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22. Jaque Mate

Me incliné en la ventana trasera de la camioneta. A través de los lentes oscuros, repasé la figura atada de Hyojin. Pensaba en qué me había atraído de ella; culpé al alcohol. Era lo contrario a mi tipo. Podía ser bonita para aquellos que les gustaran «bajitas y flacas», yo era del porcentaje «altas y con mucha carne». De vez en cuando había excepciones.

—No quiero morir, Dominic —sollozó, su voz ronca por el constante llanto y súplica.

—Llorar no cambiará nada.

— ¡Por favor! Nunca quise arruinar tu amistad con Jung-su, ¡te lo juro!

—Muñeca, no arruinaste nada, solo lo estaba utilizando. —Hago una seña al hombre a su lado. De un certero golpe en la cabeza con la culata de la pistola, la neutraliza—. Por fin... Lárguense. El más mínimo error lo pagarán con sus cabezas, si es que vuelven con vida.

Había elegido a los mejores combatientes de un específico clan de mercenarios israelí. Movía mis hilos en ese mundillo de manera discreta pero firme, con la influencia de un primo paterno, así obtenía beneficios desde Arabia Saudita.

Di dos golpes en el techo como orden de partida. La camioneta arrancó y más atrás le siguieron otras cuatro. Sería un movimiento pesado, los hombres de Jung-su eran más peligrosos, asesinos estratégicos. Fue una misión suicida. Tendrían que hacer el espectáculo de sus vidas.

—Los enviaste a morir —aseguró Audrey a mi lado, mientras veíamos la soledad del bosque frente a nosotros.

—Se un buen líder, todos darán la vida por ti.

Un suspiro fluyó de sus labios.

—Espero que esto te salga bien.

—Sí.

Posó su mano en mi brazo, apoyando la barbilla en mi hombro.

— ¿Vienes conmigo a España?

—Iré a California.

— ¿Voy contigo? Hace tiempo que no voy. Podré pasar por la agencia de modelaje en Los Ángeles. Tal vez hasta haya algún trabajo para mí y podremos estar más cerca.

Fruncí el ceño. La belleza del bosque perdió sentido al igual que mi concentración en mis propios pensamientos de miseria. Observé la ilusión en sus ojos, sería una canallada despreciarla.

—Si quieres.

Una sonrisa iluminó su rostro.

—¡Maravilloso! Recuperamos tiempo perdido. De muchas maneras creativas.

Alcé las cejas ante su tono juguetón. Ella no era precisamente el epítome de la seducción, era más bien inocente, reservada y dócil. Demasiado dócil. Era todo lo contrario de lo que Madison era.

Me reproché a mí mismo por volver a compararlas. Ya no sabía de qué jodida manera separar la realidad y la ficción. Audrey era mi realidad, Madison seguía siendo ficción. Una era mi compañera «estable», otra un juego intermitente del que me estaba obsesionando más de lo que alguna vez pude.

—Estaré ocupado pero, ¿creativas?

—Sí. Nos involucra a ti, a mí y un par de mujeres...

—Ah —musité, con un repentino nudo de incomodidad en la garganta—. Ya.

Mentiría si dijera que algunos de los mejores momentos de mi vida no fueron en una cama con tres mujeres. Era culpable de ser un adicto a la anatomía femenina. No obstante, me di cuenta que llevaba meses sin hacerlo. Solía satisfacer mi fantasía una vez al mes, sin embargo, no lo hacía desde... ¿Febrero?

Un destello de varias cabelleras negras, sábanas rojas, champán en pieles desnudas y preservativos de fresa cruzó mi mente. San Valentín, el último día que lo hice. El hecho me tomó por sorpresa. Febrero.

—Bueno, rey. Iré a terminar la maleta.

—Ajá.

Me besó en la mejilla para luego dar saltitos al interior de la casa, haciendo flotar su vestido floreado y las trenzas rubias. Era un ángel demasiado bueno e inocente para mí, hubiera preferido que se fuera a España, lejos de mi perversión y abuso emocional. Siendo honesto, el sexo de desahogo me golpeó con cierta culpabilidad, quería poner un poco de distancia, pero acepté porque la conocía desde pequeña y sabía lo persistente que era. Eso la había llevado a donde estaba. Cuando se obsesionaba con algo, lo obtendría de alguna forma.

Nunca se daba por vencida cuando quería algo.

Y me quería a mí.

Vaya, al final de todo sí que tenía algo en común con... Eso es todo.

Madison.

El intercambio de miradas entre Jung-su y Mikhail me pone en estado de alerta. Algo ha sucedido. Seguía procesando la sangre en mi paladar cuando Kang entró para susurrarle algo a Jung-su que lo paralizó. Bill no se ha apartado de mi lado, preparado para cualquier inconveniente.

Siento un tirón en el estómago al ver a Jung-su beberse las últimas gotas de nuestra sangre en la copa. Un hilo carmesí se escapa de sus labios, que con una tortuosa lentitud lame. Un fuego que no conocía brilla en sus ojos, y su voz profunda llena el tenso silencio cuando habla.

— ¿Dónde está Dominic?

—No sé. Lo vi ayer, él me llevó al club.

Él asiente con aparente quietud. El brazo de Bill se tensa alrededor de mi cintura cuando Jung-su desenfunda una preciosa pistola platinada. La certeza de lo que sucede me embarga, no necesito palabras, Dominic movió su ficha. El hombre se está esforzando para hacerme un jaque mate.

Si bien Jung-su desconfía del sexo femenino, aceptó conocerme a pesar de mi conexión con el mismo hombre que «arruinó» su compromiso. Me dio un voto de confianza que ya estoy perdiendo. Es imposible para mí aceptar dos derrotas en tan poco tiempo.

— ¿Estás segura de eso?

—Me tomo los negocios en serio, nada de lo que esté pasando ha sido por mí —declaro con tranquilidad y seguridad.

Mikhail toma la delantera del asunto al apuntarme con un Colt Python, révolver caracterizado por su elegante diseño, precisión letal y reputación. Debo admitir que me da un poco de gracia esa arma en manos de un hombre imponente como él. Su amenaza no me produce ni una pizca de temor, aún así permito que Bill se interponga entre el révolver y yo.

—Dame una sola razón para no meterles un tiro ya mismo.

Jung-su le dirige una aniquilante mirada.

—Que no somos animales salvajes deshonestos, bájalo.

Una pequeña sonrisa se forma en mi rostro ante la frustración visible de Mikhail, dejándose mandar por alguien con menos poder que él. Esas acciones me proporcionan información, significa que la secta le importa mucho más de lo que aparenta, a tal nivel de ceder su poder. Él me mira con un sentimiento que reconozco: el temor de mi influencia. La solución: asesinarme antes de que pueda perjudicar su hobbie.

—Eso fue decepcionante, Mikhail. ¿Matarme por  impulso?

—Puedes fingir, almaz. Cualquier pridurok podrá pensar con la cabeza de la polla contigo, no somos el caso.

Observo con atención sus movimientos, guardando el revólver, simplemente para incomodarlo con mis juzgadores ojos. Sé que logré mi cometido cuando me mira con más rabia que antes y, muy en el fondo, rendición.

A mi oído llegan susurros de Bill sobre ceñirse al plan, no sé cuál, pero mi atención se centra en el coreano que camina hacia nosotros, con Mikhail atrás cual perrito faldero. Kang vuelve a entrar a la habitación, acción que provoca un abrupto silencio y que su anuncio sea audible para todos, a pesar de ser un leve susurro.

—Cruzaron la entrada norte.

Los ojos sin emoción del coreano se detienen en Bill. Es tranquilo, objetivo, analiza muy bien la situación en lugar de actuar por impulso —a diferencia de su socio—, eso habla mucho de él. A través del silencio, puede aterrorizar más que otro, porque no sabes cuál será su reacción.

Estudio cada movimiento y lo grabo en mi memoria.

—Empieza a hablar, Bill Willis.

—El jefe debe estar en un avión justo ahora. «El Círculo» carece de razones para atacar. La relación y el negocio de la pre-venta sigue vigente.

Oculto mi intriga tras una mirada de advertencia hacia Mikhail y su provocación con el révolver. Es la segunda vez que oigo «El Círculo», y sigue siendo un misterio como la pre-venta.

Dominic mencionó algo sobre alianzas, ¿quiénes conforman «El Círculo»? ¿Cuál es su misión exacta? Mi mente se llena de miles de preguntas hasta que Mikhail hace girar el tambor del revólver. El sonido me devuelve a tierra en un segundo.

—Déjame pensar eso a mí, rubito —le dice a Bill, con la burla en cada palabra.

Mi boca se niega a permanecer cerrada. Cedo a mis propios impulsos, porque su personalidad roza el borde de mi paciencia.

—Impulsivo cegato.

Jung-su da un paso atrás, dejando que un resentido Mikhail se enfrente a mí.

—Sabes que me importa poco que seas una protegida de Callaghan. Te cortaré la garganta igual.

—Hace menos de cinco minutos querías llevarme a la cama.

—El sexo es un plus, almaz, piénsalo. Se llama priorizar, y mi honor clama a gritos tu sangre.

—Avísame la fecha para dejar la puerta abierta y echarme a dormir de lo preocupada que estaré.

De reojo, noto el atisbo de una sonrisa en los labios de Jung-su. Su socio, por el contrario, ha perdido su buen humor. Evito parpadear, mirándolo a los ojos por un par de segundos, y vuelve a ceder a mí. Se repasa el bigote con el meñique, algo parecido a un gruñido escapa de su boca al pasarme por al lado, chocando su brazo contra mi hombro a propósito.

—Voy a lidiar con esta mierda.

Una pequeña sonrisa orgullosa y perversa se forma en mi rostro. El placer que consigo jugando con los hombres es indescriptible. Batalla ganada, dopamina generada.

—Interesante reencuentro —carraspea Jung-su al mismo tiempo que Mikhail sale.

Eso quiere decir que su socio le contó sobre cómo nos conocimos. Necesito hallar la forma de averiguar qué tanto sabe de mí, cualquier cosa que parezca inocente puede utilizarlo en mi contra si no estoy preparada.

—Placentero para mí.

Kang se adelanta poniendo un iPad frente a su jefe. Desde mi posición, noto que es el vídeo en tiempo real de una cámara de seguridad, pero no logro identificar el lugar. La entrada norte, supongo.

—Son mercenarios israelíes, señor. Ya identificaron a los primeros abatidos por sus tatuajes. Este clan suele hacer trabajos sucios de Jing Kai. El equipo los está neutralizando. El coche está listo para partir.

—Los conozco —comento—. Sé cada debilidad y fortaleza de ese clan, es patético una vez que los estudias.

Jung-su asiente y aparta el iPad.

—He oído cosas. Tenemos que enviar un mensaje a Kai, me quedaré. Tendrás noticias mías, Madison. Por hoy hemos acabado. —Voltea hacia Bill y añade—: Verificaré que lo del viaje es cierto.

—Como quieras.

—Yo también me quedaré —decido, tomándolo de sorpresa. No lo puedo evitar, será una perfecta oportunidad para afianzar los lazos—. Quiero entrar de lleno contigo, Jung-su.

Advierto la mirada de desconfianza de su mano derecha, tampoco cree que esté de su lado. Hombres sabios; también me gusta cuando ven más allá de mi belleza, cuando solo ven mi aura oscura.

—Es más peligroso de lo que crees. Ser parte de Narak no te implica estas obligaciones.

—Quiero darte apoyo. Soy más capaz de lo que puedas estar pensando.

Lo piensa durante unos segundos que se tornan eternos. La aprobación es un breve asentimiento que me revitaliza. Aún no sé cuál es el objetivo de Dominic, pero es una gran oportunidad de demostrarle a Jung-su que le conviene nuestra relación. De paso, purifico un poco mi alma arrancando la vida de esos hombres.

Mis guardias designados nos esperan en el pasillo al salir, custodiados por hombres del coreano. Sus caras de mala leche me hacen adivinar que los han acorralado como Jung-su a nosotros. Luke se lame los labios, tirando de su piercing con evidente frustración antes de unirse a Bill detrás de mí. Poco le agradó cuando Dominic lo asignó junto al pelirrojo.

Mis escoltas personales por el cártel.

Bill se inclina hacia mí mientras cruzamos la puerta de la casa, recibiendo un golpe de viento y aroma a pólvora.

—El jefe te conoce —susurra distraído—. Demasiado.

Analizo brevemente su confesión, en tanto un asiático me lanza cualquier arma. La reviso. Un rifle de francotirador de alta precisión, equipado con una mira telescópica de largo alcance y un silenciador. Servirá, al menos.

— ¿A qué te refieres?

—Lo supo a la perfección. Supo que te quedarías.

La confirmación de que esto es obra de Dominic no es novedad, el hecho de que planeara que yo me quedara es lo que me genera cierto desconcierto. Uno que prefiero ignorar para unirme —sin permiso— a un grupo de hombres liderado por Jung-su y les hablo del modus operandi del clan, más algunas órdenes que disfrazo de recomendaciones para detenerlos antes de que ataquen la casa.

Después de que nos entreguen chalecos antibalas, me dispongo a seguirlos hacia donde se concentra la pelea, sin contar que Bill atrapara mi muñeca. Luke a su lado, impasible, menea el índice como  negación. Intento soltarme pero al girar me encuentro con los otros tres mastodontes de Dominic.

— ¿Ahora qué? —Me aseguro de bajar la voz—: Esto es lo que planeó su jefe. Dudo que la KDO hiciera esta estupidez.

En mi contra, sujeta mi muñeca con más fuerza. Me obliga a caminar detrás de los demás a una distancia prudente.

—Debes separarte de ellos. Esto es entre tú y el jefe.

—Bill, podrías explicarte mejor.

—Deja que te vean pelar un poco, pero a mi señal vas a desaparecer en dirección oeste, donde seguirás a Luke. Nosotros te estaremos cubriendo. Solo cinco minutos estarás en escena.

Me rio incrédula. Todo este espectáculo de Dominic merece una cuantas risas, porque es de mérito el esfuerzo que se toma para «castigarme».

—Busquen otro trabajo, porque lo mataré.

Mencionar el nombre está demás, todos lo captan y una que otra risita se les escapa a unos. Que se burlen de esa posibilidad no me ofende, me place, es una ventaja más. Dominic Callaghan sigue pulsando los botones equivocados, y mi anhelo de romper la ley con un homicidio premeditado, crece.

Corro a través del denso bosque, no muy lejos de Jung-su. Bill y Luke me respaldan mientras Jung-su lidera a su grupo en una feroz batalla de balas y golpes en otro extremo. La adrenalina fluye mientras nos sumergimos en una pelea caótica.

Un israelí se aproxima a mí, esquivo el disparo y salto sobre él hasta lanzarle una patada en la cara que lo hace caer. Lo elimino con un disparo en la frente. Solo necesito dos segundos para matar.

Recibo una patada en la espalda que me lanza al tronco de un árbol. Mi nariz choca contra la madera, sentir el líquido que desciende a mis labios me hace sonreír. Me agacho, consciente de su próximo movimiento. La bala impacta contra el árbol mientras yo ataco su talón de aquiles. Bill y Luke continúan a cierta distancia, uno a cada lado, protegiéndome de las balas.

Advierto la navaja del hombre que se viene sobre mí, y con reflejos rápidos, desarmo al israelí, arrebatándosela de las manos. Un golpe basta para incapacitarlo de inmediato. En un movimiento preciso, hundo la navaja en su cuello rajándolo hacia un lado. La satisfacción más el placer recorre mis venas. La sangre pinta mis manos como un trofeo.

Me cubro detrás de otro árbol mientras los disparos resuenan a mi alrededor. He notado que Jung-su vio mi espectáculo sangriento, lo que espero sean puntos a favor, así que decido acercarme más a él. Hago caso omiso a la orden de Bill.

Asomo mi arma y disparo a un israelí que se acercaba al grupo de Jung-su. Me muevo ágilmente, cambiando de posición y disparando con precisión a otros hombres hasta logar una mejor cercanía con él.

Desprotegida por Bill y Luke, quienes puedo ver correr hacia mí, me enfrento a tres israelíes que me rodean. Sus rostros cubiertos por una túnica que deja a la vista sus ojos sumidos por el deseo de muerte.

Un deseo que tenemos en común.

El trío levanta los puños, la señal incrementa mi excitación. Tal como me gusta: cuerpo a cuerpo. Siempre preferiré unos buenos golpes que un disparo.

Ataco al primer hombre, bloqueo sus puñetazos, acertando un par de golpes en sus costilla. En él utilizo fuerza de impulso para trepar sobre sus hombros, girar mi cuerpo y que mis piernas se estrellen contra el rostro de los dos restantes. Caigo al suelo, doy una voltereta y mi pie impacta la cabeza del segundo israelí en el aire en tanto saco la navaja ensangrentada que guardé en mi bota. Al caer, el filo del arma empuja en la carótida del primero. Lanzo el enorme cuerpo hacia un lado donde noto venir disparos. Por suerte, Bill llega a tiempo para eliminarlos.

Mi tobillo lastimado arde en un pinchazo de dolor, pero no dejo que me detenga. Todavía es pronto para utilizar zapatos de tacón, sobre todo en un combate, pero lo bonita nadie me lo quita.

Bloqueo los ataques de los otros dos hombres y contraataco con una serie de golpes precisos que los dejan tambaleándose. Aprovechando su momento de debilidad, derribo uno al romperle el cuello en tanto que propicio una patada con la punta del tacón en la garganta del otro. Ambos queda incapacitados en el suelo. Al tercero, le presiono el cañón del rifle en la frente y disparo.

Boom. La sangre vuela por todos lados.

Mi orgullo alcanza su punto máximo. Allí está, ese es, placer culposo. Siempre está allí y me roba una sonrisa malévola. Es como si mi cuerpo recibiera un chute de energía. Cada golpe, cada disparo, están impregnados de una mezcla de excitación, concentración y la necesidad de probar mi valía.

La señal de Bill me desestabiliza, es la orden de marcharme al oeste, para lo que debo cruzar entre el último grupo de israelíes en pie. La duda se apodera de mí al iniciar mi recorrido, voy cubriéndome detrás de árboles mientras los elimino a unos cuantos con el rifle. Corro sin rumbo fijo detrás de Luke, cada vez más alejados del resto.

—Tu brazo sangra —informo entre jadeos, al chocar contra su espalda por su abrupto cesar de correr.

—Alguien desacató las órdenes.

Miro en la misma dirección que él, en lo alto de la ladera del bosque. Un tropezón y sabrá Dios dónde acabará mi cuerpo, es bastante inclinada. Entre los árboles, en tierra plana, se aprecia una figura que reconozco como un israelí por su túnica. Camina de un lado a otro, desorientado.

— ¿Qué hay allí abajo?

—Tu prueba. —Tan relajado como si no tuviera una herida de hala en el hombro, echa un vistazo a mi rifle—. Dámelo, le destruiré las rodilla.

—Mejor matarlo.

—El jefe ordenó que cualquier desacato se pagaría con decapitación.

—Suena bien.

Clavo una rodilla en la tierra, dispuesta a preparar el arma. Luke sujeta el rifle impidiendo que lo manipule. Me dirige una mirada amenazante que no me gusta, porque él no tiene más poder que yo.

—El tiempo es oro para ponerte jugar a desafiarlo. Dámelo, el mío no es de largo alcance.

—Ten un poco de confianza. Yo lo haré, las dos rodillas.

Luke intenta quitarme el rifle pero aplico toda mi fuerza en él. Deja escapar un resoplido irritado, volviendo a tirar de su piercing en el labio inferior. Seguro que eso duele.

—Rápido. Cada minuto cuenta.

Observo detenidamente al objetivo y calculo la trayectoria del viento. Ajusto la mira de mi rifle con precisión milimétrica, controlando mi respiración. Aprieto el gatillo sin vacilación. La bala impacta en todo el centro de la frente del hombre, a esta distancia considerable. Su cuerpo desaparece de la vista. Finjo una inocencia cínica al mirar a un estupefacto Luke.

Oops.

Él se lleva las manos a la cabeza, aturdido.

—El jefe va a molestarse, demasiado, Madison.

Me levanto, divertida de su temor. Podría importarme menos qué tan molesto se ponga ese cabrón.

—Falló mi puntería, qué vergüenza.

—Vas a responder por esto.

—Sin miedo.

Luke sacude la cabeza. No sé bien si quiere matarme o matarse él, creo que cualquiera le vendría bien para su disgusto.

Su voz emerge más cortante que nunca al darme las instrucciones de lo que próximo a hacer. Me indica un camino alterno en la ladera que se compone por rocas, estas permiten que la bajada sea más rápida y segura. Me ordena bajar hasta hallar mi prueba. Las ganas de desviarme del camino son inmensas, pero esto es lo que debo cumplir. Salto de roca en roca hasta que, antes de llegar al final de la ladera, encuentro una sima¹ a un lado del camino.

Un fugaz aroma a carne asada es suficiente señal para mí. Reconozco ese olor a carne. Es piel humana.

De un salto, entro en la oscura sima a paso seguro. Una lámpara de queroseno descansa en el piso rocoso, donde la claridad del exterior se desvanece. Esto sí que es una situación jodida. El olor a quemado es más evidente, no podría pedir una vibra más terrorífica. Sujeto la lámpara para poder guiarme, aunque es poco lo que recorro. La figura de una mujer en una silla se hace visible, nada más. Doy zancadas hasta ella, imaginando la peor jugarreta de Dominic.

El impacto se apodera de mis sentidos cuando la escena queda iluminada por completo, gracias a la lámpara. Mis manos tiemblan ligeramente al dejar en el suelo los objetos. El humo emerge de unas placas metálicas que rodean sus muñecas y tobillos. Nada de ataduras de cuerda o cuero. Metal que está quemando su piel. Una mordaza que cubre mitad de su rostro impide que cualquier sonido escape, pero el dolor, la desesperación y el terror puro en sus ojos es más fuerte que cualquier grito.

Venas se enmarcan en su cara bañada en lágrimas, de piel rojiza e inflamada en menor medida. Cada vez que se sacude en un vano intento de soltarse, solo provoca que su piel se derrita aún más. Ese aroma inunda mis fosas nasales, hace que mi estómago se hunda.

Me he paralizado por breves segundos. Repasando cada detalle de la aterrorizante imagen frente a mí. Despierta partes de mí que deberían permanecer muertas. Eso es lo que más me aterra: las pesadillas constantes que se agolpan en mi mente, una tras otra, como si hubiera hecho un click.

Mi mirada vuelve a caer en sus manos y pies inmovilizados, la respiración entrecortada se convierte en un jadeo que acaba en un sollozo ahogado.

El primer hecho que cruza mi mente es: lo sabe, Dominic lo sabe.

Pero, ¿cómo podría saberlo? ¿Cómo podría utilizar algo así en mi contra?

Carece de sentido. Es inconcluso. Decido que ha sido una jugada que jugó en mi contra, por mera casualidad.

La mujer vuelve a retorcece, un torrente de lágrimas desciende por sus mejillas y su agónica mirada me traslada al aquí y ahora. Mi primer instinto es quitarle la mordaza, suelto los tornillos que dejaron mal puestos y el aparato cae en mis manos.

Por fin, admiro su rostro entero. El frenético llanto envuelve el aire mientras que mi corazón vuelve a palpitar con fuerza.

Jaque mate.

— ¿Lee Hyojin?

— ¡Por favor, ayúdame! —grita entre llantos—. ¡Quitámelo, quitámelo!

Finalmente, todo se esclarece, el porqué de todo. La clave siempre fue Hyojin, ella es mi verdadera prueba de lealtad. Es fácil analizarlo una vez que lo tengo de frente.

— ¡El tiempo! ¡Revisa el tiempo, por favor!

Investigo alrededor de la silla, encontrándome detrás con un aparato adherido al respaldar. Cuatro minutos, cincuenta y seis segundos. En el suelo, un pequeño generador de electricidad que conecta a un tubo en la silla que, supongo, es el causante del calor generado por las placas.

— ¿Qué mierda es esto? —siseo, tocando ligeramente el nacimiento de una docena de cables.

A un costado, un soporte de hierro del que cuelga un contenedor pequeño de productos químicos, conectado a través de pequeños tubos y conductos que se ramifican desde el aparato en el respaldar hasta unos dispositivos con aguja que se insertan en distintas venas de Hyojin. Reconozco el mecanismo de acción con válvulas, pero nunca había presenciado una utilización como esta. Y he visto muchas cosas retorcidas en mi vida.

Leo las etiquetas en el contenedor con un mal presentimiento. «H₂SO₄»², sentencia de muerte.

— ¿Qué es esto, Hyojin? Se específica.

— ¡Es veneno! —clama, agonizante—. ¡Es el RX5!

Tic, toc. Cuatro minutos, treinta y dos segundos.

¿Qué demonios es «RX5»?

Me apresuro en investigar el aparato, pensando en qué manera puedo desactivar el temporizador, con los desgarradores gritos y súplicas de Hyojin. Me parece increíble que a estas alturas aún tenga tal poder vocal. Tiene solución, por lo que veo en las válvulas. Dominic me ha dejado la oportunidad de desactivar el temporizador.

De pronto, a los pies del soporte reparo en una hoja que antes no había visto. Mis ojos leen cada palabra de forma veloz, notando el palpitar furioso en mi pecho y las náuseas.

¹def. Cavidad muy profunda que nace en la superficie terrestre.
²def. Compuesto químico llamado Ácido Sulfúrico, un ácido fuerte y altamente corrosivo utilizado en diversos procesos industriales y en el laboratorio.

Holaa. Breve nota. Pido disculpas si he llegado a cansar alguien por capítulos muy largos. Lo hago principalmente porque como lit actualizo cada 3-4 meses, dejo algo largo, pero ya estaré tratando de hacerlos más cortos para que no canse. Me puse límite de al menos 3,5k palabras y aquí lo pasé hasta 4k, pero bueno recorté lo que pude. Prometo que mejoraré eso. Gracias 🫶🏻

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