"Engaño"
LIBRO: Rendirme a tu seducción.
CAPÍTULO: 29. Mentiras.
ESCENA ELIMINADA - RECICLADA.
Cuando cruzo las puertas de la oficina administrativa, hay un drama montado. Varios agentes caminan apresurados de allá para acá y yo no entiendo qué está pasando. ¿De qué me perdí?
De reojo reconozco a Verónica entrando al cuarto de seguridad de manera sigilosa.
— ¡Agente Donovan! ¡Gracias al cielo aparece! —Me intercepta un agente que no conozco o no recuerdo—. Tiene que ir a la planta directiva.
—Pero ¿qué ha ocurrido?
— ¡Una red anónima ingresó al sistema! Es todo lo que sé.
— ¿Qué sistema? —pregunto, ocultando mi cabreo.
—De las armas —responde como si fuera una declaración de muerte.
Sé quién es, pero lo que me interesa ahora es averiguar qué hace Verónica en el cuarto de seguridad cuando debería estar en su puesto.
En lugar de dirigirme al ascensor, me desvío al cuarto. Giro la manija de la puerta pero esta está trabada. Maldigo y sin más, pateo con fuerza la puerta. No abre. Saco la pistola de su estuche en mi cintura y disparo a la cerradura tres veces, finalizo con una patada y finalmente puedo entrar al cuarto de centro de control y seguridad.
Pillo a Verónica con una mano apoyada en la ancha mesa de los controles mientras con la otra se tapa la oreja derecha. Tal parece que no se ha dado cuenta de mi presencia y por el ruido que hay afuera capaz no escuchó los disparos. Me escondo detrás de los estantes de carpetas y me esfuerzo por escuchar lo que dice.
—Seis, nueve, tres, cinco... Ya va... —Teclea algo y puedo ver que está desactivando algunas cámaras de seguridad, en específico las de la entrada trasera subterránea—. ¡Ay, o sea! ¡No me grites, Sávzka!
La luz verde del panel izquierdo se enciende y tomo eso como un empujón para salir de mi escondite. La muy zorra abrió las puertas del almacén subterráneo. Ya Dominic tiene el acceso para sacar las armas, solo le faltaba abrir las puertas.
—Mira nada más. Santa Verónica.
Ella voltea a verme asustada y se pone pálida de la impresión. Me acerco al panel y oprimo dos botones, cerrando las puertas. La luz se torna roja.
— ¡No! —Hace ademán de acercarse al panel pero se lo impido agarrando sus brazos con fuerza—. ¡Espera!
En un rápido movimiento le saco el auricular de golpe. Ella me lanza una furiosa mirada, esta no es mi amiga la santurrona.
De repente recibo un duro golpe en las costillas proporcionado por su pierna. Atónita, doy varios pasos hacia atrás, recuperando el aire y canalizando el dolor. ¡Qué perra salió!
Noto cómo abre de nuevo las puertas y de inmediato me recupero un quejido. Es obvio que ella está involucrada y relacionada con Dominic así que me olvido de las puertas y la agarro por el cuello ahorcándola con el brazo. Sus uñas se clavan en mi brazo e intenta zafarse, de un tirón la empujo hacia atrás y cae al piso respirando forzosamente.
Cuando estoy apunto de oprimir el botón, una mano se envuelve en mi tobillo y me hace caer de boca al piso. Por suerte estiro los brazos y mi cara no impacta contra el piso, de lo contrario ya habría perdido varios dientes. Verónica ya me está sacando de mis casillas.
Dispuesta a cargármela, me levanto.
—Solo aguarda, por favor —suplica jadeante, cubriendo el panel con su cuerpo.
—Tienes diez segundos antes de que te descargue la pistola en la frente.
Ella se apresura a recojer el auricular del y se lo vuelve a poner.
—Sí, sí... Aquí estoy, ¿ya? ¡Ya! —exclama y por fin, cierra las puertas.
— ¿Qué hacen aquí? —habla alguien.
El jefe de seguridad nos mira entre enojado y alarmado. Sin pensarlo saco la pistola y disparo, justo en la frente. El hombre cae con un charco de sangre extendiéndose en el piso.
Verónica parece volver a ser la misma y chilla. Bruscamente la agarro del brazo y la arrastro conmigo escapando de allí. ¡Estoy en shock! No me puedo creer que acabo de matar a un compañero de trabajo sin siquiera pensarlo. Fue mi primer instinto, si no lo hacía... Joder.
Subimos al último piso donde el ambiente está tenso. Las miradas se posan en nosotras y suelto el brazo de Verónica. Tengo que olvidar mi shock o seré predecible.
—Tengo al responsable de esto.
Siento la intensa mirada de Verónica en mí. Les cuento mi historia en la comisaría para justificar mi ausencia y de cómo el jefe de seguridad nos traicionó. Una historia muy elaborada y creíble.
Por gloria divina ponen su voto de confianza en mí y yo no podría sentirme más mal. Lo que hago con Dominic al final nos va a beneficiar, pero ese hombre ha muerto sin justificación. Nunca había matado a alguien porque sí.
Incluso tenía más razones cuando maté a Jackie, y ella intentó matarme a mí primero, pero él... Joder.
—Ahora sí —la enfrento, en mi oficina–. Me vas a decir absolutamente todo.
Luce nerviosa. Empieza a jugar con un mechón de cabello. Esto me da muy mala espina, no hay nada que odie más que la mentiras. La obligo a sentarse en una silla.
—No tuve otra opción —murmura y sus ojos se cristalizan—. Me amenazaron con lastimar a mi familia si no los ayudaba, tenía miedo —solloza, se sube el dobladillo de la falda y deja al descubierto una reciente cortada en su muslo izquierdo—. Mira, me lo hicieron cuando me negué a ayudarlos.
No le creo. La manera en que se comportó allá abajo, cómo le habló al sujeto, no parecían de una chica asustada siguiendo órdenes de un criminal peligroso.
— ¿Cuándo sucedió eso? ¿Dónde estabas?
—En... Saliendo de un club en Washington. Fue el fin de semana cuando te comenté que saldría con mi hermano. Él se quedó adentro y yo salí porque tenía sueño, el estacionamiento estaba solitario y me agarraron. No sé adónde me llevaron, solo recuerdo una habitación del súper asco.
— ¿Quién o quiénes eran? ¿Puedes describirlos?
—Era uno... Bueno, no, eran dos. Sí, uno joven y otro más viejo, ambos tenían capuchas.
¿Habrán sido Arthur y Ericsson? No, no tiene sentido, ellos no tienen nada qué ver con Dominic.
— ¿Qué te dijeron exactamente?
Verónica se muerde el interior de la mejilla y golpea el piso con el tacón de los zapatos. No sabe qué decir y no sé si preocuparme por que tal vez esté mintiendo o está diciendo la verdad.
—Sabían que trabajo aquí, me necesitaban. Cuando me negué me hirieron. Sabían mucho de mí y mi familia, tuve que aceptar. Tenía mucho miedo —susurra al final, otra lágrima rueda por su mejilla.
En el hipotético caso de que diga la verdad, ella no sabe que Dominic está detrás del robo. Pero ¿quién es Sávzka? Tengo mucho lío en la cabeza, maté a un hombre, el asunto de Jessica, ahora esto. Va a dolerme la cabeza.
Le miento a Verónica, le digo que todo está bien pero en realidad no lo está. Ella sabe algo, oculta algo, y no quiero pensar que Dominic esté viéndome la cara de idiota.
Hasta ahora Verónica ha sido fiel a mí, es una buena mujer con todo y su locura. Aunque lo niegue tiene una tórrida relación con el jefe y le pone mote a todo lo que se mueve. No sería capaz de estar ligada a Callaghan ¿o sí?
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