33. Malestar
Desde aquella noche donde Tobirama había llegado de misión ya nada era igual.
Una pequeña burbuja de tranquilidad y amor había rodeado a la joven pareja, y aquello realmente se mostraba en todo su esplendor. Tobirama se había vuelto tres veces más protector con Ren de lo que ya era.
No había momento alguno donde la emoción abandonara el cuerpo del futuro padre, incluso si su rostro decía otra cosa, el realmente se sentía maravillado ante la idea de formar su propia familia.
—Hashirama, ¿qué debo hacer?–pregunto observando cómo su hermano mayor jugaba con su pequeño sobrino.
—¿A qué te refieres, hermanito?–pregunto frunciendo el ceño.
—¿Cómo puedo ser un buen padre?
Aquella pregunta había llegado de la nada descolocándolo por un minuto.
—No lo sé, solo sé que darías hasta la vida por proteger a ese pequeño.–le dijo el mayor a la vez que depositaba al pequeño Kotaro en sus brazos.—Pero puedes practicar cambiando el pañal de tu sobrino.
Tobirama observó seriamente al pequeño, quien solo sonrió, negó con la cabeza y decidió iniciar la tarea que le designó su hermano mayor.
¿Qué tan difícil podría ser cambiar un pañal sucio?
(...)
La chica de cabellos azabache notaba cambios en su cuerpo, desde un pequeño aumento de peso hasta el abultamiento de su vientre.
Ren se observaba emocionada, ¿cómo no podría estarlo si dentro de ella estaba creando una vida? Una pequeña vida que en unos meses más pasaría a ser un pequeño y adorable bebé. Su hijo.
La chica recibía constantes consejos por parte de su prima y era sumamente consentida por su esposo.
Tobirama era de lo más atento con ella; desde antojos hasta dolores el joven albino consentía a su mujer. A cualquier hora del día y por más extraña que fuera la situación.
Justo como el curioso antojo de comer fresas cada vez que veía a la pelirroja.
Ambos chicos eran de lo más felices con el pasar de los días, su burbuja de felicidad se expandía cada vez más mientras el, anteriormente plano, abdomen de la de ojos bicolor se hinchaba poco a poco indicando el crecimiento de su futuro hijo.
Todo era felicidad y momentos de regocijo para los líderes del clan Senju, sobre todo ahora que la familia se extendía.
—Ren, despierta cariño.–hablo con voz suave Tobirama, a la vez que movía con delicadeza el femenino cuerpo.
Cada día le era más difícil despertarle, las energías de su mujer se veían reducidas.
Ren gruñó en negación y le dio la espalda, luchando por permanecer dormida.
—Ren, es hora de desayunar, he preparado tu favorito.
—No tengo hambre, Tobirama.–respondió en apenas un hilo de voz.
Tobirama le observó un tanto extrañado, desde que Ren había quedado embarazada comía como si la vida se le fuera en ello. No había momento alguno donde ella no sintiera hambre o antojo alguno.
La chica se levanto rápidamente con las manos en la boca.
Unas terribles nauseas habían invadido su sistema, sin embargo al momento de levantarse sus piernas flanquearon y cayó.
—¡Ren!—la preocupación de Tobirama subió al tope mientras levantaba a su esposa y la ponía sobre la cama.– ¿Te hiciste daño? ¿Estás bien? ¿Qué pasa?
La chica lo observó aún entorpecida.
—Yo... Si, estoy bien, no me hice daño en realidad.–sus palabras fueron titubeantes, y por instinto llevo su mano a su vientre.
Algo no se sentía del todo bien.
—De acuerdo, iré por tu comida.–el peliblanco depósito un beso en su frente y salió de la habitación.
Ren se sentía extraña, como si se encontrara débil. No era cansancio, lo cual sería más normal debido a su estado, se sentía como algo más.
Tobirama le observó, su largo cabello caía por sus hombros y sus ojos bicolores observaban a la nada misma. Ella se veía simplemente preciosa.
—Uh, gracias cariño.–dijo la chica saliendo de su trace y comenzando a comer aquel desayuno.
Ambos comieron en silencio hasta que llegó la hora de irse de Tobirama, aquel día tendría una pequeña misión y con un mal sabor de boca se despidió de su esposa para encaminarse hacia las puertas de la aldea.
Ren decidió quedarse en cama unas cuantas horas más, su cuerpo se sentía extraño y un tanto débil en aquel momento, aquello definitivamente no le gustaba.
Aún así el fuerte carácter de la chica le hizo levantarse de la cama, a la vez que un punzante dolor atravesaba su vientre, aquello le extraño, sin embargo intento ir hacia la ducha, después de todo aquel día Mito iría a comer con ella.
—Demonios.—murmuró para sí misma mientras abría el grifo de agua.
Conforme el agua caliente caía sobre su cuerpo aquel punzante dolor en su vientre cesaba, Ren mentiría si no dijera que está asustada.
¿Qué era lo que le estaba pasando?
—¡Ren ya llegue!—el fuerte grito de su prima resonó por las paredes del baño, por lo cual terminó su rutina de higiene diaria y se dedicó a secar su cuerpo.
El ruido de los pequeños piesitos de su sobrino resonaba por el pasillo, haciéndole sonreír inmediatamente.
—¡Tia!—grito entusiasmado el pequeño al ver como Ren abría la puerta, saliendo vestida con un delicado vestido azul.
—Hola pequeño, ¿cómo estás?–saludo inclinándose a besar su pequeña frente.
Aquel movimiento la había dejado inmóvil ahí sentada, más su fuerza de voluntad era más grande y, gracias a ello, después de unos segundos el dolor cesó y se levanto tomando la mano del pequeño Kotaro.
Después de todo podría solo ser un dolor estomacal.
(...)
Conforme las semanas habían pasado la joven había llegado a cumplir los tres meses de embarazo.
La familia Senju se veía feliz, todos habían estado acomodando un pequeño cuarto para el bebé. Un bonito color hueso adornaba las paredes y una cuna.
—Es hermosa.—señaló la pelirroja mujer observando con ojos centelleantes la habitación.
Ren le observaba con una sonrisa plasmada en su rostro, mientras cargaba una mecedora, aquel artefacto era pesado pero su terquedad le hacía insistir en acomodar todo sola.
—Ren, ya hemos...
Un punzante dolor recorrió todo el cuerpo de la menor quien rápidamente dejó caer aquella silla.
—¡Ren!—el grito cargado de miedo de Mito fue lo último que escucho antes de que todo se volviera negro.
(...)
Tobirama se encontraba sentado a los pies de la cama, frotaba su rostro con notable desesperación mientras su mente seguía gritándole aquellas palabras.
«Su embarazo es de alto riesgo, hermano.»
«Mi tía tuvo complicaciones al momento de tener a Ren... Ella... Ella murió en el parto.»
«Ella debe reposar al menos hasta que pase la etapa de peligro.»
Tobirama se sentía agobiado ante aquello, ¿por qué las cosas debían de complicarse en uno de los momentos más felices de su vida?
Un movimiento por parte de su esposa le alertó girando su mirada hacia ella. Quien con esfuerzo se sentaba.
—¿Tobirama?—pregunto aún adormilada.—¿Qué hora es? ¿qué ha pasado?
El joven suspiro, tomando la mano de su mujer y tirando de ella, la chica se acercó a él, quien se dispuso a ponerle sentada sobre sus piernas.
—Ren...—un suspiro salió de sus labios, ¿cómo siquiera podría decirle aquello?—Escucha, cariño. Te has desmayado y tuviste un pequeño sangrado, Mito y Hashirama lograron detenerlo.
La chica abrió sus ojos asustados.
—El bebé está bien, pero los dolores que sentiste a lo largo de los días significan que tu cuerpo no lo está aceptando de la mejor manera. Te encuentras en etapa de riesgo.—finalizó dejando a la chica en un estado donde se le veía más que perturbada.
—Y-yo... Mi madre...
—Lo sé, Ren, mito me lo ha dicho.—el chico le abrazó fuertemente—. Por favor, debes estar en reposo hasta que está etapa pase no quiero que algo malo les pase.
La chica asintió con lágrimas en los ojos y se aferró al cuerpo de su esposo fuertemente.
Todo debería de estar bien si ella seguía indicaciones, ¿no es así?
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Hasta aquí el capítulo de hoy chicas/os espero que les gustara.
Pregunta del capítulo: ¿son chica o chico? ¿Desde dónde me están leyendo?
¡L@s quiero! <3
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