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Renacimiento

Parte II: Huevos para el Desayuno

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Kakashi Hakate solo había tenido un equipo gennin en toda su vida como ninja en el servicio activo, solo tres mocosos de doce años que aún ni siquiera empezaban a desarrollarse completamente, y eso fue más que suficiente.

Ni siquiera una carrera como ANBU élite te prepara para esa tarea, y podía aceptar que no fue el mejor. Sus estudiantes eran -y son- la definición literal de DESASTRE.

Quizá se debió de dar cuenta de eso en el momento en que le asignaron al ultimo Uchiha vivo afiliado a la aldea, que ya de por si, era el mismo niño que presenció con sus propios ojos la muerte de su clan completo a manos de su hermano y quien le dijo que tenía que matarlo para cobrar venganza. Como persona que también fue testigo de la muerte de un padre, sabía que su camino ya estaba completamente jodido.

El segundo fue el hijo de su difunto maestro, que, para rematar, era el portador de un maldito Bijuu, una bestia casi mítica que mató a cientos de personas y años después seria uno de los pilares que formarían la peor guerra que el mundo ninja haya tenido la desdicha de vivir.

Con todo eso en sus manos, a Kakashi le fue fácil olvidar que los escuadrones ninjas se formaban por tres gennin, y no solo dos, dejando a Haruno Sakura relegada en un punto entre el olvido y fuerza de relleno. No tenía nada contra la pobre niña proveniente de una familia civil, sin línea de sangre o poder especial para competir a la par de sus compañeros.

Aún se culpaba por eso, no debió de haber abandonado el entrenamiento de Sakura, su deber como gennin sensei era convertir a esos niños reciente graduados en ninjas. No debía culparla por su falta de educación o conocimiento sobre la verdadera vida que eligió llevar.

Se acomodó mejor en el sillón, pasando a la siguiente pagina del desgastado libro de paginas verdes que había leído tantas veces que ya perdió la cuenta.

―¿Qué estas leyendo, Kakashi-sensei? ―le habló Minato, sentándose a su lado para poder ver mejor la portada, ya sabía muchos kanjis, pero esos le parecían completamente desconocidos.

―Artes ninjas. ―respondió, girando su único ojo visible al pequeño que llevaba el nombre de su maestro, buscando algún parecido en las mejillas regordetas con el Yondaime, y como siempre que lo hacia, no encontró nada. ―Además no soy tu sensei.

Sus ojos negros y cabellos azul azabache lo hacían más una copia en miniatura de Sasuke, lo cual era adorable, su mirada impaciente le dejó claro que su respuesta había sido muy superficial y no estaba conforme.

―Oto-san y Oka-san siempre te llaman "sensei" ― explicó, subiendo las piernas al sofá para quedar más cerca del antiguo kage. ―Y tampoco eres su sensei.

―Porque esos tres son unos irrespetuosos que utilizan el "-sensei" para no utilizar el "-sama" que obviamente merezco.

―Yo creo que solo lo hacen porque saben que te molesta. ―dijo otra voz desde el otro lado de la sala, el pequeño ni siquiera se inmutó cuando Kakashi lo miró fijamente.

Kakashi suspiró de nuevo.

Mi siquiera sabía porqué había aceptado ser niñero de los gemelos mientras los padres estaban en la ceremonia de graduación de Shinachiku, había varias razones por la que decidió no tener hijos, tener que responder preguntas extrañas parecía encabezar la lista en estos momentos. Que le interrumpieran su lectura luchaba por el primer puesto también.

―¿Por qué te molestaría que lo hicieran, Kakashi-sensei? ―preguntó de nuevo Minato, y el peliplata pudo jurar que vio una sonrisa burlona en Itachi.

¿Qué clase de monstruos estaban educando sus antiguos alumnos?

―No me molesta. ―bufó, pasando de nuevo la página a pesar de no haber leído más de tres líneas de la anterior.

―¿Puedes enseñarme una técnica ninja? ―

―Ni siquiera hemos entrado a la academia, Minato. ―le dijo Itachi a su hermano, ganándose la mirada del Hakate, sintiéndose observado.

―Pero pronto lo haremos. ―se animó el gemelo mayor, brincando del sofá. ―Aunque yo quería estar junto con Shina-oni-san.

―Que los kami libre a los sensei de la academia si tiene que tener a los tres dentro del mismo edificio. ― susurró Kakashi, sintiendo lastima por ellos, apenas se libran de uno y les llegan dos más.

―¿Te imaginas que Kakashi-sensei sea nuestro sensei cuando nos graduemos? ―gritó emocionado Minato a su gemelo. ―Entonces ya no me podrá pedir que no lo llame sensei por no ser mi verdadero sensei.

No en esta vida. ―pensó el peliplata, sin negar que de verdad quería a esos dos pequeños granujas, no podía dejarlos de comparar con los hombres por los que recibieron su nombre, quizá un día estén a la altura, pero ya estaba muy viejo para cuidar niños. ―Sus padres ya llegaron.

―¿Enserio? ―gritó Minato, corriendo a la puerta para recibir a su hermano.

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