero las dos me encantaban.
Las manos de Samantha bajan a mi cintura para apretarlas posesivamente y sus labios bajan a mi cuello.
Si no las paraba, esto llegaría a otra cosa.
Lo podía notar por el desespero de Victoria al besarme y apretar mis muslos, mi centro palpitaba al tener sus manos tan cerca.
Y también notaba como Samantha ahora tenía sus manos dentro de mi camisa y cada vez iba subiendo más, aparte escuchaba su respiración acelerada en mi oído.
Necesitaba parar aunque no quisiera.
Acababa de conocerlas.
Necesitaba un poco de moral, al menos.
— Paren — Digo separandome de Victoria.
— Ahora no, por favor — Pide Samantha con la punta de sus dedos rozando mi brasier.
— Si seguimos así, no pararemos — Digo sacando sus manos de mi camisa, provocando que bufe.
— ¿Y quién te dijo que queremos parar? — Dice Victoria con el ceño fruncido.
— Yo si quiero parar — Me bajo de su regazo — No quiero caer tan fácilmente.
— Nos acabas de calentar para nada — Se queja Victoria.
— Son cosas que pasan — Digo con una sonrisa ladina.
Samantha se arregla su ropa para luego acercarse a mi, tomando mi barbilla.
— Está te la tenemos anotada, Dolcezza — Dice con seriedad — Te juro que cuando al fin te hagamos nuestra, vas a suplicar piedad y no pararemos hasta que te veamos llorar de placer, estás advertida.
¿Premio o premio?
Trago un paso de saliva y no digo nada, ¿Que se supone que deba decir?
— Nos vemos luego, dulzura, tengo cosas importantes que hacer — Besa la comisura de mis labios — Victoria, te necesito en mi oficina lo antes posible.
— Ahora bajo, necesito otra ducha — Farfulla parándose de la cama.
Samantha sale de la habitación y Victoria entra al baño, dejándome sola.
¿En qué mierda estoy metida y porque me encanta tanto?
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