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10. Amores

Aminoro la velocidad, rodeo el coche que parece una tortuga y vuelvo a pisar el acelerador a fondo. La camioneta donde se traslada un narcotraficante mexicano todavía es visible. Sam O'Connell maneja un Mercedes delante de mí, da un voltazo y se une a la autopista.

Cambio de velocidad y le sigo la pista, con coches policía y de la DEA detrás de mí. De la nada una moto aparece en mi campo de visión. La ignoro y sigo concentrada en la persecución, alcanzo a Sam. Él me mira, sonríe de lado y acelera mucho más, dejándome atrás.

Eso sí que no.

Subo de velocidad.

Conduzco a toda potencia haciendo uso de los 560 caballos de fuerza Echo un vistazo al retrovisor, la moto está casi besándome. Es fácil reconocer que es una mujer en su vestimenta negra gracias a las perfectas curvas de su cuerpo.

Cambio de carril, ella me imita.

Me está persiguiendo, obviamente. Resoplo. ¿Quién coño será ahora?

Varios disparos impactan contra mi coche tomándome desprevenida. Por inercia bajo la cabeza. Ha deteriorado el resistente vidrio del McLaren 720S.

Se pasó tres pueblos. Esa mujer ni se imagina lo vacía que quedó mi cuenta del banco después de firmar los papeles de compra del coche deportivo. Que estuve un mes sin comprar ropa o cosméticos. Mi vida de pija se vino abajo y esa tía no va a echar por tierra mi sacrificio.

Me desvío de la autopista hacia un no muy concurrido camino que lleva de vuelta al centro de la ciudad. Como era de esperarse, me sigue.

Quito una mano del volante, cojo la pistola, y sacando la mano por la ventana, disparo a ciegas. Será mejor que aplique la que nunca falla.

Piso el freno, el coche se detiene bruscamente mientras que la moto sigue derecho. Rápidamente apunto al caucho, disparo, la moto pierde el control y escucho el grito de la mujer cuando cae al asfalto.

Nunca falla.

Sobre ella se cierne una gran nube de humo que desprende del motor. Corro hacia ella con la pistola en alto. La misteriosa mujer tiene las piernas atoradas bajo la moto, una de debajo el motor ardiendo. Me agacho y le quito de un tirón el casco.

Sus facciones delatan su procedencia. Corea. No la conozco en absoluto, aunque no sería la primera vez que un desconocido viene por mí mediante órdenes de alguien más.

Tose provocando que salga sangre por doquier de su boca.

— ¿Quién eres y por qué me persigues? —Alzo el tono de mi exigente voz.

—Soy la... La esposa de Dominic. Por tu culpa se quiere separar de... de mí. No he podido matarte pero me encargaré que todos sepan que eres su amante.

Dejo de lado el asombro y sin piedad alguna, clavo el tacón de mi zapato en la herida que tiene en la muñeca izquierda. Chilla de dolor. La agarro por el pelo y la obligo a mirarme.

—No me hagas joderte la otra mano —la amenazo duramente—. Dame una razón coherente para matarme, no esa estupidez.

Escupe sangre y algunas gotas caen en mi rostro, cierro los ojos. Sonrío, casi incrédula.

—Hagas lo que hagas, voy a hablar. Maldita zorra. Eres igual de puta que las demás.

¿Maldita zorra? ¿Puta?

De lejos distingo el sonido de las ruedas contra el asfalto. Observo sobre mi hombro. Son camionetas de la DEA. Regreso la mirada a mi atacante. Si existe alguna solución razonable para esta nueva complicación, desaparece de mi mente. Me incorporo con la idea de lo que tengo que hacer muy clara en mi cabeza.

Contra cualquier orden mía propia, mi brazo se eleva con el cañón apuntándola.

—Lo siento, querida, no me dejas otra opción.

—Eres igual que él —balbucea mientras lucha por mantener sus ojos abiertos.

Disparo la pistola dos veces. En su pecho. Trago saliva, respirando con dificultad. Cuando las camionetas se estacionan a unos metros de nosotras, las gotas de sudor frío resbalan por mi frente.

La maté.

Una extraña sensación se expande en mi pecho, mis ojos se nublan pero me mantengo firme e imperturbable.

Lo hecho, hecho está.

Su nombre era Jackie Callaghan.

Veintiséis años, graduada de la universidad, sin antecedentes, vivía en Los Ángeles, California. Nació en Corea del Sur. Un informe implacable. ¿Por qué alguien como ella se casaría con Dominic Callaghan?

Me corrijo a mí misma.

¿Qué mujer en su sano juicio se casaría con Dominic Callaghan?

¿Ayer me manda un collar de un valor desorbitante y hoy me entero de que estaba casado?

Verónica me regala una pastilla para la cefalea, ya que olvidé mi neceser de medicinas en el apartamento. Una falla. No tengo idea de lo que me pasó al matar a esa mujer, solo sé que lo que sentí deseo no vuelva a repetirse.

Descuelgo el teléfono de la oficina, dispuesta a llamar a alguien que me ayudará, pero Sam entra sin previo aviso y tira una fotografía en la mesa. Es una mujer rubia con gafas de sol entrando a un hotel.

—Siena Hordwich está en la ciudad.

Enseguida olvido la llamada y todo lo demás.

—Un hombre la reconoció en un hotel y llamó, este es el hotel.

Parapetada, hago llamadas y corro al aparcamiento con Sam pisándome los talones. En menos de cinco minutos llego al hotel, puedo ser una furia al volante.

Hay una ambulancia y varias patrullas en el lugar. Mi gozo se va al pozo cuando veo a forenses con una camilla entrar al hotel. Algo me dice que Siena es el cadáver que van a sacar.

En el vestíbulo reconozco al detective Peter hablando con un forense. No hablamos desde la muerte de Willows, pero no me detengo a saludar, directamente le pregunto dónde está. El detective me acompaña al ascensor sin decir nada, subimos al quinto piso donde hay un mogollón de gente. Criminalistas.

Me apresuro a entrar a la habitación, o escena del crimen. El cuerpo inerte de Siena Hordwich está en la moqueta sobre su propio charco de sangre, la pared derecha está salpicada de sangre, señal de un brutal ataque.

El guaperas de David del FBI, está agachado al lado del cadáver. Cuando nota mi presencia, me mira de pies a cabeza y sonríe con esa galantería que tiene. Hace más de un año no nos veíamos, después de una noche un poco loca en una discoteca.

—Las formalidades después, guapo, ¿qué tienes?

—Murió hace una hora aproximadamente, tiene moretones en todo el cuerpo, pero se centran en el vientre. Estaba desangrándose cuando fue estrangulación su posible causa de muerte. Aún no encontramos evidencias, está todo limpio. Y tú sí que estás más buena, tía, con más masita muscular.

—Por Dios, David, respeta a los muertos —exclama Sam, haciéndose notar. David hace una mueca y me lanza un beso de los más coqueteo. No lo soporto, me río.

Parada al lado de la camilla, el cuerpo desnudo de Siena está pálido, frío, y los moretones son más visibles. Era una zorra, pero sufrió mucho a la hora de morir. Fue un acto de odio.

Rick, el patólogo, me entrega unos guantes y me regala una detallada conclusión.

—La causa de muerte fue estrangulación. —Señala el cuello y veo la marca—. La comprensión es horizontal y es centrípeta, las manos del homicida son más grandes y gruesas que el cuello debido que puede verse la marca irregular. Hay estigmas ungueales y por la ubicación fue estrangulada con ambas manos ejerciendo presión al mismo tiempo sobre su estómago. Hay hematomas por golpes a mano y un objeto que concuerda con un tubo de metal, la parte más interesante está aquí... Las heridas más graves se encuentran en su vientre, el charco de sangre donde estaba no era de sus heridas, la sangre en la pared sí lo era, fue atacada de pie todo el tiempo. Alguien la sostenía.

—No me digas que la sangre era de...

—Siena sufrió un aborto, tenía unos dos meses de embarazo. El atacante sabía que estaba embarazada, la razón de que sus heridas en el vientre sean más violentas...

Rick continúa hablando sobre su diagnóstico estomacal y sobre el feto, y yo estoy atónita tratando de procesar la información. A parte de casado, ¿embarazó a otra?

¿Me está puteando?

—... Signos de violación y trató de defenderse. Ella luchó, pero notablemente no ganó... Ya que la mujer estaba amorosamente involucrada con Dominic Callaghan, están comparándolo con el ADN de él.

—Muchas gracias, Rick.

Sacude la cabeza y la seriedad en su rostro es reemplazada por una carismática sonrisa.

—A tu orden. Te extraño aquí molestándome para que te enseñe Patología.

Le devuelvo la sonrisa, yo también extraño estar aquí pasando tiempo con los muertos. Cuando era parte del FBI, pasaba por el laboratorio forense para andar de chula creyéndome criminalista.

Y aprendí.

—Es nostálgico. Iré a hablar con Peter.

Rick ondea la mano despidiéndose centrado otra vez en el cuerpo de Siena. Lo dejo felizmente con los tiesos y me dirijo a Toxicología. Eva está de espaldas a mí inclinada sobre el microscopio, me apoyo en el umbral y la observo echar un líquido amarillo con un gotero en un tubo de ensayo, lo pone en la gradilla.

— ¿Ocupada, Tiana? —pronuncio su antiguo apodo otorgado por su tono de piel y facciones idénticas al personaje de Disney.

Ella deja la pipeta graduada con delicadeza en la mesa y voltea a mirarme con sorpresa, sonríe y corre a abrazarme.

—Estás más alta y más rellena, ¡estás muy hermosa!

Y dale con lo gorda.

— ¿Estás trabajando en el caso de Siena Hordwich?

— ¡Así es! Hay insuficiencia de sulfato ferroso, quizá por el embarazo... Nuestra amiga tenía altos niveles de ácido Acetil-Salicílico.

—Aspirinas —digo, Eva sonríe y asiente—. Se absorbe rápidamente por el tracto digestivo, se afecta por las concentraciones intragástricas y el pH.

—La aspirina se hidroliza parcialmente a ácido salicílico durante el primer paso a través del hígado.

—Y su distribución es amplia por todos los órganos —culmino—. Si seguía así tendría un infarto.

—Sí. También consumía cocaína, al parecer aún estando embarazada. Quizás no sabía su estado, ¿quién sabe?

Me quedo un rato más hablando con Eva sobre muertos hasta que es solicitada en la morgue. Después de ser besuqueada por todos en el FBI, me marcho de vuelta al trabajo.

Tengo mucho que procesar.

Dos días más tarde el detective Peter tiene la información que necesito para el caso. Han trabajado lo más rápido posible.

El tubo de metal con el cual fue agredida lo encontraron, pero no hay huellas. Analizaron el cabello debajo de las uñas de Siena, es ADN masculino pero no aparece en el sistema. Los restos de semen concuerdan con el ADN de las uñas y están siendo comparados con el de Callaghan también, siendo él el principal sospechoso.

El nombre con que se registró en el hotel es falso, revisamos las cámaras y obtuvimos una clara imagen. La matrícula de un coche nos lleva a Ericsson Jones.

Suelto la tablet con el informe recibido del FBI y me dirijo a los agentes a mi cargo, sentados a los laterales de la mesa ovalada, siendo yo la cabeza.

—Siena queda embarazada y lo mantiene oculto durante dos meses. Tiene su reputación y solo gozaba de veinticuatro años. Ella sabe de quién es su hijo, conocemos el comportamiento de un perfil como el de Callaghan. No se lo tomaría muy bien. Finalmente, él se entera. Ella quiere el bebé, Dominic no. Él la obliga a abortar y ella se niega, suficiente motivo asesino para alguien como él. Esta vez decide no arriesgarse y la manda a matar, si no se iba el bebé, se tendrían que ir ambos. Los hematomas hablan por sí solos.

—Homicidio calificado, en razón de parricidio y traición —determina el agente Freddy.

—Por otro lado, en razón de la causa por pago o promesa remuneratoria —añado—. Había dos hombres, el atacante y uno de apoyo. Callaghan puede ser cualquiera.

—En las grabaciones del hotel solo se ve a Ericsson Jones y Siena Hordwich entrar a la habitación, nadie más —contradice, el agente Ulises.

— ¿Cuáles fueron los lapsos de tiempo en cada entrada y salida? —cuestiona, Lucas.

—Jones rentó la habitación el viernes a las siete de la noche, entró de inmediato y no salió más hasta el sábado temprano las ocho con veinte. Entró una hora después. Salió a las doce y minutos más tarde Siena entró a la habitación con la llave de él. En las grabaciones del vestíbulo se identificó a ambos intercambiando la llave y una carpeta. Él se marchó y ella entró —les aclaro.

—Si no había nadie...

—Claro que había alguien —le espeta Hank a Dylan.

—A ver, es una situación analítica que debemos debatir —repone Adam.

—Tío, ¿pero cómo vas a decir que no había nadie? —le pregunta incrédulo Freddy a Dylan—. Se mató sola y tal.

— ¡Ni siquiera me dejaron terminar de hablar! —exclama Dylan a la defensiva.

Suspiro hondo y echo la cabeza hacia atrás tratando de no entrar en desesperación cuando empiezan los seis agentes a discutir entre ellos. Les regalo un mísero minuto de gloria hasta que doy un fuerte golpe en la mesa con el puño. Todos callan abruptamente.

—La habitación tiene un balcón que conecta por poca distancia, es fácil saltar de un balcón a otro. La cámara que reflejaba la puerta de la habitación de arriba se dañó, lo cual es sospechoso.

—Con una cuerda o la misma sábana puedes bajar al balcón inferior —concuerda Hank.

—Nuestro potencial sospechoso es Ericsson Jones, hay que encontrarlo.

La mañana siguiente a punto de marcharme al trabajo, hay un papel encajado en la puerta del conductor del McLaren. Dejo mi pesado maletín en el techo del coche y reviso el misterioso papel.

«Alejáte de él».

Más nada.

Y lo primero que pasa por mi cabeza es: Dominic Callaghan, porque, ¿de quién más tendría que alejarme?

Si maté a Jackie y Siena murió, ¿quién enviaría tal amenaza? Pienso en Jessica. La creo muy capaz de follarse a Dominic y más, pero, no de hacer este tipo de cosas.

Me deshago del papel en el basurero del aparcamiento y hago como que esto nunca pasó.

Pero al próximo día decido pasar por la cafetería cerca del trabajo para comprar algunas cosas antes de irme a casa. Saliendo del establecimiento una chiquilla de unos catorce años se emociona al verme. Confundida, la miro de pies a cabeza, pensando si la conozco o no.

Entonces chilla que ha usado mi hashtag en el Twitter, y desea compartir que ha podido conocer a la rompeculos de Madison Donovan.

¡¿De dónde saca una cría tanta palabrota?!

Para no hacerle un feo, accedo a sacarme una foto con ella. Yo no entiendo mucho a la juventud de ahora, pero, parece que soy la sensación entre ellos. Sonrío. Están admirando mi belleza.

Le quito el seguro al coche antes de llegar. Arrugo la nariz viendo el vidrio trasero dañado por las balas de Jackie. No he tenido tiempo de llevarlo a reparar, pero lo haré ya mismo si así dejo de sentir ansiedad cada vez que veo el daño.

Rodeo el coche y suelto un grito ahogado al chocar con un hombre al lado de la puerta. De manera instintiva toco la pistola, preparada, pero frunzo el ceño al reconocer el sombrío rostro de Howard Whittaker mirándome lleno de resentimiento.

Tiene el perfecto aspecto de un psicópata enfermo de odio.

— ¿De qué vas? —espeto.

—Dijiste que caminara hasta acá y eso hice, agente.

—Ya. Apártate, me estorbas.

—Me destituiste el primer día por una hipocresía tuya, traidora —masculla, apretando los puños.

—Mira, querido, no es mi culpa que por tu envidia hayas tenido que perder tu lugar. Supéralo, adiós.

Se niega a hacerse a un lado y yo me empiezo a hartar. No quiero hacer un numerito en el aparcamiento de una concurrida cafetería.

—Nos traicionas. Traicionas el país. Y vas a pagar —murmura mirándome fijamente, esperando una reacción nerviosa de mi parte.

No lo consigue, a pesar de que por dentro sé a qué se refiere y me pregunto desesperadamente cómo es que él lo sabe.

—Dime tú por qué, yo no sé.

—Sabes dónde está Dominic Callaghan, y como te acuestas con él, lo cubres. —Sonríe, como un ganador—. Por eso le dijiste «capullo arrogante» con naturalidad, porque tienen comunicación y yo tengo pruebas.

Pensando en qué decir, sonrío ampliamente, con gracia.

— ¿Yo insultándolo en la tele por hacerme trabajar tanto? Pues vaya prueba más patética.

De un empujón, lo hago a un lado. Abro la puerta lista para marcharme de aquí lo más pronto posible, pero él vuelve a abrir la boca cometiendo un grave error.

—Eres su puta, Madison.

Tiro la bolsa de papel en el asiento, vuelvo a cerrar la puerta y ya sin importarme estar en público, le rompo la nariz con un puñetazo. Logro quitarle la cara de triunfo para pasar a ser una de dolor y con sangre brotando de su nariz.

Lo agarro por las solapas de la chaqueta y tiro de él bruscamente contra el coche deportivo.

¿Tendrá él algo que ver con las amenazas?

—Insultar a una dama es de malos modales, por más puta que pueda ser, ¿tu mami no te le enseñó? Ah, cierto, murió pariéndote a ti. Vaya desperdicio. No te vuelvas a acercar a mi con acusaciones estúpidas. Bonita vida, Howard.

—Jessica, estamos en la discoteca un viernes y tú no sueltas el móvil.

—Estás en todos lados, tía —se ríe, sin mirarme —. Aquí dice que son memes, no lo entiendo muy bien pero es muy gracioso.

¿Sigo siendo la sensación del internet? Intrigada, le echo un vistazo a lo que la tiene muerta de risa. Es una fotografía mía en la rueda de prensa, con mi sonrisita y señalándome con el dedo. Abajo reza la frase: «Yo puedo decir lo que me dé la gana».

—Vale, muy chistosito —bufo.

Ya que ella está más que entretenida con mis «memes», me pido una copa de Bourbon mientras le hago ojitos a un rubito en la otra punta de la barra. Él me guiña el ojo y bebe del licor. Está guapísimo, es una lástima no poder ligármelo.

-—Você é bonita -—susurra alguien de voz pastosa en mi oído, cuando ya me encuentro achispada.

—Mauro —adivino, jocosa.

Miro con pesar la dirección en que Jessica se ha marchado con un tío después de darle un sorbo a mi copa. Lo último que quería era encontrarme con el portugués intenso. Pero como soy masoquista, le sigo el rollo al moreno de pelo largo y dejo que me saque a bailar.

Es guapo, cuando lo conocí en Río no me pude resistir a él, nos enrollamos un par de veces y eso fue todo, pero él... se obsesionó.

Como todos. No me hace falta usar el sexo para tener a mis pies a quien desee, pero cuando los dejo, se desesperan por volver a mí.

Admito que estoy a gusto bailando de espaldas a él, pero él se cansa rato después y me voltea, lo que es raro porque le fascina que le rocen el paquete con el culo.

Tomándome desprevenida, me coge de la nuca y esboza una pícara sonrisa. El seductor recorrido de su lengua por sus labios puede conmigo. Recuerdo las maravillas que esa lengua recreó en mí y cedo al deseo de volver a saborearlo. Él encantado profundiza el beso tanto como puede. El nivel de alcohol en mi sangre me confunde y resistencia es débil. De pronto, es apartado de mi boca y parpadeo, mareada por lo que hice.

—Ya vete, Mauro, ella tiene novio —interviene Jess reticente. No alcanzo a ver la reacción de Mauro, ella me arrastra al pasillo de los baños—. Ni por un momento se me pasó por la cabeza que él estaría aquí...

Siseo una maldición, asintiendo. Me paso las manos por el pelo, temo que ya estoy borracha.

—Joder, le he puesto el cuerno a Dominic, va a matarme —me lamento, preocupada.

—Tu pareja es el bobo de Ryan...

—Dios santo, ¡pobre espécimen!

Pronto me encuentro caminando por el pasillo, angustiada. ¡Dominic va a terminarme después de seis años de relación!

Jessica me detiene agarrándome los hombros, tiene las mejillas rosadas y se le nota nerviosa, pero, para mí es más importante pensar en como haré para que Dominic no me pida el divorcio y se quede con la custodia del niño.

—Estarás bien, Maddie... Abre la boca.

En cualquier otra circunstancia, me habría reído ante la orden, pero borracha hasta las trancas, ya no sé nada, no sé lo que hago, y me convierto en una persona totalmente vulnerable. Lo más extraño, es que el alcohol nunca me había hecho débil antes, al contrario.

La abro, obediente, y ella me hace tragar una píldora amarilla con un sabor extraño. Me dice que es un calmante, le creo y me ayuda a caminar a la salida de la discoteca.

Mi visión es cada vez más borrosa, balbuceo y no puedo coordinar bien mis movimientos. La fuerza abandona mi cuerpo poco a poco, pero soy incapaz de dormirme.

Soy consciente de que Jessica me acompaña a mi apartamento, me sostengo de ella mientras entramos. Quiero pedirle que se quede a dormir conmigo para que no conduzca hasta su casa, pero no consigo pronunciar nada, como si olvidara cómo hablar.

Y mi mente ya es incapaz de entender lo que sucede.

—Lo siento mucho, Madison, pero ya no lo puedo aguantar más. Si te lo pedía no lo habrías hecho, tú no eres así. Espero que sepas que yo te quiero mucho..., y te deseo mucho más.

Siento sus gruesos labios sobre los míos, me besa sin control, con fuerza y ansia. Yo se lo permito, porque no puedo hacer nada para negarme o separarla. No respondo pero mi cuerpo sí, el toqueteo y los besos encienden un fuego dentro de mí.

Para mí es lo mismo, sea hombre o mujer, tengo los ojos cerrados y las caricias, los besos, y la sensación es la misma.

Mi mejor amiga me guía al sofá, caigo en él y miro el techo, atontada. Sea lo que sea que pretenda hacer conmigo, no podré evitarlo.

Nunca fue envidia.

Fue celos y amor.

(Para no perturbar mentes de personas homofóbicas, si es que hay, con esta casi violación homosexual, censuro lo que sigue y lo corto hasta aquí xd)

Edit: perdónenme por la nota de arriba, solo tenía como 16 años. Eso SÍ FUE una violación, no "casi", y aunque tenía ideas equivocadas del tema, al menos corté la escena. Todavía hoy la dejo así.

Temprano por la mañana, deslizo la cabeza por el colchón y el vómito fluye de mí al piso al instante. Gimoteo adolorida. He arruinado una bonita alfombra. Pero al abrir los ojos veo una mesa de cristal que no está en mi habitación.

Estoy en la sala y con un increíble dolor de cabeza. ¿Tanto bebí? Me arrastro hasta el baño, me desvisto y dejo que el agua fría me termine de despertar. Joder, ni siquiera recuerdo cómo llegué, no recuerdo nada.

Jamás en mi vida volveré a probar el alcohol.

Mientras me pongo la ropa interior noto una pequeña mancha roja en mi muslo interno, muy cerca de mi sexo. Ladeó la cabeza y me subo las bragas. ¿Qué locura habré cometido?

Antes de ir a limpiar mi desastre en el sofá y alimentar a mi pobre gato, llamo a Jessica. Ella debió ocuparse de mí, o bien pudo ser un desconocido con quien me enrollé.

Qué cojones, los episodios de borrón de memoria habían quedado en mi adolescencia.

—No pasó nada malo —me asegura—. Quizás fue Mauro antes de que yo te buscara. Te dejé en el apartamento y me regresé.

—No me acosté con él —sostengo, tumbada en la cama.

—Pero nada quita que te haya metido la cabeza entre las piernas. No sería la primera vez... En fin, ni siquiera lo recuerdas así que nunca pasó.

Tiene razón. Quizás más nunca lo vuelva a ver. Mi parte zorra lamenta no recordar lo que pasó, pero, es mejor así.

Una vez ya estoy más cuerda, limpia y capacitada para ejercer mi profesión, recojo mi maletín y en un exquisito traje ejecutivo color marfil me dirijo al bufete Taylor & Asociados cerca del pentágono. Ingreso al edificio de cuatro plantas con mis ojos cubiertos por lentes oscuros.

El recepcionista me reconoce en cuanto uno de mis tacones pisa la cerámica del vestíbulo. Me entrega el carnet con mis rostro que me identifica como abogada del bufete.

—Abogada, el señor Taylor no me anunció su visita —se sorprende la secretaria del jefe, nerviosa levanta el teléfono.

—Ocuparé mi oficina, Paula. Yo misma me comunicaré con Ian —le informo sin detener mis pasos.

La oficina al final del pasillo solía ser un cuarto de archivos que en cierto punto fue transformado en una oficina que pudiera usar las veces que me saliera la vena abogada. El amo del bufete, Ian Taylor, es amigo íntimo de mi padre y quizás el mayor apoyo que tuve en la escuela de Derecho.

A través de una corta llamada interna, le comunico a Ian mi presencia. Pocos minutos después, entra a la oficina con dos tazas llenas de un humeante café. Le ofrezco una afable sonrisa y él señala los papeles esparcidos en la mesa blanca.

— ¿A qué se debe esto, abogada perdida?

—Permisos, legalizaciones, certificaciones, que no dejaré en manos de otro abogado. También, porque necesitaré tu firma para un proyecto que tengo en mente.

Ian lee brevemente la hoja que le entrego. Se pasa una mano por su perfecto pelo blanquecino peinado y me lanza una perspicaz mirada.

—Tengo una condición...

—Ya vamos a empezar —murmuro dando un trago del delicioso café negro.

Una sonrisa juguetona aparece en su rostro.

—Madison —dice en un tono de suspenso—. Una sola cita con Oliver.

—Ian, tu hijo es atractivo, te aseguro que no morirá soltero. Dale tiempo.

—Una cena —insiste, lleva años insistiendo con lo mismo. Lo que él no sabe, es que ya conocí el interior de la boca de su hijo, porque de saberlo nos habría arrastrado a una iglesia—. Vale, sin compromiso alguno. Solo una cena de colegas en mi casa.

Suspiro y lo miro durante varios segundos. Los sacrificios que debo hacer para sacar adelante mi proyecto.

—Bien, pero empecemos con esto ya.

Ian celebra su triunfo. Se coloca las gafas de lectura y se quita la chaqueta del traje negro.

—Entonces, señorita, construyamos el cimiento de tu organización humanitaria.

*
#JessicaIsOverParty

GENTE. Madison después de oír que tenía un # en Twitter, un día después se abrió su cuenta para presenciar la funa como toda una valiente.

La bio en inglés porque lo estaba haciendo en el que se supone es su idioma, pero pensé que muchos tal vez no sepan inglés así que estará en español. Aunque ya saben que en la historia sería inglés. Les subiré los tweets que vaya haciendo. 🤗

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