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30. Konoha

Decir que no le sorprendía la rapidez con la que se había creado aquella aldea sería mentir.

La vida parecía estar tomando colores más alegres y un nuevo sentido. A Ren definitivamente le agradaba aquello.

En sus cortos casi 19 años de vida Ren jamás había pensado que viviría para ver aquello. Los tiempos de guerra poco a poco cesaban, Uchihas y Senju convivían armónicamente y fundaban una aldea a la cual poco a poco se le fueron uniendo más clanes.

Había sido un choque, y causado conmoción al rededor de los campos de batalla, cuando otros clanes se habían enterado del acontecimiento menos esperado y más sorpresivo de todos.

Senju y Uchiha uniéndose para formar una aldea, una innovadora idea de un lugar donde los clanes podrían coexistir juntos, protegiéndose entre ellos. Donde los niños crecerían para formarse como ninjas o ser simples aldeanos, pero sin verse obligados a ir a la guerra. Un lugar donde habría nuevas oportunidades de vida y nuevas metas por cumplir que solo vivir un día más.

—Ren, ¿qué opinas?—preguntaba la pelirroja mientas veían la espaciosa casa.

—Esto es...—los ojos de Ren estaban abiertos con sorpresa, resplandecientes con adoración y acuosos por las lágrimas de alegría.— Es perfecto.

—¡Sabia que te encantaría!—grito emocionado apareciendo de la nada el castaño mayor.

El regalo de bodas de Hashirama Senju había sido el hogar de la unión Senju-Chiba. Junto a la planificación y especificaciones de la pelirroja Uzumaki y su elemento madera habían creado la casa de los sueños de Ren.

—¡Oye, no robes todo el crédito!—grito la pelirroja golpeándole un costado.

—Chicos, en serio gracias.—murmuró saltando a abrazarlos—. Me encanta, es simplemente perfecta.

—Era el momento adecuado para que tuvieran su propio hogar, además necesitaremos más espacio en nuestro hogar ahora que estamos casados.—sonrío abiertamente el castaño.

Si, aquella villa no era lo único que había progresado. No había tenido que pensarlo por mucho tiempo o tardar en asimilarlo cuando el castaño y la pelirroja se vieron locamente enamorados desde su primer encuentro, sobre todo era de esperarse que en la primera oportunidad que se presentará el castaño la volvería su esposa. Y aquí estaban ahora, teniendo su vida de casados.

—Oh, no estarán pensando en alguna cosa que quieran contarme. ¿Chicos?—pregunto alzando una ceja la azabache.

—Esta embarazada.—anunció Tobirama entrando en el lugar—. Todo indica que seremos tíos en unos meses, Ren.

—¿E-embara...zada?—los ojos grandemente abiertos de la azabache y su estupefacción ante la noticia eran una combinación de sentimientos que Tobirama no podía explicar.

El asentimiento de cabeza de Mito y la gran y orgullosa sonrisa de Hashirama había sido más que suficiente para que la joven soltara un grito de emoción y comenzará a brincar en su lugar cubriendo su boca.

La mezcla de emociones que Tobirama tenía en aquel momento era un tanto extraña. Adoraba ver a su mujer tan feliz y emocionada ante aquella notica, así como la inquietud que tenía en aquel momento.

Ambos casi cumplían un año de casados, a lo largo de ese año habían pasado de repudiarse a amarse sin embargo aquello no había ocurrido, no podía decir que no habían tenido encuentros un tanto íntimos y toqueteos, sin embargo el sexo era algo muy diferente.

—¡Voy a ser tía!—la joven saltaba con emoción abrazando a su prima, aquello la hacía parecer una pequeña niña a la cual acaban de obsequiarle aquello que más deseaba.

Y los pensamientos de Tobirama volvieron a darse vuelta, ¿Ren quería hijos? ¿A caso ella estaría así de emocionada si fuera ella quien estuviera embarazada? Aunque no lo hablaría y hubiera deseado que no fuera de tal forma su corazón se removió.

Él quería formar una familia con su adorada Ren.

Y aunque aquello pareciera imposible en cierto punto lo haría muy feliz, inclusive si llevaban casi un año de matrimonio y ambos eran jóvenes aún jamás habían tenido relaciones sexuales. Ninguno podría negar que había momentos en donde los toqueteos se hacían presentes al igual que los besos y escenas un tanto subidas de tono, pero jamás habían llegado a aquel punto.

—Madara está como loco con la noticia, siente que perderá a su adorado Hashirama.—decía la pelirroja mientras reía seguida de las risas de la azabache quien se mostraba sonriente y feliz ante la nueva noticia.

Los cuatro chicos se veían de lo más felices en aquel momento, todos comenzarían una nueva etapa de su vida.

Hashirama y Mito comenzarían su propia familia con esa pequeña vida que crecía dentro de la pelirroja. Se les veía tan felices, enamorados y emocionados, incluso si también se veían un tanto temerosos ante su nueva vida.

Tobirama y Ren, por otra parte, comenzarían una nueva etapa en donde sólo serían ambos, creando su nuevo hogar.

(...)

La noche, tras un largo día de acomodar muebles en la que sería su nueva casa, había llegado.

Ren se encontraba sentada desatándose su cabello y cepillándolo antes de irse a la cama. Él peliblanco la observaba atentamente mientras tomaba asiento detrás de ella y apoyaba su cabeza en el hombro de la chica.

—¿Qué pasa, Tobirama?—pregunto cesando el movimiento del cepillo y con su mano acariciando el blanco cabello de su esposo.

—No es nada, solo estoy algo cansado.—respondió mientras la abraza por la espalda.

La sonrisa en el rostro de la azabache era imposible de borrar, aquellos momentos en los que se demostraban cariño de tal forma la hacían por mucho feliz.

—Vamos a la cama entonces.—respondió levantándose y tomando su mano para dirigirlo a la cama.

—Ren...—murmuró una vez que ya ambos estaban recostados.— A ti... Ya sabes, ¿te gustaría tener hijos algún día?

Los ojos de la azabache se abrieron con sorpresa. ¿Ella en realidad quería traer un niño al mundo algún día? Si Tobirama hubiera hecho aquella pregunta algunos meses atrás la chica probablamente hubiera respondido que no sería justo, ella no quería que otro niño más viviera tiempos de guerra como los que ella y Tobirama habían experimentado.

Sin embargo ahora, que la estabilidad se hacía presente entre diversos clanes y la fundación de aldeas, ella realmente podía imaginar una familia. Su propia familia junto al hombre al que amaba, aquello sonaba verdaderamente bien.

—Si, Tobirama. Podríamos tener una familia.—respondió abrazándose de el.

—Me alegra que pensemos igual, Ren.—dijo abrazando más a la chica contra su cuerpo.

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Hola hola c:
¿Me extrañaron? Yo sé que si e.e
Bueno, realmente no estoy muy satisfecha con este capítulo, pero es más que nada para que ubiquen la etapa temporal en la que estamos en la historia n.n

Espero que les vaya gustando, un poco aunque sea, inclusive si últimamente los capítulos están algo flojitos, ya irán mejorando prometo intentarlo.

En fiiiiiin, tardo un poco más de lo que me gustaría en actualizar porque ya he vuelto a la escuela y me dejan muchísima tarea<\3
(Plus, mañana cumplo un mes con mi novio y no lo he visto desde que comenzamos la relación estoy bien Sad men, tal vez escriba OS tristes. Ahí los leen:'v)

¡Espero con ansias sus comentarios, l@s quiero!<3

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