34. Sangre
La mañana iba más que perfecta, los mareos y debilidad que Ren sentía habían desaparecido por completo, por lo cual esa misma mañana con una radiante sonrisa, y su pequeño abdomen abultado de 4 meses, se había propuesto a hacer un buen desayuno en forma.
Mientras la azabache se movía de un lado para otro en la cocina Tobirama aún se encontraba durmiendo, al menos era así hasta que los rayos del sol que se colaban por la ventana de la habitación lo hicieron removerse en la cama. Intentando conciliar el sueño estiro el brazo con intenciones de abrazar contra el a su amada esposa, sin embargo al no sentir nada a su lado sus ojos se abrieron rápidamente.
—¿Ren?—le llamo creyendo que estaría fuera de la habitación o algo por el estilo. Con decisión se levanto de la cama y comenzó a buscarle.
¿Y si había tenido molestias de nuevo? ¿Qué tal si había caído desmayada? Sus miedos estaban a flor de piel desde que su cuñada le había informado que Ren podría tener complicaciones en el embarazo.
—¡Buenos días!—una enérgica Ren se asomó por el pasillo caminando hacia él para besar sus labios.
—¿Estás bien?—pregunto Tobirama extrañado de la repentina alegría de su mujer.
—Claro que lo estoy.—una gran sonrisa se formó en su rostro a la vez que se acercaba a la mesa con un plato grande de onigiris a la mesa, solo kami podría saber cuánto amaba al azabache esas cosas.—Siéntate a comer conmigo.
Él peliblanco asintió y prosiguió a cuidadosamente ayudar a su esposa a tomar asiento justo a su lado. Se le veía muy feliz en ese momento, aquella radiante sonrisa y la belleza con la que resaltaba su embarazo lo hacía sonreír inconscientemente, ¿realmente era ella quien sería la madre de sus hijos? Aún no podía caber en su cabeza del todo que aquella mujer fuera solamente suya.
(...)
—Me voy.—anunció el peliblanco entrando a la sala de su hogar, donde su esposa se encontraba sentada leyendo algún libro.
—¿Tan temprano?—pregunto extrañada.
—Si, aún quede con Hashirama de observar algunas cuestiones de organización, nada muy importante.—murmuró acercándose a ella.
—Vaya, yo he quedado con Mito para ir por algo de comer, ¿volverás a la cena?—pregunto curiosa.
—Aquí estaré, ten mucho cuidado allá afuera.—advirtió acercándose cada vez más.
—Bien.—respondió a la vez que el peliblanco depositaba un beso en su frente—. Te amo.
—También te amo.—murmuró mientras llevaba su mano al vientre de su esposa y le daba una tierna sonrisa con una mirada llena de amor—. Los amo. Te veo en la cena.
—Claro, estaré esperándote.
(...)
El baño humeaba debido al agua tibia que salía de el, la tina estaba lista para que la pelinegra tomará un relajante baño antes de su encuentro con su prima. Todo estaba bien en aquel momento.
Su rostro mostraba una sonrisa ante la satisfacción y relajación que se encontraba teniendo en aquel momento. Sin embargo comenzaron a volverse muecas, una extraña punzada en su vientre se hizo presente más esta se fue tan rápido como llego.
Pero parecía no ser todo, aquel dolor comenzaba a molestarle cada vez más y de forma seguida.
—Pero que...—cuando abrió sus ojos estos se quedaron asombrados y fijos en sus piernas.
Sangre.
Había sangre saliendo de entre ellas, eso en definitiva no estaba bien, no se suponía que debiera estar pasando aquello.
—No puede... ¡Agh!
El dolor era intenso, tan intenso que las ganas de vomitar subían por su garganta y se apoderaban de ella. Sus cuerdas vocales le estaban fallando precisamente en aquel momento, no podía gritar, no podía moverse. Lo único que Ren podía observar en aquel momento eran los montones de sangre que salían de entre sus piernas mientas sus brazos tomaban con fuerza su vientre.
—¡Agh!—su gemido de dolor se hacía presente—. Por favor no, no.
Las lágrimas de Ren rodaban por sus mejillas a la vez que abrazaba con más fuerza su vientre intentando proteger la vida que ya hacía ahí dentro. Aquellos montones de sangre que emanaban de entre sus piernas y el intenso dolor seguían sintiéndose aún debajo del agua.
Aquel sueño que con tanto amor se había vuelto una realidad se escapaba por entre sus manos con la misma facilidad que el agua lo hace.
(...)
La pelirroja se abrió camino como de si su propio hogar se tratara, las impuntualidades no eran algo propio de Ren, así como tampoco lo era el dejarle plantada. Sobre todo a ella.
—¡Ren!—entro molesta buscándole por doquier, esa tarde se había librado de su pequeño desastroso dejándole con una niñera solo para dedicársela a ella y nunca aprecio.
Sin embargo entre el silencio unos pequeños sollozos se hicieron presentes activando todos los sentidos de Mito, la puerta del baño estaba entreabierta haciendo que la pelirroja la abriera con rapidez.
—Oh por dios.
Sus manos había viajado directamente hacía su boca cubriéndola. Aquella escena la había roto en más de un sentido.
Ren se encontraba abrazando sus rodillas y sollozando desnuda en una esquina del baño, la tina tenía rastros de sangre y las manos de la chica también.
—R-Ren... Cariño...—la mirada bicolor se levanto para encontrarse con aquellos ojos que la veían repletos de amor y ternura, pero a la vez dolor ante tal escena.
—Mito-nee—y al igual que cuando eran niñas la chica se las había ingeniado para abrazar las piernas de la mayor—. Mi bebé...
Y su voz volvió a quebrarse haciéndola caer en un llanto imparable.
Con un sello de mano la pelirroja envió rápidamente a una invocación como mensajero a donde su esposo y cuñado se encontraban.
—Ven acá.—murmuró mientras limpiaba todo rastro de sangre de sus manos y le ponía algo de ropa encima. Con sus brazos la impulso hacia arriba y la llevo a la habitación.
—Mito... ¿Por que... P-por qué no se detiene?—la desesperación en las palabras de la azabache la hizo voltear hacia ella.
Sangre seguía escurriendo de entre sus piernas y eso indicaba que no había nada bueno.
(...)
Ambos hombres se encontraban discutiendo, como de costumbre, por la amistad del castaño con el líder Uchiha. Inclusive si eso había traído paz a ambos clanes Tobirama no se fiaba totalmente de el.
—¡Hashirama-sama!—la pequeña invocación de Mito irrumpió en aquel lugar captando la atención del castaño.
—¿Hachiko? Pero que...
—No hay tiempo para explicaciones, Mito-san me ha pedido que les informe a usted y a Tobirama-san que hay una emergencia, se trata de Ren-chan.— la pequeña criatura desapareció en ese instante.
No había más que decir, ambos se dieron una mirada y salieron corriendo de aquel lugar. Tobirama se encontraba en shock, su esposa y posiblemente su hijo estaban pasando por algo malo, el solo rogaba que no fuera aquello a lo que tanto le temía.
Una vez frente a la casona del matrimonio ambos entraron corriendo como locos, notando la sangre derramada en el pasillo, los ojos de Tobirama se paseaban por todo el lugar buscando indicios de lucha o algo por el estilo, sin embargo no había nada, estaba hiperventilando hasta que un grito procedente de la habitación lo saco de su estado actual.
—¡Ren!—grito irrumpiendo en la habitación.
Su esposa se encontraba tirada sobre una manta con sangre saliendo de sus piernas y llorando desconsoladamente. Aquella escena era lo peor que había visto en su vida.
—¡Mito! ¿Qué está pasando?—pregunto asustado el mayor posicionándose sentado al lado de su esposa para brindarle ayuda a la joven.
—No para de sangrar...—murmuró triste—. Esta saliendo naturalmente.
Ambos de miraron con pena y vieron al peliblanco, el cual poco a poco, comenzaba a acercarse a su esposa. Hasta por fin terminar tomando su mano y apoyando su cabeza en sus piernas.
—Tobirama...—el sollozo triste y cansado de Ren hizo que su corazón se rompiera un poco.
—No te fuerces, saldremos de esto juntos.
—No... No lo entiendes.—su voz cada vez se hacía más débil—. Ya no esta...
Esas fueron las últimas palabras antes de que la joven cayera desmayada. Los ojos de Tobirama se habían llenado de lagrimas.
«Ya no está»
Él sabía a qué se referían aquellas palabras.
Ya no estaba.
Su hijo ya no estaba.
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Lo sé, me van a odiar por lo que acabo de hacer:(
Créanme que me dolió demasiado escribir esto, sé que el perder una vida, un pequeño que está creciendo dentro de alguien es un tema delicado, doloroso y con el cual no se debe jugar por lo cual les pido perdón si alguien es sensible al tema por cualquier situación.
Fui muy cruel, lo sé, al hacerles esto a mis bebés pero créanme, ya entenderán el porqué de mi decisión.
Las amo (aunque me quieran matar) y estaré al pendiente de sus comentarios.
¡Hasta la próxima!
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