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37. Reconciliación

La tormenta azotaba fuertemente Konoha, la pelea entre Ren y Tobirama aún no había sido resuelta del todo y eso mataba lentamente a ambos jóvenes.

El ambiente del festival le había cansado y regreso justo a tiempo a su vivienda cuando empezó la lluvia, decidido a terminar aquella botella de sake que su hermano mayor le había obsequiado.

Tobirama estaba sentado en la sala de su hogar, si es que aún podía llamarle así, tomando sake. Eso hasta que la puerta de la casa resonó fuertemente.

—¿Quién...?—sus palabras se quedaron atoradas en su garganta al ver a su azabache esposa parada frente a él.

—Se...—la chica se adentró en su casa—. Sé que es tarde y que dijimos cosas que no deberíamos. También entiendo que él sake me hace más honesta y me dio la valentía de venir a verte.—le dijo apenas lo vio.— Y yo, Tobirama, te amo con toda mi vida.

El albino la vio lentamente, escaneándole con la mirada.

—También me arrepiento terriblemente de lo que dije.—susurro acercándose más—. También hay alcohol en mi organismo y si de algo estoy seguro es que te amo, me haces falta cada día al ir a dormir y despertar. Al llegar a casa del trabajo y en los momentos donde solo corres a mi buscando un abrazo o me besas espontáneamente.

La chica estaba pegada aún a la puerta cerrada de su hogar, sus ojos lo veían acercarse cada vez más a ella.

—Vuelve Ren... No me dejes nunca.—susurro sobre sus labios antes de que la chica se abalanzara sobre el a besarlo.

Aquel mes entero viviendo separados había hecho que sus almas y también sus cuerpos se necesitarán de sobre manera.

Era un beso tan pasional y cargado de sentimientos que en cuestión de minutos seguían besándose como si sus vidas dependieran de ello.

—Nunca te dejaría, no otra vez mi amor.—susurro apenas se separaron a tomar aire.

Sin saber cómo habían llegado a ese punto ya se encontraban en la habitación besándose.

—Estas empapada, cariño.—comentó Tobirama viéndola con fascinación, su cabello se pegaba a su rostro y sus ropas estaban más que húmedas.

—Bueno, corrí media aldea bajo la lluvia para volver contigo. No esperes que salga ilesa.—comentó con sarcasmo y ambos rieron.

—Te necesito tanto, mi amor.—murmuró el chico pegando sus frentes y cerrando los ojos—. Me sentí más solo que nunca.

Ren lo veía con adoración, ¿cómo había podido siquiera dejarle solo? Se sentía de lo peor por haberlo hecho. Sobre todo cuando sabía que ambos estaban heridos por la pérdida de su bebé.

—Mi amor...—murmuró poniendo su mano en su mejilla, mientras Tobirama ponía la propia encima disfrutando del tacto.— Jamás en la vida volveré a dejarte, me haces tanta falta.

Ambos compartían un momento tan intimo y emocional para ellos que nunca habían pensado tener.

Ren comenzó a sacar lentamente sus prendas, quedando así en ropa interior, bajo la atenta mirada de su esposo.

—¿Qué es lo que haces cariño?—comentó el chico viéndola fijamente.

Aquel cuerpo era el más hermoso que alguna vez había visto, para el Ren era la mujer más hermosa sobre la faz de la tierra. Y amaba el hecho de poder decir que ella era suya... En cuerpo y alma.

—Esta mojada, podría enfermar.—comentó aún viéndolo a los ojos.

—Si, pude notarlo cuando mi ropa comenzó a humedecerse.—respondió sin apartar la mirada—. Creo que debería hacer lo mismo.

Tobirama se deshizo de la yukata que llevaba puesta en aquel momento, quedando así igual de expuesto que la chica. Quien estaba parada frente a él, quien ya hacía sentado en la cama.

A pasos lentos se acercó sentándose a horcajadas sobre su esposo, ambos se abrazaron dejando que sus pieles rozaran entre sí.

—Lo siento Ren, lamentó haber sido tan duro después de lo que sucedió.—rompió el silencio el peliblanco.

—Tobirama...—después de ese tiempo separados la chica había entendido lo duro que había sido para el, y como ella no lo había apoyado para salir adelante juntos encerrándose en su propio dolor.

Sus labios volvieron a encontrarse esta vez con un beso lleno de los sentimientos que las palabras no podían describir. Poco a poco las caricias se hacían presentes y el ambiente se tornaba más fogoso.

Lo único que sus oídos podían escuchar era el ruido de la tormenta de afuera y sus propios corazones latiendo fuertemente en sus pechos. Con cada beso y cada caricia las últimas prendas que los separaban completamente de la desnudez se hacían más estorbosas.

—¿Estás segura de esto?—comentó el ojirojo viéndola directo en esos ojos bicolor que tanto lo enloquecían.

Mentiría si dijera que no se moría por tenerla de nuevo de esa forma tan intima y carnal, estrecharla entre sus brazos y hacerle disfrutar y sentir cómo nadie más podía. Porque después de todo ella era suya solamente y él era completamente suyo.

—No creo que sea algo necesario de preguntar cuando me tienes así.—respondió sonrojada pero con una sonrisa en el rostro.

El joven soltó una pequeña risa y siguió besándola y robándole suspiros, de los cuales ella también era participe acariciando su espalda y cabellos. Aún entre ellos mismos se deshicieron de aquellas molestas últimas prendas y se observaron a los ojos.

—Te amo.

—Yo también lo hago, Tobirama.

Se sonrieron mutuamente antes de que sus cuerpos volvieran a ser uno.

(...)

Unos pocos rayos de luz se escabullían entre las cortinas de la habitación, los ojos de Tobirama se abrieron con cuidado sacándole una sonrisa radiante.

Ren estaba aún abrazada a él, la sabana se había bajado dejándole una vista completa de su nívea espalda. Ella era tan hermosa y recordar lo que había pasado la noche anterior lo hacía sonreír, al igual que a ella quien dormía con una bella sonrisa en su rostro.

Él peliblanco se levantó de su cama con sumo cuidado para hacer el desayuno, primeramente poniéndose ropa interior.

Un olor despertó a la chica, a su lado la cama estaba vacía, lo cual la hizo fruncir el ceño. Sin embargo al oler de nuevo lo entendió; Tobirama estaba cocinando. Su sonrisa creció y volvió a poner el rostro en la almohada, la noche anterior había sido sumamente bella. Había arreglado todos sus problemas con su amado esposo.

Y estaba segura que después de aquello nada los separaría jamás.

—Buenos días.—pronunció el albino al girarse y ver a su esposa con una de sus camisetas y ropa interior.

—Buenos días.—sonrío ella acercándose y abrazándolo por la espalda—. ¿Qué cocinas?

En un intento de ver que cocinaba se paró en puntillas, husmeando sobre su hombro.

—Huevos con tocino.—mencionó volteándose a dejar un beso en sus labios.

—Me encanta cuando cocinas.—mencionó la chica abrazándose más a él.

Ambos estaban tan sumergidos en aquella burbuja de tranquilidad que garantizaba que de ahí en adelante todo iría bien.

Porque aún después de todos los problemas que enfrentarán Ren amaba a Tobirama con todo su ser y Tobirama adoraba y amaba a Ren con toda su vida.

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Omg si, ya se nos reconcilió el #TobiRen, ¿qué creen que pase de aquí en adelante?7u7

Estoy muy feliz de ver todo el apoyo que le dan a la novela, inclusive cuando no tengo la oportunidad de actualizar tan seguido y cuando tengo mis bloqueos de escritora.

¡Ya somos 58.8k por Dios!

Los veo en la sección de comentarios chiquillas y no sé si por ahí habrá algún chiquillo así que les dejare una pregunta.

¿Desde cuándo siguen la historia? ¿Les gusta? ¿Qué edad tienen?

¡L@s quiero! Muchísimas gracias por su apoyo<3
Hasta el próximo capítulo

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