Verdades Ocultas
¡Hola a todos! Disculpen la demora en actualizar.
La verdad es que tenía la historia olvidada, pero me propuse culminar este capítulo y dedicárselo a angxlluke pues sé que ha estado esperando actualización. 😘
¡Disfrútenlo!
Alexandra aún furiosa permaneció de pie junto a la puerta haciendo ejercicios de respiración para tratar de apaciguar su mal humor y la sorpresa que ese individuo le había causado presentándose en su casa.
Cuando se sintió más relajada se encaminó hacia el comedor para reunirse nuevamente con Alice y Joseph, y así reanudar la conversación que habían dejado a medias.
—¿Y quién era? —La chica salió de su trance y sus ojos café recayeron en los hermanos Preston que la observaban con la interrogante plasmada en sus facciones.
—¡Eh! ¡Mmm...! —balbuceó y se sintió tonta al no haber pensado en una excusa medianamente creíble, pues no quería dar explicaciones de quién era ese sujeto y de cómo lo había conocido. Pero en su defensa debía decir que nunca se imaginó que ese hombre pudiera averiguar dónde vivía y aparecerse en su casa así sin más, y aún se sentía conmocionada—. Era un vendedor de alfombras, pero ya lo despaché —aseguró en tono casual cuando de pronto se volvió a escuchar el timbre de la casa haciendo que pegara un salto.
—Parece que al vendedor de alfombras no le quedó claro el mensaje de que no estás interesada en comprar —señaló Alice con una ceja alzada al percatarse de la actitud tan extraña de la muchacha y levantándose de su asiento sugirió—: Yo lo puedo atender.
—¡No! —dijo Alexandra casi en un grito desesperado haciendo que Alice se detuviese en el acto. Y al ser consciente de su actitud, con una línea rígida en sus labios que pretendió ser una sonrisa, en tono suave y pausado agregó—: ¡Yo voy, no es necesario que te levantes!
Ambos hermanos se miraron desconcertados mientras que Alexandra con una exaltación mal disimulada se dirigió una vez más hacia la puerta principal.
—¿Es que acaso no entendiste el maldito mensaje? —masculló casi rechinando los dientes en gesto furibundo al abrir la puerta y sus ojos casi salieron de sus órbitas al encontrar en lugar del sujeto a Emma en el umbral de la puerta con un ramo de rosas amarillas entre las manos.
—¿A qué maldito mensaje te refieres? —inquirió la mujer y una pequeña sonrisa tiró de las comisuras de sus labios y la picardía tiñó su mirada.
—¡Eh...! ¡Bueno...! —balbuceó nerviosa—. A ninguno, Emma —aseguró obligando a recomponerse y al hacerse a un lado agregó—: ¡Pasa adelante, por favor!
Emma dio unos pasos al interior de la casa y cuando Alexandra hubo cerrado la puerta expresó—: Bien, supongo que es aquí cuando te explayas y me dices de dónde conoces a Patrick y por qué te trajo un ramo de rosas, ¿verdad? —una sonrisa socarrona se extendió por todo el rostro de su vecina mientras colocaba el ramo de rosas en las manos de la joven. Alexandra elevó sus cejas y jadeó sorprendida al tiempo que sus labios se entreabieron.
—¡Eh...! —carraspeó tratando de ocultar su nerviosismo—. No lo conozco de ningún lugar en especial —soltó tiñendo su tono de desinterés y al recordar la escena en el baño del club sintió cómo un calor se apoderaba de su rostro mientras que la vergüenza invadía su sistema.
—¡Tuvieron sexo! —exclamó Em abriendo sus ojos incrédulos al notar que un tono rojo encendido cubría las mejillas de la chica al tiempo que Alexandra mirando a todos lados en gesto nervioso la tomó del brazo para casi arrastrarla con impaciencia al despacho de Daniel mientras que con el dedo índice sobre sus labios exigía silencio.
—¡No! —susurró con apremio tras cerrar la puerta para tener privacidad—. ¿Estás loca? ¿Eso te dijo ese hombre? —preguntó en un tono entre ofendido y enfadado. Emma la observó con ojos inquisitivos y la duda plasmada en el rostro.
—No, ese hombre —dijo esto último con énfasis —, solo me dijo que vino a disculparse por un malentendido que hubo entre los dos —hizo una pausa, torció el gesto con la boca en señal de curiosidad y prosiguió—. Entonces, ¿se puede saber qué malentendido fue ese?
—¿Malentendido? —bufó con enfado mientras dejaba el ramo de flores encima del escritorio y tomó asiento en la silla de Daniel a la vez que Emma hacía lo propio frente a ella para escuchar su versión dudosa de la historia—. Pues el viernes me topé con él en el elevador de la inmobiliaria y como estaba llorando por la negativa que obtuve del banco y más tarde la negativa que me dieron allí, me preguntó si podía ayudarme en algo, así que luego de contarle entre sollozos si podía evitar que me quitaran mi casa, el muy descarado me dio su tarjeta y me dijo que lo llamara cuando supiera qué estaba dispuesta a hacer para recuperar la casa —relató ofuscada en gesto indignado, callándose el episodio del club, porque después de todo Emma no tenía porqué saber ese pequeño detalle. Además, ocultar una verdad no era precisamente mentir, ella no estaba mintiendo.
—¿Y eso fue todo? —la voz de su vecina la obligó a salir de su debate interno.
—¿Estás de bro... —se detuvo en el acto al recordar que esa era la muletilla que tanto exasperaba a Daniel, carraspeó observando con melancolía todo a su alrededor y tras un largo suspiro se corrigió—. ¿Acaso te parece poco?
—A mí lo que me parece es que no me estás contando todo —La sorpresa entremezclada con la indignación surcaron el rostro de la chica mientras que la mujer con ojos entrecerrados y labios fruncidos en gesto de sospecha prosiguió—. Ese no es el Patrick que yo conozco, y si te dijo eso es porque te conoce de mucho antes y cree tener la confianza suficiente para hacerte ese tipo de "propuestas". El viernes no fue la primera vez que se vieron ¿tengo razón o me equivoco?
—¿Estás dudando de mí? —La incredulidad inundó su tono. Emma sin embargo sonrió con suspicacia, pues ya ella había pasado por esa etapa de la inmadurez, las fiestas, las mentiras, y conocía a Alexandra por fiestera, inmadura, atolondrada y no era precisamente el árbol de la sensatez y la responsabilidad.
—Estoy dudando de que me hayas presentado el contexto completo de la situación. En todo caso, conozco a Patrick desde hace años, por eso me atrevo a decir que falta una buena parte de esa historia.
—¡Las personas cambian, Emma! —afirmó desde su propia experiencia—. ¿Podrías entonces decir que lo conoces tan bien como para meter las manos en el fuego por él?
—No te quito razón en eso, Alexa, las personas cambian. Y no, no meto las manos en el fuego por nadie, ni siquiera por mi propia sombra que me abandona en la oscuridad. Sin embargo, conozco a Patrick desde aproximadamente unos siete años cuando me presenté en la inmobiliaria porque me había enterado de que estaban en la búsqueda de nuevo personal para capacitar y certificar como agentes inmobiliarios. Él y su socio habían adquirido recientemente la mayoría de las acciones de la empresa y querían cambiar el modo en el que se venían haciendo las cosas. Yo no fui seleccionada porque el equipo que estaba a cargo buscaba jóvenes, ya sabes, por eso de darle una "imagen fresca" a la empresa, y yo con treinta y dos años no figuraba ni de cerca en esa categoría. En ese tiempo estaba desesperada, estaba luchando por divorciarme del imbécil de mi ex y apenas me alcanzaba para pagar la renta del apartamentucho donde vivía.
»Así que busqué la forma de entrevistarme con Patrick. Para aquella época tenía tal vez unos veintitrés años, era un niño, pero un as para los negocios, muy centrado y bastante decidido. En un principio pensé que tal vez tendría la misma visión del equipo que estaba encargado de hacer la selección, pero cuando supo que no había sido seleccionada se molestó y empezó a cortar cabezas, por decirlo de alguna manera, porque la instrucción que él y su socio habían dado era que se le diese la oportunidad a todas las personas que se presentaran en la empresa, y ya quedaba de parte de uno mismo a través de nuestro desempeño y desenvolvimiento ser contratado o no.
»Inicialmente fue incómodo porque todos me veían como la "chismosa", pero después tuvieron que tragarse sus comentarios y miradas de reproche porque siempre fui la mejor, y aún lo sigo siendo —dijo con orgullo tocando madera y prosiguió—. Desde ese entonces, él siempre que iba a la inmobiliaria pasaba por mi cubículo para conversar un rato y hasta me invitaban a almorzar con ellos, inclusive por un tiempo los envidiosos de la oficina murmuraban que teníamos algo, pero nada que ver.
»Lo admiro mucho y le estoy muy agradecida, sobre todo porque un tiempo después me ayudó a quitarme de encima al lastre de mi ex. ¿Te dije que cuando nos divorciamos tuve que pagarle manutención? —Alexandra abrió los ojos y negó en un movimiento de cabeza—. Pues sí, cuando se enteró que me iba muy bien en mi nuevo trabajo prácticamente me chantajeó exigiéndome manutención a cambio de cederme la custodia completa de Megan y firmar el divorcio. Así que accedí solo para divorciarme y que no tuviera nada que ver con Megan. Bill no es una persona que aporte nada bueno a quienes le rodean.
»Sinceramente no recuerdo cómo Patrick se enteró, creo que pasaba para felicitarme por mi nueva oficina que había obtenido junto con un ascenso por haber vendido un gran lote de terrenos y escuchó cuando yo mantenía una discusión telefónica con el idiota de Bill que me exigía aumento de la manutención. A la semana siguiente el parásito iba rumbo a Las Vegas en un vuelo de primera clase con todos los gastos pagados en uno de los mejores hoteles, por un supuesto "premio" que se había ganado. El idiota como muchos otros en Las Vegas hizo y deshizo, y terminó casándose en una capilla a lo Elvis Presley con una bailarina latina.
»Desde ese instante me libré de esa sanguijuela que me estuvo chupando la sangre un par de años y cuando se dio cuenta de que por su error perdería la manutención y tendría que trabajar, quiso anular el matrimonio alegando que la chica sólo lo había hecho para obtener la visa, pero resulta que la mujer es ciudadana americana así que sólo le quedó la vía del divorcio. ¡Gracias a Dios! Luego le pregunté a Patrick si había tenido algo que ver en todo eso, pero no lo admitió abiertamente, tan solo sonrió. Y ahora que lo pienso, él podría ayudarnos con la prórroga del pago para la casa. Claro, ¿cómo no se me había ocurrido antes?
—Pues muy altruista de su parte, Emma, pero no quiero su ayuda. Y tienes razón, no te estoy contando la historia completa, pero te aseguro que en esa historia no hubo sexo.
Emma frunció los labios en gesto renuente y Alexandra identificó en la mujer una mirada que gritaba: "¡No te haré caso!".
—¡Es en serio, Emma! —advirtió con mirada amenazante.
—Él ha ayudado a mucha gente, tiene excelentes conexiones y puede pedir algunos favores a las personas indicadas. No veo porqué no pueda ayudarte independientemente de lo que haya pasado entre ustedes dos. Además, vino a disculparse, eso debe contar —La miró con una ceja alzada.
—No quiero deberle nada a ese hombre, Emma ¿Por qué no lo entiendes? —masculló exasperada.
—Porque eso no me parece razón suficiente, no seas terca —rebatió.
—Pues no me da la gana de ser su próximo proyecto de caridad, no quiero nada de él, eso debe ser razón más que suficiente —La mujer torció el gesto en una mueca de inconformidad mientras negaba con la cabeza.
—¡Insisto! —dijo Emma, no quería darse por vencida si había una pequeña posibilidad de conservar la casa. Alexandra suspiró profundo en gesto de cansancio.
—Mira a tu alrededor, Emma —Los ojos de la mujer recorrieron todo el espacio, mientras que las irises de Alexa se anegaban en lágrimas—. Todo esto grita Daniel Massari. Toda la casa, cada rincón grita familia Massari. Y no me malentiendas, amo muchísimo a mis padres, pero esta casa está llena de recuerdos que me ahogan, no podré vivir aquí sola, y aunque estoy segura de que recuperaré a Allison, no será lo mismo porque ellos no estarán.
Emma suspiró abatida y luego de una breve pausa añadió—: OK, está bien, te entiendo, se hará como tú digas.
El resto de la conversación fue fugaz, ya se habían tardado demasiado y Joseph aún esperaba en el comedor para planificar cuándo se llevaría a cabo la solicitud de la custodia de su hermana, la venta de la casa y otro par de cosas. Así que la chica apenas le mencionó algunos detalles de su nuevo empleo y Emma al estar al tanto de que la Compañía de Seguros El Guardián forma parte del Grupo Corporativo Alarcón no hizo mención del asunto, pues Alexandra en medio de su inmadurez y necedad era capaz de renunciar al trabajo antes de empezar, y la verdad es que tenía muy buenos beneficios y el horario era más que conveniente.
Al regresar al comedor Joseph se encontraba sumergido en una llamada telefónica en la que abundaban términos legales mientras que Alice regresaba de la cocina con una jarra de té helado y la interrogante se plasmó en sus ojos ambarinos al ver a Emma con un ramo de rosas amarillas y a Alexandra con ojos llorosos, sin embargo no preguntó nada.
Em por su parte fue directo a colocar las flores en un jarrón con agua mientras decía algo como: «Las traje para alegrar el ambiente», luego se sentaron a conversar emocionadas del nuevo empleo de Alexa y así daban tiempo a que Joseph culminara su llamada.
Un par de minutos después estaban todos en la mesa finiquitando detalles para el jueves de esa misma semana hacer la solicitud formal de la custodia y que Emma iniciase desde ese instante los trámites necesarios para la venta de la casa a través de una "guerra de ofertas", ya que de esta manera podrían obtener un mejor precio por la propiedad.
¡Gracias por leer!
¡Si te gustó el capítulo, vota, comenta! ¡No seas un(a) lector(a) fantasma!
Nota: Si ven algún error de ortografía por favor avísenme.
😘😘😘
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro