Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Vientos de cambio

Aunque era oficial que la primavera había culminado dando paso al verano y el día se asomaba desde ya con un cielo despejado y luminoso; la mañana aún se conservaba fresca. La suave brisa que se colaba por las ventanas abiertas agitaba las cortinas de la casa en un ligero vaivén.

Entre bostezos y estiramientos para deshacerse de la pereza y somnolencia, Alexandra caminaba arrastrando los pies con gran pesadez en dirección a la cocina desde donde se escuchaban voces de una acostumbrada conversación matutina entre sus padres, mientras Julia con seguridad preparaba el desayuno.

¡Buenos días, principessa! Se oyó la voz de barítono de Daniel—. ¿Cómo amaneciste? ¿Derrochando energía en cada movimiento?

La adolescente se detuvo en el umbral de la puerta aún estirando su cuerpo a todo lo que daba.

Hola papito, buenos días —dijo tras un largo bostezo a la vez que se dirigía hacia él y entre sonrisas lo llenaba de besos y abrazos para luego hacer lo mismo con su madre.

Siéntate cariño que en un momento sirvo el desayuno —informó Julia mientras servía una taza de café a su esposo.

Ese sábado iniciaban las vacaciones de verano y ya habían planificado con antelación las actividades a realizar, pues ambos padres tomaban licencia esa temporada para poder viajar juntos, ya que el resto del año permanecían ocupados, aun cuando Julia trabajaba desde casa.

¿De qué hablaban? —inquirió la chica, motivada por la curiosidad.

De un artículo que salió en el New York Times y tu padre está a punto de leer —comentó Julia a la vez que daba vuelta a los hotcakes y terminaba de preparar el jugo de naranja.

"¿Astucia, esfuerzo, trabajo en equipo o golpe de suerte?" —leyó Daniel en voz alta con sus gafas de lectura en la punta de la nariz.

Alexandra lo miró y colocó sus codos sobre la mesa mientras que con las manos sostenía su cabeza y reprimía un bostezo.

"Para muchos puede ser el resultado de la astucia, esfuerzo y trabajo en equipo o simplemente un golpe de suerte —continuó Dan con la lectura del artículo en la prensa—. Lo cierto es que Patrick Alarcón y su amigo Thomas Davis, tenían una meta y no se detuvieron hasta alcanzarla".

El hombre observaba a su hija y a su esposa por encima de sus gafas cada vez que culminaba un párrafo. Alexa rodó los ojos en sus cuencas, conocía muy bien esa mirada de su padre, quería utilizar a los jóvenes del artículo de la prensa y su conmovedora o trágica historia como ejemplo de... algo.

"Siendo Patrick Alarcón, ciudadano americano por nacer en territorio estadounidense, hijo de una prostituta de origen latino de condición ilegal y hasta el momento de padre desconocido, vivió toda su infancia y adolescencia sumido en la más absoluta pobreza hasta quedar huérfano y ser acogido por el gobierno en una casa hogar hasta cumplir la mayoría de edad —Daniel se interesaba más a medida que avanzaba en el texto—. Al salir, trabajó en un restaurante cumpliendo actividades diversas, y tras un tiempo se inscribió en la universidad comunitaria del Bronx, fue allí donde conoció a quien se convirtiera en su amigo y socio, Thomas Davis, miembro de una familia numerosa, disfuncional y también de muy bajos recursos económicos. Provenientes ambos jóvenes del Bronx, y con un objetivo en común..."

Daniel siguió leyendo el artículo intercalando la mirada entre el periódico, su hija y su esposa, mientras Alexandra fingía poner atención.

¿Qué les parece? —inquirió Dan tras culminar la lectura y doblar el periódico para colocarlo en un extremo de la mesa.

¡Yo me alegro por ellos! —comentó Julia sirviendo el desayuno—. Y no creo que haya sido "un golpe de suerte" como dicen en el artículo, tal vez con la intención de restar méritos a los esfuerzos de esos jóvenes —objetó con un atisbo de molestia en su voz y argumentó—: Porque para hacer una inversión de ese tipo en criptomonedas tuvieron que haber analizado muy bien un ¿por qué? y un ¿cómo?, pues no todo el mundo sabe cómo y en qué invertir en la bolsa y sobre todo cuándo es el mejor momento para hacerlo.

Daniel asentía a todo lo que argumentaba su esposa, mientras que por otro lado, Alexa solo se deleitaba con el aroma de los hotcakes en su plato y escuchaba el resonar de su estómago que exigía con furia ser alimentado.

Al término del desayuno y olvidado el tema del artículo del periódico, se escuchó un auto fuera de la casa.

¡Ya la trajeron! —informó Dan dejándose llevar por un arrebato de entusiasmo. La chica arrugó el entrecejo al escuchar a su papá y ser testigo de la alegría que desbordaba, por lo que fue invadida por la curiosidad.

¿Qué trajeron? —preguntó contagiada por la emoción que destilaba su padre y con rapidez se asomó por la ventana, al tiempo que Daniel se ubicaba tras ella.

¡A Marilyn! —dijo sin más, como si con esa escasa información ella entendería de qué se trataba.

¿A Marilyn? ¿Y quién es Marilyn? —preguntó con cejas arrugadas encogiéndose de hombros sin obtener respuesta y al darse vuelta se encontró sola en la cocina.

Alexandra observó a través de la ventana un camión estacionado frente a su casa y a dos hombres descender de él, ambos con uniforme de alguna empresa. Daniel salió a recibirlos seguido de Julia que apresurada caminaba tras él mientras murmuraba algunas palabras que no logró descifrar. Su padre sin hacerle caso firmó algunos documentos con una sonrisa de oreja a oreja y de inmediato los dos sujetos procedieron a bajar algo del vehículo.

¿Estás de broma? —musitó Alexa a nadie en particular, casi sin aliento.

La joven de catorce años de edad quedó boquiabierta cuando bajaron a Marilyn; una motocicleta, pero no una motocicleta cualquiera, era nada más y nada menos que una Harley-Davidson Heritage Clasica, con hermosos apliques vintage y que desbordaba estilo por donde quiera que se mirase.

Embelesada por tal belleza creada por la mano del hombre, a su mente se arremolinaron varias preguntas, de las que destacaban ¿Para qué su padre compraba una motocicleta?, pero sobre todo ¿para qué su padre compraba una Harley-Davidson?

¡Cámbiate y demos una vuelta! —La adolescente salió de su breve abstracción al escuchar a Daniel y dirigió su mirada hacia él, quien permanecía con esa enorme sonrisa dibujada en su rostro que llegaba hasta sus ojos mientras Julia lo seguía y mencionaba algo respecto a la crisis de los cuarenta... o los cincuenta, no lo supo con exactitud.

La chica sonrió y sin prestar mucha atención a lo que decía Julia, corrió a su habitación para darse un baño rápido y tras vestirse ir a dar un paseo con su papá. Así estuviera atravesando la crisis de los cuarenta, cincuenta o sesenta, ese paseo sería algo que no se perdería por nada del mundo.


Alexandra disfrutaba de la suave brisa que golpeaba su rostro y su larga cabellera castaña bailaba al son del viento. El clima a media mañana aún permanecía agradable.

¡Mamá está molesta! —exclamó la chica en voz alta, aferrada a la espalda de Daniel.

El hombre en jeans rasgados, camiseta de algodón, chaqueta, botas de cuero y gafas de sol estilo aviador, asintió sin quitar la vista del frente. Había cambiado su vestimenta para estar acorde a la ocasión.

¡Tu mamá se está tomando la vida demasiado en serio! ¡Ya se le pasará cuando se suba a esta hermosura y sienta su rugido! —se justificó con una sonrisa. Alexa negó con la cabeza mientras que con los labios hacía una mueca de incredulidad y se le escapaba una sonrisa.

Dieron algunas vueltas por la zona y sin duda alguna, todo era totalmente diferente y maravilloso visto desde una Harley-Davidson.

Durante el recorrido escucharon y sintieron rugir con fuerza el motor de la máquina en sus cuerpos, observaron el camino escurrirse bajo ellos con rapidez y difuminarse a sus lados mientras mantenían la vista al frente. Admiraron todo el panorama al tiempo que disfrutaron del viento colarse entre sus ropas y sentir que volaban para más tarde detenerse en un parque no lejos de casa.

Sentémonos un rato en el parque —propuso el padre mientras se quitaba el casco. La joven se deshizo del suyo y bajó de la motocicleta. Caminaron por el sendero del lugar y buscaron dónde sentarse.

¿Es cierto lo que dice mamá? —preguntó la chica de pronto y al ver a Daniel con el entrecejo fruncido, desconcertado, aclaró—. ¿Que estás atravesando la crisis de los cuarenta? —El hombre sin poder evitarlo rió a carcajadas.

Hija, cuando una pareja está cerca de cumplir los veinticinco años de casados, de vez en cuando es saludable salir de la rutina, te aseguro que más adelante lo entenderás —explicó tras recomponerse y recuperar un poco el aliento.

Alexandra solo asintió con los labios fruncido.

Pero mejor cambiemos de tema. ¿Cuéntame, cómo te va en el no tan nuevo colegio? —inquirió Daniel en tono casual. Sin embargo, la conversación que tendría con su hija no era por mera casualidad.

Bien, ya sabes que tengo algunas amistades —informó la adolescente en el mismo tono.

Sabes que para agradar a los demás no tienes por qué cambiar tu forma de ser, ¿verdad? —La chica rodó los ojos en sus cuencas.

¿Un sermón, papá? ¿Es en serio o estás de broma? —se quejó la joven denotando en sus palabras un tono de aburrimiento. Daniel suspiró.

No lo veas como un sermón, hija. Te habla la voz de la experiencia —argumentó el padre antes de comenzar su discurso.

¡Ajá! —resopló cansina la muchacha, ya sabía por dónde venía su padre.

Hija, no es necesario que cambies todo de ti para ser aceptada por otras personas —dijo en relación al cambio que estaba mostrando Alexandra en su conducta y vestimenta los últimos meses—. Si tus "amistades", no te aceptan tal y como eres, entonces no merecen ser llamados amigos. Un amigo no trata de cambiarte, te acepta tal y como eres, con tus defectos y virtudes.

¡Ujum! —Con labios fruncido en una mueca de indiferencia la adolescente emitió un sonido gutural como respuesta.

¿Sabes por qué Patrick Alarcón y Thomas Davis, triunfaron? —Alexa le dedicó una mirada de desconcierto.

¿Quiénes? —inquirió.

Los chicos del artículo de periódico —tuvo que aclarar Daniel.

¡Ay papá! ¿Otra vez con eso? se volvió a quejar, esta vez con evidente fastidio.

Sí, hija. Otra vez con eso —confirmó el paciente hombre y agregó—: Esos muchachos tenían un sueño, una visión y aún cuando lo único que conocieron en su vida fue pobreza y estuvieron rodeados de toda clase de vicios por vivir y andar en las calles de una de las zonas más peligrosas de Estados Unidos, no se dejaron tragar por el entorno y fueron perseverantes en alcanzar sus metas. Cualquiera hubiera esperado de ellos que se unieran a una pandilla, que fuesen drogadictos o simplemente unos peligrosos delincuentes, para ellos hubiese sido más fácil ser parte de eso, hubiesen sido aceptados porque es lo que los rodeaba, con lo que vivían a diario, pero no, ellos querían más y sabían que podían tener más, confiaron y creyeron en sí mismos, aún cuando nadie más creía en ellos.

Alexa con la mirada fija en la lejanía, aunque a regañadientes escuchaba atenta las palabras de su padre.

Esos muchachos tuvieron que haber visto algunos cuántos horrores, y aún así salieron adelante, airosos y triunfantes. Y yo quiero que tu seas así, que luches por tus sueños. Quiero que creas en ti misma. Que no te dejes influenciar de forma negativa por otras personas. Quiero que confíes en ti misma, y que no ocultes tu verdadera belleza tras un exceso de maquillaje. Quiero que vistas con lo que tú te sientas cómoda y no con ropa que otra persona te imponga. Quiero que hables por ti misma y no a través de las palabras de una desconocida.

¿Estás de broma? —replicó la chica en tono desenfadado.

¡Exacto! —dijo Daniel casi exasperado—. Como ese fulano "¿estás de broma?", que Hillary "cabeza hueca" Smith repite un trillón de veces al día, y que me saca de quicio.

Alexa respiró profundo, frunció los labios, reprimió una sonrisa y se cohibió de refutar, pues su padre tenía toda la razón. Había copiado de forma exhaustiva y minuciosa el estilo de vestir de Hillary, sus frases tontas, sus muletillas, su forma excesiva de maquillarse, hasta el punto de no sentirse ella misma, solo para encajar y ser aceptada.

¡Quiero a mi hija de vuelta! ¿Será eso posible? —preguntó esperanzado.

¡Está bien papá, tienes razón! ¡Lo siento! —musitó la chica segundos después, cabizbaja y apenada. Daniel sonrió y la abrazó.

Quiero que me prometas algo —propuso el padre. Alexa elevó su mirada hacia él.

¿Qué?

¡Tu madre y yo seremos felices si logras ser lo que anhelas ser! —habló mirando directo a los ojos de su hija y continuó—. Así que quiero que me prometas que pase lo que pase, saldrás adelante y lucharás por cumplir tus sueños. Que no te dejes vencer por las personas tóxicas que te rodean, por las circunstancias ni por las trajedias de la vida, por muy devastadoras que sean. En el camino siempre encontrarás obstáculos, e imitando a alguien que no eres no lo vas a superar, tú eres fuerte, solo basta con creer en ti misma para que derribes cualquier barrera. Ten por seguro que tu madre y yo, donde quiera que estemos, siempre, siempre creeremos en ti. ¿Está bien?

La adolescente por un momento reflexionó en silencio las palabras sinceras de Dan.

¡Está bien! ¡Te lo prometo! —exclamó finalmente la joven, con los ojos enjugados en incipientes lágrimas y Daniel la arropó con sus brazos.

De pie junto a la ventana de la habitación del hospital, con la mirada perdida en algún lugar en el exterior, Alexandra aún recordaba aquella fresca mañana que trajo consigo vientos de cambio.

Aún permanecía vivo el recuerdo y la esencia de aquella plática en el parque, ese verano dejó de imitar a Hillary "cabeza hueca" Smith; como la llamaba su padre. Al recordar el apodo llevó a un lado una de sus comisuras, y emitió una risa nasal al ser consciente de que lo que más le costó fue deshacerse del fulano "¿Estás de broma?", que tanto sacaba de quicio a Daniel y que hasta poco más de un año atrás se le escapaba en algunas conversaciones.

Y aún cuando continuó cometiendo errores y tropezando con la misma piedra cada vez que se mudaban, solo para encajar en una vacía sociedad sin encontrar verdaderamente su lugar en la vida, aquellas palabras seguían vigentes a través del tiempo.

Pero lo que se hacía presente cada vez con mayor fuerza en su mente, fue la promesa de superar las circunstancias negativas y tragedias de la vida, aún cuando fuesen devastadoras, porque ellos; sus padres, estuviesen donde estuviesen, creerían en ella, querrían verla feliz, sonriente y triunfante.

—¿Alexandra? —La chica salió de sus cavilaciones al escuchar la voz de Claire Maxwell; su psiquiatra.

—¡Buenos días, Claire! ¡Disculpa, no te escuché llegar! —se excusó con una media sonrisa llamándola por su nombre, pues había sido un acuerdo entre ambas desde que iniciaran las sesiones, llamarse por sus nombres de pila.

—No te preocupes, ¿cómo amaneciste hoy? —preguntó Claire con una sonrisa.

Fue inevitable en ese momento para Alexandra recordar todas las veces que la doctora le preguntaba lo mismo cada mañana, y fue inevitable también, recordar la variedad de sus respuestas en el transcurso de su estadía en el centro de salud.

<<Con ganas de morir>>había respondido la primera semana, sin variar en ninguna de sus palabras. Luego la única frase que acudía a su mente y que además la dominaba por completo era <<Con ganas de llorar>>, para desplazarla por <<Con ganas de que todos se vayan a la mierda>>, que poco tiempo después fue sustituida por <<Con ganas de nada, ¿eso significa que estoy bien y me puedo ir? >>, esa última la recordaba muy bien por la respuesta de Claire <<Eso significa que hay que bajar la dosis de antidepresivos, porque no quiero que no te importe nada, al contrario, quiero que te importe todo, pero que sepas manejar esas emociones>>.

Más tarde respondería <<Con ganas de ver a mi hermana>>, y hoy, hoy su respuesta también sería diferente.

—Pues, hoy amanecí sin ganas de morir ni de llorar, pero sí con muchas ganas de salir de aquí, buscar a mi hermana y continuar con mi vida.

Habían transcurrido siete semanas desde que la joven fuese internada en el centro de salud al ser encontrada inconsciente sobre la tumba de sus padres. Siete duras semanas aislada del mundo exterior, sin recibir visitas. Siete semanas en las que tuvo que luchar consigo misma, con sus demonios internos, deshacerse de las culpas y hacerle frente a la tristeza que había dominado su ser y corroía su alma sin darle tregua.

Alexandra con ayuda de la doctora Maxwell, se había propuesto crear un nuevo patrón mental, uno en el que supiese cómo gestionar sus emociones, pues había aprendido que la vida siempre la golpearía y de una u otra manera le daría motivos suficientes para sentirse triste, frustrada, fracasada, confundida, impotente, molesta y en ocasiones llena de ira; y dependía de sí misma cuánto poder le otorgaría a esas emociones, dependía de sí misma transformar cada evento negativo en experiencias de vida y cada debilidad en fortalezas.

Y ahora, luego de siete duras y aleccionadoras semanas se daba cuenta de que desperdiciaba un tiempo valiosísimo de su vida, se daba cuenta de que no podía quedarse estancada en esa etapa oscura y llena de tristeza, pues la vida siempre estaría en continuo cambio y aunque había perdido a sus padres de forma cruel y definitiva, y aunque había un enorme hueco en su corazón por ello, aún tenía a su hermana y debía recuperarla.

—Eso me parece excelente, porque hoy tendrás tu primera visita —exclamó Claire satisfecha por el gran avance que mostraba Alexandra con el transcurso de las semanas.

De los labios de la joven afloró una amplia y fulgurante sonrisa al observar quién cruzaba el umbral de la puerta.

¡Gracias por leer!
Espero hayan disfrutado el capítulo.
No seas un(a) lector(a) fantasma. ¡Vota! ¡Comenta!

¡Nos leemos!
😘😘😘

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro