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Renacimiento

Parte II: Huevos para el Desayuno

19

A sus seis años, era la primera vez que Shinachiku cargaba un bebé.

Sus brazos cortos formaban una cuna que era del tamaño suficiente para que su hermano se acomodara en ella. Se sentía extraño, como si tuviera que ser mil veces más cuidadoso de todos los movimientos que hacia para evitar asustar al pequeño Itachi y que comenzara a llorar.

―Sus ojos son como los tuyos, oto-san. ―susurró, Shina, pareciéndole increíble lo negros que eran. ―Pero su cabello no parece ser como azul muy fuerte.

―Mina-chan si tiene los reflejos azules de Sasuke. ―agregó Naruto, cargando al otro gemelo, que parecía querer comenzar a llorar desde que fue separado de su hermano.

―Tu eres una fotocopiadora, Sakura. ― dijo Ino, sus ojos brillosos al ver a dos bebés tan hermosos, de rasgos suaves, cabello oscuro y piel cremosa.

―¿Sai y tu tendrán otro hijo? ―preguntó la pelirosa, comenzando a sentir como el chakra viajaba por su cuerpo, recuperándose más rápido de todo el proceso del trabajo de parto. Tsunade tenía que poner eso en sus artículos sobre el sello. ―Itachi y Minato necesitaran un compañero de aventuras para la academia.

―A mis veintipocos ya no me recupero tan pronto de un parto. ―se quejó la rubia, con un falso dramatismo. ―dejémosle esa tarea otros. ¿Sabían que Hinata esta embarazada?

―¡Esa es una excelente noticia! Todos estamos deseando ver un hijo de Kiba. ―intervino Naruto, recibiendo caras feas de parte de todos cuando su exclamación despertó el llanto de Minato, y como si fuera efecto espejo, Itachi no dudó en unirse.

―¡Dobe! ― lo regañó primero Sasuke, que tomó al pequeño Itachi de los brazos de Shina, el pobre niño parecía que entraría en un colapso al no saber que hacer con su hermano.

―Shh.. shh... shh... ―

―Quizá tienen hambre de nuevo. ― mencionó Sakura, tomando al gemelo mayor -Minato- para comenzar a alimentarlo, cesando el llanto como por arte de magia.

―Eso me recuerda... Sakura-chan... ―se aclaro la garganta el rubio, dirigiéndose a Sasuke, quien entendió lo que el rubio quería hacer y sacó de su playera una caja pequeña.

―¿Recuerdas lo que te dije el día que nació Shinachiku? ―preguntó el Uchiha, abriendo la cajita que mostraba dos piedras en forma de gota engarzadas con oro blanco.

La bomba de hormonas tamaño industrial que aun circulaban por el cuerpo de la ojiverde la hicieron llorar al ver las dos gotas de distinto color, la primera de un azul profundo y la segunda negro mate.

Las manos de Sasuke viajaron hasta su cuello, quintando el broche de la cadena que jamás se había quitado desde el nacimiento de su primer hijo, cuando se lo volvió a poner, ahora eran tres diamantes los que colgaban, uno blanco para Shinachiku, uno azul para Minato y otro negro para Itachi.

―¿Qué significa oka-san? ―quiso saber el pequeño, sintiéndose perdido en la conversación silenciosa de sus padres.

―Mi padre le regaló un collar a mi madre cuando mi hermano mayor nació, y agregó un dije más el día que yo nací. ―explicó Sasuke, dejando la palma de su mano en el hombro de Sakura. ― Naruto y yo decidimos seguir esa tradición familiar.

―Yo también quiero hacer eso cuando tenga una esposa e hijos. ―dijo el niño, sintiendo como sus mejillas se sonrojaban por tal declaración.

―¡Tu eres mi bebé, Shina-kun! ¡Todavia no pienses en chicas ni hijos! ―se quejó Sakura, estirando sus brazos para poder tener a sus tres bebés con ella.

La actitud era infantil, pero estaba dispuesta a disfrutar cada segundo de su hermosa y gran familia.

―Eres una cerda con suerte, Sakura.