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24. La boda

Nunca en su vida había estado más nerviosa. Las manos de Ren temblaban mientras intentaba acomodar un ornamento en su cabellera negra, fallando miserablemente.

—Dame eso y quédate quieta de una vez.—refunfuñó la mayor—. No puedo creer que vayas a casarte, pareciera que fue ayer cuando mi amada tía me dijo que tendría un bebé.

La sonrisa nostálgica en los rostros de ambas se borro en un instante. La pelirroja seguía sonriente; la azabache con una mueca de nervios.

—¿Qué crees que pase?—pregunto con un extraño tono de voz la pelinegra.

—Crei que ya habíamos hablado de eso, Ren.—comentó burlona la mayor.

—¡Mito, no me refería a eso!—chillo asustada la joven.

Anteriormente su tía les había dado "la charla" a ambas chicas. Claramente ambas sabían de dónde venían los bebés, sin embargo aquella platica había ido más a fondo al proceso de creación.

Aquella noche ambas salieron a cenar tan sonrojadas que Hashirama casi logra hacer que tomarán medicina para bajar la fiebre.

—Lo sé, solo estoy jugando contigo. Te ves demasiado tensa.—Mito comenzó a reír haciendo que su pequeña prima la acompañara con delicadas carcajadas.

—¿Recuerdas cuando éramos pequeñas y soñábamos con casarnos enamoradas?—sonrió la pelinegra ganándose la atención de su prima.

—Lo recuerdo, tú... ¿Sientes algo por el?—pregunto sentándose frente a ella.

—Yo...

Su respuesta quedo en el aire, ¿sentía algo por el?

La pelirroja la observaba fijamente. ¿En qué momento aquella desastrosa niña se había vuelto aquella hermosa mujer? Sus labios estaban pintados de un rojo escarlata, su cabello estaba suelto y con un ornamento decorado uno de los lados de su cabeza. El kimono contrastaba con todo lo demás y la hacía lucir sumamente hermosa, como una fina muñeca.

—Cuando estamos juntos hay ocasiones en las que mi corazón se acelera. En ocasiones, cuando hablamos siento que el tiempo pasa volando y cuando se fue yo estaba tan nerviosa... Cuando regresó herido sentí tanto miedo de perderlo y cuando él me abraza yo...

Una ligera risa con una sonrisa de ternura por parte de la pelirroja hizo que parara su discurso.

—Amor.—su única palabra hizo que la pelinegra frunciera el entrecejo—. Lo que sientes es amor, y si él se atreve a faltarte el respeto siempre podrás partirle la cara nena.

Una carcajada salió de los labios de la azabache ante el comentario de su prima.

—Tienes toda la razón, Mito-nee.—respondió tranquila, aunque su cabeza era todo lo contrario.

Amor. Aquella palabra era lo único que pasaba por su mente.

—¿Puedo entrar?—la voz de aquel chico las hizo reaccionar.

—Claro, ya está lista.—anunció la pelirroja con una sonrisa maliciosa.

—No Mito...—susurro más fue inútil, la puerta acaba de abrirse dejando salir a la pelirroja y entrando en su lugar un peliblanco.

—¿Estás bien?—pregunto al ver la expresión de la chica.

—Claro, ¿cómo estás tú?—pregunto la chica con una mueca.

—Supongo que bien, Hashirama no dejaba de sermonearme y arreglar el traje.—dijo con una mueca de medio lado.

Ambos se dedicaron a observarse mutuamente, el chico llevaba una yukata formal color azul oscuro y negro con él símbolo de su clan bordado en la espalda de un todo de azul marino.

La chica llevaba aquel kimono negro con rojo y adornos de flores, además del símbolo de su respectivo clan.

—Es hora.—le dijo el joven extendiendo su mano.

—Es...—Ren tomó la mano de Tobirama a la vez que cerraba sus ojos.

El tacto cálido de la mano del muchacho en la suya la hizo suspirar.

—Es hora.—dijo con determinación y ambos salieron de la habitación, aún tomados de la mano, hasta donde se llevaría a cabo la ceremonia.

(...)

La ceremonia transcurrió rápidamente, sus manos estuvieron entrelazadas en cada momento y cada vez que se ponían tensos compartían leves apretones y discretas miradas.

Butsuma los veía serio desde su lugar.

Mito y Hashirama compartían la misma mirada de ternura y admiración por ambos jóvenes.

Takeshi y Okiku Uzumaki los veían con nostalgia, recordando aquella boda hacía ya más de 18 años atrás entre los padres de la joven.

Y Yoko, arreglada de una manera formal, los veía con ojos brillantes a la pareja, recordando cómo había crecido el joven y como aquella chica unía su vida a él.

Cuando está finalizó los abrazos y felicitaciones se hicieron presentes. Así como las amenazas por parte de Takeshi al oído de Tobirama respecto a su sobrina.

La noche dio su lugar cuando ambos llegaron a una casa algo apartada en el bosque, está junto a un lago.

Ambos estaban nerviosos, sentados uno al lado del otro, en silencio en aquella cama matrimonial, aún vestidos con sus trajes de boda.

—Estamos casados, Ren.—mencionó Tobirama.

—Eso parece, Tobirama.—respondió de vuelta para volver a sumergirse en silencio mientras recogía su cabello en un chongo.

Recordando aquella charla con su tía Okiku, había mencionado el hecho de que en la noche de bodas, por tradición, es la primera vez que la pareja de casados mantienen relaciones íntimas.

Aquello la asustaba mas sin embargo era un deber. Debía entregarse en cuerpo y alma a su esposo, aunque no estuviera lista para aquello.

Por otro lado, a Tobirama también le habían hablado sobre aquello. Butsuma había mencionado que la primera noche juntos era donde el debía tomar por primera vez a su nueva esposa.

Sin previo aviso la chica se levanto y dejó caer el listón que sostenía su kimono, las recientes palabras del joven y aquella lección de su tía habían ocasionado aquello, poco a poco dejó caer la primera capa del kimono llamando la atención del chico.

Tobirama la observaba expectante. Ren estaba quitándose la ropa frente a él, cuando su cerebro reaccionó ya estaba parado frente a ella, quien tenía por los hombros la última capa de ropa que la cubría.

—Ren...—su voz sonó sería, por su cabeza rondaban las palabras que Hashirama le había dicho después de que Butsuma hablara con el.

"Estar con ella no es una obligación, si ninguno está listo deberías respetar sus deseos."

—Tobirama yo...—bajo la vista cerrando los ojos, el miedo en su mirada y en el temblor de su voz eran notables.

—Ren—la tomo de la barbilla haciendo que aquellos ojos bicolor cargados de miedo lo vieran directamente—, ¿tú quieres esto?

La chica gira su rostro, era más que claro que tenía miedo a dar aquel paso.

—Ren, yo no te forzare a nada. No debes cumplir las obligaciones que se han impuesto al ser esposa de alguien.—exclamó mientras tomaba la prenda de la chica y la acomodaba correctamente—. Si tú no estás lista no lo harás simplemente, nunca serás forzada.

Aquellas palabras hicieron que sus ojos se llenaran de lágrimas. Tobirama estaba siendo todo un caballero con ella.

—Gracias.—fue lo único que mencionó antes de abrazarlo escondiendo su cabeza en su pecho.

—No deberías agradecerme por algo así, Ren.—mencionó y la abrazo más a él, en aquel momento lo único que deseaba era abrazarla y brindarle cariño y protección.

—Tobirama...—susurro levantando su vista hacia el.

La imagen de Ren indefensa, con las mejillas sonrojadas, ojos cristalinos y labios rojos era lo más hermoso que el albino había visto.

—Si, Ren.

—Yo... Te quiero, incluso si tú no sientes nada por mí estoy feliz de que seas tú a quién puedo llamar mi esposo.—le dijo observándolo a los ojos—. Además de todo eso me gustas, Senju.

—Ren...—nunca había pensado escuchar aquello de parte de la chica—.También te quiero y prometo siempre cuidarte y procurar tu felicidad.

Ambos se observaron unos segundos más, hasta que aquella frase salió de los labios del Senju dejándola sin aliento.

—Y tú también me gustas, Chiba.

Y sin pensarlo dos veces ambos jóvenes se fundieron en un beso lleno de sentimientos y sobre todo de amor. De ese maravilloso y bello primer y último amor.

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¡Ya se casaron!
¿Esperaban lemon?, pues no, las cosas no pasan así queridas, apenas y se confesaron sus sentimientos xd

¿Cómo creen que sea todo desde ahora? ¿Qué opinan de la boda?

Sinceramente, ¿les gustó el capítulo y lo que hice con la noche de bodas, aunque no hubiera acción?

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